Sesión inolvidable
Unas chicas espían como su tía empotra a un macho. Y luego...femdom, ballbusting.
Ambas jovencitas se encontraban escondidas dentro del armario y lo que veían les seguía sorprendiendo. Habían escuchado un rumor de que su tía era una dominatrix, de hecho, ella les tenía prohibida la entrada a su dormitorio. Su tía era Clara, una mujer hermosa, cabello rojo intenso como el fuego, caderas que de moverse sobre tu polla te la succionaban hasta dejarte esta tan flácida como la de un niño. Sus tetas eran tan llamativas que cuando llevaba escote se decía que tenía la capacidad de hacerte correrte con tan solo mirarlas.
Ahora, ella se encontraba empotrando a todo un semental, este amarrado de las manos, tenía las piernas hacia arriba y dejando su culo a su ama. Tenía un cuerpazo de gimnasio, de esos que te atraen enseguida, unos buenos huevos y una gran y larga polla.
—¿Qué pasa?, ¿tienes ganas de correrte?—preguntó ella con una sonrisa y metiendo el dildo hasta el fondo.
—¡Sii!
—¿Quién es tu ama?, ¡dilo!.
—¡Usted mi señora!—gritaba este recibiendo el largo dildo.
—¡Debería romperte los huevos perrito!.
Ella apretó suavemente sus huevos y poco a poco fue subiendo la intensidad haciendo gritar a este de dolor pero también de placer. Vestida de cuero negro, con sus tetas al aire y meneándose de un lado a otro con cada golpe en su culo, la mujer dejaba que su pelo se moviera dando una imagen de poder que al chico le daba un enorme placer. Veía a una diosa.
—¡Mira estos huevos tan inútiles!—les escupió antes de apretar de nuevo.
Los tomó desde la base y los retorció, los estrujó e hizo con ellos lo que quiso. El pene del hombre se alzaba o se volvía a poner flácida, así una y otra vez mientras sus testículos recibían un gran daño pero placentero. Ambas chicas seguían mirando, sentían un enorme calor en su coño y no dudaron en besarse cuando sus miradas se cruzaron. Y luego fueron a más metiendo la mano en el coño de la otra, tratando de reprimir los gemidos que se mezclaban con los del hombre.
Pero en un movimiento en falso, tropezaron y salieron fuera del armario tomando por sorpresa a los dos quienes voltearon a ver.
—Eh, esto no formaba parte de...ugh—gruñó al sentir sus huevos ser comprimidos dentro de la mano de ella.
—Silencio perro—le dio un golpe que lo dejó sin aliento.
Ellas no sabían muy bien como actuar así que ella les llamó para que se acercasen, con una sonrisa en su cara.
—Ya os castigaré luego, ahora necesito que me ayudéis—dijo.
—¿Cómo?—preguntaron sonrojadas.
Al cabo de unos pocos minutos, el hombre tenía una venda en los ojos. Su pene había sido masturbado por las manos de las tres chicas quienes se desnudaron al estar este sin poder ver. Su tía les dio un beso a cada una y sacó un cepillo de dientes eléctrico.
—Chicas, ¿sabéis que es esto?—preguntó sonriente.
—¡Claro!—dijo una de ellas.
—Es un bisturí eléctrico—respondió la otra.
—Si, se usa para operaciones—trató de aguantar la risa—y lo voy a usar aquí—con el dedo tocó la base del escroto del hombre que comenzó a sacudirse pidiendo clemencia. En especial cuando escuchó el ruido que generaba el cepillo, aunque él no lo sabía.
—No, no...clemencia por dios...
La mujer fue acercando el ruido más y más, lentamente, mientras el sudor empezaba a llenar el cuerpo del hombre que lloraba a raudales.
—Shhh, dile adiós a tus huevos—dijo ella en un tono erótico.
—Tranquilo, pronto no sentirás nada—comentó una.
—Pobrecillos je, je—dijo la otra.
A pesar de ello, su polla estaba erecta. Cuando las vibraciones tocaron los huevos del hombre, empezó a expulsar tantos chorros de semen que sintió que iba a morir. Las chicas vieron con una risa y carcajadas como este se sacudía antes de perder el conocimiento.
—Creo que nos hemos pasado—examinó al chico y vio que estaba inconsciente.
—¡Eh, conozco a este tío!—dijo entonces su sobrina pequeña—¡este abuso de una amiga mía hace dos meses!.
Con la poca luz no pudo verle bien la cara, pero ahora lo vio claro. Era el mismo cerdo, hasta el tatuaje de su costado. Su tía, al escucharlo, decidió dejarles hacer una venganza.
El hombre despertó al cabo de unos pocos minutos. Se hallaba aferrado a la cama y no podía moverse, con las piernas bien abiertas. Ella le contó todo lo que había escuchado sobre él, al verle la cara supo que le había pillado y este comenzó a pedir que le soltasen, que aquello no formaba parte del pago que había realizado por la sesión.
La sobrina amiga de la joven abusada se subió con su hermana hasta la cama y cogieron un testículo cada una. La mujer les dijo que era hora de hacerle pagar y ella agarró la polla flácida.
—Vamos a ver que revienta antes, si tu polla, tu huevo izquierdo o tu huevo derecho—propuso.
—No...no...os lo suplico, por favor no—rogaba entre lágrimas. Pero de nada iban a servir.
—Tres...dos...uno...¡YA!—el grito de horror del hombre resonó con tanta fuerza como hicieron ellas en su hombría.
Pero allí, nadie escucharía su desgarrador grito.
El hombre apareció tirado sin que nadie de allí lo viera desnudo, con la palabra abusador escrito en el cuerpo y fotos que lo demostraban.
—Ayuda...—suplicó.
Pero lo que vio fueron dos mujeres policías que lo reconocieron al instante. Al no haber pruebas, el juez no lo pudo condenar, pero no sería necesario un juicio. Ellas sonrieron y le agarraron ya que no podía moverse. Sus huevos colgaban y era horrible el dolor, se habían salvado, por el momento pues ambas mujeres tenían preparado un castigo.
Su dolor no hizo más que empezar.
Fin