Sexo, Drogas y Rock & Roll. Vol. 4

Se quitaron su ropa hasta quedar solo en ropa interior. Yo me levanté y me quité mí short y mi blusa. Se quedaron bobeando viendo mis tetas, que casi se salían del brassier. Los vi y sonreí.

Bajé del autobús justo frente de mi casa del pueblo. La miré y me llegó una nostalgia muy grande. Sentí como si hubiera estado muchos años fuera de ella. La vi llena de vida, a mi mamá barriendo el patio y saludándome mientras me veía.

El aire, el ambiente, todo me provocó tranquilidad. Caminé y saludé a mi mamá.

-Hola mi amor. –Me dijo saludándome y abrazándome. –La señora Edith me dijo que el viaje estuvo muy pesado y que les darían unos días de descanso.

-Sí, aunque dijo que si queríamos podíamos ir a la preparatoria sin problema. –Le dije.

-Con que no afecte tus estudios, todo está muy bien. –Dijo. –Disculpa a tú papá. Hemos tenido mucho trabajo y no ha podido ir a verte.

-Bueno, ya estoy aquí, me cambio y voy a la tienda a verlo. Estoy segura que se llevará una sorpresa enorme. –Dije y entré a mi casa. Caminé a mi cuarto y me tiré en la cama.

De pronto una burbuja invisible rodeó mi cuerpo y entré en un mundo de fantasía. Un mundo donde no existía lo malo y solo existía la familia y que te hacía sentir la persona más especial del mundo.

Me sentí muy débil y cerré los ojos.

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Me sobresalté al escuchar que golpearon la puerta.

-Despierta July, vamos a cenar. –Dijo mi mamá. Estiré mi cuerpo y me sentí muy descansada.

Bajé a cenar y ahí estaba mi papá. Le di un pico y cenamos toda la familia, solo faltaba mi hermana Olga.

Les platiqué mi viaje. Todo era mentira pero mis papás lo creyeron todo. Mi hermano menor platicó que tenía novia. Le hicimos burla y se apenó todo.

Mi papá dijo que vendrían su hermano y su hermana. Los dos casados y con su familia. Mis primos eran más chicos que yo, de parte de la familia de mi papá, yo era la más grande.

Olvidándome de todo, me dormí nuevamente. Al despertar, desde primera hora mi mamá nos puso a limpiar la casa. Apenas tenía un día ahí y estaba más feliz que nunca.

Para eso de las 5 de la tarde, llegó la familia.

El hermano de mi papá era el más chico con 33 años, muy diferente a mi papá, nada atractivo. La esposa de su edad, llenita. Igual muy poco atractiva. Tenían unos gemelos de 13 años y una niña chiquita de 10.

La hermana de mi papá, de 36 años en cambio, tenía unas caderas enormes. Su esposo tenía muy bien trabajado su cuerpo y no era feo. Tenían dos niñas, de 16 y 15.

Nos separamos y los grandes se quedaron con los grandes y los primos nos quedamos juntos. Miramos la televisión y platicábamos poco. No teníamos tema de conversación.

A pesar de que me sentía muy a gusto en aquel ambiente, la verdad es que yo tenía otro mundo que me gustaba, cosa que ninguno de mis primos tenía.

Nos fuimos a dormir como a eso de la medianoche. Yo compartí mi cama con mi prima más grande. Los gemelos se durmieron con mi hermano y las otras dos niñas se acomodaron en el cuarto de Olga.

Al siguiente día, mi mamá llevó a la familia de compras a la ciudad. Mi papá dejaba la tienda encargada hasta el siguiente día así que ese día mi mamá los entretuvo.

Fuimos a varias tiendas, la verdad no era muy llamativa la ciudad. Caminamos un poco y luego fuimos a comer. Regresamos alrededor de las 3pm.

Mi mamá platicó con mis tíos toda la tarde hasta que llegó mi papá a eso de las 8pm.

Mi papá siguió la plática con los dos hombres y mi mamá con las dos mujeres y mi prima más chica.

Los gemelos jugaban video juegos con mi hermano. Y yo miraba tele en mi cuarto con mis primas más grandes.

De pronto, sentí una calentura en mi entrepierna, mi cuerpo se encendió. Mi mente fantaseó con un hombre mientras me cogía y mi cuerpo empezó a desear una verga dentro de mi panocha.

Solté un gemido que ahogué casi al instante por mis primas. Las miré y no se dieron cuenta. “¿Qué hago?” , pensé. Necesitaba coger.

Mi primer pensamiento fue mi papá. “No, con mi papá no. No quiero más problemas” , pensé. “Con mi tío, pero no el hermano de mi papá sino el otro. Pero, ¿Qué hago? No me van a dejar salir sola con él, ¿Con que excusa? Descartado por ahora” . Pensé en mi última opción, los gemelos y mi hermano. “Con los gemelos y mi hermano si puedo, pero ¿Cómo les digo?

-¡July! –Me zarandeó mi prima la mayor, de 16 años.

-Escondidas. –Dije.

-¿Qué? –Dijo su hermana, la de 15, riendo. -¿Qué pensabas?

-Te estoy preguntando que si tienes novio. –Dijo la de 16 años. – ¿Tienes novio a escondidas?

-No no no. –Dije rápido. –O sea si tengo novio pero no a escondidas.

-A bueno. Y ¿Tienes mucho con él? –Preguntaron.

-Casi 3 años. –Dije.

-¿Es guapo? –Les mostré una foto. –Está guapo. –Dijeron.

-Sí, me trata bien y nos amamos. –Les dije. Silencio.

-Ahorita que dijiste “Escondidas”, se me ocurrió, y ¿Si jugamos a las escondidas? –Preguntó la de 15.

-¿Quieres? –Preguntó la de 16. –Ya me aburrí.

-Sí, de hecho eso les iba a decir. Vamos con los gemelos y mi hermano y dile a la de 10 años que también se venga. –Le dije a la de 15. Nos levantamos y la de 16 y yo fuimos al cuarto de mi hermano.

-Levántense. –Les dije. –Vamos a jugar a las escondidas.

Me voltearon a ver y a regañadientes se levantaron y salimos los 7 a jugar.

Las tres niñas, traíamos un short corto de mezclilla y una blusa de tirantes, andábamos medias fodongas. Mi hermano y mis primos traían un short de deportes y una playera muy sencilla.

La niña más chiquita, traía un vestido igual a los que yo usaba cuando era niña.

Jugamos con las mismas reglas del juego, el espacio del patio era chico así que decidimos extendernos más. Al lado teníamos vecinos pero las casas que estaban luego de esas, algunas estaban abandonadas o en obra negra. La niña chiquita era la única niña que podía esconderse dentro de la casa, ella no podía salir del patio.

Iniciamos el juego, yo me ofrecí a ser la primera en buscarlos.

Encontré rápido a la de 15, luego a la de 10 y luego a uno de los gemelos, mi hermano, la de 16 y al final al otro gemelo.

Tocó el turno de la de 15. Empecé con mi plan. Corrí y me escondí en el patio, dentro del cuarto de la lavandería. Vi que uno de los gemelos corrió y se escondió dentro del baño que teníamos en el patio, quedaba cerca de donde yo estaba.

Vi que la de 15 años empezó su búsqueda. Debía llamar la atención del gemelo. Vi que la niña de 15 años salió del patio, momento que aproveché para correr a meterme al baño. Abrí la puerta y casi chocamos los dos. Fingí asustarme.

Entré y cerré la puerta. La luz estaba apagada.

-¿Qué haces aquí? –Me preguntó susurrando. – ¿No te vieron?

-No, vi que se volteó y corrí al baño. No sabía que aquí estabas. –Le susurré. –No veo nada.

-No voy a encender la luz, nos van a descubrir. –Me dijo.

Me volteé y le di la espalda. Luego caminé de espaldas, hasta que golpeé con sus piernas y me senté encima de él. Estaba sentado en la taza del baño y yo arriba.

-Disculpa, es que no veo. –Le dije.

-Bueno, la voy a encender para que te acomodes bien. –Me dijo. La encendió y al instante la apagué. Se quiso levantar pero con mis nalgas lo empujé y caíamos de nuevo sentados.

-Así quédate y yo un rato arriba de ti, para descansar los dos. –Le dije. –Ando muy cansada.

No dijo nada y se hizo el silencio. Este era el primer paso para empezar a calentarlo. Luego de unos 30 segundos, me levanté y se levantó detrás de mí.

-¿A dónde vamos? –Me dijo.

-A la lavandería para ver mejor e ir a salvarnos. –Abrí la puerta, no había nadie y salimos corriendo. Entramos.

El gemelo rápido se puso hasta atrás. Yo cerré la puerta. Pensé en mi segundo paso pero sería difícil darlo. Debía hacer que me agarra las tetas o al menos que las sintiera.

-Y ¿Ahora? –Pregunté en tono infantil.

-¿La viste? –Me preguntó.

-La vi volteando para acá pero creo que no se dio cuenta de que aquí estábamos. –Le dije. –Es mejor escondernos a lado de la lavadora por si entra, no nos vea.

-Sí, es mejor. –Dijo. Caminamos a la lavadora. -¿Quién se pone detrás? ¿Tú o yo? –Preguntó.

No había pasado desapercibido mi detalle.

-Si yo me siento primero, me voy a ensuciar el short, ¿Qué te parece si tú te sientas y yo me pongo de nuevo encima de ti? –Le dije en tono coqueto e infantil pero que sonará inocente y sin maldad.

-Bueno. –Se sentó. Estiró las piernas y se acomodó su short. Me puse encima de él.

-Pasa tus manos alrededor de mí. –Le dije. Me abrazó por el vientre.

Estuvimos alrededor de 1 minuto, en ese tiempo sentí algo en mis nalgas que se paró. En eso se escucha como se abre la puerta y vimos frente a nosotros a mi prima de 15 años, se quedó unos dos segundos mirándonos y luego, con una risa corrió hacia la “base”. Nos levantamos rápido pero ya nos había quemado mi prima.

Tardó unos 5 minutos más en encontrar a todos los demás. Al gemelo que estaba conmigo fue al primero que nombró.

Empezamos de nuevo. Corrí a una de las casas abandonas y subí al segundo piso. Casi al instante escucho que alguien llega y es mi prima de 15 años.

Me vio y sonrió.

-Los vi. –Me dijo con un tono de burla.

-¿A quiénes? –Dije sin darme cuenta de que hablaba.

-A ustedes, que tú estabas arriba del gemelo. –Me dijo.

-No, lo que pasa es que no me quería ensuciar el short y por eso me puse arriba de él. –Le dije fingiendo que me preocupaba y buscando una excusa.

-Bueno. –Dijo nada convencida. –Me voy porque aquí nos van a encontrar. –Y se fue.

Sonreí, estaba ardiendo. Me senté en el suelo y empecé a sobar mis tetas. Fantaseé con el gemelo, me lo imaginé con una verga enorme. Me mojé. Me detuve porque escuché unos pasos subir las escaleras. Me quedé quieta y en silencio y vi al gemelo aparecer.

-¿No te estas ensuciando? –Me preguntó.

-Este… yo… me encontraste. Te voy a ganar la “base”. –Le dije levantándome y corriendo. Pasé por su lado y ni se movió. Me detuve y lo vi. -¿Qué pasa?

-Sálvate. –Me dijo.

-¿Por qué? –Le dije.

-Es que yo quería que… te sentaras sobre mí… porque… me gustó. –Me dijo. Sonreí.

-Pero yo me senté porque no quería ensuciarme. –Le dije despistada.

-Lo sé pero…

Silencio. Tenía su mirada abajo.

-Bueno, un ratito rápido. ¿Si? –Le pregunté.

-Sí. –En su rostro se dibujó una sonrisa.

Se sentó y yo, dudando, me puse encima de él. Rápido me abrazó. A los 5 segundos agarré sus manos y las llevé a mis tetas. Sentí como su respiración se agitó. Fueron otros 20 segundos hasta que:

-Ya. –Le dije. Me levanté y corrí a salvarme.

Lo hice. Ya habían llegado el gemelo y mi hermano y la de 15 y 10 años.

En eso vemos que llega el gemelo y detrás la de 16 años y le gana el gemelo.

Iniciamos otra ronda.

Vi que la de 10 se metió a la casa. Mi hermano y uno de los gemelos corrieron a las casas abandonadas. El otro gemelo corrió al lado contrario de las casas abandonadas. Yo corrí hacia el baño y noté que la de 15 años corrió conmigo. La de 16 años fue a otro lugar dentro del patio.

Nos metimos.

-Los vi de nuevo. –Dijo divertida.

-Cállate. –Le dije fingiendo pena.

-Hasta te agarró los pechos, cochina. –Me dijo.

-No vayas a decir nada. –Le dije.

-Claro que no. –Me dijo y me hizo una seña de que se ponía un cierre en la boca. Silencio. –Yo a veces juego con mis vecinos o cuando me visitan unos primos, al papá y a la mamá.

-Y ¿Qué hacen? –Me tomó por sorpresa su confesión y empecé a ponerle atención.

-Nos agarramos y nos besamos y a veces hacemos lo que ustedes hicieron ahorita. –Me dijo.

Y se me ocurrió una idea.

-Vamos a jugar a los narcos. –Le dije.

-Sí. –Dijo.

Y salimos gritando para que todos vinieran. Se acercaron.

-Vamos a jugar a los narcos, ustedes hombres son los narcos y nosotras sus esposas. –Les dije.

Todos asintieron. La de 16 no quería mucho pero al final aceptó y la de 10 ya no jugó. Yo me junté con el gemelo que traía caliente, la de 16 con mi hermano y la de 15 con el otro gemelo.

Y empezamos el juego. Por un momento me sentí algo tonta. Iba a jugar algo que en la vida real me estaba convirtiendo. En una criminal, incluso en la jefa de la organización criminal de mi ciudad.

Mi calentura borró ese pensamiento, solo quería fajar un rato con estos niños.

Salimos directos a la casa abandonada más alejada y ahí nos metimos. La casa ya tenía las divisiones adentro y tenía techo. Dentro estaba muy oscuro.

-Ustedes se quedan en ese cuarto. –Les dije a los hombres. –Estarán haciendo negocios. Y nosotras los esperamos en un cuarto hasta que terminen. –Les dije y asintieron.

Caminamos y llegamos como pudimos a uno de los cuartos. Nos paramos agarradas de las manos.

-Está muy oscuro, ¿No? –Preguntó la de 16 años.

-Hay muchas ventanas, ahorita nuestra vista se acomoda con la luz de la luna. –Dije. -Y eso es lo bueno, para atender bien a nuestros hombres.

-¿Cómo? –Preguntó la de 16.

-Somos sus mujeres, ellos hacen negocios, nos compran cosas caras y nos defienden y nosotras solo estamos para complacerlos. –Le dije.

-No estarás pensando en que de verdad vamos a… -E hizo una seña que no significó nada pero que quería decir tener sexo.

-Es un juego. –Le dije. –Pero estas son las pláticas que tienen las mujeres de los jefes mientras toman y fuman.

-Empieza tú, July. –Me dijo la de 15.

-Ahorita que venga mi esposo, se la voy a agarrar mientras nos besamos y dejaré que agarré mis pechos. –Dije.

-Yo ahorita dejaré que se ponga arriba de mí y bese mis pechos. –Dijo la de 15.

-Yo… yo… también se la voy a agarrar. –Terminó la de 16 y nos reímos.

Nos quedamos de nuevo en silencio. Yo imaginé las mil y una formas de cómo iba a fajar. Luego de un rato, llegaron los hombres.

-Nos vamos. –Dijo mi hermano, se miraba un poco más y miró a mi hermana. –Les compré la casa que queda al otro lado.

Se levantó la de 16 y se fue con mi hermano.

-Nosotros también nos vamos. –Dijo el otro gemelo y salió rumbo a la casa de dos pisos con la de 15.

-Nosotros nos quedamos aquí. –Dijo mi gemelo.

-¿Cuál será nuestra recámara? Quiero atender como se debe a mi hombre. –Le dije. Me vio con los ojos bien abiertos. No dijo nada. –O ¿Quieres hacerlo en la cocina? –Seguía sorprendido.

Lo agarré de la mano y caminamos por varios cuartos hasta que entramos a lo que parecía la cocina ya que había como una barra en medio. Nos fuimos hasta el rincón y ahí había un block. Le señalé para que se sentara ahí. Lo hizo y después me puse encima de él. Y rápido llevó sus manos a mis pechos.

De nuevo nos quedamos inmóviles y en silencio.

-Aprieta despacio mis tetas. –Le dije. Lo hizo y las empezó a masajear. Empecé a darle unos brincos a su verga que ya había tomado forma.

Estuvimos alrededor de 5 minutos. Estaba ardiendo y deseaba una verga en ese momento.

-Espera. –Le dije. –Voy a hablar con las otras muchachas.

Me levanté y salí de la casa. Mi corazón latía muy de prisa.

Fui a la casa más cercana y salió la de 15. Luego caminamos mucho hasta llegar a donde estaban mi hermano y la de 16. Salió mi prima.

-¿Qué pasó? –Preguntó.

-En este negocio, incluso las amigas, se traicionan. –Les dije. –Vamos a fingir que cada una sale de compras pero van a la casa de la amiga y tienen que FINGIR hacer el amor con el esposo. –Puse énfasis en fingir para que la de 16 no se asustara.

-Está bien. –Dijo la de 15. - ¿A dónde va cada quién?

-Yo voy con el otro gemelo, tú con mi hermano. –Le dije a la de 15. –Y tú con el gemelo que estaba yo. –Le dije a la de 16. Y asintieron.

Caminé a la casa de 2 pisos, busqué y estaba en un cuarto de la planta alta.

-¿Qué pasó? –Dijo el gemelo levantándose en cuanto me vio.

-Hicimos un intercambio, ahora yo voy a atenderte. –Le dije.

-¿Me harás lo mismo que me hizo la de 15? –Me preguntó.

-¿Qué te hizo? –Pregunté divertida.

-Me dijo que me sentara y se sentó encima de mí y me dejó agarrarle sus chiches.

-¿Quieres que lo hagamos tú y yo? –Pregunté.

-¿Tú quieres hacerlo? –Me dijo.

-Lo que tú quieras. -Y se dibujó una sonrisa en su rostro.

Se sentó y fui y me senté encima de él. Me agarró las tetas.

-Tú tienes unas tetas grandes.

-¿Te gustan? –Pregunté, muy excitada.

-Sí, se sienten suavecitas y están grandes. Me gustan mucho. –Me dijo.

-Disfrútalas. –Le dije.

Silencio. Me moví al ritmo de su masaje en mis tetas.

Al minuto.

-¡July! Sal. –Oigo que gritó la de 16. Me levanté de un brinco y salí corriendo, más agitada que antes.

-¿Qué pasó? –Dije asustada.

-El gemelo quiere que me ponga encima de él, dijo que así te pusiste tú y que todas nos debemos poner así.

-Este… o sea… -Dije con muchas dudas. –Mira, la cosa está así. Yo me puse pero solo un rato, estamos con ropa y no pasa nada, es parte del juego. –Dije. La miré y no estaba muy convencida.

-¿Así estás con este gemelo? –Preguntó.

-O sea, sí pero solo un ratito. –Dije y sonreí débilmente.

-Bueno. –Y se fue.

-Si no quieres, no lo hagas. –Le dije y volteó. Se regresó. –Pero es parte del juego, estamos usando ropa y no tiene nada de malo.

-Haber qué. –Me dijo y se fue.

Subí de nuevo al segundo piso.

-¿Qué pasó? –Me preguntó en tono asustado.

-Tú siéntate que seguimos en lo mismo. –En cuanto le caí pude sentir una erección. Llevó sus manos a mis pechos y estuvimos otros 5 minutos. –Vamos a cambiar. –Le dije levantándome y saliendo de la casa.

Les hablé e hicimos el cambio. Yo me fui con mi hermano, y las otras agarraron un gemelo. En cuanto llegué.

-¿Cómo ves? –Me dijo mi hermano.

-¿Qué pasó? –Le dije. Iba ardiendo, necesitaba una verga ya.

-Llegó la de 15 y me dijo que me sentara y se sentó encima de mí y así estuvimos un rato. –Me dijo. -¿Cómo ves?

-Es que así dijimos que era el juego. Nosotras haríamos eso para complacerlos porque son nuestros hombres. –Le dije.

-Pero la de 16 no me dijo nada de eso.

-No sabía las reglas del juego pero ya se la explicamos. –Le dije. –Ahora me toca atenderte. –De mi boca salieron palabras de la “Julia” caliente. Era mi hermano

-O sea, ¿Te subirás encima de mí? –Me dijo.

-Si quieres, si no esperamos al cambio. –Le dije.

-¿A ti te incomoda? –Me preguntó.

-No, para nada. Se siente un poquito rico. –Y sonreí.

Mi hermano se sentó y yo me puse encima de él.

-¿Te puedo agarrar las chiches? –Me preguntó. Agarré sus manos y las llevé a mis tetas.

Nos empezamos a mover. A los 30 segundos sentí como se formaba un bulto bajo mis nalgas y al minuto sentí algo enorme. Me detuve encima de aquella verga, me mojé toda.

Me puse de pie y volteé a verlo. Se le notaba algo grande.

-Oye hermanito, tienes algo grande ahí en medio. –Le dije. Se tapó con las manos. –Que no te dé pena, muéstramelo.

-¿En serio?

-Solo quiero verlo. –Le dije. Se levantó, el short apuntaba al techo. Se lo bajó y saltó la verga de mi hermano. Me mojé al instante e hipnotizada se la agarré. Mi hermano no dijo nada. -¿Cuánto te mide? –Le pregunté.

-30 cm, el otro día me la medí. –Me dijo. Se me hizo agua la boca. Quería esa verga dentro de mí. Pero, ¿Cómo le haría? Lo masturbé. -¡Uff! Muy rico. –Me dijo.

Lo solté, por mis piernas escurría jugo. Era mi hermano y no debía hacerle eso.

-La tienes del mismo tamaño que mi papá. –Le dije. Al instante hablé. -Cambio de parejas. –Dije.

Salí de la casa con ganas de esa verga. La quería y la necesitaba.

Caminé rumbo a la casa de dos pisos temblando de la emoción.

-Ahora, ¿Cómo cambiamos? –Dijo la de 15. Se le notaban unas chapitas rojas en las mejillas, estaba media despeinada y muy agitada. Se echó aire con sus manos.

-Ya no quiero jugar. –Dijo la de 16. –Me voy a la casa. Ustedes terminen. –Se fue.

-Y ¿Ahora? –Me preguntó la de 15.

-Tú vete con mi hermano y yo me voy con los gemelos. –Le dije.

-Golosa. –Me dijo.

-Mírate, ¿Qué has estado haciendo? –Le pregunté.

-Es nuestro secreto, ¿No? –Asentí. –Nos besamos y yo le agarré su cosa y él metió mano en mi cosa y se siente rico.

-¿Se la habías agarrado a alguien? –Pregunté.

-Por encima del pantalón, sí. Pero el gemelo fue el primero al que se la agarré. Sentí la carnita y estaba babosa. –Me dijo. –Me voy. -Y salió corriendo

La vi y pensé en mi hermano, en que si se aplicaba se la cogería esta noche. Vi a mis tíos y a mi papá en el patio, tomando. Se les notaba que estaba muy ebrios. Entré a la casa de dos pisos y le dije al gemelo que me siguiera. Caminamos a la otra casa donde el otro gemelo nos esperaba.

-¿Qué pasó? –Nos preguntó al llegar.

-Nada, la de 16 ya no quiso jugar. –Les dije.

-Y ¿Ahora? –Me preguntó el gemelo que calenté.

-Me toca atenderlos a los dos. –Les dije sonriendo.

-¿Uno por uno? –Dijo el otro gemelo.

-Los dos al mismo tiempo y así ahorramos tiempo, ¿Les parece bien? –Dije.

Se miraron y asintieron.

-¿Cómo empezamos? –Dijo el gemelo que calenté.

-Siéntate en el block, y yo me pongo encima de ti. –Lo hicimos. –Ahora tú acércate a mí y agarra mis tetas y nos besamos y eso lo hacemos un rato.

El otro gemelo rápidamente se agachó y se puso de rodillas, agarró mis tetas y nos besamos. El gemelo que calenté, me agarró de mi cintura, y yo empecé a darle brincos en su verga, que estaba erecta.

-No te muevas mucho. –Me dijo el otro gemelo al no poder darme un beso por los movimientos. Le agarré la cabeza y nuestros labios no se volvieron a separar.

Mi panocha estaba ardiendo y quería que terminara. Deseaba un orgasmo. Hicimos el cambio y le tocó el turno al gemelo que calenté agarrarme las tetas y besarme. Mi calzón estaba muy húmedo y por mis piernas corría mucho líquido.

-¿Qué tal si lo hacemos solo con calzón? –Les dije. Se vieron y asintieron.

Se quitaron su ropa hasta quedar solo en ropa interior. Yo me levanté y me quité mí short y mi blusa. Se quedaron bobeando viendo mis tetas, que casi se salían del brassier. Los vi y sonreí.

-Con la blusa se ven grandes, así aún más grandes. –Dijo el otro gemelo.

Los vi con una sonrisa, llevé mi mano a mi brassier y me lo quité. Cayeron mis tetas. Se quedaron petrificados viéndolas. Me les acerqué y agarré una mano de cada uno, luego las llevé a mis tetas. Se las empecé a mover.

Mis gemelos no decían nada. Fue 1 minuto hasta que quité sus manos. Acomodé su ropa en la tierra y me acosté boca arriba, abriendo mis piernas.

-Quiten su ropa interior y se ponen encima de mí, uno por uno. –Les dije y les hice una seña con el dedo para que se acercaran.

Rápido se quitaron su calzón y se empujaron, terminó ganando mi gemelo que calenté. Se puso de rodillas frente a mi panocha y le subí mis piernas a sus hombros. Lo jalé y sentí su verga golpear mi panocha por encima de mi calzón.

-Besa mis tetas. –Le dije. Lo hizo pero moviéndose poco. Le dejé su ritmo y a los 5 minutos su hermano empezó a pelear. –Pon tu verga en mis tetas. –Le levantó y lo hizo. –Vas a sentir tan rico que vas a querer soltar tu cuerpo, mantente duro así parado. –Le dije.

Tomé su verga con mis manos y empecé a masturbarlo y a los 10 segundos, bañó mis tetas con su leche.

Me limpié con su ropa interior.

Luego tocó el turno del otro gemelo y repitió lo mismo, y al final bañó mis tetas con su lechita.

Los 3 nos quedamos agitados, sentados.

-¿Les gustó? –Pregunté. Asintieron. –Habrá tiempo para hacer más cosas de estás.

-Hacerlo sin calzón estaría bien. –Dijo el gemelo que calenté.

-Si se portan bien, quizá los hagamos. –Les dije. Asintieron. –Y recuerden, nada de esto a nadie. –Les dije y volvieron a asentir.

Nos vestimos y salimos los 3 de la casa.

Yo seguía más caliente que antes. Los gemelos no me habían hecho nada más que ponerme más caliente.

Pensé en mi hermano, y cuando íbamos para la casa donde estaban él y mi prima de 15 años, los vimos salir abrazados sonriendo. Sentí envidia y a la vez sonreí. Envidia por mi prima, que se comió una verga de 30cm y sonreí por mi hermano, que cogió. O eso imaginaba.

Cuando nos acercamos a ellos:

-¿Acabaron? –Preguntó mi hermano. –Nosotros ya no queremos jugar. –Nos dijo.

-Nosotros tampoco. –Dijo el gemelo.

-Vamos a la casa que estoy cansada. –Dijo mi prima la de 15 años.

Yo no estaba ni de cerca satisfecha, ni cansada. Necesitaba una verga. El único hombre disponible a esa hora sin duda era Rafa, pero al momento de pensar en él, mis sentimientos se revolvieron.

Pensé en él cogiéndome. Y mi calentura le estaba ganando al embarazo de mi hermana.

Llegamos al patio de mi casa y había tomado la decisión de hablarle. Me detuve en seco y solté un chorro que recorrió mis piernas.

-Adelántense. –Les dije a mis primos y hermano. –Los alcanzo ahorita.

No dijeron nada y se fueron caminando.

Vi a mi papá y mis tíos, sentados en círculo. Estaban muy ebrios.

-Hoy me cojo a mi papá. –Me dije.

Continuará.