Sexo con un amigo, en el cuarto de personal
A la edad de 21 años conocí a Mariano, un chico de 18 años, desde el primer día, con él tuve buen filing, éramos inseparables, tanto que algunos hacían coña con nuestra relación, insinuando si éramos pareja.
Sexo con un amigo, en el cuarto de personal A la edad de 21 años empecé a trabajar en una empresa de seguridad, en el departamento de administración, y conocí a Mariano, un chico de 18 años que hacía poco que estaba en la empresa como vigilante. Ahora os comentaré un poco cómo es él. De cara no era muy guapo, aunque tampoco era feúcho, boca algo grande, ojos azules, pelo castaño tirando a rubio oscuro, manos grandes, una altura de 185, aproximadamente pesaba unos 75 kg., largos brazos y largas piernas, buena espalda y tórax bien formado, todo él algo fibroso, un culete digno de ser mirado, y cómo no, apetecible de tocar, y a juzgar por las dimensiones de su cuerpo, me hacía pensar que con toda seguridad tendría un magnifico paquete. Ya desde el primer día, con él tuve buen filin, y al poco tiempo de trabajar juntos ya éramos inseparables, tanto que algunos compañeros hacían coña con nuestra fluída relación, insinuando si éramos pareja. Pero nosotros dos pasábamos de ese tipo de bromas y nos limitábamos a lo nuestro. Siempre desayunábamos juntos en el cuarto de personal, el cual, lógicamente era zona restringida para personal no autorizado, y los compañeros no solían entrar en el momento que desayunábamos, ya que en ese preciso momento, ellos estaban en sus puestos, prestando servicio. Por lo cual, casi teníamos una hora para estar los dos a solas, y eso era genial, a mí me encantaba. Hablábamos de cualquier tema, nos gastábamos bromas, nos tocábamos como amigos, e incluso nos abrazábamos tanto en público como en privado. Sin duda éramos muy amigos. En ocasiones, cuando le tocaba servicio por la noche, yo iba a pasar un rato. Normalmente, cuando tenía servicio nocturno, permanecíamos el mayor tiempo en el acceso al edificio, y al cuarto de personal sólo íbamos por espacios muy cortos de tiempo, lo indispensable para hacer necesidades fisiológicas, o para coger algo. Y una de esas noches, nada más yo llegar, él me dijo de ir al cuarto de personal. Así que nos dirigimos hasta allí. Una vez ya dentro del mencionado cuarto, y tras los primeros instantes de estar los dos a solas, tuve la impresión de que podría ocurrir algo agradablemente bonito, ya que los dos estábamos más cariñosos que de costumbre, puesto que no cesábamos de tocarnos. Y en cierto momento nos abrazamos, pero este abrazo era diferente a otros, ya que era un abrazo con ternura y cierta pasión, puesto que nos acariciábamos, y el abrazo era muy fogoso con los cuerpos bien pegados. Estuvimos bien abrazados durante unos minutos, por lo que al rato nuestras bocas confluyeron apasionadamente de forma óptima para besarnos. Al principio eran besos en los labios con la boca cerrada, pero no tardamos mucho en morrearnos, entrelazando nuestras lenguas con gran pasión. Sin ninguna duda, el estar morreándome con mi gran amigo, era algo increíble, me sentía en la gloria, por fin podía saborear su boca, esa boca que en tantas ocasiones había deseado que fuera para mí. Nuestras lenguas exploraban todos los rincones de nuestras bocas, era estupendo el estar morreándome apasionadamente con él. Al rato de estar abrazados, dirigí mis manos hasta tocar su buen culito, cosa que él también hizo a continuación, y así empezamos a sobarnos paquete con paquete, lo que hizo que me percatase de que su bulto estaba tan endurecido como el mío, lo cual evidenciaba que los dos estábamos agustísimo, y al no dejar de besarnos y acariciarnos en todo momento, quedaba claro que estábamos gozando mucho. Permanecimos completamente abrazados, y acariciándonos mientras no cesábamos de morreárnos. Al rato de estar abrazados, entre caricias, uno al otro nos íbamos quitando la ropa hasta quedar los dos completamente desnudos. Una vez ya desnudos, seguimos un rato abrazados, acariciándonos y besándonos en todo momento. En el momento en que ya estábamos desnudos, era genial que mientras proseguíamos con un intenso morreo, el uno al otro con las manos nos estrujábamos las nalgas del culo, a la vez que nos frotábamos apasionadamente paquete con paquete. Era fantástico la agradable sensación de que mi polla y huevos estuviesen bien pegados a su polla y huevos, notando claramente cómo se tocaban polla con polla, así como nuestros huevos buen juntos. Y entre tanto, en todo momento seguimos disfrutando apasionadamente, ya que proseguíamos besándonos y acariciándonos. En cierto momento, yo dirigí una mano hasta su paquete, para así sobarle la polla y huevos. Tras hacer esto, él me susurró a la oreja que se la chupase, cosa que hice de inmediato. Al principio le lamí con la lengua toda la polla, que ya en esos instantes la tenía bien dura, y al rato, con los labios le di gustosamente un montón de chupetones por toda la polla. Mientras me dedicaba con afán a su polla, chupándosela gustosamente, con una mano acariciaba su apetecible culo, y la otra mano la tenía dedicada a sus magníficos huevos especialmente, aunque también en algunos momentos la dirigía hasta esa estupenda polla de mi amigo, y cuando hacía eso, en ocasiones la mano que mantenía en su culo la llevaba hasta sus huevos, y así podérselos estrujar con gran deleite. Pretendía hacerle disfrutar al máximo, por lo que con la punta de mi lengua le propiciaba una especie de cosquilleo en el orificio del glande, lo cual le producía un inmenso gusto, al tratase de un punto muy erógeno, ya que es el placer en su máxima expresión. Y de paso, también le daba lametones en todo el glande, que también es una zona erógena. En los momentos que le hacía gozar tanto al darle inmenso placer por juguetear con su deseable polla, él daba muestras de estar pasando un estupendo rato, puesto que evidenciaba ciertos movimientos involuntarios de sus distintas partes de su cuerpo. Después de un buen rato que con mi lengua jugueteaba con su polla, inicié la mamada en sí, introduciéndome su polla en mi ansiosa boca. Al principio sólo me metía en la boca parte de su polla, pero a medida que se la iba mamando, me introducía más polla, hasta que ya llegó el momento en que casi conseguía tener toda su polla en mi boca. Al pretender hacerle una mamada duradera, me la metía y sacaba lentamente, y en ocasiones, teniendo su polla dentro mi boca, movía ligeramente mi lengua. Estuve un buen rato mamándole la polla, y no cesé de sobarle los huevos, y ¡qué huevos!, eran maravillosamente grandes, y le colgaban de una forma lo suficientemente necesaria para poder jugar a moverlos de formas diversas, lo cual me fascinaba cantidad. Además de sobarle los huevos, en ocasiones se los estrujaba algo fuerte, o bien, se los estiraba ligeramente. Sin duda a él le estaba gustando la mamada que le estaba dedicando, prueba de ello, sus gemidos de placer, y además el hecho de que sólo pudiese pronunciar palabras entrecortadas, indudablemente demostraba lo agusto que se sentía en ese momento tan placentero que estaba experimentando. Se la estuve chupando un buen rato, ya que lo hacía a un ritmo lento, entreteniéndome al máximo con su magnífica polla, y así prolongar la mamada cuanto más tiempo posible. De esta forma, el placer de la mamada se alargaba un buen rato, y además, al postergar el momento de correrse, eso hacía que cada vez estuviese con más ganas de correrse, por lo que cuando se corriera, la corrida sería abundante, cosa que yo deseaba con muchas ganas. Quería verle correrse en abundancia, para saciarme con su leche, imaginaba el placer que sentiríamos los dos en el instante que él se corriera de gusto. Por lo tanto, con el fin de que su corrida fuese descomunal, además de mamársela a ritmo lento, también en ocasiones hacía momentáneamente una breve pausa, momentos que aprovechaba para obsequiarle frases subidas de tono, y así ponerle más caliente. Todo con el propósito de que mi amigo tuviese un verdadero orgasmo, y así llegaría al clímax de placer. Tras estar bastante tiempo mamándosela, llegó el momento de correrse de placer entre espasmos y notables jadeos. Saliendo de su polla gran cantidad de deliciosa leche, los trallazos de semen fueron considerables, se estuvo corriendo por espacio de varios segundos. Una vez que dejó de soltar leche, proseguí lamiéndole la polla, para así aprovechar absolutamente todo el semen que me había dado. Y mientras le lamía la polla, en ocasiones, desplazaba suavemente mis dientes por su glande, lo que también hacía con los dedos, entreteniéndome especialmente en el punto del glande donde está el orificio seminal, lo cual le estremecía de gusto, agudizándose nuevamente los espasmos y alaridos de placer. A la vez que gustosamente le daba lametones en su polla, procurando no desperdiciar nada del delicioso semen, empecé a sobarme mi polla, de la cual ya hacía rato que salían hilitos de líquido preseminal, evidenciando lo caliente que yo estaba. Era fantástico estar lamiendo su polla mientras me sobaba la mía. Cuando ya no quedaban restos de semen en su polla, iniciè el acto de masturbarme con ganas. Mientras me hacía la paja, con la otra mano le sobaba a él la polla y huevos, y mi amigo entretanto, no cesaba de decirme todo tipo de frases excitantes, lo cual me ponía super cachondo. Al estar tan caliente, me estaba pajeando con muchas ganas. Pajearme teniendo la otra mano sobando la polla y huevos de mi amigo, era fascinantemente agradable para mí. Además en algunos instantes, en pleno pajote, cuando le sobaba a él sus huevos con la otra mano, me dedicaba a brindarle lametones por toda su polla, incluso, en esporádicos momentos me metía su polla en mi boca, manteniéndola dentro durante unos segundos, y con la lengua jugueteaba por su polla, que aunque ya no estaba dura como antes, aún mantenía un delicioso estado. En los instantes que tenía su polla en mí boca, él me obsequiaba palabras muy calientes, formando frases que lógicamente me ponían muy cachondo. Frases así como: - Te gusta mi polla, eh!, chúpala toda, mamón, trágatela entera, chupapollas, eres un comepollas, pareces una perra en celo... -y otras tantas frases parecidas. Sin duda, frases así son ciertamente apropiadas para disfrutar al máximo del momento que los dos estabamos gozando. Al oír tales frases, aceleré tanto como me fue posible en la paja que me estaba haciendo. Tenía muchas ganas de correrme de gusto, llegando a experimentar un verdadero orgasmo que me hiciese gozar hasta alcanzar el clímax de placer. Estaba tan inmerso en el pajote que la corrida sería de fábula, de mi durísima polla saldría abundante cantidad de leche, que brindaría a mi amante amigo. Tras un rato meneándome la polla, empecé a notar cómo se me tensionaban diferentes partes de mi cuerpo, lo que indicaba que la corrida ya era próxima a producirse. Y en efecto, instantes después, entre evidentes muestras del gusto que estaba gozando, empecé a correrme entre espasmos y gemidos de placer, saliendo de mi polla gran cantidad de leche, en sucesivos trallazos de semen, un semen bastante consistente, y que salía con tal fuerza que denotaba claramente que salía a presión, por lo que allá a donde iba a parar mi leche, se producía la sensación de impacto, alcanzando irremediablemente de lleno a mi amigo, al cual fueron varios trallazos de semen. Por lo que consecuentemente, impregné a mi amigo con tal cantidad de leche, que eso me dio la posibilidad de darle con mi lengua diversos lametones en aquellas zonas de su cuerpo donde había ido a parar mi semen. Al tener tal cantidad de leche por su cuerpo, me podía saciar de darle bastantes lametones, sobre todo en aquellas partes que más me gustaba lamer. Era delicioso lamerle la parte del pubis, y en especial, disfrutaba cantidad cuando le pasaba la lengua por sus pezones, momento que aprovechaba para brindarle gustosos chupetones, lo cual me fascinaba enormemente. Además, le lamía su bonito cuerpo de forma provocativa, mirándole a él, con cara de vicio sexual, lo cual me encantaba hacer, ya que los lametones se los hacía pausadamente en la mayoría de ocasiones, pero intercalándolos momentáneamente con lametazos de auténtica lujuria desenfrenada. Una vez ya me había corrido y lamido a mi amigo a conciencia para no dejar restos de mi semen, me abalancé sobre mi amigo para abrazarlo con gran cariño. Estuvimos abrazados un buen rato, lo cual me gustaba mucho, y deseaba que el tiempo no corriese, que aquel momento perdurase de forma ilimitada, puesto que estar abrazado a él, me producía una agradable sensación de amor infinito. Durante el rato que permanecimos abrazados, estuvimos acariciándonos muy cariñosamente, a la vez que nos besábamos en la cara y cuello el uno al otro, y en ocasiones, también nos besábamos en los labios, manteniendo la boca cerrada, e incluso en determinados instantes nos morreábamos de forma muy pausada, limitándonos a chupetearnos mutuamente los labios, o a juguetear fugazmente con nuestras lenguas. Estando abrazados, mientras nos acariciábamos y besábamos, estuvimos hablando sobre lo bien que lo estábamos pasando, y los dos nos sinceramos al admitir que este momento era esperado para los dos. Tal circunstancia evidenciaba que lo sucedido sólo era el inicio de una íntima relación entre nosotros, y por su puesto, significaría el afianzamiento de nuestra gran amistad. En cierto momento, cuando hablábamos de lo bien que lo estábamos pasando, él me sugirió de ir a su casa los dos tras terminar el servicio, a lo que yo accedí gustosamente de inmediato. Lógicamente, el que fuéramos a su casa dejaba claro que nuestro íntimo afecto del uno por el otro iba a tener continuidad de inmediato, ya que tendríamos dos días para disfrutar a tope. Después de estar abrazados aquel rato, nos dispusimos a adecentarnos mínimamente para así estar visibles a otros, y una vez ya en condiciones de ser vistos, salimos del cuarto de personal para dirigirnos a la entrada del edificio, donde permanecían sus dos compañeros. Los cuales, en cuanto nos vieron, nos hicieron varias preguntas encaminadas a qué se debía estar tanto rato en el cuarto de personal, a lo que respondimos que nos pusimos a hablar de fútbol, y que la conversación fue tan intensa que no éramos conscientes del tiempo que transcurría.