Sexo al amanecer: verga, frío y lluvia en Cali.
Disfruto de una tarde y noche con un amante ocasional. Cuando todo parece concluído se levanta y me sorprende con....
Amanece, estoy en un sexto piso de un apartamento en el oeste de Cali, me levanto, él duerme, voy a la cocina, me preparo un café. Camino al balcón y miro la ciudad, la cordillera, el Valle del Cauca. En frío despierta mis pezones. Me duelen un poco, es un dolor placentero asociado a las sesiones de sexo de la tarde y noche anterior. Algo similar siento en mi vagina, su semen sigue bajando.
Disfruto del amanecer y del café, quiero terminar de beberlo e irme. Él es un hombre básico, buen amante pero con una tendencia a macho que incomoda. Ya cumplió, estoy satisfecha, no deseo quedarme y compartir un aburridor desayuno. Cocina mal, culea rico.
El frio del amanecer me hace estremecer, siento placer. Comienza a lloviznar, llueve. De pronto siento sus manos, me abraza, su antebrazo cubre mis senos, sus dedos se detienen en uno de mis pezones. Su otra mano cubre mi sexo. Su pene roza mis glúteos. Besa mi cuello, muerde delicadamente mis hombros y su lengua juega con mis orejas.
El frio y la suavidad de las caricias me producen un placer sosegado, sus dedos al jugar con mi pezón causan dolor y satisfacción. Mi sexo se humedece, su falange rozándome el clítoris me hacen estremecer, muy rápido encuentra la humedad y sus dedos recorren mis labios y entran. Nueva sensación de placer, me siento abierta, pero el nuevo invasor me arranca un oh. Su pene crese, me muevo un poco para sentirlo mejor.
Abajo la ciudad fluye en medio de una lluvia suave. Su mano me libera pero se concentra en el otro pezón. La misma sensación de dolor y satisfacción. Abajo busca penetrarme con más dedos, me acomodo y dejo que mi sexo sea invadido por sus falanges. La humedad se incrementa, su pene crece. Mi placer sigue subiendo, mucho más sabiendo que pronto seré penetrada en ese lugar, definitivamente quiero que me coja mirando la ciudad.
Sus caricias siguen pero se separa un poco lo suficiente para rozar con su glande mis labios vaginales, el roce acaba de ponerla erecta, me inclino mis manos quedan sobre una mesa, abro mis piernas, me empino un poco. El baña con su saliva su pene, lo acerca, el glande toca mis labios, busca entrar, hay resistencia, él se acomoda mejor, solo atino a pronunciar un uff al sentir su ariete abriéndose paso en mi cuerpo.
Me la hunde hasta el fondo y simultáneamente pellizca mis pezones. Me toma del pelo y vuelve a penetrarme. Así me clava varias veces, en cada una su ritmo y fuerza se incrementan, termina dándome duro y rápido. Se detiene, resopla. Le musito dame, la quiero adentro.
Recibe mi orden, me toma de la cadera y me ensarta con virulencia, mi cuerpo quiere ir hacia adelante, pero me tiene sostenida. Me penetra con ritmo incontrolado, resopla, no habla, la intensidad de mis gemidos va en ascenso. Me sigue dando, entra y sale, a derecha a izquierda, la mueve en redondo. Siente mi vagina muy abierta y busca incrementar su placer.
Me penetra, la deja adentro, muerde mis hombros y nuca, me erizo, gimo, dale le pido, no se mueve, apretó y suelto mis músculos vaginales, busca sacarla, los aprieto, le vuelve a meter con fuerza. Repite el movimiento, comenzamos a jugar de esa forma, no la saca totalmente y cuando siente la contracción me penetra, gimo, resopla, suelto para que salga, aprieto para que entre. Me corro.
Mientras dura mi orgasmo, me la deja bien adentro, con mis contracciones aprieto y suelto su pene, la sensación lluvia, frío y placer es única. Sus besos, tenues y delicados, en mi nuca, hombres y espalda, aumentan las oleadas de placer.
Fue un orgasmo rápido e intenso, cuando percibe que mi corrida llega a su fin, reinicia el mete y saca, la penetración es rápida y fuerte. Mi curva de goce y placer vuelve a incrementarse. Acomodó mi cuerpo, él me toma de la cintura, nos acompasamos mejor al mete y saca.
Alguien se levanta en un apartamento vecino, escuchamos el sonido de un carro, la lluvia se intensifica, estos cambios en el ambiente me desconcentran, la penetración pierde ritmo, intensidad. Fue algo instantáneo, sus dedos acarician mi ano, sus palabras son directas, me pide el culito, se lo niego, la respuesta le da coraje, me toma fuerte de la cintura y me la hunde profundamente.
Me clava lento y duro, me siento cansada por la posición, me reacomodo, me pregunta si quiero ir a la cama o cabalgarlo sentado, le respondo que no, así estoy bien. Me pide que ponga una de las piernas sobre una silla. Con la nueva posición quedó más abierta, toma saliva en una de sus manos y embadurna su pene con ella, repite la acción pero moja mi vulva, algo innecesario estoy muy húmeda, me penetra de nuevo.
Se concentra, me coge en silencio, me da duro y seguido, le hablo, comienzo a pedirle mi manjar, mi postre, su leche. Debe tener poca, es la cuarta cogida, la primera fue en su carro, saliendo de su finca en una curva poco delatora. Lo acompañe a una diligencia rápida, nos fuimos calentando, se la mame en el auto y en algunos lugares de su propiedad. De regreso me pidió que me quitara los calzones y me masturbara, me la mostro, le pedí verga. Se estacione y me clavo en uno de los asientos delanteros, me lleno de leche.
La segunda una vez llegamos a este apartamento en Cali. Fue sexo duro, sin mayores preámbulos, la arrechera de los dos era inmensa, nos desvestimos en un dos por tres, y lo cabalgue en su cama, luego me volteo y me dio en cuatro y de lado, se corrió dentro. La tercera al después de medianoche, algo nos despertó, fuimos al baño, luego a la cocina, mientras comíamos algo le pregunte si me había llevado a su casa para dormir o para cogerme.
La pregunta hirió su ego de macho. Se abalanzó sobre mi cuerpo, me chupo los senos, me beso, regreso a chuparme las tetas, bajo y me chupo el coño. Me sentó en el pollo de la cocina y me ensartó su verga.
Me dijo puta, zorra, perra arrecha, culiadora como todas las caleñas. Era un macho caliente dándome verga y sometiéndome con sus palabras. Le costo venirse, duro pero cuando llego su orgasmo fue explosivo. Lo lleve a la cama y nos dormimos.
En la nueva posición puede jugar mejor con su pene, lo recuesta a derecha e izquierda, quiere rozarlo al máximo con las paredes vaginales, quiere sentir más, correrse. Decido ayudarlo, alabo su polla, la forma como me mete su chimbo, lo mucho que me encanta por grande (en realidad no es tan grande pero esto calienta a los hombres), gimo un poco, le pido más y le pido su leche.
Su pene se endurece, su ritmo aumenta, le incremento su ración de halagos, tamaño, sabrosura y leche. Que verga me estoy comiendo, que chimbo rico me está abriendo, que macho arrecho me estoy comiendo y quiero leche, mucha leche para mí.
Mis palabras lo sacan del control que tenía hasta ese momento, ahora el mío, bajo la pierna, juego con mis músculos vaginales y continuó espoleando a mi macho. Dame verga, dame con ese chimbo rico, dame duro, dame fuerte, dame rápido, dame verga, dame leche.
Respira fuerte, este concentrado dándome frenéticamente. Respiro profundamente, miro la ciudad, disfruto de la lluvia, salgo del trance de placer en el que comenzaba a entrar, no quiero otro orgasmo, quiero que acabe, me siento cansada e incomoda en la posición que tenemos pero quiero sentir que me echa su leche mirando la ciudad. Mientras esto sucede su chimbo entra y sale, mientras aprieto y suelto al invasor con mi vagina.
Con mis palabras logro su máxima erección, entonces comienzo a pedirle su leche. Utilizo frases que no fallan, que los enloquece: tu putita quiere leche, esta zorra quiere leche, dame mi lechita, la quiero bien adentro, dale a esta zorrita su lechita…
Estas palabras son miel en sus oídos, resopla, me da duro, le repito cada frase, su ritmo es intenso, suda, resopla, no habla, esta concentrado, su pene se engrosa, paplpita, me clava con más fuerza, necesita unos enviones más, él lo sabe, lo hace fuerte, le hablo de mi leche, me la hunde hasta el fondo, resopla, gime, su miembro se engrosa, cabecea y escupe su semen en mi interior. Se bota, poco, pero su orgasmo es inmenso, juego con mi vagina, aprieto y suelto su pene, el goza. Gime, respira profundo. Me la saca, me incorporo, caminamos hacia la cama, cae, me recuesto, quedamos en silencio, se duerme.
Me levanto, lo miro, decido irme, está totalmente deslechado, no quiero pasar el resto de la mañana con él. Me visto, no encuentro mis calzones, recuerdo que quedaron en su auto, pido un Uber y bajo. Llego a mi casa, me baño, sigue lloviendo, me acuesto a dormir. A eso de las 11 de la mañana me escribió al chat, lo dejo en visto, no tiene nada que darme y las conversaciones con él son aburridas.
Karomar1985@gmail.com