Sesión inicial

La primera sesión de una perra.

SESION INICIAL

Paula salió de casa y al pasar por el buzón lo abrió para recoger lo que su futura Ama la había dejado en él. Abrió la bolsa y vió una braguita roja minúscula y un collar bastante discreto de cuero con una chapita metálica que llevaba un nombre: Layka. Era un nombre de perra, al fin y al cabo era lo que era ella.

Se dirigió a su trabajo como siempre, un trabajo como administrativa en un hospital, a las doce del mediodía tenía que estar en el despacho de su futura Ama, una diseñadora grafica. El despacho estaba en un edificio de oficinas del centro. Salió con tiempo para llegar a su cita a la hora exacta, su Señora era muy estricta con los horarios. Entró al bloque y se introdujo en el ascensor, pulsó el botón del piso y se colocó las bragas que le había regalado su Señora y se ajustó el collar a su cuello.

Llamó a la puerta del despacho y entró dentro, la abrió una chica joven morena de aspecto muy cuidado que la acompañó hasta el despacho de su Ama y la dejó allí, cuando la chica cerró la puerta ella se puso de pies con las piernas abiertas las manos en la nuca y la cabeza gacha a la espera de su Dueña.

Lorena que así se llamaba la dueña la había estado observando desde un cristal con apariencia de espejo que separaba el despacho de un cuarto oscuro que usaba como laboratorio fotográfico. Abrió la puerta y lleva una bolsa de deporte con ella, la dejó en un lado y saludó:

Hola perra, preparada para firmar el contrato que te una a mi como una buena sumisa.

Si Ama, preparada para entregarme a usted como una perra sumisa obediente- respondió la sumisa.

La secretaria de su Ama entró a la habitación tras pulsar Lorena un botón, Paula reparó entonces que la secretaria llevaba un collar similar al de ella. Como observó posteriormente, su Ama no necesitaba dar ordenes a la secretaria, ella ya sabía su papel, la Ama a nuestra protagonista primero la hizo levantar la falda escocesa que la había hecho ponerse y mostrarla las braguitas que ella la había regalado y luego quitárselas y dárselas a la mano. Luego su Ama ordenó a la otra sumisa que la acariciase el coño para ver si estaba mojada, lo estaba como aseguró Ana que así se llamaba la otra sumisa, nuestra protagonista se puso roja de vergüenza, la otra sumisa entonces comenzó a desnudarla lentamente hasta que la dejó sin ningún tipo de ropa y comprobó palpándola por todos los lados de su cuerpo que todo estaba en orden.

Paula se sintió entonces como una mera mercancía y una esclava, la Ama la enseñó el contrato y la indicó que lo leyera, ella lo hizo y vió que todo estaba en orden y lo firmó al igual que su Ama y la otra sumisa que hizo de testigo. Luego su Ama la indicó que debía de pagar los servicios de la testigo.

Nuestra perra Layka nunca había tenido relaciones lésbicas y no sabía como actuar, Ana como leyendo su pensamiento se lo puso fácil, se bajó las bragas y se sentó en la mesa del despacho abriéndose de piernas, Layka se arrodilló y empezó a pasar la lengua a lametones por todo el coño arrancando los primeros gemidos de la sumisa, luego se fue centrando más en el clítoris y ayudándose con un dedo la follaba el coño con lentitud pero con rapidez luego porque quería terminar rápido con el asunto, empezó con una lamida frenética en el coño y el clítoris hasta que Ana se convulsionó en un gran orgasmo que lleno de flujos a nuestra perra y posteriormente se orinó encima mojando entera a Layka.

La Ama ordenó a Ana retirarse y quedándose a solas con Paula la acarició en el lomo como si fuera de verdad una perra y cogiendola del pelo la obligó a lamer el suelo para secar toda la orina de la otra sumisa.

La Ama la ordenó vestirse y que se colocara en el coño unas bolas chinas en el coño que hacían que nuestra perra se estremeciese de vez en cuando y se mojase todavía más de lo que estaba. Bajaron en el ascensor y anduvieron unos trescientos metros hasta entrar en un gimnasio. Su Ama la tapó los ojos y los oídos y la hizo penetrar en una estancia y elevándola las manos por encima de la cabeza se las ató a una cuerda que caía del techo de una argolla situada en él.

La desnudó mientras la insultaba, la quitó los tapones de los oídos y el pañuelo de los ojos cuando la desnudó y cogió una regla y la fue preguntando cosas, cuando la respuesta no la agradaba la daba un reglazo en el culo, luego pasó a usar la fusta e iba repartiendo azotes por las nalgas, los pechos y los muslos, se cebaba sobre todo en las nalgas hasta que las puso rojas como una cereza.

La soltó y la llevó a una tabla de dos metros de largo por un metro de ancho a la que había hecho dos agujeros a la altura de los pechos, se los metió ahí y les colocó unas pequeñas pinzas con electrodos, introdujo en el ano de la perra un dilatador, lo fue accionando dilatándole el ano, de vez en cuando la sometía a pequeñas descargas en los pezones, si ella emitía algún sonido la azotaba con la fusta o con un látigo de siete colas pero si lograba estar callada la recompensaba con un beso cálido ya apasionado en que sus lenguas se juntaban, comprobó que la perra cada vez estaba más mojada y que incluso después de alguna descarga caía alguna gota de su coño hasta el piso entonces se colocó un arnés con una polla de látex negro de unos 25 cms. y bastante grueso.

La penetró con fuerza y en apenas unos segundos de embestidas y de darla pequeñas descargas la sumisa se corrió en un gran orgasmo que hizo que se medio desmayase. La Ama para despertarla del todo la soltó y la llevó a las duchas del gimnasio y atándola debajo de una cogió una manguera de agua fría y con ella a toda presión la bañó entera con el chorro, luego la metió en la sauna y en una ducha de chorros con el agua muy fría.

Layka salió de la ducha y su Ama la estaba esperando mientras se secaba, tenía un cuerpo absolutamente delicioso, morena con media melena y el pelo lacio, ojos negros y un cuerpo de escándalo, unos pechos medianos con unos pezones de aureolas grandes color café y un culo duro redondo y respingón y un sexo rasurado casi entero.

Cuando hubo terminado de ducharse la obligó a masturbar a su Ama con los dedos y la lengua mientras ella llevaba en su coño un consolador el cual tenía que mantener dentro sujetándolo con los músculos de la vagina y solo podía correrse al mismo tiempo que su Ama ya que por cada segundo de diferencia se llevaría un azote en las nalgas.

Se corrieron casi al tiempo, solo hubo unos ocho segundos de diferencia que por supuesto conllevaron ocho azotes pero por ser menos de diez fueron suaves sin dejar marcas, luego la hizo vestirse con una blusa semitransparente y un pantalón ceñido y la ordenó que fuera a cierto bar de ambiente y allí dejarse sobar y enrollarse por toda aquella mujer que quisiera y cuando acabase fuese a la casa de su Ama a las dos de la mañana y pasar el fin de semana allí.

Todo este relato es imaginario si queréis sobre todo mujeres que deseen ser sumisas podéis escribir al e-mail de la Ama: ines_lacalle@hotmail.com , o el mio:

Picante100@hotmail.com