Sex con mi gran amigo

Cuando tenía 16 años, fuí de campamentos con mi gran amigo.

Sexo con mi gran amigo

Cuando tenía 16 años, fui un par de semanas de campamentos con mi gran amigo Rafa, que también tenía 16 años, éramos grandes amigos, en ocasiones nos besábamos en la mejilla, aunque cuando dormíamos juntos, yo le besaba en la boca, eso sí, le besaba cuando él ya dormía, incluso en algunas ocasiones, me pajeaba mientras él dormía, sobándole sigilosamente el paquete, e imaginando lo mucho que gozaría chupándole la polla, una preciosa polla que sólo sobaba, y que en multitud de veces había visto, puesto que después de hacer deporte, en los vestuarios nos duchábamos juntos con frecuencia. Además nos las habíamos visto también empalmadas, ya que muchas veces nos pajeábamos juntos, aunque para mi desgracia, cada uno se pelaba la suya, en ocasiones nos pajeábamos con más chicos, también de nuestra edad o algo más jóvenes, era excitante cuando nos pajeábamos en grupo. Por cierto, con la mayoría de ellos, tuve varios escarceos sexuales, pero eso es otro asunto. En una de esas noches, él se lo montó para practicar sexo con una chica del campamento, la chica no es que fuese muy guapa, y no lo digo por celos, pero le iban mucho las pollas, tanto como a mí. Así que se metieron a la tienda conmigo, yo teóricamente tan sólo a dormir, ella no tardó en hacer faena, de reojo miraba cómo le trabajaba la polla a mi amigo. Pero tuve suerte, alguien pasó cerca de la tienda y ella se espantó, así que en cuanto tuvo vía libre, se las piró. Quedando mi amigo con la polla bien dura, aunque no era el único que la tenía dura, ya que mi polla también estaba dura. Con lo caliente que él estaba, no le quedó otra que hacerse una paja, y yo no tardé en hacérmela también, acercándome a él al máximo. Los dos estábamos muy cachondos, por lo que le empecé a tocar la pierna, él respondió dándome un beso en la mejilla, y seguidamente yo me armé de valor y le di un fugaz beso en la boca. Para placer mío, me dijo que le diese otro beso, y al besarlo, me cogió de la cabeza, de forma que lo que podía ser un beso fugaz, tal como el anterior, se convirtió en un sabroso morreo con lengua. Ante tal satisfacción para mí, me esmeré en que el morreo fuera lo más intenso posible, entrelazando las lenguas apasionadamente, chupeteando los labios a conciencia, y acariciándole la cabeza. Pero mi asombro se desbordó al notar que una de sus manos sobaba mis huevos, ante lo cual, dejé de pajearme para dirigir la mano a sus huevos. Mi placer era grandioso, y se lo agradecí intensificando el morreo. Al no estar pajeándome, me cogió la polla con ganas para pajearme él mismo, al principio más que nada era sobarme la polla, pero enseguida inició a pajearme con entusiasmo. Notar su mano  cómo subía y bajaba por mi polla, era agradable. Que mi mejor amigo por aquel entonces, me diera placer, suponía una inmensa satisfacción. Viendo que la cosa prometía, le sugerí ponernos en posición más idónea, para pajearnos uno al otro. Por lo que nos sentamos cara a cara, con las piernas cruzadas como en ihoga, así podíamos seguir morreándonos con fervor, y al mismo tiempo, pajearnos mutuamente. En un principio, priorizamos en el apasionado morreo, teniendo nuestras bocas bien pegadas la una a la otra, con las lenguas entrelazándose sin cesar, los labios chupeteando insaciablemente. Y todo ello acompañado de caricias del uno al otro por todos los contornos de nuestros cuerpos. Por mi parte, aquello era fuego de amor, y pasión de sexo, aunque para él, sólo era pasión de sexo. Eso sí, con cariño. Al rato, y tal como estábamos, sin interrumpir el morreo ni las caricias, cada uno se cogió la polla del otro, iniciando un sube y baja pausadamente rítmico, solamente entrecortado por los instantes en que nos sobábamos los huevos. Queríamos gozar plenamente, así que lo hicimos con el máximo relentí que podíamos, pretendíamos que aquello fuera lo más duradero posible. Después de un buen rato dándonos placer, nos corrimos prácticamente a la vez, fue una corrida entre espasmos de gusto, salpicándonos mutuamente de leche, y gemidos placenteros, quedando los dos completamente impregnados de semen. Tras lo cual, me abalancé sobre él, quedando los dos tumbados, yo encima de él, para así frotar paquete con paquete, y entremezclando el esperma de los dos. Y a la vez nos acariciábamos y morreábamos con lujuria apasionada. Permanecimos abrazados un buen rato, primero encima de él, y a continuación, uno al lado del otro, entrelazando las piernas de tal forma que parecíamos un cuerpo con cuatro piernas, y entre tanto, proseguíamos morreándonos y acariciándonos con gran pasión. Tras un tiempo permaneciendo inmóviles, disfrutando íntimamente de tanta pasión, nuestras pollas seguían bien duras. Por lo que dirigí mi boca en busca de su ansiada polla, al principio la besé cariñosamente, a continuación le brindé apasionados chupetones, y seguidamente le di varios lametones. El poder tener mi boca dándole placer al mimar su polla era maravilloso, ver cómo su cara reflejaba tanta satisfacción por el gusto que le estaba produciendo, notar el estremecimiento de su cuerpo, el endurecimiento de sus huevos, y notar cómo me obsequiaba a que le mimara también el culo. Todo ello era estar en la gloría. Entre tanto, él me acariciaba la cabeza y espalda, pronunciando frases entrecortadas por el placer que gozaba. Frases como, "asii, chúpala toda", "qué bien me la comes", "te daré toda mi leche", "chupa la polla de tu amante", "chúpamela hasta saciarte de polla" , y algunas otras por el estilo. Eso aún me ponía más caliente, con lo que me esmeraba a tope para darle completa satisfacción, a la vez que a mí me producía una sensación de placer. A la vez que gozaba de su polla utilizando mi boca, con una mano sobaba sus huevos y culo, y con la otra mano me sobaba mi polla y huevos, mientras él seguía brindándome de forma entrecortada, frases apasionadamente sexuales. Al rato le dije si le gustaría que nos diéramos placer, penetrándome por detrás. Y él con una sonrisa de malicia amistosa, me puso en posición para penetrarme. En un principio, introdujo en mi ansioso culo un par de dedos previamente humedecidos con mi saliva, para a continuación, meter su magnífica polla en mi deseoso culo. Estando tumbados de medio lado, mientras me penetraba como un poseso, me decía al oído palabra obscenas, que eran pura delicia, a la vez me sobaba el tórax con gran pasión. Entre tanto, yo con una mano acariciaba su cabeza, y con la otra mano me estrujaba mi polla y huevos. De mi polla salía algo de liquido preseminal, sin duda, eso evidenciaba lo gozoso que estaba, el notar cómo la polla de mi amigo amado se introducía en mi culo, era maravillosamente placentero. En ocasiones la sacaba completamente, y la frotaba o golpeaba levemente en mis nalgas, para seguidamente volverla a meter, y así proseguir penetrándome, en otros instantes, dejaba de moverse, manteniendo toda su polla dentro de mi culo, por lo que la follada estaba siendo agradablemente prolongada, de esta forma él no se corría antes de hora, y así podíamos gozar durante un buen rato. En cierto momento, manteniendo su polla en el interior de mi culo, llevó una de sus manos a mi polla, y empezó a pajearme pausadamente. Mientras, proseguía diciéndome obscenidades fantásticas que me ponían super caliente, incluso me insultaba amistosamente, diciendo cosas como "eres un puto maricón", y otra semejantes. Además, en algunos instantes, me pellizcaba ligeramente los pezones, mordisqueaba mi cuello, o estrujaba algo fuerte mis muslos. Cuando ya estaba a punto de correrse, sacó la polla de mi culo, y rápidamente acerqué mi cara a su polla, mientras se masturbaba para eyacular, me esmeré en sobarle los huevos con una mano, manteniendo mi cara a una mínima distancia de su polla, de esta forma toda su leche era para mí. Entre convulsiones de placer, fue espectacular la lechada que soltó sobre mi cara, los tres o cuatro primeros chorros de semen fueron auténticos trallazos de leche consistente y bastante abundante, que fueron a mi cara con cierta fuerza, impregnándome completamente la cara y pecho, y tras los primeros trallazos de semen que me obsequió, junté mi cara a su polla hasta que dejó de sacar leche, una vez que ya no seguía dándome más leche, le pasé mi lengua por todo el contorno de la polla, especialmente por el glande y el frenillo, así mismo le recompensé con varios chupetones por toda la polla. A todo esto, él no cesaba de acariciarme allí donde alcanzaba con una de sus manos, mientras que con la mano que hizo servir para pajearse hasta la corrida, y aún empapada de semen, se dedicó en un principio a sobarme la polla y huevos, para a continuación pelármela a conciencia hasta correrme de gusto. Una vez que ya los dos nos habíamos corrido de placer, nos tumbamos cara a cara de medio lado, fundiéndonos en un cariñoso abrazo, teniendo nuestros cuerpos totalmente pegados, y nuestras leches mezclándose, con las piernas entrelazadas, y nuestros paquetes bien juntos el uno al otro. A todo esto, no parábamos de acariciarnos mutuamente, y de decirnos cosas al oído. Tras esa noche tan agradablemente placentera, nuestra amistad fue mayor aún, y siempre que teníamos oportunidad de gozar el placer del sexo, lo hacíamos. Lo hicimos varios años, incluso en las épocas que él tuvo novia. Y lo hacíamos en cualquier lugar, en ocasiones lo hicimos en situaciones algo morbosas, en las cuales nos podían haber visto, y quién sabe si alguna vez alguien se percató de nuestra íntima amistad.