Sesiones con mi AMO (1)
Mi nueva vida como sumisa de mi AMO
Sesiones con mi AMO
Nos conocimos por internet, al principio era solo un juego, pero después se hizo más fuerte, mi AMO me propuso una sesión real, le dije que no sabía si aceptar y fue muy claro conmigo: si no aceptas no vuelves a saber de mi, ya estuvo bueno de juegos perra.. qué dices? sin pensarlo mucho contesté que estaba bien. Quedamos de vernos en un bar para platicar del nuevo acuerdo.
Llegué al bar con una falda corta, una blusa de botones y conjunto de bar y tanga de encaje, mis tetas son grandes y mi trasero también, el llevaría un sombrero y estaría sentado en una mesa frente a la ventana, de esas mesas que tienen sillones.
Lo ví y un escalofrío excitante recorrió mi cuerpo, los pezones se notaban a través de mi ropa, me paré frente a él, me miró de pies a cabeza, se levantó y me besó, mientras su lengua exploraba mi boca, sus manos tocaban mis nalgas, su actitud me tomó por sorpresa, era la primera vez que nos veíamos, me indicó sentarme frente a él y antes de decir nada más me dijo: abre las piernas, yo me resistí y el sólo se limitó a decir, si no te gusta, vete ahora mismo, una puta siempre debe llevar las piernas abiertas. Las abrí. Me explicó que de ahora en adelante yo estaría a su disposición, me entregaría un celular en el cual me daría indicaciones y yo tendría que cumplirlas siempre. la idea sonaba cada vez más atractiva y yo empezaba a sentirme cada vez más mojada. Le dije que sí, y sacó una hoja de su portafolio, el contrato de sumisión, mientras lo leía, sentí como su zapato se metía entre mis piernas y presionaba mi vagina, sentí que todos nos veían y me puse roja, acostúmbrate, dijo él. Firmé el contrato, sólo tres meses que prometían ser intensos y muy divertidos.
Quiero tu ropa interior, te vas al baño, te la quitas, abres tu blusa hasta el quinto botón y me entregas sobre la mesa tu sujetador y tu tanga. yo moría de vergüenza pero ya no podía decir que no, los siguientes tres meses tenía el poder de utilizarme como quisiera, yo era su sumisa, su perra. Fui al baño, cerré con seguro la puerta y noté mi tremenda excitación, no pude evitarlo, me quité la ropa interior y comencé a masturbarme. Regresé y puse las prendas en la mesa. Mi AMO me miró y preguntó: -te masturbaste perra?- yo tuve que admitir que sí, le expliqué que había cerrado la puerta y noté que su enojo se intensificaba: -Una puta sumisa está para obedecer, que te quede claro, yo no te dije que cerraras la puerta y mucho menos te di permiso para masturbarte. Abre bien las piernas. Las abrí y con su zapato comenzó a masturbarme él, yo no quería que se notara, la gente comenzaba a mirar.. abre dos botones más de tu blusa.. los abrí, al menor movimiento mis senos quedaban expuestos, en un esfuerzo por contenerme empecé a temblar, pero él no dejaba de mover su zapato, supliqué que parara, la gente nos observaba y yo no podía más. Se detuvo.
Pagó la cuenta y me ofreció llevarme a casa, subí a su auto, los vidrios eran polarizados (obviamente a excepción del parabrisas) en seguida me dijo quítate la blusa, quiero que tus tetas queden expuestas, dude por un segundo y el me miró con severidad, lo hice. Arrancó el carro y me ordenó que sacara un vibrador a control remoto que tenía en la guantera. Abre bien las piernas y mételo hasta el fondo, sólo lo puedes sacar o meter si yo te lo indico. Lo saqué abrí mis piernas y lo metí, fue fácil estaba muy excitada muy mojada. entonces se detuvo frente a un parque, estaba vacío y ya había empezado a oscurecer. -Ves aquel árbol de manzanas que está ahí- Si, (como a 20 metros estaba el árbol) -Tráele una manzana a tu AMO. De inmediato dije sí y comencé a ponerme la blusa, mi AMO tomó fuertemente uno de mis pezones y lo retorció, comencé a llorar. -¿quién te dijo que te pusieras la blusa? - Pero AMO, yo.. ¿cómo voy a bajar así? - No dijo nada, sólo tomó mi otro pezón y lo retorció con más fuerza. No dije más, aproveché que no se veía nadie al rededor y bajé lo más rápido posible, por supuesto con los brazos cruzados tapándome los senos, llegué al árbol y estiré una mano para cortar la manzana, en ese momento sentí una fuerte vibración vaginal, mi amo había encendido el vibrador, la sorpresa me hizo dejar mis senos al descubierto, intentando contenerme me apresuré a cortar la manzana, alcancé a ver a dos jóvenes que me miraban incrédulos y corrí hacia el carro. Mi AMO, con una sonrisa en la boca me felicitó, abrió mis piernas, sacó el vibrador y hundió sus dedos en mi vagina hasta arrancarme un orgasmo riquísimo. Mientras me recuperaba, sacó su pija del pantalón y me indicó que quería que se la mamara el resto del camino. Llegamos a casa, y me dio la blusa, puedes ponértela, pero no la abroches, me entregó el celular, y me volvió a colocar el vibrador en la vagina. -Quiero que subas y completamente desnuda, con tus senos pegados a la ventana te despidas de mi, siempre que yo venga a dejarte será la forma de despedirte. Me bajé y ardiendo en deseos corrí a la planta alta, me desnudé y esperando que ningún vecino estuviera observando pegué mi cuerpo a la ventana, el vibrador se encendió y yo agradecí a mi AMO el último placer del día.
El primer mensaje llegó: Quítate el vibrador, toma un baño y descansa. Mañana será tu primera sesión en mi departamento. Indicó la dirección y las instrucciones. Llegas al edificio, subes al elevador y ahí te quitas la ropa interior, al llegar al piso 6, bajas y esperas frente a mi departamento a que te abra y me entregas tu sujetador y tu tanga. No supe de él en todo el día, al salir del trabajo, muy nerviosa subí al metro para llegar a mi destino, subí al elevador y agradecí que no hubiera nadie más, quite mi sujetador, mi tanga, me acomodé la blusa, solté mi cabello y me dirigí a su puerta. 10 minutos después la puerta se abrió y apareció él con el torso desnudo y bóxers negros, le entregué mis prendas y entré. ni un saludo ni nada: -Desnúdate y tírate en la cama con las piernas abiertas. Lo hice entró al cuarto y se paró frente a mi. -Qué guarra eres, estás toda mojada. No me gusta un coño tan peludo. sígueme. Me levanté con la cabeza agachada de vergüenza y lo seguí, me llevó a otro cuarto con una ventana enorme, enfrente había otro edificio de vidrios de espejo por lo tanto era imposible saber si alguien estaba mirando. Frente a la ventana había una cama como las de los ginecólogos, me hizo tumbarme ahí con las piernas abiertas expuestas hacia la ventana, salió del cuarto y regresó con un bote de cera caliente para depilar, yo me estremecí, nunca me había depilado el coño, él me miró severamente y me indicó que no debía moverme ni quejarme, mucho menos gritar, se colocó frente a mi y empezó a untar cera ardiente sobre mi vagina, al primer contacto no lo pude evitar y grité, al instante sentí un fuerte golpe en los muslos, cuando terminó de untar la cera, se levantó a contemplar su obra, regresó y la arrancó de un tirón, el dolor fue muy fuerte y volví a gritar, no dijo nada, salió del cuarto y regresó con más cera, volvió a repetir la operación hasta que mi coño quedó totalmente liso, entonces me ató a la camilla manos y piernas, de modo que era imposible moverme, y me indicó que mi castigo comenzaría enseguida. Primero colocó el vibrador, salió del cuarto y lo encendió en lo más alto, cuando estaba a punto de correrme, lo apagó de golpe y lo sacó, tomó uno de mis pezones y le colocó una pinza, volví a gritar, la estiró hasta que me quedé callada, hizo lo mismo con el otro pezón, se puso frente a mi y hundió su enorme pija en mi vagina hasta que me hizo olvidar el dolor y gemí de placer junto a él. Me desató y me llevó a la regadera, abrió el agua helada y dijo que me quitara las pinzas, nunca pensé que el dolor fuera tan intenso, lloré de nuevo. Me pidió que me bañara mientras él observaba, mis pezones durísimos con el agua helada y mi coño bien depilado, abrió el cancel, me dio una fuerte nalgada y me dijo que mi ropa estaba en el cuarto, que me vistiera y podía irme. Entré al cuarto y vi mi ropa en la basura, sobre la cama, unas bragas con estimulador de clítoris, un sujetador que deja al aire los pezones, una blusa verde, sin escote, manga larga, pero casi transparente, y una falda muy corta, me vestí tal como me lo indicó, el sonrió y me dijo que me fuera a casa. Obedecí, todos me miraban, mis pezones estaban prácticamente expuestos No puedo esperar a la siguiente sesión.