Sexo con un Fantasma
Cuando María se muda a una vieja casa, no esperaba encontrarse con que pasaría unas noches tan calientes
Antes de nada comentar que es mi primer relato, y no tengo ninguna experiencia en esto. Podéis comentarme los errores. Espero que os guste:
María se bajo del coche, agarro la maleta, y cerro con llave. Dio un suspiro, la mudanza era agotadora, y eso que solo acababa de empezar a traer sus cosas. De reojo, echo un vistazo a lo que seria su futura casa. Era pequeña, antigua, hacia poco que había sido reformada, pero aun tenia un aire vetusto y anticuado, que hacia estremecer. Al lado de la casa un cobertizo lleno de hoces, picos, hachas, y demás utensilios de labranza, es su mayor parte oxidados, dando a pensar que hacia años que nadie los empuñaba. Suspiro de nuevo. Aquella casa ni aquel lugar no le inspiraba la más mínima confianza, pero era todo lo que podía permitirse. Allí había muerto violentamente un hombre hacia unos 10 años, y los familiares del difunto, decidieron ponerla en venta, con el deseo de deshacerse de ella cuanto antes, rebajando mucho el precio. María fue la única interesada en una casa tan barata. Pronto descubrió que aquella casa era mucho más de lo que aparentaba.
Subió las escaleras, con la maleta en la mano. Paro para sacar las llaves, habrio la puerta y entro. Lo cierto es que no estaba tan mal.. Un baño, una cocina, y 3 habitaciones pequeñas. Hecho un vistazo en la cocina, y comprobó que los armarios estaban llenos de comida, los platos limpios y la vajilla ordenada. Era un detalle por parte de los dueños de la casa, no era habitual llegar a una casa y encontrarse lo armarios rebosantes de comida. Pero ya atardecía, y la oscuridad empezaba a colarse por las ventanas. María cerro la puerta, entro en la habitación que había elegido pasa ella, y se metió bajo las sabanas. Era una habitación bonita, tenia una cama enorme, con dosel, y estaba amueblada al estilo renacentista. Era como dormir en el pasado.
Despertó sobresaltada en medio de la noche. Algo pasaba. Se levanto de la cama y aparto el dosel, estaba segura de haber visto una sombra al lado de la puerta. Salió tratando de no hacer ruido, caminando de puntillas. Pero no vio nada, aquello estaba desierto completamente. Encendió las luces y recorrió la pequeña casa sin encontrar nada. -Será el cansancio- se dijo a si misma, mientras volvía a la habitación. Apago las luces y se acostó de nuevo.
Despertó poco después. ¿Que me pasa?- se pregunto, intento moverse, gritar, patalear... Pero no pudo, estaba completamente paralizada. Tan solo consiguió mirar hacia arriba, pero sin embargo no encontró nada estraño, nada que explicase su repentina parálisis. De pronto sintió que algo le rozaba el pie, era un tacto frío, nada natural. Ese ser siguió avanzando, subiendo lentamente por la pierna, como acariciandola, manoseando cada centímetro. Sin embargo María no conseguía distinguir absolutamente nada. La luz de la luna se colaba por la gran ventana que había a su derecha, iluminado pobremente la habitación, lo cual hacia que cualquier persona que hubiese en la habitación fuese iluminada. Sin embargo allí no había NADA, pero ella seguía paralizada, tumbada boca arriba. Se asusto, pensó en cientos de cosas que podrían explicar aquello, pero ninguna era verosímil.
De depende las sabanas se movieron, deslizandose lentamente hacia abajo, destapandola casi por completo. Llevaba vestido un pantalón de pijama corto, y una blusa de botones, que transparentaba dejando ver el sujetador. Y de nuevo sintió aquella sensación, un tacto frío pero a la ver electrizante, que se movía por su pierna, subiendo muy lentamente, palpando cada milímetro de piel. Y de repente paró, para luego aparecer de nuevo en una mejilla, hasta acercarse lentamente a sus labios, empujandolos ligeramente hacia adentro, en lo que María interpreto como un beso. Los botones de su blusa comenzaron a caerse, como si alguien hubiese cortado el hilo que los mantenía cosidos a la tela, para después ir abriendose lentamente, dejando ver perfectamente el sujetador y las firmes tetas de María, que al fin consiguió distinguir algo. Lo que vería era una especie de hombre, alto, Moreno, de ojos marrones. Sin embargo no tenia una figura nada clara, más bien era de un tono blanquecino, como lo viese a través de una televisión antigua, en blanco y negro, con pequeños toques de color. Estaba completamente desnudo, frente a ella y le sonreía, como si se burlase de ella, mientras con lentitud se masturbaba su pene erecto. Alzo la mano y la poso una vez más sobre su pierna, volviendo a subir lentamente, como acariciandola, hasta que llego a los pantaloncitos del pijama, los cuales cojio y tiro de ellos hacia abajo, dejando ver un tanguita negro de hilo. Aquella presencia fantasmal sonrió burlón. Llevo la mano al coñito de María y echo el tanga a un lado, para después masajear lentamente la vagina, lo que hizo que María soltase un profundo gemido. Le fantasma extendió la mano hasta su cabeza y murmuro algunas palabras. De inmediato María recupero la movilidad, pero no se movió, algo le decía que era mejor quedarse quieta y ver como se desarrollaban los acontecimientos. el fantasma siguió masturbandola muy despacio, metiendo un poco los dedos, y acariciando los labios menores. Se recostó en la cama y empujo a María un poco hacia un lado, mientras agacho la cabeza y paso la lengua por el pubis, moviéndola con rapidez, le metió dos dedos, lubricando bien el coño, para después penetrarla con la lengua. Acaricio el clítoris con un dedo, a la par que le hacia la mejor comida de coño que María había recibido en su vida, haciéndola gemir a viva voz. De repente sin previo aviso se corrió, empapando la cama con sus jugos. Exhausta, intento levantarse, pero el fantasma le puso una mano en el pecho, y la empujo hacia abajo, se subió a la cama y le puso el pene frente a la cara, en los labios, y empujo un poco.
-Quiere que se la chupe- se dijo ella. Se encogió de hombros, y abrió la boca, momento que el fantasma aprovecho para metersela entera en la boca. Tenia una textura muy estrañaba, no se parecía en nada a un pene humano, este no era "real", de hecho parecía hecho de una neblina blanca, pero era tan duro como uno autentico..
Ella misma se echo hacia adelante, haciendo que el pene llegará más adentro. Lo cogió con una mano y lo masturbo despacio, bajaba la mano hasta el fondo del tronco y la subía muy lentamente, mientras lamia la punta con la lengua. Tambien le lamió los huevos, mientras con una mano sujetaba la polla, y después se la metía hasta la garganta. El Fantasma parecía complacido, pues lo único que hizo fue echar la cabeza hacia atrás, y acariciarle de vez en cuando el pelo. Aun no había dicho ni una sola palabra, pero no hacia falta. La cogió y la elevo en el aire como si no pesara más que un papel, y la puso de pie, al lado de la cama, poniéndose el detrás, y empujando le la espalda para que se agachase, acercando la polla a su coñito. Empujo con fuerza, metiendosela hasta los huevos, y arrancandole a María un terrible grito de placer. Siguió bombeando con fuerza, manteniendo el ritmo a la perfección, acariciandole las tetas, retorcíendole los pezones, besandola en el cuello, haciendola disfrutar como nunca nadie antes lo había echo. Ella gemía cada vez más fuerte, acariciandose el clitoris con un dedo, mientras que con la otra guiaba la penetración. No le preocupaba nada, aquella casa tan terrible le parecía preciosa ahora, no le importaba que la follase un fantasma, todo le daba absolutamente igual, en aquel momento solo pensaba en correrse, en llegar al éxtasis, deseaba que aquello durara para siempre... Empezó a gemir aun más fuerte, a la par que el fantasma la penetraba con mayor rapidez, y comenzó a temblar de la cabeza a los pies presa de otro terrible orgasmo. Se corrió, empapando otra vez las sabanas, sin dejar de acariciarse el clitoris, se echo hacia delante, ampollandose en la cama, exhausta como no lo había estado nunca antes en su vida. Volvió la vista hacia atrás, buscando a su inesperado amante, pero solo encontró oscuridad, allí no había nadie, ni podría asegurar que lo había estado. Sin embargo María sonreía, estaba segura de que aquello había sido muy real, y lo mejor es que quería que se repitiese.