Sexo con un desconocido en el ascensor
La gente por fin fue saliendo y llegando a sus oficinas, quedaba mas espacio, pero yo permanecía inmóvil pegada a él, mientras me tocaba el muslo y se acercaba al encaje de mis braguitas.
Iba a una entrevista de trabajo en la torre Picasso, nada menos que en la planta 36.
Entré en el ascensor, con otras personas, nerviosa y centrada en lo que iba a decir.
Me habia vestido para la ocasión, falda de tubo, justo por encima de la rodilla, blusa blanca y chaqueta negra, formal pero atractiva, desde hacia tiempo, me gustaba el contraste de aparentar formalidad y saberme sexy debajo de la ropa (ese día llevaba una braguita brasileña negra con encaje blanco, un sujetador negro y unas medias negras que se sujetaban al muslo), me daba cierta seguridad.
El ascensor empezó a subir y en casa piso que paraba entraba mas y mas gente. Cada vez estábamos mas apretados, hasta que en el piso 7 entraron varias personas a la vez y me tuve que echar tanto para atrás, para evitar que me pisaran, que me topé de espaldas contra el cuerpo de alguien que estaba detrás de mí. Inmediatamente y sin mirar atrás por la vergüenza, di un respingo e intente alejarme pero sus manos me retuvieron agarrándome de la cintura.
Me puse muy nerviosa, pero por alguna razón no me aparté de él. Olía muy bien, era alto y corpulento. No me había fijado en él, pero tampoco quería mirarle.
El ascensor seguía subiendo y parando en cada piso, salían algunas personas y entraban otras, pero el ascensor seguía lleno.
Sus manos descendieron lentamente y empezaron a acariciar mi culo y mi corazón se empezó a acelerar. No podía moverme, no quería moverme. Me apreté hacia él y empecé a notar su polla dura contra mí, estaba sudando y a la vez tenia la piel erizada.
La gente por fin fue saliendo y llegando a sus oficinas, quedaba mas espacio, pero yo permanecía inmóvil pegada a él, mientras me tocaba el muslo y se acercaba al encaje de mis braguitas.
Piso 31. La ultima persona llegó a su piso, inmerso en su periódico se despidió con un "buenos días".
En el momento en que nos quedamos solos no supe que hacer, me desprendí de él y me fui hacia la puerta, iba a salir en ese mismo piso y esperar a otro ascensor para subir los últimos 5 pisos que me quedaban, incluso subiría andando, pero en qué estaba pensando? Que estaba haciendo allí con ese desconocido al que ni siquiera había visto una vez?
Me aproximé a los botones para que las puertas se abrieran de nuevo y de repente noté un impacto y del susto se me cayó la carpeta con todos los papeles.
Allí estaba yo, mis muñecas contra la pared sujetas por su mano, por encima de mi cabeza. Había pulsado el botón de stop y todo quedo en suspendido y en silencio.
Podía oir mi respiración, cada vez mas fuerte, estaba asustada y a la vez muy excitada, quería gritar, quería escapar, hice un intento de zafarme y entonces me dio un azote en el culo tan fuerte que me quedé inmóvil presa del susto, volví a intentarlo de nuevo y volvió a azotarme varias veces, más fuerte aún, me excitó tanto que me quedé quieta, esperando, anhelando.
Su mano libre subió mi falda, lentamente y empezó a tocarme, cada vez mas con mas intensidad, mis muslos, mi culo redondo y prieto, mis pechos carnosos, mis pezones duros, metió su pierna entre las mías para separarlas, y bajo su mano hasta mi clítoris y empezó a acariciarlo rítmicamente, con un movimiento perfecto, y entonces me di cuenta de que estaba jadeando y moviéndome contra su mano, contra su polla que se erguía tras de mi, estaba tan caliente y tan húmeda que no podía aguantar más, hasta que por fin, me bajó las braguitas y me penetró.
Notaba su aliento contra mi nuca, su polla entera dentro de mí, moviéndose cada vez mas rápido, cada vez mas fuerte, mientras su mano acariciaba mi clítoris, hasta que sentí un escalofrío, me corrí como nunca lo había hecho y el se corrió dentro de mi, apretando su culo contra mi, su polla entera dentro, hasta el fondo.
Permanecimos unos segundos quietos, respirando, disfrutando, recordando.
Me soltó las muñecas, me arregló la ropa, me besó en el cuello bajo la nuca. Oí su voz diciendo: "ha sido genial" y pulsó el botón para abrir las puertas.
Me quedé quieta, intentando permanecer en pie, agarrada a la barra de la pared del ascensor. Me volví para mirarle y solo vi su espalda, saliendo, dirigiéndose a su oficina, saludando a la gente, era alto, moreno y tenia una voz cálida.
Cuando llegue a mi piso, intente aparentar seriedad y profesionalidad, mientras me seguían temblando las rodillas