Sexo con ella
Mi primera experiencia lésbica
No podía creerlo, entre besos y caricias fuimos llegando a un nivel de complicidad máximo, como si nos conociéramos de toda la vida; mi esposo no podía ver lo que estaba sucediendo, pero sabía que estaba despierto esperando que yo llegara y le contara detalle a detalle como fue mi primera experiencia con una mujer, y darle mi opinión al respecto. Mientras yo pensaba en todas esas cosas, ella se sumergió en un deseo profundo y quería tocarme toda, no dejar ni un solo pedazo de piel, besar hasta aquellos lugares donde solo mi esposo había llegado. Me sentía extraña, pero me gustaba todo lo que estaba sucediendo, fue así como la lujuria se apodero de mi y me dejé llevar, porque ella era mi maestra, aquella que me iba a enseñar todo lo que sabía. Primero fueron los senos, una sensación única e indescriptible, poder saborearlos era como tener un pedazo de fruta en la boca, con cada mordisco se ponían cada vez más duros y las ganas de querer devorarlos, succionarlos, sacarles todo el jugo era lo único que quería. Pero ahí mientras yo jugaba con sus pezones, ella en un intento desenfrenado me tiró a la cama y fue ahí donde ya no supe más de mí, comenzó a tocar y besar mis senos como si fuera lo último que iba a hacer en su vida, yo me quería morir, me retorcía en esa cama sin poder moverme, casi dominada por sus besos, sus caricias y la forma en que miraba me hipnotizaba. Lentamente, la aparte de mi cuerpo y comencé a tocarla abajo de su ombligo, para que supiera que iba directo a su clítoris, aquel lugar tan fascinante para nosotras las mujeres, donde se concentra nuestro mayor placer y donde era fácil lograr la dominación hacia ella. Sin dudarlo, fui bajando y llegue con mis dedos a este lugar y ella se puso como loca, se relajó y comenzó a disfrutar la forma como la tocaba, ahora era yo quien manejaba la situación; me aventuré como la más experta y decidí bajar con mi boca a aquel lugar; ella se sorprendió porque nunca lo había hecho, ahora yo era la maestra y ella mi mejor alumna. Fue una sensación única, algo extraña, no puedo negarlo; pero se sentía mágico y ella cada vez se desmoronaba ante tanto estímulo. Fue un juego de besos, donde mi boca y mi lengua jugaban con el clítoris mientras ella seguía retorciendo sus piernas como si quisiera que terminara rápido. Me levanté y de un solo golpe ella me tumbó nuevamente en la cama y se convirtió en algo más que una salvaje mujer, comenzó a chocar su pubis con el mio, en una pirueta llamada tijera que me dejó sin aliento. Ahora con ella el sexo salvaje también se hizo notar y fue la mejor experiencia que jamás haya tenido; el orgasmo llegó primero en ella quien llevaba las riendas de esta sesión y luego, sin pensarlo dos veces mi orgasmo fue la más exquisita sensación de haber terminado una lección que me ayudaría a cumplir la fantasía con mi esposo. Ahora podría decir, si soy capaz de hacer un trío con mi esposo y otra mujer.