¿Sesión fotográfica?
Quería tener sexo por detrás y no se si le engañamos o me engañaron.
¿SESIÓN FOTOGRÁFICA?
Llevaba ya varios meses enredado con una mujer casada, un año mayor que yo y esposa de un amigo mío. Todo empezó cuando un día que fui a su casa la encontré enferma en la cama y como quiera que nadie le había dado su crema, muy complaciente me ofrecí a ello. Comencé por la espalda suavemente, despacito, contemplando cada centímetro de su piel, escuchando como su respiración iba siendo cada vez más profunda, ...., bueno, esto no es lo que os quería contar, sólo deciros que, ya que el lubricante lo teníamos a mano llegamos a tener sexo anal, y además llegamos a disfrutarlo los dos, es más, después comprobé que le gustaba realizar diferentes tipos de sexo, ella lo llamaba jugar y experimentar. Pero como os iba diciendo, a partir de ese día continuamos la relación sin que nadie se diera cuenta, así que en uno de nuestros encuentros me comentó que una amiga suya, que por cierto también casada, nunca le habían dado por detrás, a pesar de que en muchas ocasiones le había ofrecido su trasero bien en pompa, su marido no se había dado cuenta y en vez de sodomizarla resolvía la faena metiéndole la polla por su coñito. Esto le estaba causando gran frustración, hasta tal punto que ya no disfrutaba del sexo como antes.
Os podréis imaginar que mientras me comentaba esta historia, yo me iba entonando, no, me iba poniendo como una moto, hasta que mi compañera se dio cuenta y se rió de la situación, preguntándome si me apetecería desvirgar el culito de su amiga.
No me extrañó su proposición, porque desde que nos veíamos además de volverse más realizada, se fue volviendo más liberal, llegando a ensayar en nuestros encuentros situaciones de lo más variopintas y con toda clase de objetos que encontrábamos en casa.
El caso es que le dije que no me importaba follarme a su amiga, pues yo también la conocía y a pesar de que no era una belleza, no soy persona que busque ese tipo de chicas, tampoco era fea.
Aprovechando la situación, un día cualquiera, sin imaginar su amiga nuestros planes, coincidimos comiendo los tres en casa de mi querida. Después de una suculenta comida y unos sabrosos postres, descorchamos una botella de cava que junto con el buen vino que habíamos bebido, el alcohol fue haciendo efecto en nuestras mentes y en nuestro físico. Reíamos continuamente, contábamos intimidades, chistes, y demás situaciones graciosas; y el calor nos desabrochó algunos botones de las camisas dejándonos entrever escotes atrevidos y encajes de ensueño.
Mi compañera en un momento, y con la excusa del calor fue a cambiarse y volvió con una bata de seda, nuestro plan empezaba a desarrollarse, y ella todavía no se había dado cuenta.
Como lo estabamos pasando tan bien, sugerimos realizar algunas fotos del encuentro, y así fue, las dos se pusieron juntas, pero no se dio percató que mi compañera con cara de muy pícara, un poco por detrás de ella metió la mano a través de su bata de seda y su camiseta de encaje mostrando un no muy grande pero terso pecho con un pezón bien oscuro y ya erecto. La siguiente fotografía ella estaba de perfil y mi compañera detrás, apoyando la mano en su cintura, la bata suelta y mostrando unas bragas también de seda. Quietas ahí, tomé otra foto mientras se metía la mano por dentro de las bragas, y otra tocándole ligeramente un pecho sin que se diera cuenta. No se como pero al cambiar de pose se había recompuesto. La siguiente le convencimos para que desabrochada la bata le pusiera la mano sobre la cintura de mi compañera, pero al realizar la foto le sujetó la mano y la subió hasta sus tetas. Ella empezaba a mosquearse, pero como seguía bajo los efectos del cava no le dio mucha importancia hasta que mi querida se subió la camisilla de seda mostrando sus dos tetitas ante la incrédula mirada de su amiga mientras aproveché para realizar otra fotografía.
Humillada ante esta situación mientras recogía su bolso y hacía amagos de salir por la puerta del salón nosotros la intentábamos convencer de que esto era un juego, y queríamos que los tres nos lo pasáramos bien y que debíamos continuar con la sesión fotográfica aunque después borráramos todas las fotos, mientras tanto le enseñábamos las fotos realizadas, que por cierto, debido a mi experiencia no estaban nada mal, evitando a toda costa que esto pareciera un chantaje, pero que no le quedaba otro remedio que aceptar la situación por el bien de todos. Parece que tras varios minutos y varios gimoteos, ella aceptó suplicándonos que no fuéramos más allá de lo que ella entendía como un abuso sexual. Así se lo hicimos ver y nos pusimos en acción.
Mi compañera, ahora con las tetas al aire y recogidas por debajo con sus manos, pezones en ristre y bien erectos le sugirió que se las acariciara, y así lo hizo, y ahora que se las comiera, y ella aunque al principio reticente, por darle gusto y sabiendo que había caido en la trampa accedió. Al principio fue suave, con la puntita de la lengua le lamía un pezón y luego el otro, mientras yo realizaba fotos y mi amiguita se iba poniendo cachonda, pero no le bastaba, y cogiendola por la nuca como pudo le metió media teta en la boca para que ésta se la comiera, la sorbiera, la masticara, y de nuevo otra vez despacito. Así aproveché, viendo que ella estaba indefensa, para acariciarle con la palma de la mano suavemente una teta, que con el respingo que dio, noté su pezoncito, pero ella emitió un gemido que no fue de dolor sino de desaprobación. Le indiqué que no estaba en condiciones de negarse y mediante sollozos, a la vez que volviá a su faena chupando tetas, poco a poco le fui metiendo la mano a treves del sujetador hasta que tope con un botoncito provocándole otro nuevo respingo, le bajé el sujetador y ahí apareció una bonita tetita que por la postura en la que estaba, un poco agachada, colgaba y se movía ligeramente con movimientos secos hacía un lado y hacía el otro. Repetí la misma operación con el otro pecho, y ante esta vista notaba como mi polla pedía permiso para salir.
Realicé varias fotos para que viera que no había marcha atrás y se diera cuenta que el juego había comenzado y no sabíamos como terminaría.
Siguiendo con nuestro relato, lo siguiente que hice fue meterme mano a mi cola a través del pantalón y con los líquidos preseminales que se adhirieron a mis dedos unté los pezoncitos de mi compañera. Así que su trabajo consistía en limpiar de nuevo los pezones, ante su negativa no me quedó mas remedio que retorcer un poco sus tetitas para que se afanara en su encargo.
Me bajé los pantalones y mi pequeña luchaba para salirse del manchado calzoncillo. Mientras mamaba las tetas de mi compañera le cogí de la mano y la metí debajo de mi slip, entre mis piernas. Su mano al notar mi polla se estiró mientras se le oía con la boca llena decir no. Tuve que volver a tirar de sus pezoncitos y así me la agarró y comenzó a realizar los típicos movimientos como si de una paja se tratara. Le hicimos volver a tragar los líquidos que quedaron en su mano para que así, la metiera entre las bragas de mi compañera y con un par de dedos bien húmedos los introdujera en su chochito que ya estaba más que caliente. Esto la hizo vibrar y contornearse a la vez que pedía un dedo más, sin embargo como la posición era un poco incomoda se tumbó encima de la mesa, boca arriba con la piernas bien abiertas pero sin desprenderse de sus bonitas bragas que ya mostraban una gran mancha en su centro. Con un pequeño toque en la cabeza ella ya sabía cual era su siguiente operación, que aunque volvía a gimotear no se lo pensó mucho y poco a poco puso su lenguecita en el sitio más húmedo de las bragas. Mientras mi compañera gemía de placer y arqueaba su cuerpo de gusto en espera de que no existiera las bragas de por medio y la lengua se convirtiera en una gran polla, yo me acerqué por el otro lado de la mesa para que me diera una buena mamada mientras le acariciaba, sobaba, estrujaba y comprimía sus tetas. Al rato no pude más y supongo que ya se imaginan donde me corrí, justo donde ella estaba trabajando, el chochito no tan escondido de mi amiga, pues las bragas se habían metido en su rajita enseñando unos jugosos labios a ambos lados capaces de enloquecer al más pintado. Untamos bien con mi esperma aquel hermoso chocho y esta vez no hubo resistencia a limpiar mis jugos con su boca.
Para aprender no hay mejor cosa que seguir el ejemplo de los profesores, y ese era el motivo de la sesión, que nuestra invitada pudiera gozar de sexo anal, sin escrúpulos ni prejuicios, así que encima de la mesa, y a cuatro patas mi compañera esperó a que le bajáramos las bragas, y así se quedo, con su buen culo en pompa, mostrándonos sus dos agujeritos para que hiciéramos de ellos lo que quisiéramos. A estas alturas no hizo falta que le dijéramos que debía hacer, así que se dispuso a comerse el chochito, sorbiendo todos sus flujos, pasando su lengua desde el clítoris hasta su cueva, y de su cueva al clítoris, pero mi compañera no se conformaba con esto y en un momento de estos bajó su culo hasta que su lengua rozó la entrada trasera, y justo en ese momento le agarré de la nuca y apreté con todas mis fuerzas obligándola a meter la lengua hasta el fondo del ojete. Mi compañera jadeaba y se movía como una loca, pero yo sabía que no tenía suficiente así que los dos empezamos a combinar lenguetazos junto introducción de varios dedos en sus agujeritos en espera de que llegara al climax, y aún así ella quería más y más, pidiéndonos que por favor le metiéramos algo, cualquier cosa que la hiciera gozar. Del frutero de la cocina cogí una zanahoria y un pepino y se lo introduje en su culo y su chochito pidiéndole a ella que los moviera al ritmo de sus convulsiones para que llegara al orgasmo.
Ahora le tocaba el turno a la invitada, así que mientras estaba de pié, con su cara y manos bien hundidas en las intimidades de mi compañera, afanándose en darle todo el placer que le pedía, comencé por subirle la falda hasta la altura de la cintura, y aunque se dio cuenta no puso ninguna resistencia. Tenía un culo bien alto y formadito, y al acercar mi cara a él pude notar el olor de sus flujos. Me puse de pie tras ella y agarré las bragas por la parte trasera introduciéndolas por su rajita a la vez que metí mi cola entre sus piernas. Dio un gemido de placer que no me esperaba y se quedó quieta, esperando durante unos segundos mi siguiente movimiento, sin embargo no llegó, y ante su desesperación cogió mi polla y la restregó continuamente contra su coño, de arriba abajo, de un lado para otro, con tanta pasión que creí que me iba sin completar la faena, mientras a la vez, le magreaba las tetas todo lo que quise hasta que por fin, como pude le metí dos dedos en el chochito y cogiendola en vilo la eché contra el brazo de un sillón de tal forma que su cabeza se apoyaba en el asiento del sillón y sus pies en el suelo, pero el culo le quedó bien alto en una buena posición para que pudiera maniobrar.
Una vez que se hubo tranquilizado del momento de locura, le quité las bragas, no se movía, y aún sabiendo lo que le deparaba, me preguntaba lo que le iba a hacer y me pedía que no le hiciera daño, vamos, que la ya muy guarra me estaba pidiendo que se la metiera por el culo, ese culo suave y terso, y bien apretadito, pero con su ojete pidiendo permiso para visitar el exterior. Le pedí que abriera su culo y me ensañara todas sus entrañas, ella hizo lo que pudo, pero claro está que como no estaba dilatado no podía mas que ensañar su coño bien abierto y su oscuro redondel, todavía bien cerrado, objeto de mi y su deseo que hacía esfuerzos por escaparse de su cuerpo.
Mi compañera como sabía que esta era su primera vez, y con el fin de que ella disfrutara completamente y sin perturbaciones optó por irse a su habitación para continuar con su masturbación.
Por mi parte, no podía aguantar mucho más, así que rápidamente comencé a lubricar su tesoro preciado con tal ansia que ella no paraba de mover su culito, le metí la lengua todo lo que pude tanto en su conejito como en su ojete, le escupía, le daba pequeñas palmaditas, le pegaba mordisquillos, todo valía para que dilatara, y también como no, para que disfrutara. De pronto paré y me incorporé para volver a contemplarla. Ella levantaba su culo bien abierto para que siguiera y volvía la cabeza para mirarme con cara de lujuria intentando adivinar mi próximo movimiento. Dejé el dedo índice sobre su agujerito y ella dio un respingo, nos quedamos así varios segundos hasta que por fin introduje un poco el dedo, gimió y nos volvimos a quedar quietos. Ella no aguantaba más y con un movimiento brusco se introdujo la totalidad del dedo a la vez que de su boca salió un largo y casi imperceptible grito, de esos que no se sabe si son de daño o placer, después una respiración entrecortada, y ha continuación un suave vaivén de trasero mostraba que si fue dolor pronto se convirtió en una dulce sensación. No esperé mucho para enredar dentro de ella con mi dedo, así que lo sacaba hasta la mitad y lo volvía a meter a la vez que lo retorcía como si quisiera aprenderme su suave y calentita cavidad. Para introducir el segundo dedo hice que ella me los lubricara con su propia saliva y nunca hubiera imaginado que fuera forzada, pues su empeño por chupar y dejar bien mojaditos mis dedos era máximo además de acompañarlos hasta la entrada de su orificio para como pudo, no sin esfuerzos, volver a recibir algo extraño hasta esta tarde y que al parecer en vez de dolor le estaba causando placer. Cuando vi que su ojete estaba ya más que lubricado, aunque no sabía si lo suficientemente dilatado, me hizo una pequeña mamada dejándomela bien tiesa y húmeda para que pudiera por fin sodomizarla.
Coloqué el glande en su cueva y presioné un poco, gritaba despacito y a intervalos, esperando que apretara más fuerte. Su esfínter me envolvía la punta y noté una sensación de gozo increíble pero no quise quedarme ahí para no hacerla sufrir, así que sujetándome bien la polla empujé hasta que esta se introdujo hasta casi la mitad. Sus entrecortados gritos se convirtieron en un solo, su culo se alzó bruscamente de tal modo que me dobló la cola y para evitarlo tuve que tumbarme encima de sus espaldas llegando a una completa fusión, pues no se escuchó un solo grito, sino dos a duo, a la vez que se la introduje completa de un solo movimiento y nuestros cuerpos se quedaros pegados por el sudor. Quietos en esta postura no reímos, y estos pequeños espasmos me estaban produciendo un placer intenso ahí dentro de sus intestinos, a ella también le pasaba lo mismo, nuestras bocas se tornaron serias y jadeantes y comencé a realizar los típicos movimientos de mete y saca y ella los típicos de caderas, ahora en círculos, ahora de arriba abajo, ahora de dentro a afuera, hasta que ya no pude más y se la hinqué hasta el fondo, y ella que procuró no gritar fuerte en toda la tarde se volvió como loca y sus gritos de placer creo que se oyeron en todo el edificio mientras le llenaba sus entrañas.
Después de un rato quietos contemplando su feliz rostro nos separamos y buscamos a mi compañera para darle el placer que le faltaba.
Han pasado varios días y me pregunto si el plan lo trazaron ellas. No lo se ni me importa. ¡Ha!, os preguntareis que pasó con las fotografías..., pues el caso es que ni se acordaron y las tengo grabadas en mi ordenador, estoy pensando en poner una de salvapantallas e invitar a su amiga. Ya os contaré.