Sexo con un motero a los 18

Mi experiencia sexual con un motero mucho mayor que yo, francamente genial.

La "historia" que os voy a contar, es totalmente verídica, si la cuento con tanto detalle, es porque a parte de una memoria prodigiosa mantengo un excelente y vivo recuerdo de ese momento, y al que le gusten las historias a modo "Lolita" podrá disfrutar plenamente con la mía, sabiendo que es verdad.

Vivo en un pueblo pequeño, a orillas del mar. No todo el mundo se conoce allí. Desde luego tampoco es tan pequeño, pero muchas veces se repiten las mismas caras.

Mi primer encuentro con la persona de la que os voy a hablar fue en un bar de moteros en la carretera de ese mismo pueblo, en el que se celebraba un concierto y del que él es propietario del local. La verdad que no le presté demasiada atención ese día, simplemente me fijé en su toupé, ya que tengo debilidad por estos, y me hizo gracia verle llevar uno. Pero para mi, él era una persona más en ese bar, me pidió paso, ayuda para que le dejaran pasar…simplemente eso, pura simpatía que ignoré por completo.

Cuatro semanas después lo encontré por la calle, lo vi de lejos y lo identifiqué. Pensé: -que gracia el tipo ese del bar de moteros- y sin saber porque al pasar justo por mi lado lo miré y lo sonreí ligeramente, de forma picara. Después de haberlo hecho ví en él una sonrisa muy tímida, casi imperceptible, pero que me llevo loca todo el día. Teniendo en cuenta que no tiene una apariencia atractiva ni tampoco apariencia de motero enorme y tonel (como los que suele haber), sino normal y tierna, y que yo tengo 18 años mientras el tiene unos 39 resultó curioso que hubiera tenido esa extraña fijación por él.

Después de eso no lo vi más, hasta que un día asistí de nuevo a ese bar debido a que se celebraba un nuevo concierto y mi primo (también motero) me invito a ir.

No dirigí ninguna mirada al "jefe" por el momento, ni siquiera pensé en él, me limité a disfrutar del concierto de frente, a lo lejos había unos chavales de mi edad que me miraban y cuchicheaban entre ellos, supongo que sobre mi aspecto, pues en ese bar yo era la más joven, y la verdad estoy orgullosa de mi cuerpo, más aun si las mujeres que me rodeaban tenían la apariencia de un tonel.

El jefe se acercó hacia ellos para servirles algo de beber, vi que hablaban y que me miraba, cuando volvió a la barra pasó por mi lado rozándome ligeramente, supongo que sin darse cuenta, pero sonriendo (posiblemente por lo que le habrían dicho los chavales).

Fui a la barra a pedir otra cerveza, y él me atendió. En un intento de mostrar simpatía me dijo: - eh chica, los chavales esos te están mirando mucho, deberías hacerles un poco de caso- a lo que yo le dije: - te agradezco la proposición, pero me interesa más el concierto que los sacos de hormonas que se encuentran allí- el rió y me dijo – esa fue buena, deja que te invite a esta cerveza- se lo agradecí, le regalé una sonrisa y me dirigí a disfrutar de la música en vivo. No sé porque me daba la extraña sensación de que me iba mirando desde la barra (aquello que miras y se cruzan miradas). Al terminar el concierto mi primo y yo fuimos de los últimos en salir de ahí, esperé a que "el jefe" mirara y me despedí de él con un sencillo buenas noches y gracias, el me dijo que volviera pronto y sonrió de forma tímida.

Al día siguiente me dispuse a coger el tren, había pocas plazas libres me senté en un "compartimento" de 4 donde quedaban dos asientos libres y justo cuando el tren estaba a punto de partir él subió corriendo en el tren y se sentó también en el ultimo asiento que quedaba (el que estaba en frente de mi). Yo estaba empanada y al verlo me dio un palpito típico de estas situaciones, cuando me vio ahí en frente dijo

–ei! Que casualidad…y yo que me pensaba que perdía el tren-

Seguí yo: - jeje hola, la verdad que si que has ido apurado-

-que, como llevas la resaca?- me preguntó él

– bien, por suerte no bebí demasiado….-

-como debe ser- rió

-sí, como debe ser.-

Después de ese saludo, me preguntó donde me dirigía, al responderle que a la universidad, empezamos a hablar sobre los estudios, lo que me gustaba de ellos…hasta que llegamos a mis trabajos de verano. Al decirle que yo había hecho de camarera me comentó que en dos semanas había otro concierto y que no tenía a nadie con quien contar para que le echara una mano en el bar, así que me lo propuso de esa forma.

Mira, no sé si decírtelo o no, pero tienes una buena actitud para tratar con la gente y has hecho este trabajo antes, si quieres podrías ayudarme el sábado 21 y por supuesto te pagaré por tu trabajo-

Así por las buenas le dije que de acuerdo. Me lo agradeció y me dijo que el próximo sábado me presentara en el bar para que me contara como funcionaba todo y a que hora debía estar allí el sábado 21. Bajó a mitad de trayecto y se despidió.

Llegó el siguiente sábado y fui allí para que me contará, me contó y después de eso me invitó a una cerveza, pero yo le comenté que había quedado, me pidió que me quedará hasta que terminara la cerveza y la charla duró media hora más, marché.

Llegó el sábado 21, yo iba vestida con unos tejanos ajustados de pitillo, botas negras y un top de tiras gruesas y cuello rectangular semiescotado negro un estilo sencillo pero que quedaba bien, a lo rocker.

Serví a la gente, hubo propinas, simpatía, todo marchó estupendamente y llegó la hora del cierre, el "jefe" estaba hablando con su ultimo cliente mientras yo ( que me había ofrecido voluntariamente) fregaba los vasos, el ultimo cliente se despidió de mi y me guiñó el ojo, el jefe fue a bajar las persianas de los cristales, apagó casi todas las luces, excepto las de encima de la barra y las del billar y cerró la puerta principal (pues se sale por una trasera) yo seguí fregando cuando "el jefe" se acercó para arrebatarme la esponja y el vaso que tenía en la mano, debido al poco espacio que había en el fregadero cruzamos miradas, mientras sonriendo le dije que ni hablar, que fregar vasos me relajaba y que eso lo hacia yo, el insistió diciéndome – que no mujer, que ya has hecho mucho déjame a mi- yo me negué y siguiendo con la broma me sujetó el brazo con un poco de fuerza para que no pudiera seguir, pero obviamente una no se rinde tan rápido y utilicé la fuerza para soltarme de él, al ver que no podía conmigo se puso a mi espalda y con las dos manos me sujetó los brazos, se acerco mucho a mi oreja y me dijo: -ahora si que no friegas tozuda- giré la cabeza para verle la cara y le dije- me estas provocando te voy a dar- en plan broma y sin darse cuenta coqueteando, se puso serio de golpe, y yo también, pero con una seriedad burlona y desafiante. Me miró a los ojos y me dijo –tienes unos ojos preciosos-, fruto de la timidez yo le dije que gracias, me soltó sin alejarse, se secó las manos y negó con la cabeza para si mismo, lo miré y me dijo:

-no me mires así nena-

-mirarte…como? "ne-ne"-

Se puso en frente de mi, me agarró las manos me las secó con el mismo trapo que él había utilizado sin quitar la mirada de mis ojos, pues ambos nos mirábamos fijamente a la cara y de golpe me agarró de la cintura y se dispuso a besarme, sorprendentemente bien. Se apartó y me dijo: -lo siento, no debía…- no sé porque yo le respondí al momento y le dije – no lo sientas, es algo normal, a caso me aparté?- entonces negando con la cabeza (en plan no puede ser) y sonriendo me volvió a besar más apasionadamente. Me empezó a acariciar primero por la cintura siguiendo por el trasero, subió y me acarició la espalda, mientras yo le acariciaba el pelo y la cintura poco a poco me dirigió hacia la mesa de billar, me sentó en ella y me empezó a besar y a mordisquear suavemente el cuello (cosa que me excita muchísimo) mientras hacia eso, él me iba tumbando sobre el terciopelo verde de aquella desgastada mesa, y me levantaba poco a poco la tirante camiseta, desabrochando la cremallera que esta tenia en la espalda. Una vez fuera le empecé a retirar la camiseta, para mi sorpresa él estaba generosamente fibrado, no como un joven de 20 años al que se le marcan las venas al 100% por supuesto que no, pero francamente fue una grata sorpresa ya que eso me excitó más. Mientras me besaba me acariciaba el vientre y por encima del pantalón la entrepierna, de momento yo le dejé hacer. Lentamente repasó mi torso con su lengua, humedeció la parte superior de mis senos, sin descubrir aun nada más, pero todo aquello me ponía a cien, me moría de ganas de llegar a más.

En ese momento me desabrochó el pantalón, me besó suavemente el final del vientre mientras quitaba las botas acto seguido me quitó los pantalones de una vez, me empezó besando la parte lateral de los muslos y mientras lo hacía apartó el tanga, sin quitarlo, y empezó a lamer, poco a poco, con la lengua plana, en la parte superior de mi vajina, presionando sin parar,yo le acariciaba sin presionar en absoluto, solo una suave caricia en el cuello y el hombro, eso lo mantenía más cómodo y relajado lo notaba, empecé a aumentar mi respiración, le dije que lo hacia muy bien, me miró maliciosamente sonrió, pero no paró, seguí jadeando hasta que poco a poco subí mi tono de voz y solté un sonido, el siguiente fue un "grito" bastante musical, acto seguido siguió besándome los muslos me preguntó si me había gustado, y le dije que sí, que había estado estupendo, sinceramente. Me senté de nuevo lo agarré por la parte anterior del cuello y lo acerqué a mi, para besarle el cuello también, el se fue subiendo a la mesa tumbándose sobre mi y me dejó debajo, poco a poco lo cogí de la cintura y lo cambié de posición ahora era yo la que estaba arriba, le desabroché el pantalón, le quité los zapatos los calcetines, y le bajé ligeramente el pantalón y los shorts debajo de los cuales había algo a punto de explotar, me coloqué de forma cómoda encima de él y le empecé a lamer el prepucio, para después lamerle el glande, repasé su pene con la lengua, 19 maravillosos centímetros para jugar, y poca "espesura selvática", unos segundos más tarde la introducí en mi boca y empecé a chupársela, cual calipo veraniego en momentos de calor. Primero lentamente, luego de forma rápida y profunda, podía escuchar su respiración acelerada que aumentó al cabo de un minuto y medio, me dijo que siguiera hasta que llegó un punto en el que me dijo que me parara para disfrutar más del momento, justo cuando se iba a venir, y eso es lo que me gusta de los maduros, que saben justo cuando esperar, para hacerlo mejor. Le quité lo que le quedaba de ropa, pantalones y shorts, me coloqué encima de él, la tenue luz de la mesa de billar resaltaba aun más nuestros cuerpos. Él me desabrochó el sujetador y me empezó a tocar los senos, mientras yo me refregaba encima suyo, no pudo esperar y mientras me retiraba el tanga el hilo se rompió, los dos estábamos completamente desnudos así que introdució su pene en mi vagina y empezamos a trabajar, estábamos en la postura conocida como la fusión, yo encima, le puse esmero, escuchaba su respiración, el me agarraba de la cintura, lo veía disfrutar, luego el me giró, entonces yo estaba debajo, se arrodilló y empezó a moverla dentro fuera, era genial, verdaderamente genial. Más tarde me puso de cuatro patas, me acariciaba los pechos y la parte superior de la vagina mientras descargaba en mi toda su inquietante fuerza, aquello era demasiado no lo podía resistir, mi excitación era máxima así que probamos otras posturas. El se tumbo al borde de la mesa de billar y me puso encima suyo de espaldas de forma que yo estaba mirando hacia el techo, me empezó a mover y seguía estimulándome el clítoris con los dedos, respiraba profundamente, y pensaba lo bien que lo estaba pasando con alguien "tan" mayor (para mi edad claro), yo le acariciaba el escroto, aparté la mano, por si le molestaba, ya que no conocía sus gustos, pero pareció querer más ya que devolvió la mano al lugar donde estaba antes de que la apartara. Después me puse en forma de arco, de forma que nos pudiéramos mirar y besarnos con más comodidad, esa postura fue la que me llevo al segundo orgasmo de la noche, él me dijo que aguantaba para darme más, y así seguí yo, continuamos abrazándonos y seguimos, más tarde me apoyó junto a la pared del billar, no lo parecía pero era realmente fuerte y resistente porque se estuvo un buen rato, volvimos al billar me senté encima de él de espaldas cabalgando mientras me tocaba y él empezó a jadear poco a poco luego progresivamente hasta que terminó con una exclamación, noté su exquisita leche en mi interior, se me abrazó y me quiso hacer terminar por lo que siguió dándome sexo oral, y llegué al tercer orgasmo de la noche. Más tarde yo le ofrecí alguno más de forma oral, pues tenía la necesidad de recompensarlo con más.

Desde luego esa no fue la ultima vez, ha habido otras, y por suerte aun no han terminado, a veces es extraño por la diferencia de edad, pero puesto que no hay compromiso seguimos disfrutando de lo más. Pues la experiencia, da para mucho rato.