Seúl Saranghae - 3

Seguimos con la historia de Jun...

Parte 3

Los zumbidos del móvil le despertó soltando un gruñido nada amigable. Con los ojos cerrados seguía tumbado en la cama de aquel hotel que por primera vez visitó. Cuando pudo abrir los ojos miró en la dirección donde la chica dormía pero no se encontraba en aquel lugar, se extrañó. Le dolía demasiado la cabeza, tampoco es que bebiera demasiado, nunca se le dio bien el alcohol. Acarició su pene nada más ponerse de pie, seguía en reposo tras la noche anterior.

-¿Hola? –dijo en voz alta para que la chica le escuchase desde el baño.

Nadie respondió. Se acercó sigilosamente, la puerta abierta y nadie en el interior. Sonrió sabiendo lo que aquello significaba.

-A esto es lo que llaman choque y fuga… -murmulló- Siempre hay una primera vez –dijo cogiendo el pantalón del suelo y buscando el móvil en uno de los bolsillos.

Varias llamadas de Joon Woo y otras tantas de su madre y la inmobiliaria. Primero llamó a su madre. Le cayó una buena por dormir fuera de casa sin avisar, que si tenía el corazón en el pecho, que iba a darle algo de los nervios, lo típico en las madres… ya sean coreanas o de cualquier lugar del globo. Justo después de colgar llamó a Joon Woo.

-¿Qué pasa? –preguntó bostezando.

-¡Te he estado llamando toda la mañana! –gritó- ¿Cómo has podido darle mi número a los de la inmobiliaria? –preguntó indignado.

Mierda, la inmobiliaria. Miró la hora del reloj y pasaba una hora desde que tenía que haber llegado a uno de los locales que tenía pensado rentar.

-Joder… ¿has hablado con ellos? –preguntó Jun.

-Si –parecía más calmado- He tenido que elegir por ti así que no pongas el grito en el cielo si no te gusta el local que he escogido… ¡Te fueras levantado antes! –volvió a gritar y colgó el teléfono sin dejar hablar a Jun.

Antes de salir del cuarto aquel se lavó bien la cara y se adecentó lo más que pudo. La ropa se veía bastante arrugada. Dejó las llaves en el mostrador aguantando varias risitas de las chicas que atendían. Salió del hotel y fue en busca del coche. Las calles estaban abarrotadas de personas que corrían de un lado a otro chocando para después pedir disculpas agachando la cabeza. No tardó en llegar a la inmobiliaria donde le esperaba Joon Woo con mala cara. Casi no lo miró y entró en las oficinas. Se pusieron de acuerdo en el dinero a pagar mensualmente, incluso le hicieron una leve bajada que, aún siendo poco, siempre venía bien. Se ausentó unos minutos para sacar el dinero para pagar dos meses, el mes que comenzaba y el que debían dar por si había algún destrozo que otro. Se dieron la mano amistosamente antes de despedirse. Nada más salir Joon Woo se lanzó al cuello de Jun.

-Ya te vale… ya te vale –farfulló entre dientes.

-No te enojes, me he quedado dormido… lo siento, ¿vale? –se disculpó.

-¿Ligaste? –preguntó sonriente borrando el cabreo en un abrir y cerrar de ojos- Llevas la misma ripa que anoche… -silbó al ritmo de la canción de moda.

-Que listo eres… -se hizo el interesante- Si ligué, pero si te cuento lo que pasó no te lo creerias –rió con ganas.

-Dímelo, venga –dijo Joon Woo con voz de niña y haciendo movimientos femeninos.

-Deja de hacer eso, es incómodo para mi… sé que eres especial sobre tus gustos pero prefiero que lo dejes oculto ante mi –aumentó el ritmo de las piernas alejándose de su amigo.

-¿Quieres morir? –gritó a su espalda Joon Woo acercándose peligrosamente.

Su amigo eligió bien el local. Es cierto que solo eran dos los que le gustaron e iban de maravilla para lo que tenía pensado montar. El local era bastante pequeño y humilde pero valía para empezar. Una pequeña salita donde pondrían el mostrador de consultas, con varios sillones para que los clientes esperaran cómodamente. Tres habitaciones, una sería donde trabajarían Joon Woo y Jun, otra en la que, si todo iba bien, trabajarían las personas que contratasen. Y por último la joya de la corona. Una habitación más amplia que las demás, donde por cierto debería de construir un set de grabación de última generación si era necesario. Lo malo es que el dinero no le llegaba ni de lejos y tenía que pedir un préstamo para abaratar esa construcción. Viendo como está la economía mundial iba a ser muy difícil poder sacarle algo a los bancos, si la cosa se pusiera muy mal tendría que acudir a su padre para pedirle dinero dejando claro que se lo pagaría mes a mes.

Nunca le ha gustado pedir dinero a sus padres, lo veía algo infantil y él no era así. Siempre independiente, sacándose las habichuelas de fuego él solito, sin ayuda. Cuando estudiaba en la secundaria tenía un trabajo de medio tiempo donde sacaba algunas pelas para los caprichos típicos de un joven en la pubertad. Casi se lía la de Dios padre cuando al cumplir dieciocho años sus padres le regalaron el todoterreno, tuvo que agachar la cabeza y dar la gracias por el regalo, porque era eso, un regalo de cumpleaños. Pero ahora, con todo el esfuerzo que había hecho para ahorrar dinero en su estadía en Estados Unidos, irle a pedir prestado a su padre no le hacía ninguna gracia, en absoluto. Pero quien algo quiere, algo le cuesta y él no va a ser la excepción.

La conversación con los del banco no fue nada bien, y veía venir lo que se esperaba desde un principio. Le sentó como una patada en el estómago, pero aún no estaba todo perdido y el señor banquero le llamaría para más noticias. Investigaría terrenos a su nombre, automóviles, lo típico vamos. Lo malo es que no podía poner el coche para cubrir aquello, no le darían el dinero necesario y además podía perderlo si no iban bien las cosas. Al menos tenían alquilado el local que es mejor que no tener nada.

Casi toda la mañana no paró en casi ningún momento. Al llegar a casa fue directo a la cocina vaciando el frigorífico del hambre que tenía. Normal, no se llevaba nada al estómago desde que saliera de casa el día anterior.

-Que bonito… -escuchó Jun a su espalda- Pareces un ladronzuelo hijo –le agarró de la camiseta tirando de él y alejándole del frigorífico.

-Mamá tengo hambre –dijo con la boca llena, casi no se entendía sus palabras.

-¡Come con la boca cerrada guarro! –gritó dándole un golpe en la cabeza.

-¡Eso duele! –se rascó la cabeza intentando que el dolor se fuera con más rapidez.

-Tienes algo de comida en el horno –puso cara de asco- Tienes restos de comida por la boca –cogió una servilleta de papel y lo limpió como si de un bebé se tratase.

-¿Tengo cara de niño? –preguntó poniendo voz de renacuajo.

Hye Sun sonrió dulcemente y sacó una fuente repleta de pollo. Muslos por un lado, alas por el otro, pechuga más allá. Y el olor magnífico. Se le hizo la boca agua en el trayecto que tenía que recorrer el muslo del plato a su boca. Lo saboreó con gula, masticando lentamente.

-¡Que rico! –gritó con los ojos abiertos- Como he echado de menos tu comida mamá.

-Come despacio –sonrió- ¿Quieres un poco de kimchi? –preguntó levantándose. Jun la agarró de la mano sentándola de nuevo.

-Con esto tengo suficiente, gracias –mordió un nuevo muslo.

-¿Qué tal anoche? –preguntó disimuladamente Hye Sun.

-Lo normal, ya sabes… -intentó sonar calmado.

-Ya veo… ¿alguna chica? –le dio una patada.

-Nada fuera de lo normal –bebió un trago del vaso de agua.

Por suerte Hye Sun terminó la conversación cambiando de tema. Le sonsacó sobre el local, la inmobiliaria, el banco. Volvió a recordarle que ellos le ayudarían si lo necesitaba. Al decirle eso le comentó sobre el banco y los problemas que este le ponía por no tener casi nada a su nombre y demás.

El resto del día lo pasó en casa, tranquilo, acompañado por sus hermanas y madre. A cierta hora de la tarde recibió una llamada de la persona que menos esperaba que le contactase a su vuelta. Terminaron más mal que bien y era una sorpresa para Jun.

-¿Si? –contestó el móvil sin conocer al dueño de aquel número.

-Hola Jun… -dijo aquella voz que tantos recuerdos le trajo. Esa voz dulce que lo tuvo loco por tantos años que ni recordaba cuando su corazón empezó a palpitar más rápido al estar con ella.

-Sun Hi… - soltó un suspiro más por sorpresa que por la incomodidad de la llamada.

-Quiero verte –aquello le sonó a una orden- ¿Puedes venir ahora? –preguntó sin esperar a que Jun le cortase en seco.

-No sé si es lo mejor –rechazó de buenos modos.

-Por favor, quiero verte. –volvió a pedir.

-¿Dónde? –cesó en su empeño demasiado fácil, siempre era débil ante sus pedidos.

-Ahora tengo casa propia, te mando la dirección por mensaje. Te espero –un suave hasta ahora y cortó la llamada.

Se duchó y vistió rápidamente. El sonido del desodorante saliendo del bote metálico y más frio de lo normal no le impidió escuchar el timbre del móvil avisándole del mensaje recibido. Abrió el mensaje y memorizó la dirección, una, dos y tres veces repasó aquella dirección con los nervios en la boca del estómago. Creía que ya no era dócil ante ella, miles de veces fantaseó con esa llamada pero él respondía mil veces con una negativa rotunda, fuerte y colgaría.

Se despidió de la familia con un adiós desde la puerta y salió montándose en el coche. Por suerte vivía cerca de casa y no tuvo que conducir demasiado trayecto hasta llegar a casa de Sun Hi. Aparcó el coche en uno de los aparcamientos cercanos al bloque gigantesco que decía la dirección. Bajó y caminó hasta la entrada. En la puerta, bien escondidos, se encontró con varios periodistas esperando seguramente por Sun Hi. Es una estrella famosa en Corea del Sur, tendría que cuidarse de algún escándalo. Aquello le recordó que no debería de haber aceptado su pedido, negarse rotundamente y ahorrarse salir en las televisiones o revistas por alguna pillada junto a ella.

Nunca le gustó ser el centro de atención porque siempre lo fue. Sus rasgos occidentales eran el principal problema, claro que había cosas buenas en aquello. Lo de gustar a las chicas era obvio, pero además la forma en que lo miraban cada vez que iba a clase, no pasaba desapercibido.

Entró en el ascensor y pulsó el número cuarenta y tres, se cerró la puerta y empezó a subir lentamente. La puerta se abrió y saliendo del ascensor giró a la derecha. La puerta de enfrente tenía que ser la correcta según el mensaje. Cuando se disponía a tocar el timbre se abrió tras él la otra puerta que quedaba justo en frente de la casa de Sun Hi. Detuvo su intención y disimuló trasteando con el móvil. Miró en dirección a aquella casa de la que salía una mujer que a Jun le pareció demasiado atractiva. Se quedaron mirando a los ojos y recordó de quien se trataba. La actriz del momento, Kim Sum. Sonrió divertido al ver que pequeño era el mundo.

-¿Se puede saber que le hace tanta gracia? –preguntó aquella mujer secamente.

-Disculpe, es que es la segunda vez que la veo en persona –dijo Jun sonriendo levemente.

-¿Quiere un autógrafo? Porque no eres el primer fan inestable psicológicamente que me sigue hasta casa –dijo aquella mujer dejando ver el ego inmenso que tenía.

-No estoy “loco”. Bueno, quizás un poco por responder a sus malos modales con alguien a quien no conoce en lo absoluto. –se acercó a la mujer- Y no quiero ningún autógrafo de usted, gracias por ofrecérmelo. –se quedó tan ancho después de retar a la mujer.

-Sonrió irónicamente- ¿Nos hemos visto antes? –preguntó interesada.

-Se lo he dicho al principio ahjumma 1 . –supo al instante que la palabra ahjumma le sentaría como una patada en la boca del estomago.

-¿Ahjumma? –el color de su cara iba cambiando con el paso de los segundos- ¿Crees que soy una ahjumma? ¡Bastardo! –gritó enloquecida.

-Perdone usted, quizás he sido demasiado. –sonrió de nuevo, iba a meter aún más la pata- Las ahjummas tienen más respeto del que usted profesa a las personas. –supo lo que venía a continuación. La bofetada de la mujer resonó en todo el rellano y parte de las escaleras.

Jun la miró con los ojos desorbitados. Acarició con su mano izquierda la mejilla.

-¿Se puede saber que está pasando aquí? –de nuevo esa voz dulce, ahora sin la interferencia de móvil. -¡Jun! –gritó al ver la mejilla enrojecida .

Se acercó rápidamente y acarició la zona afectada con dulzura. Se le caía la baba mirándola. Su pelo había cambiado, el color natural azabache ahora era rubio platino. La sentía más alta, más guapa, mas mujer.

-¿Por qué le has puesto la mano encima? –preguntó desafiante Sun Hi.

-Parece que os conocéis… -dijo Kim Sum con un tono de voz lleno de segundas intenciones.

-No es de tu incumbencia… y por cierto, ni se te ocurra volver a tocarle un pelo porque sí que me verás muy, muy enfadada. – amenazó sin separar su mano de la cara de Jun.

-No te pongas así, estrella del Kpop… -sonrió- Es la primera vez que toco a uno de tus muchos invitados masculinos y no ha sido para quitártelo –se acercó a Jun con un movimiento demasiado sexy. –Aunque… -puso un dedo en los labios de Jun y acarició de lado a lado- Puede que me lo replantee en un futuro próximo –volvió a sonreír dejándolos con la boca abierta a los viejos amigos.

Ninguno habló después de aquello. Entraron en silencio y estando dentro fue cuando Sun Hi le preguntó por algo de beber, aceptó un refresco. Estaba muy nervioso y no de la estrella lo hacía aún peor si cabe. Abrió el refresco tirando de la hebilla y el sonido le atoró los oídos. Maldita sea, solo es un reencuentro, nada más, solo estaría unos minutos, se iría y volvería a ser el chico seguro de los últimos meses.

-¿Qué tal por Nueva York? –rompió el silencio Sun Hi preguntando  para enfriar la situación.

-Bien… -respondió nervioso.

-¿Y de chicas? –sonrió sabiendo lo que conllevaba esa pregunta.

-Casi no he podido socializar con los estudios… -volvió a responder escueto.

Sun Hi asintió y callaron de nuevo. La situación era demasiada tensa.

-Quien lo diría –sonrió- Con lo fácil que era hablar hace un año y míranos ahora –dijo Jun.

-Si, la verdad es que solo ha sido un año pero parece como si fuera sido mas –sonrió dulcemente Sun Hi.

-¿Qué tal con tu grupo? –recalcó demasiado el tu. No quería parecer cabreado, aunque lo estuviera.

-De maravilla, acabamos de volver de Japón hace unas semanas y la verdad estamos muy contentos. –se mostraba feliz- Tu hermana me dijo que quieres abrir una discográfica –quería sonsacarle.

-Si –rió- Mis sueño, como bien sabes, es dedicarme a la música. No tengo la voz, ni el talento con los instrumentos, pero sé componer bastante bien y con ayuda de Joon Woo y su genial oído creo que podemos sacar adelante esta locura que todavía no ha empezado pero  creo que nos irá bien. –dio un largo sorbo del refresco.

-Siempre te he dicho que lo que te propongas lo conseguirás –levantó la mano acariciando la mejilla de Jun.

-Me acuerdo –sonrió recordando todas las veces que lo apoyó y le dio ánimos.

La mano de Sun Hi seguía acariciando la mejilla de Jun suavemente. La caricia de mano completo dejó paso a solo dos dedos, índice y corazón, que llegaron rápidos a los labios de él. Se miraron.

-Creo que debería irme… es… es tarde y tendrás que descansar. –intentó huir.

-Un poco mas –se acercó lentamente hasta que chocó su nariz con la de Jun y le besó. Suave y lentamente, sin prisas.

Jun la apartó con dureza y se levantó del sillón.

-No –dijo serio Jun.

-¿Por qué? –preguntó levantándose Sun Hi y acercándose hasta él.

-Sabes porque… y no voy a caer de nuevo –comenzó a caminar hasta la puerta pero Sun Hi lo agarró de brazo con fuerza.

-Te pedí perdón Jun –lo miró a los ojos.

-¿Crees que con solo pedir perdón todo vale? Me dolió que aceptaseis sin consultarnos, éramos un grupo… éramos amigos… éramos novios. –se cabreaba más por momentos.

-Lo sé… y lo siento –resopló- Sé que no lo hicimos bien, que no lo hice bien.

Jun la miró con ternura recordando como era antes de todo aquello. Ahora él acarició la mejilla de Sun Hi suavemente y se acercó para besarla. Al principio suave, despacio, tranquilo. Sun Hi sacó su lengua y se entrelazaron con agresividad abrazándose con dureza. El pene de Jun empezó a crecer dentro de sus vaqueros chocando con el vientre de Sun Hi. Dejaron de besarse durante un momento en el que se quedaron mirando con lujuria. Los ojos de Sun Hi eras los mas eróticos que había visto desde hace mucho tiempo. La mano de ella acarició el pene suavemente para más tarde frotar con fuerza más tarde y volvieron a besarse.

Jun la cogió en brazos y la tumbó en el sillón levantando suavemente la falda color pastel y apareciendo sus braguitas blancas donde se marcaba totalmente los labios de la chica. Lentamente bajó la ropa interior quedando a descubierto la vagina de Sun Hi a la que rauda y veloz llegó la lengua de Jun pasándola de arriba abajo lentamente. Bebió de la fuente durante unos minutos hasta que Sun Hi llegó al orgasmo tensándose todo su cuerpo menudo. Dejó que se recuperara unos segundo en los que él se quitó toda la ropa hasta que quedó totalmente desnudo. Ayudó desnudándola completamente deseoso de ver esos pechos que se escondían bajo la camiseta y sujetador a juego con las braguitas. Los lamió con furia. Ahora Sun Hi era la que llevaba la batuta de la situación devorando con gula el pene duro de Jun tragándoselo casi al completo. Qué gozada, que sensación.

Sentado acariciaba el pelo de Sun Hi gimiendo. Al ver que el pene de Jun empezó a palpitar avisando de su orgasmo, dejó de chupar aquel caramelo para introducirse el pene lentamente a la vez que se dejaba caer sobre él. Quedaron de nuevo mirándose a los ojos mientras que el sexo de Sun Hi se acomodaba totalmente al pene de Jun… y comenzó a cabalgar cual amazona a lomos de su caballo. Los gemidos de ambos inundó el amplio apartamento resonando el eco. Sus cuerpos sudorosos se mantenían pegado cada vez que Sun Hi caía penetrándose completamente el pene de Jun en su interior. No tardaron en llegar ambos al orgasmo acabando Jun fuera de la vagina de Sun Hi dejándola totalmente húmeda del semen caliente recién expulsado. Quedaron tumbados frente a frente, mirándose a los ojos, besándose suavemente y descansando su cabeza apoyada en su pecho y el observándola hasta que los ojos se le cerraron.

Ella a la que tanto amó yacía junto a él desnuda. Podía ser un error, seguro era un error, pero iba a disfrutar aunque solo fuese esa noche… Mañana Dios dirá.

Continuará…

Ahjumma – Señora. Es una señora de media edad, se puede utilizar para llamar a las amigas de la madre y las señoras de las tiendas o ventas ambulantes. Para las mujeres de “clase” es una ofensa que la llamen así, para ellas solo se le llama de esa forma a las mujeres de baja posición social.