Sexo con el cura director

El cura director es muy bueno conmigo y yo se lo agradezco de la mejor forma posible.

El curso pasado el director del sitio donde estudio me dio clase, y debido a que le permitía que me mirase obscenamente me subía mucho la nota.

Tenemos un charla en la que hablará el director y esa es la excusa perfecta para visitarle.

Llego a su despacho y veo que la puerta está cerrada, así que llamo a la puerta, nadie contesta así que la abro para ver si hay alguien. Efectivamente, veo al director sentado ante su escritorio.

-Hola, ¿puedo pasar? —le digo.

-Ya estás dentro —me contesta en tono desagradable.

-Es que como no contestabas... —digo dudosa.

-Da igual. Hace mucho que no te veía. —dice levantando la vista.

-Ya...es que he estado muy ocupada.

-Bueno, ¿qué quieres?

-Es que creo que mañana tenemos una charla en la que vas a hablar tú si no me equivoco.

-Sí, ¿y qué pasa?

-Pues que no sé si voy a poder ir y me preguntaba si podrías resumirme en qué va a consistir la reunión.

-No, ya te lo contará quien esté allí —dice volviendo la vista a su mesa.

-Quería decirte otra cosa.

-Dime.

-Fuiste muy bueno conmigo el año pasado.

-Sí, es cierto. —dice enfocando la vista en mis pechos.

-Y creo que quizá no te lo agradecí lo suficiente, y quería darte las gracias.

-Estoy de acuerdo, fui muy muy generoso contigo, lo más que pude, y me merezco que me lo agradezcas.

-Tienes razón, dime qué puedo hacer para agradecértelo.

-Cierra la puerta.

Hago lo que me dice. Cierro la puerta. Cuando me doy la vuelta le encuentro delante de mí, con su paquete bien marcado en los pantalones y su mirada ardiente sobre mí.

-Puedo hacer lo que tú quieras, para devolverte lo bueno que fuiste conmigo —digo seductoramente.

Veo que se queda quieto sin decir nada. Así que me acerco a él. Noto cómo se pone nervioso.

-Puedo darte un abrazo por lo menos.

-No creo que sea adecuado.

-Somos dos personas libres, podemos hacer lo que queramos, podemos abrazarnos sin ningún problema.

Veo que no se niega así que le abrazo, noto el bulto en su pantalón pegado contra mí, eso me encanta.

Le susurro al oído.

-Puedo agradecerte lo que hiciste por mí de muchas maneras —digo lo más seductora que puedo.

Tengo ganas de que hagamos algo, pero a la vez estoy muy nerviosa, me va el corazón a mil por hora.

Paso mi mano por encima de su pantalón acariciando su pene erecto y noto cómo se le acelera la respiración. Le desabrocho el cinturón y luego el botón del pantalón. Noto sus ojos lujuriosos mirando mis pechos con ganas.

Me quito la camiseta y el sujetador y llevo sus manos hacia mis tetas. Él no es capaz de articular palabra. Le bajo la cremallera del pantalón y le saco la polla de los calzoncillos. Es de un tamaño normal, y muy blanca, como a mí me gustan. Le miro a los ojos y le hablo claramente.

-Sé que me deseas, y quiero hacer tus deseos realidad como forma de agradecimiento por lo bien que me trataste el año pasado.

-Soy cura, tengo voto de castidad, no podemos realizar el acto sexual.

-Lo sé, no te preocupes, podemos hacer muchas cosas sin que me la metas.

Sé lo mucho que me desea y quiero que se corra gracias a mí.

Empiezo a pajearle mientras él lame mis tetas. Me estoy poniendo muy cachonda. Me agacho y se la chupo, le chupo los huevos, le lamo la polla y con mi lengua hago círculos en su glande. Sigo pajeándole a la vez que se la chupo.

Me pongo de pie, me bajo los pantalones y me pongo dándole la espalda. Me pego a él y restriego mi culo por su polla, mientras él va acariciando mi coño peludo. Me giro y empiezo a besarle mientras le pajeo de nuevo. Me agacho una vez más, le succiono el glande hasta que se corre en mi boca, es la mejor sensación del mundo.

Nos vestimos y me despido de él de la mejor manera posible. Le miro a los ojos fijamente mientras le hablo.

-Quizá de vez en cuando vuelva para agradecerte todo lo que has hecho por mí.