Sexo con una embarazada

Este relato describe la relación entre un hombre y una joven embarazada, quién le llevó a disfrutar del sexo como nunca lo había tenido.

Hacía ya más de tres meses que María me había cerrado las puertas al disfrute sexual. Su embarazo de 8 meses la había convertido en una persona temerosa de las relaciones sexuales con penetración, lo que me había sumido en un estado de desesperación que se acrecentaba con los días. Por las noches, al verla salir de la ducha, y ver su espléndido cuerpo, me excitaba tanto que no me quedaba otra que pajearme delante de ella, algo que había llegado a admitir, teniendo en cuenta la prohibición de acercarme a ella. Solo me dejaba acariciarle el coño, el clítoris, pero ni se me ocurriese meter ni un dedito en su vagina, porque se ponía como una energúmena, temerosa de que le pudiese ocurrir algo. Su celo era tan exagerado, que dejaba de hablarme durante un día si intentaba algo. No había manera de convencerla para follar, a pesar de que conocía, a través de su ginecólogo, a través de las revistas de premamá que solía comprar, a través de las infinitas web que consultaba, que el sexo es posible en estado de buena esperanza. Pues no había manera.

Para mi fue una alegría enorme saber que estaba embarazada, entre otras cosas, porque vi que una de mis fantasías sexuales, desde que empecé a sentirme atraído por la mujer, se iba a cumplir. Follarme a una embarazada en avanzado estado de gestación era algo que tenía en mi cabeza como una obsesión. De adolescente llegué a pajearme pensando en mi prima de 30 años, embarazada de un capullo que se jactaba relatando las mejores posturas para follarse a su chica. Los calentones que aquello me producía me llevaban a estar con la polla en la mano hasta cinco veces al día. Mi prima ocupó aquellos primeros momentos de deseo por las mujeres embarazadas, que aún hoy continúan, aunque acompañado de una gran frustación por estar casado con una que no me dejá más que acariciarle el monte de venus, y acariciarle las tetas.

Una mañana asistí con María a una de sus sesiones de preparación al parto. Era algo que al principio asistí con cierto pudor, pero que descubrí que aquello despertó en mi una necesidad porque dejaba volar mi imaginación con tantas mujeres hermosas a mi alrededor, levantando la pelvis, abriendo sus piernas, dejándose llevar por las respiraciones, que imaginaban jadeos de placer.

En esta ocasión tenía delante a una joven, no más de 22 años, acompañada por otra chica. Era tremenda, su barriga parecía una montaña que a penas dejaba ver su espléndida cara, una cara redonda, con ojos verdes y labios carnosos y de un color granate, que me llevó a no quitarle ojo en toda la sesión. Mi estado de embiagez con aquella chica era tal, que María tuvo que llamarme la atención en varias ocasiones para ayudarla a seguir las indicaciones de la matrona. No podía dejar de contemplarla, de imaginarla desnuda, de deleitarme con sus posturas que parecían estar hechas para mi. Era fastuosa, una reina frente a mi, que tenía que conseguir.

Al término de la sesión le sonó el móvil y respondió. - “Si, soy yo... Si exacto, vivo en la calle Cantueso, 15. Ok, allí les espero. Hasta mañana”. Mi corazón latía a 200 por minuto. La tenía. Esta chica iba a ser para mi polla, para mi boca. Lo siento María, pero llevo muchos años pensando en ello, y si tu no me lo das lo voy a tomar de esta chica. Mi polla está desesperada.

Dejé a María en casa, y llamé al trabajo diciendo que se sentía mal y que no me atrevía a dejarla sola. Cogí la moto y me dirigí a la calle que aquella joven había mencionado. Estaba en el extrarradio de Sevilla, en una de esas zonas de expansión a donde se van a residir las parejas jóvenes. Toqué la puerta sin pensarlo dos veces.

  • Si..?? se escuchó detrás de la puerta.
  • Hola, pregunto por Jaime Ross

La puerta se abrió y ahí estaba ella, quién al verme esbozó una leve sonrisa..

-Hola...!! Tu eres... Bueno, tu vas con tu señora a las clases preparto...

Me hice el sorprendido...

  • Si... !! Que casualidad... ! Perdona que te moleste. Soy técnico informático y mi empresa me ha dado esta dirección. Pregunto por Jaime Ros...
  • Mmmmmmmmm.. me temo que te la dieron equivocada.. Aquí vivimos mi hermana y yo...
  • Vaya... pues ya perdí la mañana...
  • Oye...!! Exclamó... Precisamente tengo un problema con mi ordenador, creo que a causa de miles de virus, y llevo esperando semanas a mi primo que es informático, y ya sabes, en casa de herrero, cuchara de palo... Si no te importa, podrías echarle un vistazo...!!
  • Claro...!! Ahora mismoooo...!!

Las puertas del cielo se me estaban abriendo en ese momento en el que ella me abrió las puertas de su casa para que pasara. La dejé conducirme hasta la habitación en donde estaba el ordenador y fue el trayecto más flipante de mi vida. Ahí la tenía, con un blusón de casa amplio, de una tela fina de dejaba ver sus curvas, y se veía claramente que no tenía sujetador, porque sus enormes pechos se posaban sobre su barriga tersa. Sus nalgas subían y bajaban con un ritmo que enloquecía a cualquier hombre... Mi polla, que ya estaba hacía rato excitada, ahora la tenía a reventar dentro del pantalón. El calzoncillo me la mantenía más o menos sujeta y pegada a mi cuerpo lo que me permitía disimular algo, aunque lo estaba pasando canutas, y tenía unas ganas tremendas de dejarla suelta, porque me estaba doliendo bastante. Los huevos los tenía duros, y el dolor también se estaba haciendo insoportable.

Ya en la habitación puse el ordenador a escanear para detectar los virus, proceso que duraría un rato. Ella me invitó a esperar en la cocina y me ofreció un café. Fue el momento de entablar alguna conversación, y el embarazo fue el tema con el arrancó la cosa. Sus quejas sobre su estado y de cómo ella se sentía con él no se dejaron sentir:

  • Estoy deseando de dar ya a luz. ¿Sabes, yo antes tenía una figura estupenda, los chicos se volvían para mirarme, y ahora... solo me miran para ver a un elefante a dos patas”
  • ¿Cómo puedes decir eso...?? Si estas preciosa!!
  • Jaaajajajajajaja... Creo que necesitas gafas, ehhhh... !! Aunque no deberías ponértelas, nunca viene mal que te digan algo así, más aún cuando pesas 25 kilos demás, tienes todo hinchado, y tu sexapil está enterrado debajo de tanta carne”
  • Pues es que sepas que yo te veo muy sexy, e igual que yo, muchos hombres sueñan cuando te ven pasar de estar contigo..
  • No lo creo... desde que mi novio me dejó, hace ya 5 meses, nada más enterarse de mi embarazo, ningún tío se ha atrevido a nada... Y mira que esto del embarazo me tiene más cachonda que nunca... Será el querer y no poder...

No lo podía creer... tenía allí delante de mi diosa preñada, deseosa de que la penetrara, ansiosa por comerse mi polla, caliente por dentro... Cuando me dicho eso me acomodé en la silla, abriendo las piernas, dejándole ver el enorme bulto que tenía entre ellas. Un pollón de 22 centímetros que si no salía de allí me iba a estar doliendo durante días. Ella bajó su mirada y vio aquello, listo y preparado para llenarla entera, de cabeza a pies, de dentro a fuera de carne, de leche.. Su expresión se iluminó, su boca, carnosa se entreabrió, dejándome ver la lengua húmeda. Ya no hablábamos. Mi mano desabrochó los botones de mi vaquero, liberando un tremendo pene que salía por el calzoncillo con un enorme glande rojizo, brillante, que pedía coño húmedo a gritos. Me levanté y fui hacia ella, con media polla fuera. Al acercarme le acaricié la barriga, desde la parte más baja y pegada al coño subiendo lentamente hasta las tetas, movimiento que aproveché para despojarla de aquella camisa y dejarla desnuda. Era bonita, preciosa... suave, de curvas enloquecedoras, de pezones oscuros y gorditos que llenaban mi boca. Ella me cogía la polla, que había logrado zafar del calzoncillo y la apretaba fuerte subiendo y bajando. No quería correrme, por lo que le hice un gesto de que parara, ya que llevaba mucho tiempo con el calentón y a la mínima podía estallar. No quería desaprovechar aquella corrida, quería vaciarme en su coño, notar su corrida, agarrame a aquella mujer y hacerla gozar como una loca. Tan pronto como pude le bajé las bragas y pude ver un coño rollizo, con una preciosa mata de pelo rizado que olía a mujer; ese olor parecía enloquecerme. Le subí una pierna sobre la silla de la cocina para poder tener el espectáculo completo, un coño suculento, con los labios más jugosos que hubiese probado nunca, un vagina brillante de fluido... Mis dedos se resbalaron hacia dentro mientras la chica, que no sabía aún su nombre, me cogía la mano para meterla de nuevo.

  • No puedo perder el tiempo metiendo dedos, chata... te voy a meter un pedazo de polla que tengo preparada para ti, si me lo permites.
  • ¿Si te lo permito? Ya estás tardando... llevo soñando con esto desde que me quedé preñada, y mira mi suerte, que el hijo de puta de mi novio va y se acojona.
  • Increíble... eres mi sueño, chica... Prepárate para hacer el tuyo realidad.

En ese momento me incorporé, me coloqué detrás de ella y la hice apoyarse en el fregadero. Ese culo, me dificultaba ver la raja que tan hermosa encontré minutos antes. Lo abrí, y mi polla apuntando hacia uno de sus más jugosos agujeros se fue directo al coño. El contacto del glande con la entrada de la vagina fue enloquecedor. Estaba muy, muy pero que muy húmedo, caliente, resbaladizo, que invitaba a empujar de golpe. A ella le estaba gustando, porque me empujaba con el culo para que terminase de penetrarla hasta el fondo. Lo movía en círculos y me provocaba el más grande de los placeres terrenales. Deseaba meterle una embestida violenta, llegar hasta el fondo de ese pedazo de coño que me estaba haciendo perder el sentido. Su avanzado estado de gestación me controló, y fui dejando resbalar lentamente mi nabo, notando y saboreando cada milímetro de coño húmedo. A cada centímetro que introducía en ella notaba los espasmos de sus músculos aprentándome con fuerza; se estaba la estaba tragando milímetro a milímetro.

Ella no paraba de empujar su culo hacia mi, y en un momento me dijo que le la metiera de golpe, asegurándome que no ocurriría nada. Tuve carta blanca, y sin pensarlo dos veces le metí una embestida que la hizo casi desvanecer. Tuve que sujetarla porque sus piernas desfallecían y temía que cayese desplomada. La sujeté y la apoyé con más seguridad sobre la mesa, con mi polla entera metida en ese coño, que parecía no tener fin, la fui follando con un ritmo cada vez más rápido, mientras ella gemía de gusto, pidiéndome más, y más... Mi polla salía y entraba como si conociese el camino, un camino suave y caliente que acariciaba mi polla, que para esos entonces comenzaba a querer explotar.

Me pidió que aguantara, porque quería prolongar lo más posible aquella sensación. Como pudimos nos dirigimos a la habitación, y allí hizo que me tumbase en ella. Fue la imagen más linda y preciosa que haya visto nunca. Se abrió de piernas sobre mi, dejándose caer sobre mi polla que estaba chorreando de un flujo vaginal cristalino que la hacía brillar. Su peso sobre mí, hizo que la polla llegase hasta el fondo de un coño como nunca había probado. Notaba los labios de su coño sobre mis genitales, era el coño más enorme que me había echado a la polla, y lo tenía encima, moviéndose de arriba a abajo, un movimiento que no me dejaba pensar en otra cosa que dejarme correr... Su barrigón enorme sobre mí, sujetaban un par de melones con unos pezones de dulce que estaban pidiendo mi boca. Era fastuosa, su fiel tersa, sus tetas turgentes se movían a cada empalada que ella se provocaba. No podía aguantar más, y así se lo advertí, lo que le llevó a acelerar un movimiento de coño que me llevó a explotar dentro de ella.... Mi descarga se produjo en un momento en el que ella se vació sobre mí, lo que me asustó ya que mucho líquido bajaba por mi rabo, y pensé que pude haber provocado la rotura de la placenta... Estaba empapado, algo que no era lo normal, pero ella parecía no estar preocupada, es más parecía estar en el más placentero orgasmo de su existencia. Un gemido largo, terminó haciéndola desvanecer a un lado, y con cara de placer me dijo. Gracias.

Más tarde me explicó que ella cuando tenía orgasmos, en ocasiones eyaculaba una gran cantidad de líquido, que no me preocupara, que había sido lo más alucinante que le había ocurrido.

Ya, relajados en la cama, me propuse disfrutar de la vista, del tacto, del olor de aquella joven a la que le quedaba un mes y medio para parir.

  • Si me dejas vendré a follarte todos los días
  • ¿Estás seguro? Y tu pareja??
  • Mi pareja tiene un miedo atroz a que me la folle. NI siquiera puedo meterle un dedo. Estoy desesperado, y por eso estoy ahora contigo. Ha sido el polvo de mi vida, créeme.. He soñado muchas, pero que muchas veces follar a una embarazada, y la culpa la tiene mi prima, bueno, mejor dicho su marido que no paraba de relatarnos los polvos que le echaba.
  • Si tu no tienes ningún impedimento, menos lo tengo yo.

Al lado de su enorme cuerpo parecía un muñeco. A pesar de ser un tío normal, aquella barriga, aquel culo, aquel par de tetas me hacían pequeño. No podía irme si escanear aquel cuerpo que tanto me había hecho gozar. Pasé mi boca por todos y cada uno de sus rincones, lo que le hacía reír; una risa de chiquilla avergonzada que me ponía a cien. La lamí, la olí para llevarme su recuerdo a una alcoba en la que me sentía abandonado.

Llegó la hora del almuerzo y tenía que marcharme. Volvió a colocarse el blusón, y sin bragas me despidió con un aprentón de huevos que me volvió a poner cachondo.

  • Volveré, no lo dudes.

  • Estaré encantada. Me llamo Sofía

  • Encantado Sofía, y yo Alex

Volví en la moto atontado, sin ver otra cosa que la silueta de aquella chica que me había hecho realidad un sueño casi imposible de conseguir. Al llegar a casa María estaba sentada en su sillón de orejas, esperando para poner la comida.

  • Hola cariño. Han llamado de tu trabajo preguntando por mí. Al parecer les dijiste que me sentía mal y que te quedabas para cuidar de mi.

Las alarmas se encendieron en mi cabeza. Tenía que buscarme una excusa lo suficientemente creíble.

  • Si cariño. Siento mucho el no haberte avisado. Esta mañana me comentó un amigo que una empresa andaba buscando un informático y me fui a ver. Me han hecho una entrevista y creo que voy a trabajar para ellos. Lo compaginaré con mi trabajo. No quería que se enteraran porque no permiten que trabajemos para otras compañías.
  • En serio?? Pero cuándo irás a trabajar para ellos??
  • Será por la tarde, creo que será cuestión de un mes y medio, aproximadamente. He quedado esta tarde para ver los equipos. Necesitamos dinero. Tenemos muchos gastos por delante. No se si has caído en eso.
  • Si mi amor. Siento no poder contribuir por el momento. Pero en cuanto el bebé tenga 6 meses me pondré a trabajar.
  • Tu no te preocupes. Déjamelo a mi.

Ufffff... Había colado. Ahora solo tendría que conseguir algo de dinero para que la cosa pareciese real.

Esa misma tarde, y con el calentón puesto a causa de los recuerdos volví a casa de Sofía. Abrió la puerta su hermana, y me presenté como el informático.

  • Hola, he estado esta mañana aquí arreglando el ordenador, pero no he terminado.
  • Pasa. Sofía está echándose una siesta. Yo iba a salir. Si no te importa, tu trabaja, que en media hora ella se habrá despertado.

En cuanto salió por la puerta, emprendí a subir las escaleras. Entré en el dormitorio y allí estaba ella, recortada a un lado, con una almohada entre las piernas. Me quedé unos minutos observándola, y sentía mi corazón estallar dentro de mi pecho. Con mucho sigilo me desnudé y me coloqué detrás de ella. El roce de mi piel sobre el suyo la hizo despertar. Se había dado cuenta de que era yo, y sin volverse para comprobarlo me puso el culo en pompa, bajándose las bragas para que la poseyera.

En esta ocasión no hubo preámbulos. Levanté uno de sus cachetes y me metí entre su raja... oohhhhhhhh... Dios que placer...!! Acariciaba su barriga, sus tetas, me restregaba con ella, mientras escuchaba sus gemidos de placer. No había cosa más rica en el mundo que ese cuerpo, ese coño, esa cara, esos labios. La deseaba tanto que me empezó a preocupar, había desatado en mi ese instinto animal que todo hombre lleva dentro y que es difícil de parar. Quería estar siempre dentro de ella, quería que siempre fuese así, con aquella enorme barriga. En esta ocasión, me corrí follándola lentamente, abrazado a ella, diciéndole todo cuando la había echado de menos desde que salí al medido día.

Cuando terminé, ella se incorporó y me besó en los labios. Es la boca más alucinante que había visto. Esa boca no podía dejarla escapar y le acerqué mi polla que salía chorreano de su coño y la metí en ella. La chupaba con mucha dulzura, poquito a poco se la iba tragando más y más, consiguiendo que me volviese a poner empalmado y listo para otra batalla. Me hizo la mamada más gustosa que me hayan echo, consiguiendo derretirme en su cara, en sus tetas, en ese cuerpo de diosa que los dioses me habían regalado.

  • Dormí pensando en ti. Ha sido un placer que volvieses tan pronto.
  • No podía de parar de imaginarte desnuda. He inventado un trabajo nuevo a mi mujer, a si que prepárate para tenerme aquí todas las tarde.
  • ¿Todas las tardes? Bueno, algunas de ellas me dejarás descansar, no?? Además no todas las tardes estoy sola. Mi hermana suele estar por aquí.
  • A mi tu hermana no me molesta. Te molesta a ti?
  • Bueno, no.. supongo que no le importará, hasta lo mismo le gusta y se nos une..
  • En serio?? A mi tampoco me importaría. La he visto al salir y la verdad es que está bien buena. Si quiere, podría darle un poco de polla.
  • Bueno, la verdad es que no quisiera compartirla.
  • Yo tampoco, prefiero aprovechar este momento contigo, con la mujer más bella que la tierra haya dado. Eres un sol, Sofía. Si fueses mía, te tendría embarazada continuamente.
  • Jajajaja... no seas cabrón, que esto es un suplicio.
  • Yo haría que este suplicio se pasase de la mejor manera. No lo dudes.

Fueron los meses más alucinantes, en el terreno sexual, que yo haya vivido. Después de parir, la cosa terminó, y cada vez que me cruzo por la calle con una mujer embarazada, veo a Sofía en todo su esplendor tumbada de lado en la cama.

Va por ti, guapa...!!