Sexo compartido cap. 2º
Pasaron diez dias sin tener noticias de Juan
SEXO COMPARTIDO
2º capitulo
Pasaron diez días sin tener noticias de Juan ni de Susan, a mi memoria venían cada día las escenas vividas en nuestro encuentro, sin poder evitar masturbarme mientras las rememoraba, tanto el recordar el cuerpo desnudo de Susan, como si pensaba en Juan, la libido se me desbordaba, automáticamente mis manos buscaban mi sexo, empezaban por acariciarme el escroto, recogiendo en la palma y dando masaje a los testículos, que se endurecían con el contacto, mientras la otra mano se apoderaba del hinchado miembro, frotándolo de arriba a abajo, retirando la piel del prepucio, dejando el glande al descubierto.
Normalmente esto me sucedía estando en la cama, completamente desnudo, con las piernas abiertas, los ojos cerrados, y la imagen de mis amigos en mi mente, acelerando la masturbación, lanzando un aullido cuando el clímax me alcanzaba, alzaba la cabeza para ver como la eyaculación se disparaba con fuerza hacia arriba, entre mis dedos, para después caer sobre mi vientre, el pubis se impregnaba del espeso semen, mientras mi cuerpo se estiraba y contraía preso de los espasmos de placer, conseguido con el orgasmo, gimiendo y pronunciando sus nombres.
Una mañana de domingo, en la que después de ducharme y de nuevo masturbarme, recogiendo la eyaculación entre mis dedos y fregándomela sobre el vello púbico, con placer, delante del espejo, sonó el teléfono en el salón, desnudo como estaba fuí a contestar, con la esperanza de que por fin, fuera Juan quien me llamaba.
- Si, hola,
-¿ Marcos ?,
Si, soy yo, ¿ Eres Juan ?.
Si, hola. ¿ Como estas ?,
Mira, aunque no te lo creas, estaba pensando en ti, pensaba que ya no te acordabas de lo que disfrutamos juntos, ¿ Como esta Susan ?.
Bien, muy bien, por eso te llamo, ¿ Te va bien reunirte con nosotros esta tarde?. Te prometo una tarde extraordinaria, estaremos en mi casa. ¿ Recuerdas donde vivo ?. Ven preparado porque viene también la amiga de Susan, ¿ recuerdas que hablamos de ella ?.
Si, ya me acuerdo donde vives.¿ Aquella con la que ya habíais compartido sexo ?.
Si. aquella, tiene muchas ganas de conocerte, Susan le ha hablado de tus atributos sexuales, te ha puesto un sobresaliente. Puedes estar contento.
Espero no defraudarla.
Yo sé que tienes un cuerpo que no defrauda ni a ella ni a nosotros. Hablo en nombre de Susan, y en el mio. Bien, quedamos a las cuatro, ¿ Te va bien pregunta
Estupendo. Hasta luego.
Después de colgar, me dirigí de nuevo al cuarto de baño, el espejo me devolvía una imagen de un hombre bien proporcionado, metro ochenta de altura, anchos hombros, un pecho casi limpio de vello, el vientre aun plano, acabado en un pubis cubierto de rizado pelo negro, impregnado de semen seco, alrededor de unos genitales, que Susan encontraba sobresaliente, bajo mi mirada, el pene daba señales de erección, pensé en masturbarme de nuevo, pero decidí reservar la producción de esperma para la tarde. No podía quedar en ridículo delante de mis amigos, y volví a lavarme el sexo, el pelo del pubis aun con restos del esperma No quería que se notara alguna olor extraña, y me perfumé todo el cuerpo, recordando el comentario de Susan respecto a la limpieza. Me vestí y salí de casa, eufórico, convencido de que iba a disfrutar de una tarde de placer.
Un poco nervioso, llegué ante la puerta de mi amigo, miré el reloj, media hora antes de lo convenido, apreté el timbre y me pasé la mano por la cabeza, en un intento de poner en orden el pelo.
El rostro de Susan se iluminó con una sonrisa cuando me saludó.
- !Hola, Marcos !, cuanto me alegro de verte,- Dijo, mientras acercó su cara, dándome un beso cálido en los labios,- Pasa, pasa te estábamos esperando.
Llevaba puesta una bata cruzada por delante, sujeta con un cinturón, abierta hasta la cintura, que dejaba entrever el nacimiento de sus pechos, me fijé que esa era la única prenda que cubría su cuerpo.
La seguí hasta el salón, contemplando como movía sus caderas al andar, la fina ropa de la bata se pegaba a sus nalgas, evidentemente no llevaba ropa interior.
Ven que te presentaré a mi amiga, Juan no esta, ha salido un momento a comprar algo para beber. Nosotras estábamos comentando cosas sobre tu persona.- Decía mientras me llevaba detrás de ella cogido de la mano.
Marta, mira quien ha venido, el chico del que te hablamos.
La mujer, de unos veinticinco años, morena de pelo muy corto, me miró con una sonrisa. Sentada en el sofá, tapándose a medias con un cojín, pero desnuda completamente, me saludó.
-! Hola !, Perdona que no me levante, como puedes ver no llevo ropa,- dijo con un guiño provocativo.
Me acerqué a ella, mientras Susan nos presentaba.
- Marcos, esta chica tan descarada es Marta, que espero que te guste, Marta, este chico tan guapo, es Marcos, que ya verás como te complace conocerlo.
Me agaché sobre ella para darle un beso de saludo en la mejilla, pero ella me ofreció sus labios, que abrió al recibir el beso, sacando la punta de la lengua, que yo recogí entre los míos.
Detrás de mi, Susan nos miraba complacida.
- Creo que nos vamos a entender. Marcos, ponte cómodo mientras vuelve Juan, Marta y yo estábamos empezando a calentar motores, para cuando llegaras, si quieres puedes mirar, y si te apetece, participar.
Mientras hablaba, se despojó de la bata, quedando completamente desnuda. Se sentó en el sofá, al lado de Marta, que retiró el cojín que la cubría, mostrando sin pudor su cuerpo desnudo.
Me quedé sentado en una silla delante de ellas, dispuesto a gozar del espectáculo de las dos mujeres haciendo el amor. Susan pasó su brazo por los hombros de Marta, bajando la cabeza para acariciar con la lengua uno de los pechos, lamiendo y mordisqueando el pezón, que con la caricia se endureció. Mientras su mano, bajando sobre el vientre, acariciante, hasta llegar a cubrir con ella el pubis de pelo rizado, negro, alrededor de la vulva.
El cuerpo de la chica se estremeció al sentir el contacto de la mano de Susan, cuando los dedos hurgaron entre los labios de la vagina, abriéndolos y metiendo el dedo corazón entre ellos, buscando el sensible clítoris de Marta, que reclinando la cabeza, con los ojos cerrados, gemía, abriendo sus piernas, moviendo las caderas, elevando las nalgas para seguir el ritmo de la masturbación.
La escena estaba provocando en mi una erección en aumento, por lo que decidí ponerme cómodo, como había dicho Susan, y empecé a desnudarme. Cuando quedé desnudo delante de ellas, con el miembro completamente empinado, cesaron en sus caricias para mirar la imponente verga hinchada.
Derecho, con las piernas abiertas, me puse delante de ellas, desafiante, orgulloso de mis atributos, echando las caderas hacia adelante para destacar la fuerte erección de mi pene, notando en sus ojos la admiración que despertaba la visión de un miembro viril tan perfecto.
Susan miro a Marta
¿Que te dije ?, ¿ No te dan ganas de comertela.?.
Tenias razón, tiene un buen aparato.- Dijo acercando su mano a los testículos.- ¿ Puedo ?- me preguntó mirándome a los ojos.
Todo lo que quieras, puedes hacer todo lo que te venga de gusto.- Concedí, poniendo mis manos en las caderas.
Me cogió con la palma de una mano los testículos por debajo, elevándolos, mientras con la otra, cerró sus dedos aprisionando la dura verga, retirando la piel del prepucio, el glande se descubrió, rojo, hinchado, ante su mirada golosa, sacó la lengua, pasándola sobre él, lamiendo su superficie, con adoración, fregando con la punta el pequeño orificio que lo coronaba, para a continuación, introducir el grueso miembro en su boca, tanto que sentí como la punta de él, chocaba en la profundidad de su garganta.
Susan, acerco también su cara, mirando como Marta hacía entrar y salir de su boca el rígido pene, en un momento, apartó a su amiga, para apoderarse de él, siguiendo con la felación, chupando y succionando, como si lo quisiera exprimir.
Yo las dejaba hacer, gozando de la succión, divertido de ver como las dos mujeres, se turnaban por chupar golosas mi sexo.
Cuando por medio de la felación el miembro llegó al máximo de su volumen, empapado de saliva, Marta tomó la iniciativa, hizo que la Susan se sentara con las piernas abiertas, agachándose entre ellas, levantando las nalgas en clara invitación a que la penetrase, mientras ella pegaba su boca al sexo de su amiga, introduciendo su lengua entre los labios de la vulva, buscando el punto de placer de ella.
No me hice esperar, abrí con los dedos la entrada del sexo, acerqué la punta del miembro perfectamente lubricado y duro a su abertura, lentamente la fui penetrando, cuando llegué al fondo de su vagina, con el pubis pegado a sus nalgas, con el placer producido por la presión del útero femenino, la cogí por la cintura y me quedé quieto, sin moverme, disfrutando del cálido encierro.
Susan tremolaba de placer, con las manos sobre la cabeza de Marta, apretándola contra su sexo, mientras esta movía sus caderas, en vaivén y hacia atrás y adelante, para sentir el miembro que la penetraba, mientras aceleraba la frotación, con la lengua, del clítoris de Susan.
El movimiento de Marta se acopló al mio, sujetándola por las caderas, contemplé como la verga entraba y salia de su vagina, sentía como el orgasmo, el momento de la eyaculación me alcanzaba, en un último empuje, antes de eyacular en su interior, saqué el miembro, con un aullido, me corrí, el semen salió expelido con ímpetu sobre sus glúteos, en goterones que resbalaban por su piel, doblé mi cuerpo sobre ella, gimiendo y con gritos de placer.
Susan retorcía su cuerpo presa de espasmos, gritando, apretando la cabeza de Marta contra el sexo, que con el orgasmo eyaculaba abundantemente sobre su boca abierta, lamiendo y chupando el caliente flujo sexual.
Marta, con una mirada a su amiga, reclamó su deseo de gozar también del orgasmo que habíamos gozado nosotros, se puso derecha en el sofá, acercando su sexo a Susan, que sujetándola por las piernas, aplico su boca a la vulva, introduciendo la lengua por completo entre los labios de la vagina, Marta movía su cuerpo apretando el pubis sobre la boca que lo lamía y chupaba, sujetándole la cabeza con las manos, temblando y gimiendo.
Yo no pude quedar al margen de la pasión de las dos mujeres, me acerqué tras la Marta, con mis manos sobre sus glúteos, los separé, me incliné sobre ellos y pasé la lengua por el centro, lamiendo despacio el orificio del ano, Marta dio un respingo al sentir el húmedo contacto en su obertura íntima, con la punta endurecida de la lengua, penetré un centímetro en su intestino, forzando el esfínter contraído, que al momento ella relajó, repasé una y otra vez el oscuro ojo, mojándolo con mi saliva.
Marta puso su cuerpo en tensión, gritó, gimió y aulló cuando gozó del orgasmo, se apretó a la boca que la hacía gozar, descargando su eyaculación en ella, Susan, sin apartarse de la vulva de su amiga, recogió entre sus labios el caliente flujo que ésta expelía, entre gritos de placer.
Con el cuerpo tembloroso, se dejó caer sobre Susan, que tiernamente la acariciaba la espalda, las nalgas, la entrepierna, esperando la calma después del orgasmo. Yo me arrodillé delante de los cuerpos desnudos, acompañándola en acariciar la tremulosa carne, acercando la boca para besar suavemente, con toques de lengua, los redondos glúteos, aun con restos de mi propio semen, bajo la mirada agradecida de Susan, por haber dado a su amiga el placer el orgasmo.
! Que gozada !- Comentó Marta, cuando recupero el aliento.
Ya te dije que disfrutaríamos mucho-, Murmuro Susan, sin dejar de acariciar la espalda de su amiga.- será mejor que te laves,- tienes el culo lleno de esperma.
Yo pasé mi mano sobre sus nalgas, fregando con ella los restos de la eyaculación.
Si quieres, puedo lavarte yo.
Déjalo, no me molesta -, Contestó con una sonrisa mirándome, mientras sus labios formaban un beso.
Se levantó, el pubis quedó a la altura de mi cara, con las manos la cogí por las nalgas, ella me cogió la cabeza, apretándola hacia sí, mi boca entró en contacto con su sexo, a mi nariz llego su aroma de mujer, enredé la lengua entre el pelo púbico, lamiendo suavemente los labios vulvares, recogiendo el sabor del flujo femenino.
Con este gesto, noté que mi virilidad empezaba de nuevo a despertar, el pene levantó su cabeza, Susan, que seguía sentada en el sofá, con las piernas estiradas, se fijó en la erección de la verga, sonriendo divertida, alargó uno de los pies hacia mi pubis, cogiendo por debajo el miembro, jugó a levantarlo, fregándolo y apretándolo contra el vientre.
Veo que te has puesto de nuevo caliente.- Dijo.- Todo un macho, Juan tenía razón cuando me dijo que eras muy resistente.
Aun queda mucho para que me rindáis.- Contesté cogiéndole el pie, frotándome con él el miembro erecto.
Espera que venga Juan, se alegrará de verte tan dispuesto.
Yo voy a ducharme- Terció Marta,- Quiero que Juan me encuentre limpia y dispuesta para él.
Nos dejó solos, Susan me tendió los brazos para que me acercara, me puse derecho delante de ella, con el pene empinado, escurrió las caderas hasta el borde del sofá, levantando las piernas para poner los pies en mis hombros, presentando su sexo a la altura de la verga, la cogí de las piernas, abriéndoselas a los lados de mi cintura, adelanté el cuerpo hacia ella, la punta del miembro encaró la entrada de la vagina, suavemente la penetré, hasta el fondo, el útero acogió por completo el largo pene.
-!Ho!, que gozada, como me llena, fuerte, fuerte,- Murmuraba entre gemidos,- Empuja, empuja, !Hoooo!.
Aceleré el movimiento de mis caderas, el miembro entraba y salía en su vagina como un émbolo, lubricados como estaban los labios de la vulva, el pene la penetraba con facilidad. Paré un momento en mis embates, apretando mi pubis contra su sexo, sentía como las paredes del útero presionaban la verga, como una masturbación pensé un momento en correrme dentro de ella.
¿ Me dejas que vacíe dentro ?.
Como quieras, mejor si no la sacas, ! Me das tanto gusto, que no me importa !
Exploté dentro de ella, aullando como un loco, apretando las caderas, unido íntimamente, sintiendo como las continuas emisiones de semen, corrían desde los testículos.
Susan, al sentir dentro de su vagina la caliente eyaculación, no pudo aguantar, gritó conmigo, aulló de placer cuando le llegó el orgasmo, retorciendo su cuerpo, con temblores incontrolados, murmurando palabras que no pude entender, entre gemidos.
Me retiré de ella, el miembro, al salir arrastró tras él el esperma de la eyaculación, que resbaló por su piel hasta el orificio anal, goteando después hasta el suelo. Susan dejó caer sus piernas, quedando medio estirada sobre el sofá, pasando su mano sobre el pubis, esparciendo los restos de semen sobre el vello del monte de venus, gozando todavía del orgasmo producido, con los ojos cerrados y un gesto de placer en su cara.
Por mi parte, me dejé caer sobre la alfombra, a sus pies, convulso aun por los temblores de la corrida, con las piernas abiertas, en la punta del miembro, en descanso, una gota de espeso esperma brillaba transparente, por mi mente pasó que ya no podría volver a eyacular de nuevo en otra sesión de sexo. Pero me equivocaba, aun me esperaba una larga noche de poner a prueba mi potencia sexual.