Sexo con un desconocido

" y aquí estaba, desnuda, atada de manos, de pie, sin poder ver el rostro de ese hombre que hábilmente había separado mis piernas y frotaba mi clítoris mientras mordisqueba mis pezones..."

La fantasía más frecuente que había tenido era por supuesto la de tener sexo con un extraño. Alguien con quien pudiera ser todo lo puta que deseara en la cama.

A quien pudiese pedirle más.

Con quien fluyeran esas palabras y expresiones vulgares que no podría expresar ante alguien conocido por el temor al "qué pensará de mi"?

Había sido una fantasía constante hasta que, una aburrida tarde de fin de semana, sin nada más que hacer y con un apetito sexual latente comencé una búsqueda por Internet. El objetivo inicial era una sexshop, buscar algún juguete para ayudarme a desahogar mis ganas y saltando de páginas en páginas llegué a una de encuentros "casuales".

Innumerables anuncios ofreciendo sexo, desde los más sosos hasta los más vulgares, por ejemplo había algunos que ponían :

"sexo oral hasta que te vengas en mi boca"

"fetiche sólo por mamar pechos"

No niego que en ese momento y con la humedad corriendo entre mis piernas esos anuncios me parecían perfectos, pero supuse que detrás de tales ofertas no encontraría a un hombre decente , ni higiénico, ni seguro... Cuántas posibles mujeres habrían caído ante esa tentación y a cuántas otras habían ya probado esos sujetos?

Un anuncio en particular robó mi atención, un caballero buscando una dama, no lo recuerdo exactamente, pero sé que su ortografía y gramática no serían de un sujeto que trabajase en una obra como albañil...

Su redacción era ecuánime.

Después de algunos mensajes, de algunas semanas, y sin conocer absolutamente nada de ese sujeto, ni su rostro, ni su nombre real, salvo sus fantasías; acordamos un encuentro.

Uno además demasiado inusual.

Llegar puntual a un motel, preguntar por su habitación, entrar, desnudarme y vendarme los ojos, tocar a la puerta y dejarme llevar...

Por supuesto!

Qué tal que no era uno?

Y si eran varios tipos?

Y si me secuestraban?

Si resultaba ser un hombre asquerosamente feo?

Si tenía alguna enfermedad?

Toda una noche sin dormir, pensando posibilidades, alternativas, soluciones, qué hacer si las cosas salían mal?

Llegó el día y la hora acordada. Y por curiosidad, deseo, intriga me dirigía a tan esperado encuentro.

Había dejado mis identificaciones a salvo en casa. Sólo llevaba la cantidad de dinero necesaria para volver segura.

Me arriesgue demasiado llevando mi teléfono.

Baje del taxi un par de cuadras antes, caminé un poco para calmar el miedo y los nervios y la excitación que me producía ese momento. No presté atención a la gente que transitaba por la calle, ni a los edificios, ni a nada... Hasta que me encontré en la entrada del motel dónde era la cita. Puntual.

Pregunté en recepción por la habitación indicada y un chico joven me indicó número.

Ingrese al pequeño estacionamiento individual, donde un coche color azul estaba aparcado... No había nadie dentro.

En la puerta una bolsa de papel que contenía la venda para los ojos.

Había un aroma en el aire, su perfume!

El tipo debía oler muy bien.

Me desnude casi por completo y vende mis ojos, acto seguido toque la puerta tres veces y espere...

Definitivamente era su aroma, suave, fresco, un aroma sensual. Pero no era el perfume en sí, era el aroma de su piel.

Sentí sus manos guiarme subiendo las escaleras, eran cálidas y muy suaves.

Estoy segura de estar temblorosa en ese momento, más cuando mi visión estaba totalmente nula. Cómo era él?

Me guió hasta quedar de espadas en una pared, había música de fondo, estaba su aroma en el aire, y sus manos cálidas.

En algún momento sujeto mis manos y me desnudó... Dejándome totalmente expuesta a él.

Sentí su aliento en mi pecho y sentí sus labios sobre mis pezones, su boca caliente, sus dientes mordisqueando mis pezones y su mano abriéndose paso entre mis piernas para acariciar mi clítoris.

El miedo hizo que mis sentidos estuvieran demasiado alerta, el primer orgasmo que sentí fue demasiado intenso.

Separó hábilmente mis piernas para poder acariciar mejor mis labios vaginales, sus dedos sabían perfectamente dónde y cómo tocar, era delicioso sentirlo.

Cuándo sentí su respiración en mi entrepierna y su lengua húmeda saboreandome, la sentí rozar mi clitoris, bajar, penetrarme con la punta. Sentí mi vientre contraerse violentamente.

Sentí unas ganas inmensas de más, de sentir su miembro, quería que lo pusiera en mi boca y mamar, quería tener su sabor, chupar, lamer, quería besarlo.

Deseaba más y más de él.

Y creo que él lo supo.

Desató mis manos y en ese momento sentí el hormigueo, no sé si era por la posición, por que las tenia fuertemente apretadas.

Me condujo a la cama y se situó entre mis piernas.

Me volvió a tocar, acarició mis labios vaginales de una manera tan suave, mi clítoris, me tenía totalmente rendida a él, aún sin saber cómo era su apariencia.

Lo deseaba tanto que mis jugos escurrian por mi vagina y mojaban mis nalgas.

Lo sentí entrar, su pene estaba duro, grande.

Yo estaba tan húmeda que entro de golpe por completo en mi.

Tenerlo dentro me llenó.

Sentir cómo comenzaba a moverse denteo de mi, como su pelvis me chocaba. Quería más de ese hombre.

De pronto lo hizo, quitó la venda de mis ojos, al fin se revelo la persona que tanto placer me estaba dando.

No era absolutamente nada de lo que hubiera pensado.

Era un hombre maduro, demasiado apuesto, sus ojos... Lo estaba disfrutando tanto como yo.

Frotó su pene contra mi vagina y me hizo venirme a chorros, una y otra vez.

Era involuntario el mojar así la cama.

Un orgasmo tras otro.

La cama empapada de mis venidas.

Fue una locura, lo sé, pero una que disfrute en exceso.

Una que sólo al recordarla me hace desear regresar el tiempo una y otra vez para volver a sentirlo.

Una que superó todos mis fantasías calientes...