Sexo con maduros, mi marido me hace más putona

Después de entregarme a la pareja de mi mamá, casi mi padrastro, mi marido me pide más, que le abra las piernas a otros viejos asquerosos y eso me puso más caliente y más puta. Mi marido despertó en mi un loca adicción.

Hola:

Espero que les guste esta segunda confesión. todo lo que escribo ocurrió y ojalá me escriban hombres maduros que quieran conocerme o por lo menos escribirme cochinadas.

Durante los últimos tres años he sido la puta de la pareja de mi mamá. Jorge hace lo que quiere conmigo. Mi marido se exita con los detalles de cada encuentro con mi amante y mientras yo le cuento vuelvo a revivir mi entrega, vuelvo a gemir y a imaginar a ese asqueroso viejo montándome en mi cama, dejándome la conchita repleta de sus mocos tibios.

Trabajo en una empresa de paneles fotovoltaicos, en una celebración del último aniversario, donde nuestras familias entaban invitadas, mi marido me dijo que un chofer no me quitaba los ojos de encima:  Era un viejo chico, gordo y feo, nunca me habría fijado en el, pero mi marido hizo que lo incorporara en mis fantasias, desde ese día lo vi con mis ojos de puta.  El chofer lo notó casi inmediatamente, buscaba siempre algún pretexto para ir a mi oficina y yo empecé a mostrarle mis atributos, me inclinaba mostrando mis enormes y firmes tetas o me agachaba para que viera una ténue parte de mi calzón siempre metido en mi raja. Poco a poco Ernesto, así se llama el viejo, fue asumiendo mi provocación y cada vez que me saludaba o se despedía me acercaba a su cuerpo colocando sus asperas manos en mis caderas.

Mi marido no me daba tregua, me preguntaba mis avances e invocaba a don Ernesto a nuestra cama para que yo lo imaginara... yo estaba presa de ese morboso juego y disfrutaba dieciendo "Ernesto méteme tu verga", "Ernesto hasme gozar como una puta".... mientras les relato esta historia vuelvo a mojarme.  Mi choro empezó a hincharse cada vez que el viejo Ernesto se aparecía por mi oficina.

Mi marido ideó mi entrega a Ernesto, me pidió que le dijiera que necesitaba que me recomendara un gasfiter, pues mi cocina necesitaba arreglo y que estaba sola el fin de semana... obviamente ese viejo degenerado entendió el mensaje, se ofreció a arreglar mis llaves y quedamos en el sábado iria a mi casa... mi marido invento un viaje a la capital y yo me vestí para mi nueva conquista.  Me puse un vestidito corto, ajustado y levemente transparente. No me puse brassier y abajo un pequeñísimo colales negro para que contrastara con mi blanco atuendo.  Mis grandes pezones querían escapar de mi ropa... y mi sapo chorreaba juguitos por mis piernas.  Ernesto llego a mi casa con su figura descuidada y mal oliente... al verlo casi dejo escapar un gemido, sabia lo que venía... de su pantalón sobresalía un enorme paquete que luego disfrutaría como la más guarra.

Se instaló en la cocina, se agachó bajo el labaplatos a revisar el desperfecto, yo me paré casi sobre de el con las piernas levemente abiertas para que observara lo que se iba a comer minutos más tarde. Se demoró muy poco en resolver el problema, lo invité al saloón y le ofrecí coquetamnete una cerveza... me senté muy cerca de el, Ernesto puso su mano en mi pierna y me dijo que yo lo calentaba mucho... directo, sin ambiguedades, en ese momento me salío un chorro de mi sapo, tomé su mamo y la subí hasta mi entrepierna... todo estaba dicho, me metió la mano hasta mi conchita, yo arqueé mi cuerpo y gemí fuerte... ya era suya.

Ernesto me tomó con fuerza, mientras metía tres dedos en mi concha su otra mano liberaba mis tetas y las succionaba con violencia... yo no paraba de gritar: eres un salvaje, quiero que seas mi macho suplicaba... sacó su enorme herramienta y la puso en mi boca, debí hacer esfuerzos para mamarla, sentí que me iba a desmayar de placer, especialmente cuando escuchaba sus cochinadas... eres una gran puta me dijo y yo me corrí.

Luego puso la gran cabeza de su verga en mi concha y yo abrí mis piernas como nunca y grité... "quiero ser tu puta papito..."

Me corrí muchas veces sintiendo cada embestida de ese animal, luego su lengua en mi sexo me hizo alcanzar el cielo... mis tetas estaban todas mordidas y sus besos me hacíann decierle que lo amaba... ¡te amo Ernesto!

De verdad no sé cuantas horas me fornicó... sólo puedo decir que mi placer fue intenso.

Mi marido eyaculó con mi relato y ahora soy puta de Jorge y Ernesto. Dos viejos asquerosos y calientes. Ambos me lo ponen cuando quieren.