Sexo, Drogas y Rock & Roll. Vol. 2

-Tenías razón, wey. –Le dijo el flaco alto al gordo. –Las serias son bien cogelonas.

Llegué a mi casa, triste, desanimada, y con sabor a semen en mi boca.

El chavo de la preparatoria hizo que le mamara la verga e hizo que me tragara su leche. Sin duda estaba dispuesto a sacarle partido a su chantaje. Tenía miedo de que mis fotos se filtraran. Al final terminamos cambiando números de teléfono.

“Otro problema para mis papás. Tendrán muchos problemas en que pensar cuando sepan lo de Olga” , pensaba. Estaba demasiado preocupada y no sabía qué hacer.

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-Pasa por mí, vamos a mi casa. –Le hablé a Karla.

Karla, pasó por mi rápido y nos fuimos a encerrar a uno de los cuartos de mi casa. Me cogió hasta que se cansó mientras yo me drogaba. Ella disfrutó mucho de ese día y yo, drogada, y olvidando mis problemas, disfrutaba demasiado.

Al siguiente día, amanecí con el problema mensual de las mujeres. Fue un gran alivio porque descanse del chavo que planeaba chantajearme. Aparte de que tenía total seguridad de que en ese mes, en el cual cogí mucho, no había salido embarazada.

Cuando llegué a la casa de mi tía, vi el auto de Rafa. No se me antojaba verlo, de hecho ya no quería verlo en mi vida.

Le hablé a Karla que, sin duda, pasó rápido por mí y me llevó a mi casa. Se puso triste por la noticia de mis días pero igual me invitó droga y al final, sin quitarme la ropa, me puse el dildo y terminé cogiéndomela.

Durante la semana, empecé a agarrarle el gusto a aquella casa, a la droga y a Karla. Recibí llamadas y mensajes de Rafa pero no le respondí.

Pasaron dos semanas, en las que mi rutina se había vuelto: Escuela - Mi Casa – Droga - Sexo con Karla - Casa de mi tía. Despacio me fui quitando de la cabeza el problema de Olga. Y se me olvidó el chantaje hasta que un día me marcó el chavo de la preparatoria.

-Hola, te dejé descansar muchos días pero es hora de vernos. –Me dijo.

-En la salida te espero en la plaza. –Le dije cediendo totalmente. Había decidido que iba a apoyar en todo con tal de que las fotos estuvieran a salvo.

Llegó la hora de la salida y me despedí de mis amigas. Karla me acompañó en el camino.

-¿A dónde vamos? Amor. –Me dijo. Al final, con tanta droga y sexo, terminé aceptando la relación con Karla.

-Vamos a la plaza. –Le dije.

-Hoy vamos a socializar, ¿eh? ¿Ya te cansaste del sexo y drogas? –Me dijo. Me abrazó y me separé rápidamente.

-Tranquila, amor. Nos pueden ver. –Le dije.

-Pues que nos vean de una vez, quiero demostrarle a todo el mundo lo que es mío.

-Aun no es el momento. –Le dije.

-Sí, lo entiendo. Dime, ¿A que venimos a la plaza?

-Te agradezco que me hayas acompañado. –Nos paramos. –Pero necesito que te vayas, vete a mi casa y espérame ahí. Llego en una media hora.

-¿Qué pasa? Amor. –Me preguntó.

-Solo vete ya y espérame.

-Sé que eres de verga, que tú necesitas un hombre, sentir carne, la leche… -Me dijo. –Dime si vas a ver a otro hombre y te apoyo, solo no me lo escondas.

-Solo confía en mí. –Le dije. Le di un pico de unos 3 segundos y me separé rápido. Me dio mucha pena.

-Me encantó el gesto. Gracias. –Dijo. –Te espero en la casa.

Se fue caminando, no me moví hasta que se perdió de vista. Caminé por la plaza hasta que vi al chavo. Me acerqué.

-Y ¿bien? ¿A dónde vamos a ir? –Le dije. Volteó a verme.

-Tenía pensado llevarte a un motel, pero no traigo dinero y si trajera, no creo que valgas tanto la pena como para llevarte a uno. –Me sentí humillada. –Lamentablemente, tendré que llevarte a mi casa, que tampoco quiero…

-Yo traigo dinero, no necesito que tú me pagues nada. –Le dije, se calló. -¿Eres de los que hablan mucho o los que se mueven? –Le dije como si no lo hubiera escuchado. El dolor que sentí por sus palabras fue muy fuerte.

-Vámonos. –Caminamos dos cuadras y su casa quedaba en medio de la tercera.

Era una casa sencilla pero con mucho espacio. Pasamos a la sala.

-Todavía podemos ir a un motel. –Le dije.

-Siéntate en el sillón. –Me dijo. Eso hice. Traía el uniforme de la preparatoria, con la falda y un short abajo. Él se fue y luego de un rato regresó con un short y una playera. –Acuéstate boca arriba.

Me quité los zapatos y lo hice, abriendo mis piernas. El chavo se puso encima de mí, se metió entre mis piernas y nos besamos. Abría su boca y sentía su lengua. Yo trataba de no responderle el beso. Me levantó las piernas, la falda se me subió y se empezó a mover.

Despacio, mis problemas se iban olvidando y la calentura me iba invadiendo.

“Total, si voy a tener sexo con este chavo durante mucho tiempo, voy a tratar de disfrutarlo” , pensé, levanté mis brazos y rodeé su cuello, con mis piernas le rodeé su cadera y abrí mi boca para besarlo.

Me bastaron 3 minutos para ceder por completo.

El chavo me besaba con mucha pasión, metía su lengua hasta mi garganta, yo igual le seguía el juego y mi lengua jugó dentro de su boca.

Dejó de besarme y bajó a mi cuello, con una de sus manos, me apretó una de mis tetas. Seguía moviéndose. Empecé a moverme a su ritmo.

Me mordió mi cuello.

-¡Hey! –Le dije levantándolo. –No me muerdas, no quiero marcas.

-Quiero morderte. –Me dijo algo violento.

-No, yo no quiero. –Le dije. Nos vimos. –Mira, estoy haciendo un esfuerzo por esto, quiero disfrutar yo también y trataré de hacer mi mejor trabajo contigo cada que nos veamos para disfrutar los dos. Pero no hagas este tipo de cosas. Vamos a coger como la gente civilizada. –Le dije. Me levanté y le di un beso.

-De acuerdo. –Me dijo. Se agachó y nos volvimos a besar. De nuevo se empezó a mover.

-Que rico papi, ya siento tu verga parada. –Le dije. El seguía gimiendo y besando mi cuello.

Bajó su mano a mi entrepierna y por encima de mi short empezó a acariciar mi panocha.

Sin duda tenía razón mi novia Karla: Soy una mujer que le gusta la verga, y a pesar de que con ella tenía un excelente sexo, no se compara nunca al sexo con un hombre, con tan solo olerlo y sentirlo, me calentaba mucho, me hacía olvidar mis problemas sin necesidad de consumir drogas.

Levanté mi playera de la secundaria hasta el cuello y me levanté el brassier igual hasta el cuello, dejé al descubierto mis tetas. El chavo las vio y agarró con su boca un pezón mientras que con su mano, acariciaba mi panocha.

Rápidamente mojé mi ropa interior y luego mi short.

-Tus tetas siempre nos han gustado. –Me dijo.

-¿A quiénes? –Pregunté. Con mis manos agarré su cabeza y empecé a jugar con su cabello mientras mamaba mi pezón.

-A mí y a mis amigos. –Se subió a besar mi cuello, luego mi barbilla y luego mi boca. Sus manos se acomodaron en mis tetas que apretó. –Pero me los chingué. Yo fui el primero que te metió la verga.

-¿Tenían una apuesta? –Pregunté. Bajé mi mano y la metí debajo de su short. Por encima de su ropa interior, toqué la verga que ya tenía forma. Metí la mano y agarré aquella verga calientita, mojada, rica.

-Sí. De hecho muchos grupitos de la escuela tienen una apuesta contigo.

-¿Por qué será? –Estaba ardiendo. Era una sino la más deseada mujer de la preparatoria. Nos volvimos a besar. Se levantó y se acomodó con sus brazos a lado de mi cabeza. Bajé mi cabeza y le quité el short junto a su ropa interior. Su verga parada saltó a la vista. Tenía un tamaño normal.

Instintivamente me saboreé los labios.

Empecé a masturbarlo.

-Estas chiquita y estas bien chichona. –Me dijo. Gimió. –Todos hablan de que eres bien caliente y cogelona. Incluso han dicho que te pagarían por coger contigo.

-Y ¿Ya les dijiste a tus amigos que cogiste conmigo? –Le pregunté. Necesitaba esa verga dentro de mí. Lo quité de un empujón y me empecé a quitar el short y la ropa interior, luego me quité la playera y el brassier. –Ponte un condón. Te necesito adentro.

Rápido me acosté con las rodillas flexionadas. Vi que se levantó, abrió el condón y se lo puso. Estaba divirtiéndome.

Se puso encima de mí.

-Sí, les dije y ellos esperan que también les des una oportunidad. –Me dijo. Mi panocha explotó.

Lo jalé hacía mí y su verga entró fácil. Arqueé mi espalda, gemí y tuve un orgasmo. El mejor orgasmo que había tenido en semanas.

Vi al chavo y puso sus ojos en blanco y se movió despacio. Estaba viéndolo divertida.

Tenía sus manos en mis tetas, las apretaba según lo que sentía o al menos eso es que lo que creía. Se agachó y puso su cabeza a lado de la mía, beso mi cuello. Seguía moviéndose muy torpe. Le di una ayuda.

-Sigue papi, así, me llenas. ¡Hay! Más fuerte, más duro, más rápido. –Me moví a su ritmo. Se notaba que era totalmente nuevo en esto, pero para chantajear tenía mucha práctica.

A los dos minutos, sentí que se puso duro y su verga se hinchó dentro de mí. Se había venido.  Gemía cansado, fuerte, satisfecho. Yo estaba satisfecha y feliz. Me había dado un orgasmo que no sentía hace un par de semanas y me hizo olvidar todos mis problemas.

Se quedó un rato acostado dentro de mí, agitado. Me dio ternura, me hizo recordar a mis épocas de principiante. Le acaricié el cabello.

-No ha tenido mucho sexo en tu vida, ¿Verdad? –Le pregunté cuando descansamos un poco.

-La verdad, no. –Me dijo.

-Pero tienes novia, ¿Ella no quiere coger contigo? –Pregunté.

-La has visto, ¿No? –Me preguntó. Asentí.

-Es una belleza. –Le dije.

-Anda conmigo porque nuestros papás se conocen y porque nos conocemos desde el kínder. –Me dijo. –Pero siento que nuestra relación ya llegó a su fin.

-Cógetela y déjala. –Le sugerí.

-Como si fuera tan fácil. –Me dijo. Se levantó y se sentó en el sillón.

-¿Por qué no lo es?

-Ya hemos fajado aquí, nos hemos calentado, pero cuando trato de meterle mano, ella se detiene y me deja con la verga bien parada. –Bajó la cabeza. –Yo creo que ella faja conmigo por compromiso.

-¿Por qué haría eso?

-Me quiere dejar y se siente mal, entonces no haya como decírmelo y cuando viene a decírmelo al final terminamos fajando. Le llega el arrepentimiento. –Levantó la mirada al techo y se llevó la mano a su verga, se empezó a quitar el condón. –Además ella anda muy cariñosa con su amigo.

-Los he visto. Quizá tengas razón. –Le dije media triste.

-Me gustaría tener una novia como tú, caliente, fogosa, buena. –Dijo viéndome. Se levantó a ponerse la ropa. Yo empecé a ponerme la mía.

-Aquí me tienes, pero para novia, no. –Le dije.

-Lo sé. Es bien difícil para nosotros hablarle a una chava como tú.

-¿Por qué dices eso? –Pregunté.

-Somos nerds y nos dan miedo las mujeres. Nos la pasamos viendo porno y jugando juegos en línea. –Me dijo. Sonreí.

-Aquí me tienes por lo pronto y si me tratas bien, podemos durar mucho tiempo así, sin compromiso. –Empecé a jugar mis cartas, quería que las fotos nunca se filtraran.

-¿Cómo? –Preguntó muy tonto.

-Háblale a tus amigos y vamos a hablar. Mientras invítame un vaso de agua. –El chavo se levantó más animado y caminó y me trajo agua. Luego se fue y a los 20 minutos llegaron los 3 amigos.

Sin duda eran unos nerds, uno tenía lentes y espinillas, otro era alto y encorvado y le otro un gordo cachetón. Me vieron y se pusieron medios nerviosos.

-Ella Julia, la de la preparatoria. –Les dijo a los chavos. Ellos me vieron sorprendidos. El gordo se acercó al chavo que me había cogido y le susurró algo. Los dos se emocionaron.

-Está bien. –Les dije. Los 4 me miraban como si fuera una diosa. –Ya me vieron aquí, ya saben que tuve sexo con su amigo, y les diré algo más, me gustaría tener sexo con todos ustedes.

-¿Qué? –Dijeron muy asombrados.

-Una mujer como yo, en su vida la tendrán y ahorita les estoy ofreciendo algo sin compromiso.

-¿En serio? –Dijo el de lentes.

-Solo les voy a pedir una cosa a cambio.

El gordo estaba muy emocionado, muy feliz.

-Dinos.

-Su amigo me tomó fotos, quiero que las eliminen, quiero que no se filtren, quiero que todo esto se quede entre nosotros. ¿Puedo confiar?

-SIIII –Gritaron todos de emoción.

-Solo un requisito, el sexos será en casa de cada uno de ustedes y cuando sus papás no estén. –Les dije. –No me importa si llegan cuando estemos cogiendo, solo no quiero que me vean entrar. Nos vamos a encerrar en su cuarto y ahí cogeremos.

-Tenías razón, wey. –Le dijo el flaco alto al gordo. –Las serias son bien cogelonas.

-Y eso lo van a averiguar. –Se quedaron el silencio.

Me levanté. Caminé a donde estaba cada uno y les di un pico. Ellos estaban petrificados.

Salí moviendo mis caderas de manera exagerada. Agarré un taxi y me dirigí a mi casa.

El problema del chantaje, iba por buen camino. Me sentí un poco más tranquila pero mis problemas llegaron de nuevo a mi mente cuando vi mi casa. Recordé a mi hermana embarazada y a mí novio.

Me hizo sentir muy bien hablar con el chavo del chantaje pero quería sentirme plena y debía enfrentar el problema del embarazado.

Agarré mi teléfono y marqué un número.

-Tenemos que hablar. –Dije.

Continuará.