Sexo con Elliot

Perderme en una fiesta, hizo que disfrutara de mis momento con Elliot.

Esto que voy a contar ocurrió en un pueblo perdido en una montaña de España. Mi nombre: Lucía.

Todo ocurrió cuando un amigo mío, Manuel, me invitó a un pueblo de Ga pasar la vacaciones. Tenía la mentalidad dirigida hacia mi novio, e iba sin ningún interés hacia otro ligue de verano. Pero todo cambió en un botellón que se hizo antes de una fiesta a la que íbamos. Toda la juventud allí presente iba bastante borracha, y así fue como conocí a uno de los primos de Manuel, Elliot.

Empezamos con tonteos, nos llevábamos muy bien, nos hicimos bastante amigos. En el botellón íbamos el grupo de chicos y chicas del pueblo, y mientras él estaba con Manuel, no dejaba de mirarme al igual que yo a él. Ahí empezó todo. Nosé por donde me metí que me perdí en el pueblo donde se hacia la fiesta. Como no sabia que hacer, me quedé sentada en una roca de las afueras del pueblo.

De repente apareció Elliot, me estaba buscando yo al verle grité de alegría, iba tan borracha que no sabía que hacía. Elliot al llegar se sentó junto a mí. Pasame un buen rato, nos contamos cosas privadas e indecentes que habíamos mantenido con otras personas, y dijo:

Sabes, me gustaría hacer cosas así contigo...

¡Pues nosé a que esperas!

Dicho esto me soltó un beso con lo que me dejó muy parada, era tan bonito lo que sentí que no quería que ese momento acabara. Empecé a deslizarme hasta llegar a su cuello, donde le besé muy deseablemente. El me acariciaba sin descansar, me tocaba todo, mi pecho, mi espalda, en mi entrepierna... No podia estar mas excitada de sentirme tan deseada. Se estiró boca arriba y le quité la camiseta, le besé el pecho, los pezones, le desabroché el pantalón tejano, que le marcaba tanto paquete, con la boca.

Le daba besos en el pene con el calzoncillo puesto, el gemía, quería que acabara lo que estaba empezando, quería que le lamiese todo el pene... Así hice, me gusta dar placer y también me gusta recibirlo, así que le hice una mamada que seguro que no olvidará. Tenía un pene de tamaña considerable, largo y grueso, una fina capa de bello pubico y unos testículos inmensos, ¿Qué más podía pedir? Estaba muy muy excitada, demasiado, sentía el liquido presiminal en la punta del glande, sabía bién. Así me pasé un rato, lamiendo ese pene tan hermoso, hasta que el me premió con una corrida de caballo en mi boca.

Seguidamente Elliot deslizó su mano por entre mis pechos, hasta llegar a mi bello pubico, me cogió delicadamente y me estiró en la hierba. Mientras me besaba me acariciaba con su mano por encima del pantalón, me la desabrochó y me masturbó.

Metía los dedos que tu no sabes como.... ¡que placer! Luego empezó a lamerme los pezones, y rato seguido bajo hasta llegar a mi vagina humeda, pasaba su lengua desde mi clítoris hasta los labios inferiores. Así hasta que me llegó el climax, gracias a eso, sé donde esta mi punto G.

Se sentó, y sacó un preservativo del pantalón, se lo puso, y manos a la obra, no quería desaprovechar ni un momento, el tiempo que pasaba cuando me penetraba era oro, los dos gemiamos de placer inmejorable, mientras yo me apretaba los pezones con todas mis fuerzas, era algo jamás inexplorado para mí, mi novio nunca me habia dado ese placer que estaba sintiendo. Sacó su pene y seguió penetrándome, pero ahora se había convertido en sexo anal. Siempre había sido una persona en contra de ese tipo de sexo, pero estaba tan excitada, que no pude rechazarme a él.

De repente se puso a gemir cada vez con más fuerza, hasta que sacó su pene, se quitó el condón y volvió a correrse en mi boca.

Nos besamos, y me acompañó hasta la fiesta.

No volvio ha hablarme, no volví a saber de él, sueño con sus caricias, pero es algo que ya no volverá.