Sexo con el novio de su amiga

Obsesionada con el nuevo novio de su amiga, mucho mayor que ella, decide buscar la oportunidad de conocerle mejor.

Hacía ya varias semanas que Isa no tenía noticias de Mariam. En realidad resultaba extraño, puesto que aún no considerándola una de sus mejores amigas, esta solía llamarla frecuentemente para contarle las pocas noticias interesantes que ocurrían en su vida.

Isa, mujer morena, atractiva y joven, cuya edad no pasaba de los 24 años no tenía actualmente pareja, ya que había roto su última relación un par de años atrás. Desde entonces no había vuelto a tener nada serio con ningún hombre, limitándose sus encuentros con el sexo masculino a alguna noche de fin de semana.

Mariam, unos meses más joven que Isa, resultaba menos atractiva para los hombres. A pesar de su simpatía, aquellos kilos de más afeaban su cuerpo.

Ese fin de semana se presentaba para la joven bastante aburrido. Sin planes interesantes, su rutina se canceló al recibir en su móvil la llamada de su amiga. El objeto de la misma no era sólo quedar para tomar algo, sino que además, quería presentarle a su nueva pareja, Arturo. Aunque intentó sonsacarle más detalles, sólo consiguió saber que era abogado y trabajaba como funcionario. Como respuesta a las siguientes preguntas sólo obtuvo una única contestación.

  • Mañana le conocerás. Pero te puedo decir que es un hombre maravilloso y estoy enamoradísima. Soy una mujer afortunada.

La nueva situación sentimental de Mariam hizo inicialmente gracia a Isa, aunque esta mezcla de sorpresa y sonrisa, poco a poco se fue tornando en una cierta envidia que iba aderezada de una amplia dosis de curiosidad. Sin duda, si se había fijado en Mariam, no sería un hombre guapo, aunque le molestaba el cambio de situación sentimental de su amiga.

Decidieron quedar a última hora de la tarde para tomar algo y cenar posteriormente. Su sorpresa fue mayúscula al verla acompañada por su nuevo novio, Arturo.

Todo habría resultado más o menos normal, de no haber sido porque él, aproximadamente, doblaba la edad de su amiga, y por tanto, también la suya propia. Una especie de satisfacción y desahogo corrió por sus venas al considerar que Mariam no había “pillado ningún chollo”.

A los ojos de Isa, físicamente Arturo no estaba mal. Su primera reacción fue verle como a un padre, o tal vez alguien que podría tener hacia ella una actitud de superioridad por su experiencia, pero poco a poco, al ir avanzando la noche, esta percepción fue cambiando, encontrándose muy a gusto con la pareja.

Las tres personas se dirigieron a un restaurante que conocía el hombre, con la intención de invitarlas a cenar. Según pasaba la noche su forma de ver a Arturo siguió cambiando, pasando de respeto a admiración por la conversación y y su forma de ser.

Las dos chicas quedaron encantadas de la cena. Marcharon posteriormente a una discoteca de moda. La amistad entre los recién conocidos iba en aumento. Si hacía un par de horas, Isa sentía admiración, ahora ese sentimiento se iba tornando en envidia hacia su amiga, y en fascinación y entusiasmo por conocerle mejor.

Isa rara vez quedaba con Mariam dos veces seguidas en el fin de semana, pero en aquel momento sintió la necesidad de volver a verlos al día siguiente, y aceptó la invitación de Arturo, de acompañarlos al cine, a pesar de la mirada de desaprobatoria de su amiga que deseaba estar a solas con su nuevo novio.

El domingo volvieron a reunirse los tres. Isa, tras una noche de poco sueño y mucho movimiento de cabeza, comenzaba a sentir bastante curiosidad por Arturo y aunque su cabeza lo negaba, el resto de su cuerpo reflejaba una fuerte atracción.

Isa buscaba la forma de poder quedar a solas con él. Algo complicado, ya que Mariam estaba continuamente pegada a él y por lo que pudo saber solían verse a diario. Por ello y aprovechando la profesión de Arturo, comenzó a hacerle preguntas y a pedirle que le aclarase dudas respecto a la situación laboral en la empresa en la que trabajaba, bajo la excusa que podrían despedirla en cualquier momento, y necesitaba conocer sus derechos. Aunque aquella no era su especialidad el hombre le ofreció su ayuda.

Durante los siguientes días, intentó arrimarse a la pareja buscando para quedar excusas peregrinas, presentándose en casa de su amiga sin avisar para poder enlazar la tarde con ellos, algo que sin duda, extrañó a Mariam. Si hasta hacía poco tiempo, casi tenía que suplicarla para reunirse con ella un fin de semana, ahora era su amiga la que se apuntaba a cualquier actividad que realizaba la pareja.

Aún así, Mariam se sentía bien con la nueva situación. Siempre había querido ser más amiga de Isa, aunque la respuesta de la joven era ser siempre la última alternativa a un fin de semana que solía presentarse anodino. Las conversaciones cuando las chicas se encontraban a solas o hablaban por teléfono giraban en torno a Arturo. La chica solía entrar en detalles con las jornadas de sexo que mantenía con su novio, cuyo testimonio llenaba de rabia contenida a Isa.

Habían pasado ya tres semanas desde que había conocido a Arturo. Su obsesión hacia el hombre se volvió tan fuerte que la chica preparaba el tema de conversación y así poder hablar con él. Sin embargo, ese día cambió su suerte al enterarse que su amiga tendría que quedarse en el trabajo al día siguiente hasta tarde. A partir de ese momento, cambió su planteamiento, dirigiéndose este a tener una excusa para quedarse a solas con él.

La cabeza de Isa empezó a maquinar la manera de conquistar a Arturo. Puesto que al igual que él, disponía de las tardes libres, le llamó a última hora para poder quedar en persona con la excusa de enseñarle su contrato de trabajo.

No sonó muy creíble los motivos de Isa para presentarse en casa de Arturo, pero aún así, sirvió para poder verle. Inició los preparativos. A primera hora fue a la peluquería y a depilarse. Después se preparó para ir a su improvisada reunión. Se vistió con un vestido negro, corto y escotado, y un fino conjunto de ropa interior del mismo color.

Veinte minutos después de la hora prevista, Isa se presentó en casa de Arturo. Tras dos besos en la mejilla se sentó en el sofá y el anfitrión le sirvió un refresco. Estaba acalorada, tanto por la temperatura exterior como por los nervios para conseguir su objetivo.

Le enseñó su contrato laboral, y la respuesta fue que no había nada extraño en él. Mientras, la chica, que se encontraba sentada junto a él, hacía movimientos que hacían que su falda se subiese cada vez más. También bajaba frecuentemente su cabeza para que pudiera contemplar el inicio de sus pechos, que aunque no eran muy grandes, se mostraban firmes.

Se dio cuenta que era dueña de la situación. Arturo la miraba con el rabillo del ojo, aunque se sonrojaba cuando veía que ella se daba cuenta. Lo que no sabía el hombre es que ella observaba hasta cuando no miraba su cara.

Isa iba arrimándose más, asegurándose que sus pechos rozaban el brazo desnudo del abogado, mientras le enseñaba las partes de su contrato. Estaba en la línea que debía traspasar si quería que el encuentro fuese algo más que un consejo laboral.

Nunca se le había resistido ningún hombre. No le hubiera importado que eso pasase si no fuera porque era el novio de su amiga y ello podría traerle graves consecuencias. Aún así, se decidió y dio le dio un beso en la mejilla.

  • Qué bueno eres Arturo¡¡¡
  • ¿Por qué? No he hecho nada. No me cuesta trabajo asesorarte y aconsejarte.
  • Aún así. Eres un gran hombre. Mariam es afortunada. La envidio.

Volvió a besarle en la mejilla. Fueron dos veces seguidas acercándose cada vez más a sus labios. El tercer beso fueron en ellos. Arturo quedó sorprendido, pero no hizo nada.

Ante la pasividad del hombre, Isa repitió en proceso, ahora juntando sus labios. Introdujo su lengua en la boca. Arturo se lo permitió y también comenzó a besarla. Lo había conseguido. Tenía a Arturo donde ella quería.

Se sentó a horcajadas sobre las piernas del hombre subiéndose su ya corta falda hasta casi la cintura, dejando su pequeño tanga al descubierto. Agarró su cabeza, llevándola hacia sus pechos. Las manos de Arturo se dirigían del trasero a los pechos de la muchacha, y su boca de los labios de ella a sus senos, que ya sólo se encontraban cubiertos por el sujetador al haber bajado el escote por debajo de ellos.

Arturo pasó sus manos, recorriendo lentamente el cuerpo de Isa. Sus piernas permanecían abiertas, sentada en los muslos del hombre. Fue el momento que empezó a jugar con su tanga, pasando sus dedos por delante de él, marcando el surco que dejaba su ya húmedo sexo.

Ambos cuerpos se apretaban y se unían con fuerza. Isa comenzó a desabotonar la camisa de su hombre. Las manos de él, se disparaban entre el sujetador y su pequeña braguita.

Con su dedo pulgar e índice pellizcaba dulcemente los pezones, aún cubiertos por el pequeño y tupido sujetador. De ahí pasó a jugar con el tanga, ya no sólo pasando sus dedos por encima de él, sino hundiendo levemente su mano por dentro.

Arturo agarró fuertemente el triángulo delantero del tanga y lo estiró fuertemente, quedando una fina tira de tela enganchada en el sexo de Isa e hizo sobresalir sus labios mayores. Lo movía lateralmente lo que hizo gemir a la mujer

La tela de la prenda íntima de Isa quedó enganchada en su vagina y los movimientos hacían que su clítolis se moviese junto a su tanga. Momentos después, la braga de Isa se encontraba empapada. Sus pezones se remarcaban considerablemente en su sujetador y procedió a quitárselo. Arturo aprovechó la situación para tocar, besar y lamer sus pechos desnudos.

Después de unos minutos de juegos eróticos en el diván, Arturo hizo ademán de incorporarse, agarrándola por la cintura y levantándola, para de la mano, llevarla a la habitación principal de la casa.

  • ¿Aquí es donde follas con Mariam?

No obtuvo respuesta a lo que Arturo consideró una pregunta fuera de lugar. Fue ella quien primero se tumbó. Antes de hacerlo ayudó a Arturo a bajar sus pantalones.

Sus lenguas volvieron a juntarse, pero otra vez fue ella quien se antició metiendo la mano por debajo del boxer de Arturo. Su erección era considerable. Lo masajeó hasta que decidió dejarte totalmente desnudo.

Ponía todo su empeño en hacerle disfrutar. Sin duda, por los gemidos del abogado lo conseguía. Su cabello largo, con media melena, rozaba los testículos, lo que producía, sin duda, una mayor sensación de placer. Su mano sujetaba fuertemente su miembro, el cual, con su boca golosa lamía y encerraba en su boca succionándolo.

Isa quería ser la mejor. Aunque no iba a competir directamente con su amiga ausente quería hacer que el encuentro fuera más intenso que todos los que Arturo hubiera tenido con Mariam., y no sólo con ella, sino el mejor de su vida.

La joven cerró sus labios e introdujo el pene en su boca totalmente desenfundado. Empezó a subir y a bajar. Su pelo y su mano lo acompañaba.

Pocos instantes después Arturo explotaba, llenando de semen la cara de Isa. Ella, con boca golosa se relamía y limpiaba la punta del miembro de su acompañante.

La pareja se relajó durante unos minutos, momentos que Isa, curiosa por conocer la relación de Arturo y Mariam, le realizó preguntas íntimas, a las que el hombre no contestó, o lo hizo de forma genérica sin entrar en detalles, lo que decepcionó a Isa.

Tras el descanso, la muchacha se levantó y se quitó el tanga, dejando ante la perpleja mirada de Arturo un sexo totalmente depilado.

  • ¿Te gusta? – Preguntó la chica de manera provocativa.
  • Por supuesto. Es precioso. Toda tú lo eres.

Fue el momento que aprovechó para ponerse melosa ante el hombre a quien había provocado para mantener una relación esporádica. Buscaba afanosamente poner en disposición de guerra el arma de su compañero de cama.

Los besos en el pecho de Arturo, las manos acariciando su cuerpo hizo que el hombre reaccionase y también comenzase a acariciarla y a besarla, pasando las manos por sus pechos y llegando al desnudo y suave sexo de Isa.

La mano del hombre sentía el tacto de la vagina, fina y suave, sin ninguna mota de vello que entorpeciera la suavidad de la piel de la zona.

La mujer continuó controlando la situación tomando ahora la mano de su hombre y llevando su dedo corazón dentro de su orificio más íntimo. La reacción de Arturo no se hizo esperar y comenzó a moverlo, flexionarlo y a realizar y mete y saca constante.

Isa se colocó encima de su hombre y frotó su cuerpo contra el suyo. Su proximidad hacía que pudiese notar como el miembro de Arturo se iba endureciendo de nuevo.

Quería ser penetrada. Lo necesitaba. Pero antes deseaba que Arturo volviese a sacar parte de sus jugos vaginales. Ahora lo quería con su boca.

Para ello se incorporó en la cama y colocó de nuevo a horcajadas sobre él. Esta vez su sexo no se situaba en las piernas del hombre, sino directamente en su cara, o más exactamente, a la altura de su boca.

El instinto masculino le hizo sacar su lengua hasta alcanzar su clítolis. La total apertura de piernas de Isa le permitía poder acceder a todos los rincones de su vagina y oler y saborear toda la calentura que rezumaba.

Estaba excitadísima y empezaba a perder el control. Sus movimientos cortos y bruscos y sobre todo sus gemidos, daban cuenta del ardor y disfrute de su cuerpo.

Dando movimientos convulsos en los que subía ligeramente su cuerpo por encima de la cara, momentos en los que Arturo recibía una fresca brisa de aire que refrescaba su piel, para después volver a dejarse caer sobre su barbilla.

La joven comenzó a temblar y echando su cuerpo para detrás hizo notar que había llegado al climax. Se apartó ligeramente y Arturo aprovechó a secar su cara, húmeda por el calor, pero sobre todo, por lo que la muchacha le había empapado.

Estaba exhausta pero quería más. Apenas se tomó unos instantes de resuello. De inmediato dirigió su boca al miembro de Arturo y la introdujo de nuevo en su boca.

Sólo pretendía reanimarle. Jugar con su pene para ponerlo en erección y que pudiera penetrarla. No le costó trabajo. Pocos instantes después, ambos estaban preparados para mantener una relación sexual plena.

Arturo, que permanecía tumbado, mirando hacia arriba, no se movió. Dejó que fuese su amiga quien iniciase el trabajo.

  • Arturo. ¿Cómo lo hacéis? ¿Qué es lo que más te gusta de Mariam?
  • Seguro que con lo curiosa que sois las dos, ella te lo habrá contado todo.

Ante aquella respuesta, la mujer sonrió. Isa, joven y ágil, se colocó con las rodillas separadas, apoyadas sobre las sábanas a la altura de su pene. Lo agarró y manteniéndolo recto se colocó sobre él. Dejó caer su cuerpo y lo tapó por completo. Mientras las manos tapaban sus pequeños pechos, masajeándolos y jugando con ellos.

La muchacha subía y bajaba, sentándose sobre el sexo de Arturo. Éste la tomó por los cachetes, apretándolos fuertemente. La mujer se venció y apoyó su desnudo torso sobre el de su amigo. Ambos volvieron a besarse.

  • Arturo¡¡ Hazme el amor por detrás. Me gusta así.

Diciendo esto, se levantó para situarse de rodillas, con las piernas separadas y con las manos apoyadas en el colchón. Él se colocó detrás. Tomó su pene y lo dirigió a la entrada de la vagina.

Arturo veía el trasero y la espalda desnuda de su compañera. La tomó de la cintura para después bajar a sus caderas y agarrarla fuerte en el momento que procedió a penetrarla.

El hombre se sentía excitado por el joven cuerpo de Isa. Contemplaba el vaiven del pelo castaño que se movía al ritmo de sus embestidas. Ella, a veces, bajaba su cabeza y la dejaba encima de sus manos.

Fueron unos minutos de placer para ambos. Isa notaba como su amigo iba a eyacular sobre ella en cualquier momento.

  • Arturo¡¡¡ No lo hagas dentro, por favor¡¡¡¡

El hombre aguantó hasta el último instante, momento en que de forma brusca sacó su pene y eyaculó sobre la espalda y las nalgas de Isa.

Ambos cayeron extenuados sobre la cama, quedando traspuestos por el sopor durante unos minutos. Al despertar y volver a la realidad Isa comenzó a hacer carantoñas a su compañero, más propias de una pareja que de una relación esporádica, como la que se había producido.

Arturo estaba serio, sin duda preocupado por las consecuencias que podría tener aquello si llegaba a oídos de su novia.

  • ¿Te ha gustado? – Preguntó picaronamente Isa
  • Por supuesto, pero tengo pareja y he sido infiel. No me siento bien conmigo mismo.
  • Yo no le diré nada, pero piensa en lo que te perderás si no estás conmigo.

Arturo supo que Isa le había echado un órdago, instándole a dejar a su novia. Sin duda era tentador, pero se tomaría un tiempo para pensarlo.