Sexo Anal

“Ay no puedo creer que estoy haciendo esto…”, le dije cuando su verga comenzó a entrar bien caliente dentro de mi redondo culo, pensaba que me lo iba a romper por momentos ya que se movía un poco raro...

Hola, me llamo Carolina y es la primera vez que escribo pero debo contarles esto tan increible que me pasó, hace menos de un año paseaba con mi esposo celebrando el 2do año de casados, era una feria muy bonita a la que quería ir desde hacía tiempo, resulta que él tuvo una llamada me dejó por unos minutos junto a un chico que me miraba bastante.

Me decía que ese pantalón jean me quedaba perfecto y mi cintura era la de una modelo, a mí me gustaba que le halaguen así y por eso lo dejaba seguir, más tarde como una hora después nos volvimos a encontrar cuando mi esposo me dijo que lo esperara y si en una hora él no regresaba que vuelva a casa pues se iba a demorar demasiado.

Ya era de noche y el kiosko donde comimos ya cerraba, “Hola amiga ¿Tu esposo te dejó sola?, me dijo alegre al ver que nadie me acompañaba.

“Sí amiguito, lo que pasa es que tuvo que ir a ayudar a un tonto de su trabajo que no pudo hacer bien el suyo”, le dije y comenzamos a hablar.

La dueña del kiosko era su vecina y cuando se fue le dijo a él que le cuide el kiosko si iba a estar ahí un rato porque dejaban el televisor esa noche y le daba miedo que se lo lleven.

Yo estaba encantada con sus halagos y cuando me dijo que quería tocar mi trasero porque le parecía extremadamente sexy le pregunté que donde pues había gente y todo que nos podía ver, me respondió que él tenía la llave de ese kiosko y que dentro nadie nos veía, iba a hacer algo inesperado esa noche, ya eran las once de la noche y se me antojó consentir a ese niño que se veía hasta enamorado de mí.

Entramos sin que nadie nos viera, me decía que esa noche estaba bien mamacita y que lo perdone pero no podía aguantar las ganas de verme y tocarme el trasero.

“Pero siempre los has visto desde que conversamos”, le dije.

Ya dentro lo dejé tocar mi redondito trasero y me decía que estaba muy guapa, yo le respondía que él también era bello y aunque era un niño me gustaba.

Cuando vi que una erección de dibujaba en su pantalón no supe qué decir, solo vi que se dió cuenta que yo le miraba eso y me dijo que era porque yo era muy pero muy sexy.

“No sabes lo bello que eres… te pareces a mi esposo cuando recién nos conocimos hace varios años”, le dije tratando de responder a tantos halagos.

Lo que pasaría a continuación nunca me lo hubiera esperado pues me convenció de bajarme el pantalón y ver “de verdad ese trasero tan hermoso”, no se por qué lo hice pero le hice caso y me bajé el pantalón hasta las rodillas como cuando salía con mi esposo que en ese entonces solo era mi enamorado a escondidas de mis padres.

Las cosas se calentaron y yo no sabía por qué no me podía controlar, respondía a sus halagos como si él fuera mi marido ya que me hablaba como mi esposo me habla en la casa cuando estamos a solas, yo le sonreía y me sentía confundida.

“Y el calzón… falta el calzón, me harías muy feliz si te lo bajas porque lo deseo con muchas ganas”, me dijo y me convenció de enseñarle mis nalgas, en ese momento yo ya estaba excitada y no sabía lo que iba a pasar.

“Eres tan guapo y lindo conmigo que te voy a dejar ver mi culo… “, le dije algo nerviosa.

Entonces lo bajé y él quedó viendo mis nalgas muy atento, “Asu que rico… “, me dijo y yo me hacía la que veía mi celular como para disimular que estaba nerviosa.

“Ya me di cuenta que vas a tocar… eres como mi esposo, hablas igual que él, solo toca despacio, no tienes ni quince años pero hablas como un hombre”, le dije.

Me besaba el trasero y lo frotaba con sus manos, “Te excitas bastante… ay que rico besas ahí…”, le dije y se dió cuenta de mi calentura, cuando se paró detrás mío era obvio que me quería penetrar y me estremecí al sentir su cuerpo pegado al mío y sus manos agarrarme con fuerza.

“Eres igual a mi esposo, no te puedo decir las cosas que él me pide cuando hace eso…”, le dije y me comenzó a rogar para que le dijera, al final tuve que decirle pues sentí que desperté mucho su curiosidad.

“Me pide que se la mame… me dice que después de que se lo chupe me va a cachar y me va a meter toda su pinga…”, le dije mojandome ya por lo que le decía, no debí haberle contado pues se puso más caliente.

Me di cuenta que no quería que eso acabe pues estaba muy erotizada ya, si él me lo pedía sería capaz de dejar que me lo haga… sentía que su pene estaba bien duro y lo refregaba en mis nalgas.

“Me vas a decir que soy un niño… pero tengo ganas de que me lo mames, mámalo que te quiero cachar!...”, me dijo y la vagina se me calentó a una temperatura casi brutal.

Ya en el suelo no sabía por qué había llegado hasta tan lejos una simple conversación, quizá ese día era de luna llena pero no lo recuerdo, comencé a chuparlo arrodillada a él sintiendo en mi boca esa cosa dura y cabezona, tan caliente que se me mojaba la vagina al mamarlo.

“Así carolina… que rico lo haces… hum… “, me decía cuando me descontrolé y se lo chupaba muy delicioso como si estuviera con mi esposo en día de san valentín o aniversario de bodas o algo así.

“No puedo creer que estoy haciendo esto… la tienes tan dura que se me olvida que tengo 25”, le dije pero me respondió que n o importaba porque parecía de 20 y además siete años de aparente diferencia muchas veces ni se notan.

“¿Después de esto dejas que te cache? ¿quieres que te cache? Anda no me lo niegues… te quiero cachar!”, me dijo y ya no pude más cuando hizo que me acostara en el piso y me besaba las tetas.

“Ya pero rápido, habla más bajo que alguien puede pasar cerca…”, le dije ya sin poder negarme y él echó mi ropa inferior hasta los tobillos para subirse sobre mí y buscar la entrada de mi sexo.

“Ahhh… que dura está… tú eres como mi esposo, él me la mete así y después toda entera… que rico… hum… así… cáchame… ahhh… que rico…”, le dije sin poder disimular ni ocultar en nada mi enorme calentura al sentir casi la mitad de su miembro ingresando en mí y sintiendo la cadencia de la penetración los primeros momentos.

“Qué mamacita eres...asu… que caliente tienes la concha… “, me decía por momentos mientras su espalda comenzaba a sudar.

“Huy… que durota la tienes… ya vas a terminar, si quieres deja todo adentro no me molesto, yo me cuido con pastillas, así le digo a mi esposo y él me dice que ahora me quiere romper el culo…”, le dije muy excitada.

“Sabía que hacías anal, algo me lo decía porque a un culo tan hermoso siempre lo quieren enchufar como sea…”, me dijo y me calenté.

Comenzó a venirse y sus espasmos eran bastante notorios, me llenó de leche muy caliente y cuando iba bajando la intensidad de su erección yo querái que dure más…”, Ay que bien lo hiciste… ya se muere tu pinga, seguro me vas a querer dar por atrás”, le dije sudando y con un calor inmenso en mi cara.

Estuvimos como 5 minutos echados en el piso de ese kiosko hablando de sexo, poses, mamadas y lo que a mí me gusta, “Yo también te quiero romper el culo… “, me decía y cada vez y tenía menos fuerzas para decirle que no.

Después de ver que su cosa se comenzó a endurecer cada vez más se la agarré fuertemente para comprobar su dureza y supe que me iba a pedir “eso” que solo le doy a mi esposo.

“Esta tan dura otra vez… “, le dije y me pidió que se la mamara echados los dos así y no pude decir que no… mi boca sentía todo el grosor y dureza de esa cosa que amenazaba con entrar victoriosa en mi orificio anal.

Tenía mucho miedo pero también la curiosidad me mataba por saber qué se sentiría hacerlo por atrás con otro hombre que no fuera mi esposo, “Tú la pones como una roca… ahora quiero vacearme en tu culo… dejame que quiero saber qué se siente…”, me dijo y me mató con eso pues yo también o deseaba.

“Yo también… pero tengo miedo…. Eso sí es más fuerte y me da verguenza que entres por ahí…”, le dije pero no pude decirle que no.

“Está bien pero despacio que nunca lo he hecho con otro”, le dije y sus manos bajaban y subían mi cabeza acelerando la mamada que le estaba haciendo.

“Ay no puedo creer que estoy haciendo esto…”, le dije cuando su verga comenzó a entrar bien caliente dentro de mi redondo culo, pensaba que me lo iba a romper por momentos.

“Ay carajo… despacito por favor… hummm… que dura y caliente…. Que fuerte eres…”, le decía al sentir solo la mitad de su herramienta ya por detrás.

“No puedo… te voy a cachar duro porque me gusta mucho tu culazo… yo soy como tu marido…”, me dijo muy ardiente y eso me prendió.

“Ay ya… ahhh… así que sí me gusta… ay!… que rico…”, le decía al mismo tiempo que la cosa se ponían seria e iba entrando todo su fierro dentro mío.

En ese momento mi teléfono celular sonó y se veía que era mi esposo que me estaba llamando, solo miré el aparato que estaba a un costado mío en el suelo y preferí seguir sintiendo lo que estaba sintiendo y dejar que termine de sonar.

“Mamacita… asu que rico culo… “, me decía y terminó vaceando su semen dentro al terminar.

“Nunca hubiera imaginado que iba a hacer esto y en solo unas horas de conocernos niño, conseguiste lo que querías como jugando porque me calenté mucho cuando te enseñé mi culo, se que no vas a hablar con nadie de esto por eso te voy a dar mi número de telefono para que me llames cuando haya pasado buen tiempo”, le dije y se quedó mirandome.

Cuando le terminé de dictar mi número me subí la ropa y preparé para salir de ese kiosko tan lindo, con miedo asomé la cara afuera cuando él me dijo que ya era tarde y no había nadie en la avenida.

“Guau… no pienses que soy así pero nose qué me pasó contigo, me hablabas tan bien que me dió ganas de quererte y me excité sin pensarlo”, le dije y nos separamos cada uno por su camino.

Tan solo al día siguiente me llamó como al mediodía diciendo que no podía olvidarse de lo que había pasado y yo contesté con miedo, no debí darme mi número pero arrepentirse ahora a no servía.

“Mi esposo llega a las 8 de trabajar, puedo decirle que voy a ver a mi amiga si tanto insistes… pero por favor no e cuentes a nadie que vamos a salir esta noche, lo voy a dejar dormido a la medianoche como me pides pero va a ser un secreto”, le dije sintiendo que tampoco podía dejar de pensar en eso.

Llegué como a las 12 y media y las calles estaban vacías, caminamos muy pensativos y yo no podía creer que otra vez conversaba con aquel pillo que me convenció de enseñarle mi culo y me hechizó para que me acostara con él tan pronto.

Cuando me enseño la llave del kiosko no supe qué decir, solo recuerdo que entramos y ahí dentro quise oponer resistencia pues solo nos encontramos para hablar y despedirnos, pero me abrazó como el día anterior y olvidé que había dejado a mi esposo diciendo que mi amiga estaba enferma.

El vestido que llevaba ese día le gustaba mucho a él pero me lo quería sacar, cuando le decía que ya me iba me besaba las tetas por encima de la ropa y me decía que quería repetir lo de anoche, “Yo también pero mi espos se va a dar cuenta, anoche él me dejó pero ahora yo he salido mintiendole”, le dije.

Cuando sacó su pene se lo tuve que mamar y me encendí al sentir lo duro que estaba, “Qupe fuerte eres… está como ayer ó un poco más dura…”, le dije al sentirlo en mi boca muy caluente y tieso.

Me sentí una perra cuando caímos al piso y dejé que me subiera el vestido hasta el ombligo, “que bien te queda todo a tí… pero no uses calzón blanco cuando sabes que te van a cachar en el piso y se va a ensuciar”, me dijo y moví mi cabeza de arriba hacia abajo aceptando lo que me decía.

Luego de un par de minutos sus huevos se estrellaban contra el controno de mi vagina cuando él me penetraba por completo con su dura herramienta…”Ahora sí soy infiel… lo de ayer fue un accidente pero ahora ya es con intención”, le decía yo mientras una lagrima brotaba de mi ojo derecho pero no quería parar de hacer el sexo.

“Los dos queremos… soy un niño para tí pero sé lo que te gusta, se lo que quieres…”, me dijo y movía su pelvis cambiando el ritmo que tenía.

“Nunca cuentes esto a nadie… no creí que iba  a hacer esto nunca”, le decía yo.

Cuando comencé a sentir que su leche empezaba a chorrear dentro de mi sexo me volví loca, “Sigue, déjala toda porque así me gusta”, le decía sintiendo un placer enorme.

Nos besamos en el suelo al terminar y él me decía que tenía un culo muy bello, me lo acariciaba como avisando que quería hacerlo por detrás, “Ya pues, igual que ayer, otra vez que no me puedo olvidar de eso…”, me dijo y en cuatro patas repetimos la locura de ayer pues me sentía tan débil cuando me lo pidió que caí en lo mismo esperando repetir el placer de ayer.

“Hum… pareces grande… ahhh… así muevete, toda, empujala toda que me gusta así…”, le decía yo experimentando nuevamente esa travesura.

Hasta hoy no puedo creer todo lo que pasó y escondo de mi esposo lo sucedido ya que tengo varias amigas que se han divorciado solo por haberse acostado una vez con otro, he leído varios relatos de esta página y quizás por eso cambié mi manera de pensar en algunas cosas, pero nunca imaginé que me pasaría esto, luego ocurrieron más cosas pero solo si me pidan que siga escribiendo les paso una 2da parte.

Cuidense!