Seúl Saranghae - 1

Nueva serie que comienza... si os gusta lo asíático y lo coreano en especial debéis leerlo...

Parte 1

-Señores pasajeros, bienvenidos al aeropuerto internacional de Incheon, permanezcan sentados, y con el cinturón de seguridad abrochado hasta que el avión haya parado completamente los motores y la señal luminosa de cinturones se apague. Los teléfonos móviles deberán permanecer totalmente desconectados hasta la apertura de las puertas. Les rogamos tengan cuidado al abrir los compartimentos superiores ya que el equipaje puede haberse desplazado. Por favor, comprueben que llevan consigo  todo su equipaje de mano y objetos personales. Les recordamos que no está permitido fumar hasta su llegada a las zonas autorizadas de la terminal. Si desean cualquier información, por favor diríjanse al personal de tierra en el aeropuerto; muy gustosamente les atenderán. Muchas gracias y buenas noches.

¿Cuánto había pasado? Un año y pocos meses. Todo ese tiempo ha estado estudiando en Nueva York un máster. Desde pequeño siempre quiso estudiar algo que le acercara a su gran pasión, la música. Por fin tenía ese título que le acreditaba como Productor Musical y además con honores.

-Señor se olvida su cartera –la voz de la azafata lo sacó de su ensimismamiento, se dio la vuelta y agradeció con un leve gesto de la cabeza hacia abajo.

Se colocó los cascos tapando los oídos y siguió su camino. Empezó a sonar Black Dog de Lez Zeppelin nada más cruzar las puertas de cristal automáticas del aeropuerto, respiró hondo. La oscuridad de la noche hacía más bonita la ciudad, las luces de las farolas y los rascacielos.

-Echaba de menos el aire de Seúl –sonrió y siguió su camino hacia la parada de taxis.

Se dio cuenta como el conductor del taxi le quiso timar creyendo que no sabía hablar coreano. Fue muy gracioso como se le cambió la cara cuando le escuchó hablar perfectamente el idioma. En el trayecto recibió varios mensajes de amigos que había dejado en Nueva York, felicitándolo por sus grandes notas y regañándolo por irse sin avisar siquiera. No contestó a los mensajes, más por cansancio que por otra cosa, siempre solía contestar cuando el móvil sonaba, era de educación. Por fin llegó hasta la dirección, distrito Gangnam, Cheongdam. Uno de los barrios de más alto standing de Seúl.

Presidentes de grandes empresas, los llamados CEO, multimillonarios con hijos mimados y que hacen lo que les da la gana sabiendo que papá y mamá los sacarían de cualquier apuro. Él lo sabía mejor que nadie, toda su infancia rodeado de esos críos maleducados le hizo conocer los miedos que tenían, tratando de esconderlos usaban la violencia gratuita con el pringadillo de turno. Nunca abusaron de él, no, pero era consciente que al no tener los ojos alargados y siendo blanco de piel no pasaba desapercibido. Aunque el ser occidental tenía sus cosas buenas, ligar era bastante fácil, además su cuerpo ayudaba bastante gracias a los genes de su padre. Eso sí, ningún padre coreano lo querrá como yerno. Prefieren un buen chico de la nación, que les dé nietos con pedigrí.

Su padre Juan, un español que con un hijo de cinco años a cuestas se mudó a Corea del Sur gracias a una jugosa propuesta del hospital más importante del país. Pudo ser una forma de huir, sus padres muertos, no tenía hermanos ya que era hijo único y lo peor de todo la traición de su esposa que como dijo aquél, se fue a por tabaco y no volvió. Después de las primeras preocupaciones abrió los ojos dándose cuenta de que su mujer lo había abandonado por otro tipo. Los inicios no fueron nada buenos, como padre soltero tenía que hacer de padre y de madre a la vez. Horas de sueño faltantes y poca vida social eran su día a día. Todo lo malo trae algo bueno, conoció a una preciosa coreana de nombre Hye Sun que lo enamoró hasta las trancas. Lo embrujó con su sonrisa y la dulzura de su voz. Mujer divorciada, al igual que Juan, pilló a su esposo con la secretaria y todo se fue al garete. Sus sueños por hacer una familia y tener hijos acabaron de un plumazo. Lo único que le quedaba era su trabajo de abogada, su familia, que poseía bastante dinero, y los viernes donde ayudaba a las enfermeras del hospital. Ahí fue donde se conocieron.

Juan, como buen español, la cortejó de todas las maneras posibles. Todavía chapurreaba el idioma pero se le entendía, poco, pero algo es algo. Entre tiras y aflojas por fin aceptó una invitación a cenar que su trabajo le costó. Lo gracioso fue que aceptó ir a cenar con él cuando conoció a Juan pequeño, es decir, a su hijo. Juan, padre, vio una luz brillante en los ojos de Hye Sun y en ese justo momento supo que se casaría con ella y serían felices, por lo menos lo intentaría.

Juan hijo, al que le tuvieron que cambiar el nombre en familia por el de Jun, para evitar equivocaciones al hablar con padre e hijo, al conocer a Hye Sun conectó al instante con aquella mujer sonriente. Muchas veces, Hye Sun, le cuenta la primera vez que le dijo mamá. Llevaban pocos meses de casados y un año de conocerse, todo fue muy rápido, se le llenaron los ojos de lágrimas y abrazó a Jun hasta al punto de asfixiarlo. Desde ese día la conexión entre madre e hijo llegó al máximo siendo confidentes el uno del otro.

Buenas noticias llegaron antes del primer aniversario de bodas, serían padres por segunda vez. Una preciosa niña a la que llamaron Min Ji, convirtió a Jun en hermano mayor, o como suelen decir en Corea del Sur, Oppa 1 . Vivo retrato de su madre. Jun con sus recién siete años cumplidos hizo a la perfección de hermano mayor, lavaba a su hermana todas las noches bajo supervisión de mamá. Cuidó a su Dongsaeng 2 y le tapó sus travesuras. La familia se completó con el segundo embarazo de Hye Sun, Ha Neul es la hija más pequeña y la más rebelde de todos los hijos del matrimonio compuesto por Juan y Hye Sun.

-Ya hemos llegado señor –dijo el conductor esperando el dinero que Jun le debía.

Bajó del taxi tras pagar y dejando una pequeña propina al conductor que sonrió feliz al ver que con ese dinero podría comprarse una botella de soju para después de trabajar. Llegó hasta la puerta de casa, las luces encendidas y risas en el interior se escuchaban a pesar de la longitud que separaba la casa del portón. Sacó sus llaves y abrió la puerta. Anduvo todo el jardín hasta la puerta principal, dos golpes en la puerta y el grito de su madre desde el interior.

-¡Ya voy! –gritaba Hye Sun.

Jun sonrió al escuchar de nuevo a su madre sin un teléfono de por medio y miles de kilómetros. Esperó hasta que su madre abrió.

-¡Jun! –gritó Hye Sun como loca abrazando a su hijo después de un año sin verlo cara a cara.

-Mamá me ahogas… -dijo Jun intentando zafarse de los brazos maternos.

Las carreras que se acercaban eran Min Jin y Ha Neul.

-¡Oppa! –gritaron las dos a la vez apartando a su madre de un empujón y tirándose hacia el pobre Jun que se había metido en peor lío que tener a su madre apretándolo. Porque a pesar de que su padre y él llegaban al metro noventa, las mujeres de la casa eran bajitas pero tenían más fuerza que los dos hombres juntos.

-Me ahogáis… -las apartó con fuerza y quedó liberado, por fin.

Ahora sí que se sentía completo.

-¿Y papá? –preguntó Jun agarrando las maletas y entrando en el hogar familiar.

-Tiene guardia esta noche, ya verás lo contento que se va a poner cuando le dé la noticia de tu regreso. –dijo Hye Sun feliz.

Llevó sus cosas al piso de arriba donde se encontraba su cuarto. Todo se mantenía igual como el día de su marcha. La cama con las mismas sábanas y sin ninguna mota de polvo, su madre la limpiaba a pesar de que él ya no estaba. En la mesa junto al ordenador encontró una foto que se hizo meses antes de partir a Nueva York. En ella se encontraban cinco personas, dos chicas y tres chicos con artilugios musicales agarrados. Joon Woo, Ne ri, Hyun So, Sun Hi y Jun. Todos se hicieron amigos en el instituto, luego crearon un grupo de música esperando ser famosos y luego se enamoraron. Su primer amor fue y será Sun Hi, por cosas del destino rompieron y él se fue a estudiar a Nueva York. No tiene contacto con ninguno salvo con Joon Woo. Los demás eligieron la fama antes que la amistad, y ahora son bastante famosos en el mundo del Kpop 3 . La discográfica eligió a los tres y apartaron del grupo a Joon Woo y a Jun. Quizás la única que dudó a la hora de firmar por esa empresa era Ne Ri, pero al final firmó.

Después de aquello cada uno tiró para el lado que más le convenía. Por suerte para Jun le aceptaron para hacer el máster soñado desde su juventud y para allá que se fue. Pero todavía tiene ese triste recuerdo de lo que pasó y no pudo ser entre Sun Hi y él. El tiempo hace olvidar y para él fue justo así. Sun Hi era preciosa, sigue siendo preciosa por las veces que la ha visto en las portadas de las revistas coreanas que compraba en Nueva York. Para Jun, desde siempre las coreanas han sido las asiáticas más bellas y eso que ha conocido a muchas mujeres de ese continente gracias a las fiestas y a la posición social que su padre tenía gracias a su esfuerzo y trabajo.

Pero eso ya era pasado y él no era del tipo depresivo total que muere sin n está con la persona amada. Bueno, quizás es porque no ha conocido el amor verdadero y solo vivió el primer amor que al final siempre es el que no se olvida pero no tiene porque ser el amor verdadero.

Lo gracioso de la relación que tuvieron es que jamás pasaron de algunos besos apasionados, si algo son los coreanos es que son bastante tímidos en comparación a los europeos o americanos por poner un ejemplo. Jun tampoco quiso ir a más, su cuerpo se lo pedía, pero nunca quiso faltarle al respeto. Eso sí, no es virgen, ni se le acerca. En su viaje conoció a muchas chicas que no se dejaban llevar por el “que dirán” y disfrutaban de su sexualidad por completo. Como el primer amor, la primera vez nunca se olvida y por desgracia la de Jun fue maravillosa cuarenta segundos hasta que se vino por primera vez en el sexo femenino. La cara de pocos amigos de la chica lo decía todo, así que para reparar algo lo jodido le hizo una lamida de vagina hasta que la chica llegó al orgasmo dos veces. Le costó, era la primera vez  que saboreaba el fruto femenino, no era desagradable salvo los primeros segundos, después era maravilloso lamer aquellos labios.

La segunda vez que una mujer le invitó a su cama sí estuvo más a la altura de las circunstancias, al menos la chica se lo hizo saber a la mañana siguiente. Aprendió a no mantener tenso los músculos del pene a cada embestida, eso le haría llegar mucho más rápido al orgasmo y no quería que volviera a suceder. Llegaron muchas chicas, nada serio, algunas más recatadas que otras, otras más salvajes y las demás dulces como princesas.

-¿Has colocado ya tu ropa? –preguntó su madre entrando en la habitación.

-No… solo miraba el cuarto, lo he echado de menos –contestó subiendo la maleta encima de la cama y abriéndola- ¿Te han dado mucha la latas las niñas? –sacó un montoncito de ropa muy bien doblada y la dejó sobre la cama.

-Lo típico –dijo Hye Sun ayudando a su hijo a sacar la ropa- Son adolescentes al final, tú pasaste por eso. –acarició la cara de su hijo dulcemente- Estás cambiado, ya no eres virgen… ¿a qué no? –le dio un golpe en el brazo con cara divertida.

-¡Mamá! –gritó Jun. nervioso- Esas cosas no se preguntan –llevó un montón de la ropa y la colocó en el armario.

Calló unos segundos con las risas de Hye Sun taladrándole la cabeza. Esa era su madre, todo se lo tomaba a broma y lo peor era que su hobby favorito era meterse de esa forma con su hijo.

Gracias a la pesadez de su madre tuvo que bajar para comer algo antes de irse a dormir. Unos platillos de carne a la plancha, arroz y kimchi 4 .Maldita sea, cómo echaba de menos la comida de su madre. Durante la comida conversó bastante con sus hermanas, les enseñó fotos que se había hecho con cantantes mundialmente famosos. La verdad es que alardeó bastante para hacer que se sintieran orgullosas por su hermano mayor.

No tardó en irse a dormir dándoles un beso a cada una de ellas. Una ducha calentita y se quedó dormido en milésimas de segundo. Sobre las dos de las mañana escuchó la puerta abrirse lentamente y los pasos acercándose. Sus hermanas pequeñas se metieron en la cama dejándolo a él en el medio, y así pasaron la noche hasta que amaneció.

Al despertar, sus hermanas seguían como troncos, la mayor incluso pareció escucharla roncar levemente. Las arropó y se metió de nuevo en la ducha. Como cada mañana su pene presentaba batalla totalmente erguido. Bajó su mano y ayudado con el gel de ducha comenzó a subir y bajar la piel lentamente, se imaginaba las chicas con las que se había acostado alguna vez. Recordó una pelirroja con pecas en la nariz que hacía unas felaciones legendarias, una, dos, tres minutos y llegó al orgasmo más rápido de lo habitual. Se secó y peinó con un poco de gomina, perfecto. Eligió unos vaqueros que dejó por debajo de los calzoncillos haciendo que las letras D&G se vieran en el frontal. Una camisa de cuadros azul y la cazadora negra que compró en una de las tiendas de Nueva York, para terminar la gorra con las letras NY de color azul. Estilo casual, juvenil y lo normal que solía usar en la ciudad que nunca duerme.

Tras haberse perfumado se dirigió hasta la cocina donde su madre se oía trastear con los platos. Si bien eran de almorzar y cenar comida coreana, en el desayuno lo normal eran las típicas tostadas con mantequilla o sobrasada que traían desde España expresamente para ellos. Hye Sun sabía cocinar muy bien, incluso decidió aprender algo de comida española. La tortilla de patatas era exquisita pero la paella era otro cantar, tenían que hacer de tripas corazón cada vez que se lo tenían que comer. Lo gracioso era que a su padre le volvía loco la paella que hacía su mujer, el amor, o mal gusto.

-Buenos días señorita… -dijo Jun dándole un beso en la mejilla a su madre- ¿Cómo ha comido esta noche, señorita? –se sirvió un poco de café en su taza preferida que tenía preparada su madre como cuando era pequeño.

-De maravilla hijo –le sirvió un poco de leche a su hijo para aclarar la oscuridad del café.

-¿Cuándo termina de trabajar papá? –volvió a preguntar Jun esparciendo la mantequilla sobre el pan tostado.

-Para las doce más o menos, ¿vas a ir a darle una sorpresa? –mordisqueó la tostada que le había preparado su hijo.

-¡Claro! –rió- No se esperará nada mi vuelta –dio un sorbo al café.

Desayunaron tranquilamente contándose batallitas. Cuando llegó la muchacha de la limpieza se presentó y su madre lo puso por las nubes, alardeando de hijo, que se note.

Se le hacía tarde para llegar al hospital. Se despidió y cogió el todoterreno que le regalaron cuando cumplió dieciocho años. Le costó acostumbrarse al tráfico de Seúl, se acordaba poco de las calles. Tuvo que preguntar a una señora por la dirección hasta el hospital.

Dejó el coche en el parking del hospital. Se sentó en uno de los bancos situados en el jardín del hospital, se colocó sus gafas de sol, el sol molestaba bastante. Todavía quedaba un rato para lo hora en la que su padre salía así que se entretuvo viendo la gente pasar de un lado a otro. En un momento dado, varias furgonetas de televisión aparcar y salir los periodistas como alma que lleva al diablo. Por la puerta del hospital salió una mujer junto a dos personas y los periodistas se fueron a por ella como abejas a la miel. A lo lejos escuchaba como los reporteros preguntaban como locos sin parar.

-Señorita Kim Sum, ¿es cierto que mantiene un romance con el presidente de la discográfica Corea Records? –gritaban sin parar ese tipo de preguntas.

-La señorita Kim Sum no responderá a ese tipo de preguntas –decía uno de los dos acompañantes de la chica apartando a los reporteros.

Jun observaba la escena divertido. Se había dado cuenta que la chica apretaba la mandíbula a cada pregunta de los reporteros, cansada estaba preparada para saltar con alguna bordería pero el acompañante habló antes de que se liara más de lo que se veía. No aguantó mucho y rompió a carcajadas cuando uno de los reporteros se calló de culo rompiendo la cámara de fotos. Volvió a mirar a la chica famosa y esta lo miraba con cara de pocos amigos, se le cortó la risa de cuajo y agachó la cabeza en señal de disculpa. La mujer giró la cara con aires de grandeza y siguió su camino hasta el coche.

-¿¡Así que es verdad que mi hijo ha vuelto!? –escuchó Jun a su espalda.

-Y yo que quería darte una sorpresa –se giró hacia su padre y se dieron un abrazo- ¿Quién se ha chivado? –preguntó Jun hablando en español.

-Tu hermana Ha Neul –sonrió Juan –Guapa, ¿cierto? -miró a la chica famosa.

-¿Quién es esa mujer? –preguntó Jun.

-La actriz más famosa del momento –rió con ganas.

-Ya veo… vamos y te invito a una cerveza –empezó a caminar.

Primero llegó una cerveza para luego irse al vino. Cuando se quisieron dar cuenta, padre e hijo llevaban un pedal encima bastante importante, entre risas y cantos llegaron a su casa. La bronca que la señora de la casa les metió fue también importante, primero por ver a su hijo bebido por vez primera y segundo por el padre que lo consintió. Se les quitó la borrachera al instante cuando Hye Sun los sacó al jardín y los mojó con la manguera. Trataron de correr para escapar, pero Hye Sun los seguía allí donde iban con la manguera en mano.

Se divertía, como siempre que estaba con su familia. Es bueno relajarse aunque sea un rato, por que lo que viene por delante va a ser días sin dormir y cansancio a más no poder. Muchos planes tiene preparados, abrir su propio sello discográfico, reclutar jóvenes talentos, pero lo más importante, contactar con su amigo de la infancia Joon Woo y ofrecerle un puesto en su empresa. Ojala que acepte, porque si algo sabe él es que Joon Woo tiene talento para enseñar a los jóvenes que están por venir. Será dificil, pero con trabajo y esfuerzo todo se puede conseguir. ¿El amor? Ya se verá…

Continuará

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Oppa – Solo lo usa el sexo femenino, su significado es hermano mayor. También se usa con los amigos cercanos o novios siempre que sean mayor que la chica.

Dongsaeng – Hermano, hermana menor. Lo utilizan por igual el sexo masculino y el femenino.

Kpop – Música popular coreana. Es un género musical que incluye diversos estilos como el Hip Hop, música electrónica, rap, rock, etc.

Kimchi – Plato típico de la gastronomía coreana. Cada familia tiene su propia receta.

Saranghae – Te quiero, te amo.