Sex cam, trios y otros menesteres

A todos nos gusta el sex cam, ¿verdad? ¿Y si convirtiesemos lo virtual en real? Historia de como un grupo de tres personas lo consiguieron.

¿A cuántos de vosotros y vosotras os gusta el sex cam? Ya sabéis, esa práctica que consiste en la interacción sexual con algún compañero a través de una cámara web. ¿Alguno? Podéis ser sinceros, dudo que sea lo más raro que leáis por aquí. A mí me encanta. Me excita más que la propia pornografía.

Cada noche, me conecto a una de las webs que ofrece conectarte con usuarios aleatorios de cualquier parte del mundo. En ellas se dispone de unos elementos comunes, tu cam y la de tu compañero y un pequeño chat que empleo para dar rienda suelta a la imaginación, desde la más sincera hasta la más perversa. Por lo general mi objetivo es encontrar alguna mujer que caiga en mi pantalla, pero hay veces que los hombres dan bastante juego y tienen una imaginación muy retorcida e incluso aquellos tan incrédulos como para creerse mis mentiras. La sensación de excitar a alguien solo con palabras es algo muy difícil y satisfactorio. Solo con palabras les trasladas a un estado susceptible y de placer. Tú controlas y se siente como si manejases sus mentes. Adoro esa sensación.

Una de las fantasías más empleadas son aquellas que involucran familiares. Por alguna razón que se me escapa de mi entendimiento, a muchos hombres y no tan escaso número de mujeres les fascina este tipo de interacción. No me gusta hacerlo muy obvio, me gusta la sutileza, la sencillez, la naturalidad incluso.

Aprovecho la disposición que dispongo ante la pantalla. Siempre, sentado desnudo y bien erecto ante la pantalla a la altura de la cadera a la altura justa a la que mi rostro jamás será distinguido, comienzo mi relato siempre que consiga atraer la atención de un hombre sediento de perversión. Buena polla, buen rabo, siempre suelen comenzar así sin dejar de masturbar sus penes ante mí. No voy a ser modesto, la verdad es que tengo un pene un poco más grande de la media y me facilita mucho el trabajo. Sin muchos más rodeos y tras responder las típicas preguntas de mi procedencia y edad con mentiras como si tuviesen ocasión alguna de llegar a tener contacto físico en la vida real comienzo mi juego. Es fascinante la cantidad de hombres heterosexuales que les gustan las experiencias homosexuales siempre debido a la privacidad que te confiere una pantalla. “Aprovecho que me dejaron un ratito solo en casa…”“Aprovecho que mi familia es naturista para…” La mayoría de las veces la conversación sale sola, ¿con quién vivo? ¿Están ahí? ¿Te han visto desnudo? Luego ya dependiendo del día voy entrando más en detalles y dejo correr la imaginación.

Mi situación favorita y más usada es aquella en la que convivo con mi familia nudista que me han visto mil veces erecto y permite que me masturbe con total naturalidad en su presencia. Todavía me sorprende que la gente pueda encontrar esta situación verosímil.

A pesar de todo esto, no realizo esta actividad con malas intenciones, jamás he grabado a los usuarios ni he puesto en riesgo su anonimato. Solo somos personas que buscamos pasar un rato agradable aunque deba ser con una base de mentiras e imaginación. Ambos salimos satisfechos.

Como dije anteriormente mi objetivo es encontrar mujeres. Me encantan. Cuando coincido con alguna después de largos periodos de espera mi corazón se acelera. En estos casos no pretendo tramar ninguna historia inventada ni nada por el estilo. Busco una conversación desenfadada y picantona en la que ambos acabemos desnudos y masturbándonos hasta la saciedad el uno con el otro. Adoro esos momentos. Ver cómo cambia su gesto al ver mi pene duro como una piedra meneándose ante ella y trata de mantener la compostura y acaba llevándose un par de dedos a su entrepierna para acabar jugando con su clítoris y lamiendo sus jugos.

Pero no penséis que todo es de color de rosas, hay muchas horas de rechazos y de gente que no cae en el juego y a veces es frustrante, pero la perseverancia recompensa. Entiendo que desde fuera pueda parecer absurdo e incluso enfermizo, pero esta perseverancia fue lo que me condujo a una de las mejores experiencias personales que he vivido en mi corta existencia.

Aquel jueves noche comenzó una sesión como cualquier otro día. Tras colocar mi silla a la altura idónea y despojarme de todo tipo de ropa, procedí a navegar un rato entre diversas páginas de contenido pornográfico para disponer de una grandiosa y duradera erección. El calentamiento es lo ms importante. Tras haber empleado un par de hora de charla insulsa y poco complaciente con cierto número de usuarios y tras estar cansado de una masturbación que se prolongaba el mismo periodo de tiempo la idea de finalizar la sesión por ese día comenzaba a tomar forma. Era lo más común que solía ocurrir. Estas un par de horas navegando sin encontrar lo que buscas y estas al borde de la eyaculación, pero no lo considero una pérdida de tiempo, simplemente ese día no se dio la ocasión.

  • ¡Anda mira! – exclamó una voz al otro lado de la pantalla - ¡Al menos este la tiene grande!

Por un segundo quedé paralizado, con el cansancio acumulado tarde en reaccionar y darme cuenta de la situación. Aunque a priori en la pantalla solo se vislumbraba una figura femenina deduje que ante mí se encontraban dos mujeres. Aquella mujer que se dejaba ver era una chica con cierta belleza que miraba sin perder detalle como mi pene era manoseado de arriba abajo con mayor frecuencia ante la aparición de las espectadoras.

Rápidamente escribí un escueto hola para que supiesen que estaba atento. Deduje que había dos mujeres debido a las palabras que oí y cuando entre en detalle de la pantalla de compañero observe una mano que asomaba tímidamente en el margen izquierdo. La mujer que se dejaba ver era bella en cierta medida, no muy guapa pero tampoco la consideraría fea. Eso sí, tenía unos labios carnosos muy bonitos en los que mi imaginación hizo de las suyas y rápidamente me llevo a pensar en una felación por su parte.

Para cualquiera que haya realizado esta actividad en cualquier página sabrá de la dificultad de hallar una mujer que acceda a charlar con uno. Normalmente el hecho de estar desnudo resulta demasiado chocante y provoca una rápida salida por su parte. Realmente ahí está la gracia de esta actividad, saber convencer y cautivar a una mujer a pesar de tan grosera presentación es lo que nos gusta y aumenta nuestra moral. Me refiero a esto último debido a que sin haber pronunciado ni una sola palabra ni realizado ninguna acción más allá de la mera masturbación que se lleva realizando, con la simple imagen de tu cuerpo desnudo y tu pene erecto has logrado llamar su atención. Algo tienes bien.

¿Qué buscarían? ¿Pretenden unirse a mi rutina? Lo que más me llamó la atención al principio de iniciar el contacto fue que mi compañera estaba despojada de cualquier prenda que cubriese su pecho. Aquella chica entrada en carnes y despojada de ropa se mostraba orgullosa y despreocupada de su cuerpo al mismo tiempo que la conversación que tratábamos de mantener era trabada. Según me contaron con breves palabras era la primera vez que entraban en esta página, la conocían y sabían de qué iba el asunto pero ese día era el primero en que se habían decidido a dar el paso.

  • Os noto un poco nerviosas la verdad – dije desenfadadamente mientras no dejaba de estudiar las posibilidades que podría deparar esta actividad - ¿Nunca habéis visto a un tío pelándosela?

  • Llevamos aquí 20 minutos y ojala pudiésemos decir que eres el primero, pero por lo visto todo el mundo tiene las mismas intenciones.

  • ¿Y os quedáis conmigo? ¿Me debería sentir halagado? – respondía con una sonrisa.

Un par de chicas, en la que al menos la que se deja ver va desnuda y con la cantidad de hombres que abundaran en este sitio deciden quedarse conmigo. Bien.

  • Disculpad si estoy un poco cortado, no suelo meterme mucho y mucho menos hablar con mujeres – mentí sin dudarlo – la verdad es que he sido afortunado. Eres muy guapa y pareces muy amigable.

Si algo aprendí durante mis sesiones es que la educación y las buenas palabras te llevaran más lejos que un pene enorme y un cuerpo esculpido por los dioses. En realidad esto se aplica también en la vida cotidiana, pero eso son otros menesteres. El mundo virtual es mi mundo.

  • ¿Por qué tu amiga no dice nada? ¿Es tímida? – pregunté con interés buscando que su cuerpo apareciese ante mí - ¡Mujer! ¡No tengas vergüenza! ¡Si no la tengo yo que estoy pajeándome ante dos mujeres!

Mis palabras surgieron efecto. Otra chica de menos bella e igual fisionomía apareció ante mis ojos. Era mi momento. Situaciones así son muy improbables y hay que exprimirlos al máximo.

  • En verdad eres el primero que tiene un mínimo de educación. Casi todos los tíos al segundo nos piden guarradas porque se piensan que el estar en topless somos unas guarras – comentó la nueva aparición – Nos has caído bien en estos minutillos que levamos.

Sinceramente no había hecho nada, la cosa iba saliendo con una asombrosa facilidad y las posibilidades de una espantada por su parte eran escasas, pero igualmente medía mis palabras tratando de mantener mi línea educada y agradable para que estuvieran cómodas. Realmente eran chicas simpáticas que buscaban romper con la monotonía de sus vidas sexuales y raíz de su forma de hablar entre ellas supuse que eran amigas desde hacía varios años.

  • Pues veníamos de la piscina, y al entrar en la casa vimos que no había nadie y decimos darle una oportunidad. Total, no es la primera vez que nos vemos desnudas y queremos probar cosas…

Mi mente se activó. ¿Cosas? ¿Qué cosas? ¿Se refieren a un trio? ¿Experiencias lésbicas? ¿Exhibicionismo? No sabía la respuesta exacta pero ninguna opción me disgustaba. Traté de conservar la calma. Estas palabras me llevaron a pensar si realmente esto estaba ocurriendo. ¿Quién sabe? Quizá di a parar con mi contrapunto, alguien, o en este caso, algunas personas que pretendían jugar el mismo juego que yo realizaba tan a menudo y del que ahora había caído presa sin llegar a percatarme. La duda se apoderó de mí.

Como persona cauta y sabedora de los riesgos de internet, una mala decisión puede llevar a una humillación pública y mi anonimato quedar en nada. No me fiaba, pero tampoco me daban motivos para pensar así. A mi forma de entender eran dos chicas ingenuas que no buscaban causar problemas.

Rosana y Victoria eran sus nombres, dudo que fuesen los verdaderos, lo que sí está claro que el Aaron que di por respuesta no era cierto. Una pareja de amigas cada una con pareja heterosexual estable que vivían en un pequeño pueblo de Guadalajara con la indiscreción y escasa tolerancia que suele conllevar vivir en sitios tan reducidos. Aunque bueno, si estas chicas son así realmente no tengo pruebas para pensar que eso se cumple siempre, quizá me he sobrepasado en mis pensamientos. Aquel pequeño pueblo acogía a dos mujeres de mediana edad que pretendían probar “cosas” nuevas. Y tenía que averiguarlas.

Fueron pasando los minutos, la conversación era cada vez más fluida y el tema del sexo no surgió en ningún momento a pesar de la desnudez de los tres participes, exceptuando mi continuo manoseo a mi miembro para mantener la compostura y algún comentario por su parte desenfadado y divertido. ¿Tanto aguantas? ¿No te cansas? Todo ello entre risas. Realmente eran chicas agradables a las que no les pegaba nada este contexto.

  • Te seremos sinceras, nos has parecido un tipo majo y respetuoso…

  • ¡Y con buena polla! – gritó la otra amiga.

  • El caso, desde hace tiempo tenemos en mente probar cosas nuevas… Y estas cosas nuevas no las podemos hacer con nuestras parejas porque no sabremos cómo reaccionarían… Bueno ya sabes…

Se notaba su nerviosismo y mi incredulidad aumentaba por momentos. Lo que yo creo que era estaba a punto de suceder.

  • ¡Que queremos hacer un trio, joder! – espetó la amiga con su tacto natural para decir las cosas de buena manera.

Mi cuerpo fue un vaivén de emociones. Incredulidad, alegría, excitación, miedo, euforia, pánico. Mi respuesta fue titubeante. ¿Cuál es la probabilidad de que unas mujeres desconocidas te ofrezcan un trio? ¿Me están tomando el pelo? Esto no podía ser cierto, no puedo tener tanta fortuna.

  • Mirad chicas, no pretendo dudar de vuestra buena fe, pero entended que esto es raro. Dos chicas que no conozco de nada me piden hacer un trio. Como comprenderéis me hace dudar todo este panorama.

  • Puede ser, la verdad es que es todo muy precipitada y no sabemos cómo demostrarte que vamos enserio pero quizá esto ayuda – comentaba al tiempo que una serie de nueve cifras aparecía escrito en mi chat. – Llámanos.

Marque tembloroso de los nervios aquellas cifras mientras seguía viéndolas por la pantalla, no sin antes activar la opción de número oculto para evitar posibles sorpresas. La seguridad ante todo. Era su número.

Todo esto era demasiado ideal para que fuese cierto pero mis ganas aumentaban y mi excitación era máxima como pudieron fijarse mis nuevas “amigas”. ¿Realmente rompería mi anonimato y quedaría expuesto a la buena fe de unas desconocidas? ¿Esta angustia es el precio a pagar por un trio? ¿Realmente compensa? Comencé a maquinar un plan que me permitiese tener cubiertas las espaldas en caso de que accediese a desplazarme hasta su localidad para cumplir una de las más celebres fantasías masculinas.

Decimos trasladar esta conversación a otra plataforma, en este caso Skype, a una de mis múltiples cuentas inasociables a mi persona. Ellas desconocían ese dato al tiempo que al cederles yo esta información actuaria a modo de acercamiento y como voto de confianza hacia ellas.

  • Mira llevamos varios días buscando un tío a través del Tinder y hemos encontrado uno, pero si accedes lo haces tu. Eso sí, tiene que ser mañana mismo y te tienes que venir para aquí. Teníamos reservado una pensión en Guadalajara capital enfrente de la estación a nombre de Rosario a partir de las 8 de la tarde. ¿Te apuntas o no?

Casi sin haber dormido desperté pasado el mediodía dispuesto a elaborar mi plan. Salí pronto de casa y arranque mi coche rumbo Guadalajara con un aseo impecable y una caja llena de preservativos. Tras llegar allí, aparqué varias calles de distancia y me dirigí al lugar de encuentro una hora antes de la acordada. En la recepción me facilitaron las llaves previo depósito de mi D.N.I., en ese detalle no caí y lo lamenté. Subí a la habitación dispuesto a revisarla en busca de cámaras o cualquier artilugio de grabación, me estaba volviendo loco. No había nada, necesitaba relajarme.

Me senté en la recepción esperando a mis compañeras sabiendo que no podrían reconocerme debido a que en ningún momento lograron ver mi rostro, pero a decir verdad era la única persona que estaba allí en ese momento por lo que de nada de serviría esa premisa. Llegada la hora prevista las vi entrar. Dos chicas bajitas, un poco regordetas y de expresión encantadora hicieron su aparición, siendo la primera impresión inmejorable, lo que hizo que me relajase de una manera inexplicable. Decidí continuar unos segundos sin aparecer para estudiarlas con más detenimiento.

  • Espero que aparezca, la verdad es que ayer se le veía un poco preocupado… - susurró una voz delicada y dulce en un tono tan bajo que apenas alcancé a oír.

-Ha sido un poco precipitado, pero se le vio buen chaval y tiene razón, todo esto es muy raro pero bueno habrá que confiar.

Decidí dar el paso, romper el anonimato, la barrera de lo real y lo virtual. Me arriesgué. Quien algo quiere algo le cuesta, y yo quería sexo con dos mujeres y el precio era la desvirtulización y exponer mi seguridad.

  • Buenas tardes, soy Aaron – dije con tono serio y firme – me he tomado la libertad de reclamar las llaves de antemano.

Sus miradas fueron un poema y las disfrute como un vaso de agua gélida en una calurosa noche veraniega. Esta mal que lo diga, pero guapete de cara, alto en comparación con ellas, un cuerpo aceptable con una educación que en todo momento traté que fuese exquisita y por supuesto un buen pene; motivo de mi presencia.

Sus reacciones iniciales aunadas a sus gestos así como sus esfuerzos en llevar el tema con naturalidad hizo que me olvidase de todo lo malo que podría ocurrir y comenzar a embriagarme de la mágica situación que iba a ser llevada a cabo. Subimos sin dudarlo a la habitación. Aquella habitación con cama de matrimonio que iba a temblar.

  • Es la primera vez que hacemos esto así que tómanos con calma, eh – dijo con nerviosismo Rosana.

Rosana era la chica tímida que se escondía los primeros momentos de nuestro encuentro virtual. No creo recordad que fuese capaz de decir pene sin ruborizarse. Victoria era más atrevida, tenía ganas de llevar la voz cantante pero no acababa de arrancar, así que decidí tomar el liderazgo.

  • Bueno, pues aquí estamos – comenté mientras dejaba la caja de preservativos en una de las mesas. – Iremos con calma y sin prisa.

  • Tomamos la píldora, si quieres no los uses.

Igualmente iba a usarlos, nunca se sabe.

Me despoje de la camisa que vestía y me senté en una de las dos butacas que había en la habitación. Quería contemplarlas como me recorrían con la mirada.

-¿Cómo empezamos? – preguntó Rosana - ¿Nos desnudamos?

  • Vamos a follar los tres y apenas os miráis chicas, relajaos un poco. ¿Qué tal si os besáis?

Tras segundos de incertidumbre, Victoria agarro el rostro de su amiga y poso sus labios sobre los suyos. Sin realizar otro movimiento permanecieron inmóviles unidas por sus bocas hasta que se separaron. Sin mediar palabra, Rosana quiso responder agarrando el rostro de Victoria con la boca entreabierta.

  • ¿Qué tal así? ¿Mejor? – comenté mientras una incipiente erección se comenzaba a marcar en mi entrepierna. Se dieron cuenta.

  • Ven – me sugirió Rosana con su mano extendida hacia mí para que salvase los escasos metros que nos separaban desde la butaca hasta el borde de la cama donde se habían sentado ellas. – Ahora tú.

La bese a ella con delicadeza, un beso rápido para continuar con otro más húmedo y de mayor duración para cambiar con sutileza a nuestra expectante espectadora. Con Victoria fue diferente, primer beso y casi me arranca los labios de un mordisco. La noche prometía.

Tras varios minutos de apasionados besos intercalados y sin apenas roces decidí dar el paso siguiente. Debido a la erección que me dominaba y apretaba creándome malestar e incomodidad, opté por deshacerme de toda las prendas que restaban sobre mi cuerpo dejando a la vista mi duro pene ante tal situación.

  • Vaya… Habíamos visto que era grande, pero no me lo esperaba así – comentó Victoria a escasos centímetros de su cara.

Me senté entre mis, todavía vestidas, amantes para notarlas cerca e iniciar el contacto. Durante unos segundos eternos permanecieron paradas hasta que note una mano descender por mi espalda al tiempo que otra se deslizaba desde la rodilla en dirección a mi entrepierna. Por fin note el contacto ahí, me encanto. Cambia totalmente la historia de tu propia mano a una mano ajena.

Sin apartar los tres la vista de mi pene, una de las manos me agarro con sutileza al tiempo que iniciaba un movimiento vertical deslizando la piel del mismo a lo largo del tronco.

  • ¡Mira! ¡Como tu ayer!

No pude evitar reírme al mismo tiempo que decidí dejarme caer sobre la cama para gozar de una vista mejor. Acaricié las espaldas de mis compañeras mientras pedía que siguiesen con suavidad su movimiento sobre mi pene y las incitaba a besarse cada vez más intensamente. Rosana, la más tímida, no llevaba sujetador para mi sorpresa, solo un top que pronto yacería sobre el suelo.

Todo iba bien, lo malo es que les faltaba iniciativa propia y no probaban nada nuevo hasta que yo lo sugería. Supongo que serán los nervios. Me decidí a pedirlas que me acompañasen en mi desnude y les sugerí que se desnudasen mutuamente. Así lo hicieron. Aproveché este parón para colocarme la cama a la altura de la almohada mientras me masturbaba muy despacio para recrear la situación que nos había traído hasta aquí, masturbándome delante de unas desconocidas que en ese momento se despojaban de cualquier tipo de prenda.

Finalmente aparecieron totalmente desnudas ante mí y por fin pude apreciar sus sexos, cosa que el día anterior no pude. Sexos con vello púbico muy bien cuidado y recortado que hacían mis delicias y que más adelante iban a acabar en mi rostro.

Con un gesto de la mano libre que me quedaba al ordené que se tumbasen junto a mi cada una a un lado. Obedecieron rápidamente mientras cesaba mi actividad. Mis manos comenzaron a recorrer sus cuerpos con delicadeza y curiosidad, aunque la postura fuese cuanto menos incomoda. Tras unas pausas en sus pechos como es debido, mis inquietas manos fueron directas a sus vaginas que en aquel momento comenzaban a segregar fluidos para facilitar la penetración. Acaricie sin temor sus labios mientras observaba sus ojos cerrados y los movimientos que hacían con sus bocas preámbulo de los gemidos que vendrían a continuación. Centre mis esfuerzos en sus clítoris, no me apetecía penetrarlas con mis dedos, quería que gozasen con calma y notasen cosquilleos en advertencia a lo que se avecinaba.

Estos gestos fueron el interruptor que necesitaban presionar para liberarse y dejarse llevar. Una mano se aferró a mi miembro al tiempo que Victoria, que reposaba a mi derecha se incorporó dirigiendo su rostro hacia el mío para un furtivo beso, un cruce de miradas que comunicó mis deseos. No hizo falta más, de forma lenta pero decidida, su cabeza se desplazó a la altura de mi cintura donde mi pene y su boca se encontrarían no sin antes dedicarme una mirada cargada de sensualidad.

Que sensación. Los tres sin pronunciar palabra en una habitación cuyo silencio se veía interrumpido por los ruidos que hacia su boca avanzar sobre mi pene con la incorporación de la saliva y fluidos preseminales. Se me escapo un leve soplido que aterrizo sobre una Rosana que no quitaba el ojo de encima a la labor de su amiga del alma. Me hubiese gustado saber que pasaba por esa cabeza.

  • ¿No quieres probar? Porque me gustaría ver cómo te lo metes en la boquita – susurré en su oído rozándolo con mis labios mientras mi mano comenzaba a introducirse en un cavidad.

Con mi mano libre, aparte a Victoria de su actividad para incorporarme de rodillas y acercar mi húmedo y duro miembro a la boca de aquella chica que miraba ojiplática mientras separaba sus labios, señal inequívoca que deseaba que comenzase la introducción. Agarrando su rostro con una mano y agarrando mi miembro con la otra logré mi cometido.

  • ¡Ahí, ahí! Traga como una perra – animó Victoria a su amiga. – Quiero ver como haces una buena mamada, sigue sigue.

  • ¡Anda que tú! Te veía con ansia – respondí en tono jocoso – Te voy a dar una ocupación.

Agarrando con firmeza de su cabello, la guie hacia la entrepierna de su amiga con intención de que en vez de hablar, realizase una buena labor con su lengua. No fue buena idea. Ninguna de las dos estuvo cómoda ante tal situación porque lo que decidí tomar cartas en el asunto y ocuparme personalmente de que sus sexos notasen mi cálida y curiosa lengua. Durante varios minutos fui alternando de una muchacha a otra dejando que múltiples fluidos y jugos vaginales se entremezclaran en mi boca. Estaba disfrutando, pero todavía faltaba lo mejor.

Tras cumplir una de mis fantasías al lograr que ambas chicas me lamiesen el miembro a la vez, decidí que era el momento. Alargué la mano hasta alcanzar la caja que había traído y saque uno de los preservativos. Se lo cedí a una de las feladoras que con cierta dificultad logro al final colocármelo correctamente.

  • ¿Quién va a ser la primera? – pregunté entusiasmo deseoso de clavar la espada en sus hendiduras. - ¿No os decidís? Te ha tocado.

Agarré a Rosana de su brazo ayudándola a levantarse y la acerque al borde de la cama donde me recliné sobre ella para iniciar la penetración. Muy lentamente, comencé a empujar sobre su cadera bajo la atenta mirada de Victoria y los gemidos que soltaba debido a la auto-estimulación que llevaba a cabo mientras esperaba su turno.

Las arremetidas se sucedían, variando la intensidad, más rápido, más despacio. El entrar y salir de mi sexo sobre los suyos nos estremecían y agotaban. Este vaivén de emociones que conlleva el sexo se apoderaba de nuestros cuerpos. Estaba al borde del éxtasis. Iba a estallar y tenía que ser a lo grande.

  • Voy a correrme – dije entrecortadamente debido al esfuerzo mientras me retiraba el preservativo.

  • Puedes correrte dentro de una de nosotras.

  • La verdad es que tengo en mente un plan mejor. Poneos de rodillas porfa. – dije mientras señalaba el lugar apropiado.

Me acerque a ellas mientras sacudía con la mano con fuerza buscando echar hasta la última gota de mi líquido sobre sus rostros. Ellas, impacientes, expectantes. Yo, cargado, extasiado. Culminé.


Nota del autor: Después de mucho tiempo y de los tristes acontecimientos con mis anteriores relatos, aqui les presento mi nueva pieza que pretendo disfruten.

Trataré de escribir con más frecuencia las historias que durante este periodo he estado ideando.

Para todos aquellos que ya me conociesen, agradecer que tomen parte de su tiempo en volver a retomarme entre sus lecturas, este relatos va dedicado a esas personas.

Como siempre, me gustaria que dejases tus opiniones y comentarios acerca del relato y del tema empleado en el mismo.

Un saludo.