Sexo bajo cero

Un fin de semana en Sierra Nevada en un apartamento, solos ella y yo y un montón de ganas de follar.

(este relato fue escrito por mi pareja, pero como él no tiene cuenta me ha pedido que lo publique con la mía)

El último examen de la carrera no había sido fácil, muchos nervios, sin comer ni apenas dormir, pero significaba ser libre por lo menos hasta saber las notas, no pensaba hacer nada aparte de estar alejado no más de unos pocos cm. de mi chica, empapados en sudor y fluidos, en un pequeño apartamento de Sierra Nevada todo el fin de semana que habíamos alquilado hace unas semanas para descansar y follar. Tenia lo básico, un salón con sofá muy cómodo, del que luego daríamos buena cuenta, una habitación con una cama de matrimonio, cocina y un baño con hidromasaje, y lo más importante, sin cobertura móvil, no lo necesitábamos, sólo mandaban mensajes nuestros cuerpos que este finde sería especial.

El viaje se hizo muy largo de noche, aunque está a corta distancia de aquí, conducía yo, y la mano de Maria se posó en mi pierna desde que salimos, masajeando mi polla por encima del pantalón, con cara de no haber roto un plato en su vida, y a la vez una sonrisa pícara.

Maria.-"Veo que esta noche voy a tener poco trabajo para calentarte"

Yo.-"Me encanta que seas así de lanzada, este finde voy a resarcirte por no haber tenido todo el tiempo que no he podido estar contigo"

Seguía apretándome los huevos y casi haciéndome explotar, pero así hacía que luego mi erección durase más y le diera aún más placer a su húmedo coño.

M.- "Esta noche voy a cenar rabo de toro, y tú conejo en salsa, ¿quieres?"

Y.- "Me encanta comerte, voy a dejarte en los huesos", a esto respondió provocándome, subiendo la faldita que llevaba, que dejaba ver más de lo que cubría y enseñándome el hilo dental que llevaba por tanga, pero ahí no acababa el suplicio.

Me bajó la bragueta y casi de un brinco salió mi polla que ya casi le asomaban los fluidos pre-seminales, hizo el ademán de hacerme un francés, nunca lo habíamos hecho con el coche en movimiento, casi pego un volantazo de la emoción, para no correr riesgos me pajeó con una mano mientras con la otra se masturbaba ella misma,

Y.-"Me gusta mucho ver cómo te masturbas, ¿dejo el coche en el arcén y nos vamos al asiento trasero?"

M.-"No, aún no, quiero que te corras delante mía".

Recorría toda la longitud, primero despacio casi recreándose, aprentándome los huevos con un dedo y llevándome al éxtasis, después incrementando la velocidad, su mano subía y bajaba, pero no podía apartar la vista ni las manos de la carretera.

Cuando ya estaba a punto de correrme decido aparcar en el arcén de la carretera para dar rienda suelta a nuestros instintos, Maria abre su enorme boca para engullir a mi pequeña y terminar el trabajo que dejó empezado, ahora usa su lengua para rodear el tronco y terminar en el glande y a la vez pajeandome, es una mamadora experta, que en muchas ocasiones me ha dejado sin aliento ni semen.

Esta vez también, así que no tardé casi nada en correrme en su cara, y con cara lasciva va limpiándome el semen que resbala por la polla.

Mientras yo le voy haciendo un dedo en su delicado y a la vez ardiente chochito, estaba muy húmeda, y no creo que quisiera que la dejara así hasta llegar al apartamento, asi que echamos hacia atrás el asiento del conductor, éste era uno de nuestros sitios preferidos, aunque no muy cómodo, pero sí para uno rápido y salvaje. Acababa de correrme hace unos minutos, pero me encontraba con fuerzas para satisfacerla como se merece.

Maria se puso encima mío, me gustaba tenerla así, frente a frente, para rodearla con los brazos, mordisquearle y besarle los pezones, acariciarle y meterle un dedo en su estrecho ano y levantarla por las caderas para acompañarla con el ritmo, ya que era ella quien llevaba la batuta. No bajó despacito hasta encajar polla y chocho, no, sino que bajó de pronto, y le entró entera, de un golpe, eso nos hizo estremecernos los 2, nos gustaba la sensación de que Maria estuviera ensartada, ella por notarla bien adentro y yo por las rugosidades de las paredes de su vagina. En un momento se pondría a moverse con su particular forma de follarme, a la vez que subía y bajaba movía las caderas de forma que la polla describía en su interior un círculo, esto me volvía loco y me hacía que me dedicara más a amasar sus tetas con las 2 manos, apretarlas y dejarlas libres, subir y bajarlas, agitarlas, que en ese momento eran 2 pitones de miura mirando al cielo.

Fue un polvo estupendo, pero aún teníamos todo el fin de semana por delante.

Ya me la imaginaba desnuda cabalgando encima mía en el sofá o en la cama al ritmo de la música con las bragitas en el ventilador, aunque hicieran 10º bajo cero fuera, nuestros cuerpos estaban a más 40ºC y no queríamos que el tiempo pasase.