Sexo 2

Mis protagonistas se encuentran con Jhamal y Javi y... estalla la bomba

SEXO

2

Era la primera vez en mi vida que me había enamorado. Lo supe porque no podía vivir sin tenerle a mi lado. Su ausencia me dolía y eso me hacía sentir mal. Necesitaba su cuerpo a mi lado, necesitaba el calor de su cuerpo joven, necesitaba acariciar y sentir su vello entre mis manos, que su olor me invadiera y saborear su sudor y su saliva. Cada vez que se ausentaba, me desesperaba hasta que volvía a verle, a tocarle, a sentirle, a que su culo me comiera mi nabo, hasta que el sabor de su leche entrara en mi boca para sentirme preñado por ese joven rudo que tenía el don de ser el animal más erótico que había conocido nunca.

No podía creer que una bestia como yo podía rendirse de esa manera ante ese chaval. Un macho de de uno noventa de estatura, con un cuerpo escultural arropado con un espeso vello oscuro, con una polla como una olla y unos cojones que me colgaban como dos melocotones, que se había tirado a una legión de maricones, que presumía de macho duro que no quería engancharse a una relación, cayera en la desesperación de no tener a su lado a un chaval... pero es que no era un chaval cualquiera, era un ser que la fuerza de la naturaleza le había dotado de un erotismo y de una sexualidad que yo desconocía.

Con riesgo a ser repetitivo, diré que cada vez que le veía con su pantalón "cargo", sus botas de trabajo, su chupa gastada, su camisa desabrochada dejando ver su camiseta y su pecho velludo, sentarme a su lado en el vagón, rozar mi muslo con el suyo, notar el calor de su cuerpo, olerle, mi polla se ponía a trabajar hasta el extremo de babear y de no dejar de pensar en mi Arturo hasta tenerle entre mis brazos y meter mi lengua entre esos gruesos y rosados labios hasta encontrar su dura, gruesa y húmeda lengua.

No quiero dejar de contar la excitación que me embargaba cuando se levantaba de la cama de madrugada (Imagináos), un cuerpo desmayado joven de aspecto rural, piel blanca cubierta de vello oscuro, pelo alborotado y la polla con una erección matutina de caballo y meando en el retrete litros de pis como si fuera un toro, sentado a mi lado y enfundando esa herramienta en un calzoncillo de algodón blanco haciendo virguerías para acomodar el instrumento dentro de su tela, enfundando su cuerpo en una camiseta de tirantes blanca hasta que sus pezones formaran dos piñones blancos y su velludo pecho destacara bajo el escote de algodón. Sus maravillosos pies los escondía en calcetines rojos, o blancos, o azules... (Diós mío que sacrilegios), para luego cubrirse con su camisa, sus pantalones "cargo" con los que resaltaba su duro culo y su paquete, sus botas de trabajo y su famosa chupa marrón de cuero.

Ese elemento era el que en breve iba a dejar de ver durante horas. Ahora entenderéis porque no quería dejar de verle, porque le echaba de menos durante el día hasta que por la tarde llegaba, se desnudaba, se duchaba y me follaba... y como follaba el cabrón... y como disfrutaba el "joputa"... y como soltaba lefa... su maravillosa leche que yo no me cansaba de lamer entre el vello de su cuerpo y luego se lo daba a probar lamiendo sus carnosos labios y su áspera lengua.

Un día me pidió ir a un local de ambiente gay porque nunca había ido y le apetecía conocer alguno.

Fuimos a uno de los que conocía, le enseñé las diferentes estancias y le conté lo que se solía hacer en cada una de ellas. Los dos machotes no pasamos desapercibidos luego le recomendé que se quitara la ropa de cintura para arriba y dejamos todo en una taquilla.

Al volver fuimos a la barra, saludé al camarero, que ya conocía, y pedimos dos bebidas, al fondo de la barra pude distinguir la silueta del tío más cañón, pero ya cogido, su sonrisa blanca sobre su piel oscura me saludó. Me acerqué para saludar a Jaime, nos dimos un abrazo y un beso de compromiso en los labios. A su lado había un chico de tez clara que me miraba con curiosidad.

-Hola, soy Jacob. Este es Arturo... y este mi amigo Jaime-. Me quedé mirando al chavo rubio.

  • Perdón... Soy Javier... vamos... Javi.

Nos besamos y nos sentamos con ellos.

Mientras Jacob orinaba entró Jhamal y se colocó a su lado, se miraron las pollas que estaban algo más que morcillonas: -Siempre a punto ¡He, cabrón!. Y más ahora con el zagal que te has agenciado... Por cierto, que está como un camión... que cabronazo estás hecho.

- Pués tu no te quejes porque tienes a un pibonazo.

- Tu si que eres un pibonazo- y sin mediar palabra, le agarró la polla y se la comenzó a pajear.

Jacob se dejó hacer, entraron en una cabina y comenzó a sobar la longaniza negra mientras el otro masajeaba el salchicón blanco, sus cuerpos y sus labios se acercaban, se olían, se morreaban, y se pajeaban las herramientas disfrutando de su calor y de su suavidad hasta que se corrieron al unísono gimiendo como posesos..

- Siempre has estado como un tren Jhamal.

- Tu también me pones, la pena es que no hayas querido un tío fijo a tu lado. Lo hubiéramos pasado de cine tu y yo, mariconazo... Me lo podías prestar un rato.

- ¿Mi rabo?

- No... tu chico... me da morbo

- Pues no sabes como folla el cabrón, pero no te lo presto, pregúntaselo a él, es libre... cuidado... ¡Es mi chico!, pero si quiere tu verga... tu mismo... te advierto que nunca has experimentado algo igual. Eso te lo aseguro.

La longaniza de Jhamal iba entrando a bocanadas por el culo de Arturo que estaba abierto de piernas en la cama de Jacob, mientras éste se beneficiaba al rubio Javi en el sofá.

Una vez en la barra del bar, Jhamal no se cortó un pelo y le espetó a Arturo que si quería follar con él, me miró y le dije que el debía decidir que por mi parte no había problema siempre que siguiera conmigo. Javi miró a Jhamal con gesto de no entender nada. El negro le dijo a su chico que no se preocupara, que era un juego. Yo le pregunté que si yo le gustaba podríamos montárnoslo mientras los otros follaban. Le cogí de la mano y la puse en mi entrepierna para que sopesara lo que le estaba ofreciendo. Le apreté la mano sobre mi polla para que notara el calibre que iba a entrar en su culo, se acercó a mi, roneó con mi cuerpo, rebozó su paquete con el mío (que reaccionó al instante), y me dijo que sí.

Oíamos los gemidos y bramidos que salían de mi habitación (ya sabía que el negro no podía imaginar el placer que le iba a dar mi Arturo), pero nuestro estruendo no era menor.

Javi quería marcha, quería que le hiciera daño, se arrancó la ropa y me la arrancó a mi. Me miró, me observó, se quedó fijo en mi nabo que estaba tieso y duro como un tronco, miró mi cuerpo y se relamió pensando lo que iba a ocurrir, metió mi rabo en su boca y me mamó con frenesí, me mordió el escroto tirando de la piel para excitarme más aún, se tiró a mi boca como una perra para morderme y lamerme y gritarme que fuera duro, que le dañara, que le mordiera. Su cuerpazo pedía bocados, sus pezones rosas pedían muerdos, sus labios se abrían para alojar mi lengua y entonces me lancé. La bestia que residía en mí surgió y me desboqué.

Le mordí con saña el cuello hasta que le dejé marcados mis dientes mientras su blanco y formado cuerpo se retorcía, luego ataqué las fresitas cubiertas de vello dorado que eran sus pezones y los mordí hasta que se pusieron duros y entonces tiré de ellos hasta que el chico gimió de placer. Le di la vuelta, le di varios azotes hasta que su culo se puso granado y entonces le abrí los glúteos para oler y lamer su entrada, era un ojete rosado cubierto de vello dorado en el que el berbiquí de Jhamal había trabajado y se notaba dilatado por lo que sin mediar palabra, me unté los dedos de saliva y le metí tres dedos de una tacada. Solo le oía gemir y susurrar "Siiii... por favor... siiii". Me calcé un condón lo mojé con gel y le metí mi pollón sin contemplaciones. El chaval gemía y suspiraba mientras abría su culo para recibirme. Le tumbé boca arriba en la alfombra, le levanté las piernas y, contemplando aquel maravilloso cuerpo, le volví a penetrar. A cada envite mío su polla destilaba jugo que yo recogía con los dedos y le mojaba los labios para que se los lamiera.

La lujuria acumulada entre nuestro sexo y el de la habitación contigua, que no dejaban de gemir, de gritar y de suspirar, estaba a punto de hacer volar por los aires los cristales de las ventanas.

Mi cuerpo estaba adquiriendo unas dimensiones como si hubiera ejercitado en el gimnasio, el sudor me caía por el cuello y los sobacos hasta que mojaban al chico que tenía aprisionado por mi instrumento y que gemía y me pedía con susurros más y más. Mi tranca salía entera y entraba de golpe, la fuente de Javi no dejaba de manar y el espectáculo de ver a ese hombre desmoronarse de placer hizo que me corriera hasta que mis cojones me dolieron al vaciarse. Javi se corrió a la vez gruñiendo y gritando, y con unos movimientos compulsivos que apretaban mi polla. Inundó su dorado cuerpo de lefa espesa que le llegó hasta el esternón. Se la lamí y se la di a probar mientras oía como la pantera negra de la habitación de al lado emitía un gruñido de placer al correrse dentro de la gacela que era mi amado Arturo.

Continua...

Hacía tiempo que no tenía tantas visitas y tantos comentarios positivos. Gracias.

Gracias especiales a Jag, a mi Albany, Oso..., Rizo, Tassio, a mi Machi, a Zarok y a Zoele.

Os dedico la próxima entrega.