Sexo con la familia de mi novia.

Tras hacerle un masaje a mi novia, empezamos a jugar y su hermano nos pilla en plena mamada...

Me llamo Jose, tengo 22 años, soy alto (1.80), ojos verdes, moreno y delgado. Mi novia, con la que llevo un par de años, se llama Lucía, tiene 20 años, es de baja estatura (1.67), morena, pelo rizado, de cuerpo normal (ni gorda, ni delgada), ojos marrones, labios carnosos pero finos, tiene una 90 de pecho y un buen culo que por donde pasa todos los chicos la miran. Su hermano, Adolfo, tiene 25 años, mide 1.70, tiene un buen cuerpo y es muy guapo según lo que las chicas dicen y está fuerte aunque no de gimnasio. Su novia, Sofía, tiene la misma edad, es muy guapa, ojos verdes, pelo rizado, rubia-morena, delgada, con una 95 de pecho y muy buen culo.

Estábamos en Agosto en la costa del sol y hacía bastante calor. Llegué a las 9 y media de la noche, a casa de mi novia porque habíamos quedado allí para ver una película y como siempre llegué muy puntual. Cuando llamé al timbre me abrió Sofía, la novia del hermano de mi novia. Nada más verla me quedé atónito con lo que tenía delante, como cada vez que la veo. Iba con unos vaqueros muy ajustados, zapatos de tacón alto y una camisa blanca también ajustada en la que se trasparentaba un sujetador blanco. Yo ya me la estaba imaginando de mil maneras cuando me dijo que entrase a la casa y que me sentase en el sofá que Lucía se estaba vistiendo y Adolfo se estaba duchando y como siempre con la puerta abierta. Tengo que decir que en esa casa no tienen pudor en verse desnudos entre los dos hermanos y la madre y que se duchan y se cambian con las puertas abiertas. Así que me tuve que sentar en el sofá a esperar. Al cabo de varios minutos bajó Adolfo y se fue con su novia a cenar fuera de casa. Así que nos quedamos mi novia y yo en su casa los dos solos. Al escuchar como el coche de Adolfo se alejaba de la casa, subí hacia la habitación de Lucía que ya estaba vestida.

Lucía – ¿Qué haces aquí? – me preguntó sonriendo y me plantó un beso en los labios.

Yo – Pues que tu hermano ya se ha ido, así que tenemos la casa para nosotros dos. – Me acerqué más a ella, dándole caricias y besándola por el cuello.

Lucía – Para. Cenamos y seguimos después, que apenas he comido hoy y tengo mucha hambre.

Así pues nos fuimos a la cocina, ella preparó algo de cenar. Cenamos mientras veíamos una película, nos gustó tanto que al acabar de cenar seguimos viéndola. Cuando terminó, empecé con las acaricias en su cuello, dándole besos, etc. Ella me miró con cara de lujuria, se levantó y se fue meneando su culo.

Lucía – Me duele mucho la espalda, vámonos arriba, a mi cuarto y me haces un masajito con aceite.

Me miró de tal forma que poco pude negarme, así que la seguí. Cuando entré en su habitación ya estaba tumbada en la cama boca abajo, así que cerré la puerta, me senté encima de ella, le acaricié el culo sobre el pantalón y seguí la marca del tanga que se le marcaba. Le quité la camisa y el sujetador, cogí el aceite y le empecé a dar un masaje en toda la espalda y cuello. Al cabo de unos minutos, que ya no quedaba más aceite en su espalda, le hice cosquillas en el cuello, bajando por la espalda hasta llegar al final de ésta. Le hice cosquillas en la cintura y la levanté para poder desabrochar el pantalón. Ella se levantó un poco facilitándome el trabajo. Desabroché el pantalón y lo bajé poco a poco. Se quedó solo con el tanga puesto. Le besé su suave culo mientras que ella empezaba a jadear. Poco a poco iba subiendo mi mano por su muslo hasta llegar a su coño, que aunque estuviese el tanga, lo notaba que estaba bastante húmedo. Aparté le tanga y le introduje un dedo que entró con bastante facilidad y después dos y tres. Todo sin parar de darle besos en el culo. Introduje mi lengua en su ano y le hice un beso negro.

Ella jadeaba cada vez más y yo ya tenía la polla a punto de reventar, así que le di media vuelta y vi sus preciosos pechos al aire libre y su cara de placer. La besé, mientras que ella me tocaba el paquete diciendo lo dura que ya estaba sin apenas tocarla. Me la sacó del pantalón y me tumbó en la cama. Ella se puso encima de mí, me desvistió entero y me hizo una mamada. A los pocos minutos escuché un ruido en el salón pero no le di más importancia y poco después vi a Adolfo en la puerta viendo como su hermanita me hacía una mamada impresionante. Ella estaba a cuatro patas y únicamente con el tanga puesto, pero al estar a espaldas de la puerta no se percató que su hermano estaba allí viéndola. Yo no hice ningún gesto ni sonido y Adolfo, que solo tenía ojos para ver como su hermana, a cuatro patas, me la chupaba; tampoco. Ni siquiera se percató de que yo ya lo había visto. Me fijé en que su polla iba creciendo dentro del pantalón y enseguida me miró. Cuando cruzamos miradas se fue, cerrando la puerta y sin hacer ruido. Mientras que Lucía seguía chupando escuché como Adolfo y Sofía subían al piso de arriba a la habitación de él.

Pasados un par minutos, tumbé a Lucía le quité el tanga y le comí en coño sin preliminar alguno. Ella empezó a jadear fuerte y se puso un cojín para que no se le escuchase.

Yo – No seas tonta, no te pongas ningún cojín. Tus vecinos se han ido de viaje y estamos solos, no hay nadie que te escuche.

Así que se quitó el cojín de la boca, mientras que me ponía en posición para metérsela. En cuanto apunté se la introduje hasta el final y ella soltó un grito de placer que seguro que su hermano y la novia lo escucharon. Seguí con el mete saca y ella gritando de gozo. A los pocos minutos escuchamos en el piso de arriba los gemidos de Sofía.

Lucía – Para un momento, ¿Qué es lo que se escucha? – yo por supuesto no paré.

Yo – Seguro que es tu hermano y su novia que después de vernos y escucharnos les ha entrado ganas.

Lucía – ¿Cómo que nos han visto? – ella paró del todo y me miró con preocupación. Entonces fue cuando le expliqué que Adolfo la había visto como me la chupaba y se había excitado. – No me lo creo. Nos vemos todos los días desnudos y nunca noté nada.

Yo – A lo mejor, lo que le ha excitado es ver como su hermanita la chupa a cuatro patas y con el tanguita empapado. – Tras decirle esto fue ella la que puso más empeño en el vaivén y sin reprimir ningún gemido.

No sé cuánto tiempo pasó. Nos corrimos varias veces hasta que ya no podíamos más. Así que al terminar yo dentro de su coño por enésima vez, se levantó me dio un beso en los labios y se fue al baño a limpiarse. Cuando vino se tumbó a mi lado y nos dormimos abrazados sólo con la ropa interior.


A la mañana siguiente nos despertamos, nos vestimos y fuimos a desayunar. Cuando entrábamos en la cocina estaba únicamente Adolfo.

Adolfo – Oí que anoche os lo pasasteis muy bien. – dijo mientras nos miraba con una sonrisa de oreja a oreja.

Lucía – Pues sí, nos lo pasamos la mar de bien, y como hoy tampoco vienen a dormir papá y mamá esta noche nos lo pasaremos igual de bien o mejor. Y ¿tú te lo pasaste bien anoche?

Adolfo – Jajaja, pues sí me lo pasé muy bien y esta noche repetiré. Me voy que tengo que trabajar después cenaré con Sofía. Sobre las 11 estaré aquí.

Poco después de irse Adolfo, me despedí de ella hasta después de comer que habíamos quedado para ir a la piscina de su urbanización.


Pasadas las cuatro y media de la tarde llegué a su urbanización, tras llamar a su casa y sin obtener respuesta alguna me acerqué a la piscina. Abrí la puerta y mientras que bajaba las escaleras la vi con un biquini gris que le realzaba bastante las tetas y me acerqué a ella. Al cabo de un rato nos bañamos y ya que no había nadie en el recinto de la piscina jugamos un poco bajo el agua, aunque ella me paró, ya que es un poco tímida en público. Cuando nos salimos de la piscina, ella se tumbó boca abajo.

Yo – ¿Por qué te pones la parte de abajo del biquini como si fuera un tanga? – le pregunté mientras que le miraba el culo con ganas de comérmelo.

Lucía – Porque me encanta que me miren el culo, porque no quiero que se me note mucho la marca del biquini y porque me encanta la cara que pones cuando lo ves así. – Al cabo de una hora de tomar el sol y de hablar saqué el tema de su hermano.

Yo – Bueno ¿me vas a decir ya qué te pasó anoche?

Lucía – ¿Anoche? ¿Cuándo?

Yo – Cuando te dije que tu hermano te vio como me la chupabas, primero te asustaste y después desinhibiste.

Lucía – Al principio me asusté bastante, no sé cómo no entró pegando gritos, pero después, cuando me dijiste que le gustó lo que veía y que se empalmó, no sé que me entró que me gustó.

Yo – Es decir que te encantaría montártelo con tu hermano ¿no?

Lucía – No, no es eso. Simplemente me lo imaginé por un momento que os intercambiabais los puestos, yo se la chupaba a él mientras tú  mirabas, y me puse más cachonda. Pero eso es todo, sólo fue mi imaginación, no pienses nada raro.

Yo – Jajaja sí, claro, sólo tú imaginación.

Al cabo de un par de horas nos fuimos a su casa. Ella se fue a ducharse, mientras que yo me quedé en su habitación con el ordenador. Un par de minutos después de que ella entrase en la ducha, salí de la habitación y allí la vi. Tal y como he dicho anteriormente, en su familia, todos menos el padre, están acostumbrados a estar con las puertas abiertas, así que ella se estaba duchando con la puerta del baño abierta. Me quedé varios minutos mirándola. Viendo a través de la mampara como ella se enjabonaba todo el cuerpo. La mampara es semitransparente así que la veía bastante bien, y me puse cachondo. Cuando vi que ella estaba a punto de terminar me volví a su cuarto. Al cabo de un par de minutos ella apareció con un albornoz y yo recordando la imagen de ella duchándose me empalmé, así que la acerqué a mí, la bese y le quité el albornoz, dejándola sin nada.

Tras besarle todo el cuerpo, la tumbé en la cama y le comí el coño. Tras ella terminar de correrse me dijo que no siguiera que me fuera a duchar y después de cenar llegaría mi turno. Así que con todo el calentón me fui a darme una ducha fría.

Tras acabar de cenar, me acerqué a ella y le besé el cuello por detrás.

Yo – Creo que ha llegado mi turno. – le dije mientras le metía mano por debajo del polito que llevaba.

Lucía – Pues vamos rápido antes de que venga mi hermano, que dijo que a las 11 llegaría y son las 11 menos cuarto.

Así pues nos fuimos a su habitación y cerramos la puerta. Me tumbé en la cama y ella se sentó encima de mí. Empezó a besarme por el cuello, me quitó la camiseta, y siguió besándome por el pecho, bajando poco a poco, me desabrochó el pantalón y siguió besándome, me los bajó con los calzoncillos y siguió dándome besos alrededor de mi polla, hasta que al fin se la metió en la boca. Tras unos minutos de una rica mamada abrí los ojos al escuchar de repente una voz.

– Cada vez que vengo os pillo en la misma posición. – dijo Adolfo riéndose – Como se nota que te gusta chuparla.

Lucía – No es que me guste, es que me encanta. – y tras reírse siguió mamando con más ímpetu.

Yo – ¡¡¡Dios!!! ... ¡¡¡No pares!!!

Adolfo – Jajaja, no será para tanto. Sofía lo hace mejor mil veces. – Al escuchar esto la aludida se puso roja como un tomate.

Lucía – Ni de coña, dudo mucho que lo haga mejor que yo. – dijo riéndose y siguió con su tarea.

Adolfo – Me juego tu paga del mes a que ella lo hace mejor.

Lucía – Jajaja no tienes huevos. – dijo mientras yo me quedaba atónito con la situación.

Adolfo – ¿Qué no? Venga ¿cómo lo hacemos? ¿Quién será el juez?

Lucía – Para que no haya favoritismo seréis los dos.

Adolfo – Acep…. –

No escuché ni como acababa la frase, lo único que estaba pensando es que mi novia le acaba de decir a su hermano que se la va a chupar y que su novia me la va a chupar a mí. Yo ya me estaba imaginando esos labios comiéndomela. Seguía vagando en mi imaginación hasta que Lucía se levantó de la cama.

Yo – ¿A dónde vas?

Lucía – Hemos dicho que los cuatro íbamos arriba que aquí no cabemos. ¿Por qué? ¿Quieres o no?

Yo – ¿Ir al cuarto de tu hermano a ver como se la chupas mientras que tu futura cuñada me la chupa a mí?

Lucía – Vamos, que se que lo estás desenado y que esto te pone muchísimo.

Tras decir esto me vestí y la seguí. Cuando llegué a la habitación de Adolfo vi que los dos estaban de pie a lado de la cama y por primera vez, en esa noche, me fijé en el cuerpo de Sofía. Iba con unos vaqueros muy ajustados, unas botas de tacón de aguja, una camiseta rosa clarita abrochada hasta los pechos y el pelo recogido con una cola de caballo. Nada más verla y recorrer su cuerpo con los ojos, me volví a empalmar.

Adolfo – Va, nosotros nos sentamos en la cama y vosotras os ponéis en el suelo de rodillas.

Nadie dijo nada más, así que los hombres nos sentamos en la cama. Lucía se me acercó me dio un morreo y se puso de rodillas frente a su hermano, mientras Sofía se ponía delante de mí, también de rodillas.

Fue mi novia, Lucía, la que dio el primer paso, desabrochándole los pantalones a su hermano Adolfo. Cuando le sacó la polla se la metió directamente en la boca y empezó a mamar. Al verlo me puse muy caliente y Sofía hizo lo mismo conmigo.

Noté como sus labios subían y bajaban por mi polla, mientras su lengua chupaba la punta. Yo no paraba de mover los ojos, primero a mi novia, viéndola como se la chupaba a su hermano y mirándome a mí, y después miraba a Sofía que estaba con el culo en pompa hacia la ventana y yo viéndoselo con el reflejo del cristal. Tras unos minutos, en los cuales mi mano estaba siguiendo el vaivén encima de la cabeza de Sofía, la quité y fui bajando poco a poco por el cuello acariciándoselo, hasta llegar a sus pechos donde los palpé. Le desabroché la camisa, se la quité; eché un ojo a la otra pareja que seguían igual; y le quité el sujetador. Me quedé impresionado con las tetas que tenía, siempre me las había imaginado de una forma u otra, pero esto era distinto… eran impresionantes.

Adolfo a ver como estaba su novia empezó a desnudar a su hermana dejándola sin camisa y sin sujetador. Cuando le quitó esta última prenda la hizo ponerse de pie. Lucía se acercó a él para que le chupase las tetas y éste así lo hizo, mientras que ella seguía pajeándole.

Volví a mirar a Sofía y le hice que se pusiera de pie, la besé en sus dulces y carnosos labios mientras que le acariciaba la espalda y bajando hasta el culo e hice lo mismo. Le desabroché los vaqueros y se los quité junto a las botas, quedándose con un mini tanguita negro trasparente. Mientras que la besaba en las piernas ella terminó de desnudarme quitándome la camiseta. Me levanté de la cama y le dije que se pusiera a cuatro patas encima de ella. Ella muy obediente lo hizo y yo me puse detrás acariciándole el culo y guardando en mi memoria tan magnífica vista.

Observé que hacían los dos hermanos y me los encontré haciendo un 69. Yo volví a lo mío y  besé el culo de Sofía y le hice un beso negro, mientras que poco a poco le quitaba el tanga. Hice que se diese la vuelta y le comí el coño. Minutos después me levantó la cabeza y me atrajo hacia su boca. Mientras que nos besábamos cogió mi polla y se la metió en el coño y empezamos a follar.

Sofía y yo cambiamos de posición y ella se coloca a cuatro patas para que la coja por detrás. Tras empezar veo que Lucía estaba encima de Adolfo follándoselo y al verlo empiezo acariciar el culo de mi novia mientras que la beso. Paro de embestir a Sofía y me coloco detrás de Lucía y la embisto a ella. Ella gritó al notar como su hermano y yo le hacíamos una doble penetración, Sofía se puso delante de mi novia para que le comiese el coño, que así lo hizo.

Pasados no sé cuántos minutos u horas, las dos mujeres se colocaron en el suelo de rodillas y nos la mamaron a los dos, alternándose. Yo no pude aguantarme más y me corrí en la cara de Sofía, que lo recibía con mucho placer. Adolfo al verlo también se corrió encima de ella y de Lucía. Al acabar, las mujeres, se limpiaron mutuamente y se dieron un beso en los labios largo y tendido.

Adolfo – Lo dejamos en empate. Ahora vamos a dormir.