Sesión de fotos muy caliente

Tras ir a un palacio para una sesión de fotos acabé follando con los siete tipos que habían alli.

Me disponía a salir de casa cuando de repente mi marido me preguntó:

¿Y esas fotos, donde se publicarán?

No lo sé aún, se supone que es para una revista de esas que hacen para mujeres, en las que compran por correspondencia.

Entonces

No te preocupes, no me desnudaré.

Hacía unos días una amiga me había presentado al director de una revista amigo suyo y le había gustado tanto que me propuso hacerme una fotos para vender bikinis, se trataba de unas fotos inocentes en las que debía de posar durante un momento, cambiarme de modelos tres o cuatro veces y punto. En ningún momento pensé que me iba a convertir en una modelo profesional, pero a mis 27 años me hacía ilusión que me hubieran hecho esa propuesta; sabía que lucía una figura espléndida, ya que nunca he tenido hijos, así que ni corta ni perezosa acepté sin consultarlo siquiera con mi marida, al que no le había gustado la idea desde el principio, pero acabó por acatar mi decisión.

Cogí mi coche y me desplacé hasta el Palacio de los Duques, que era donde iban a ser hechas las fotos. Se trataba de un Palacio que había pertenecido hacía un par de siglos a la realeza, pero que ahora se había convertido en atracción turística. Llegué en mi coche y no había hecho más que bajarme del coche cuando apareció un chico muy amable que me pidió que le acompañase.

Eres Lucia, ¿no?- mientras me preguntaba no me quitaba ojo del escote, el cual reconozco era bastante pronunciado, pero me encanta vestir así y, la verdad sea dicha, ese día quería impresionar a aquellas personas-.

Sí, ¿y tú eres? – le pregunté con toda la amabilidad del mundo-.

Ah, sí perdona, me llamo Mauro, soy el ayudante vestuario.

No veo a mucha gente por aquí.

Están dentro, pero hoy la sesión será corta, solo trabajaremos contigo, así que no somos muchos de todas formas.

Pues vamos dentro ¿no?

Cuando entramos en el Palacio me quedé sorprendida, era precioso, todo lleno de retratos antiguos y de esculturas de las personas que habían vivido allí. Llegamos a una habitación donde me encontré con 6 hombres (sin contar a Mauro): dos de ellos se encontraban probando las luces, otro preparando todo el maquillaje, un cuarto hombre manejaba los flash y las cámaras y otros dos hablaban entre ellos, muy trajeados e interesantes. No me había dado cuenta hasta ahora que uno de ellos era el director de aquella revista, el cual se acercó a mi y me propinó dos cálidos besos, como si me conociera de toda la vida.

Lucía, ¿que guapa estás!.

Muchas gracias – me encontraba un poco cortada-.

Bueno, ven que te presento, este es mi socio Luis – y me extendió la mano muy cordialmente – los dos chicos que están con las luces son Pedro y Ángel.

Mucho gusto chicos – ellos contestaron con un hola, que tal.

El que se encuentra en la mesa de maquillaje es Mariano – el cual saludó con la mano – y el de la cámara es el fotógrafo, se llama Óscar.

Mucho gusto Óscar – pude acertar a decir con una gran sonrisa, percatándome en ese mismo instante en que todos eran hombres, ni una solo mujer.

A Mauro ya lo conoces y yo soy Daniel.

Me acercó a la mesa de maquillaje y allí Mariano comenzó a acicalarme: me peinó divina y me maquilló como yo jamás lo habría hecho en la vida. Me encantó como me dejó. Me estuvo comentando que debía estar tranquila, que no iban a tardar mucho y que no era nada, que disfrutara del momento. La tarde se presentaba muy tranquila y Mariano sabía como tratar a una mujer para no ponerse nerviosa. Frente al espejo notaba como su mirada se iba de mi escote a mis piernas y viceversa, intentando vislumbrar algo por debajo de mi corta falda y tras aquella camisa blanca. Me di cuenta desde el primer momento que no dejaba de mirar, pero me gustaba, era una sensación extraña, una mezcla de miedo, por estar rodeada por siete hombres, pero a la vez excitada, de saber que todos iban a estar pendientes de mi durante la sesión de fotos.

Llegó el momento de cambiarme y allí estaba Mauro dispuesto a ayudarme.

Tú entra en esta cabina que hemos preparado, dentro encontrarás los modelos, colócate primero el azul y cuando estés lista me avisas que te ayudo a retocarte, vale preciosa?

Ajá, no tardo nada.

Me metí tras las cortinas, las cuales me dio la sensación que se traslucía mi figura, pues dentro de la cabina había un gran foco que hacía que todos mis movimientos fueran vistos desde fuera. Cuando acabé de ponerme el biquini, Mauro entró en la cabina y comenzó a arreglarme las pocas prendas que llevaba en mi cuerpo. En un principio fueron simples arreglos, pero me di cuenta de cómo sus manos acariciaban sutilmente mi cuerpo, sobre todos aquellas zonas que no necesitaban arreglo, más que nada porque no llevaba nada puesto. Se colocó frente a mí, para ponerme bien el pelo, y con su pecho rozaba levemente el mío; lo mismo era mi imaginación y sólo realizaba su trabajo, pero me dio la sensación de que me rozaba a propósito.

Salí de detrás de las cortinas y allí estaban todos, cada uno en sus puesto y me dirigí a la zona donde me iba a fotografiar Óscar. Comenzamos la sesión y era de lo más normal del mundo; Óscar me indicaba como me tenía que poner y en que postura, seria, sonriente, etc, etc, etc. Me cambié varias veces de traje de baño y fue con el último como empezó todo a ser más explícito.

Salí con un minúsculo biquini de color negro, con braguitas que solo tapaban mi pubis y parte de mi culo respingón. Llevaba un pareo a la cintura que era blanco, pero transparente totalmente. Desde que me vi en el espejo de la cabina me encantó, me encontraba super sexy y mientras me lo ponía había empezado a fantasear con aquellos hombres mirándome con cara de deseo, con lujuria y con ganas de abalanzarse a mí.

Parece ser que no fue a la única que le resultó sexy mi atuendo, pues cuando abrí la cortina los encontré a todos mirándome y babeando, incluido Óscar, el cual estaba más que acostumbrado a este trabajo. Me acerqué contoneándome aún más de lo que lo había hecho anteriormente y me dejé llevar por aquellas miradas; sabía que sus entrepiernas iban creciendo y me los imaginaba tocándose y meneándoselas mientras me fotografiaba. No sé por qué me acechaban esos pensamientos, pero mientras me hacía las fotos no apartaba esas imágenes de mi cabeza.

Mis movimientos eran más sensuales y seductores, mis poses cada vez más sexys, mi cara reflejaba entusiasmo. Óscar se acercaba más y más y me decía:

Eso es nena, sigue así, sonría, enséñame esa lengua.

Aquello iba pareciéndose cada vez menos a una sesión para anuncios de bikinis y bañadores y más a una de una revista para hombres, pero me dejé llevar. Comencé a tocarme el pecho, aquel calor me iba subiendo por momentos; cuando miraba a mis espectadores los veía atónitos, no sabían cómo había llegado a esa situación (y yo tampoco) pero el espectáculo gustaba, y gustaba mucho. Me tumbé en una toalla simulando tomar el sol, mientras acariciaba mi cuerpo, primero por encima de la poca ropa que llevaba y después por debajo.

Sí nena, sí, sigue así, sigue así.

Óscar parecía que estaba en medio de un enorme orgasmo, veía que su polla estaba dura debajo de aquellos pantalones cortos que llevaba y eso me estimulaba aún más. Los chicos de las luces se hacían comentarios que llegaban hasta mí:

Joder, esa tía está pidiendo guerra.

Yo soy Óscar y ya me la estoy follando.

Ufffffff, escuché la palabra "follando" y fue cuando ya no podía más. Me puse en pie y miré a Daniel, mientras ponía mis manos por detrás del biquini para desabrochar mi parte de arriba. Esperaba su aprobación y sin cambiar de postura (brazos cruzados y piernas separadas) asintió con su cabeza.

Me desprendí de mi parte de arriba, dejando a la vista mis grandes pechos. La vista pareció gustar bastante. Los comentarios iban en aumento y mis poses cada vez eran más morbosas y provocadoras, aquello se estaba convirtiendo en una sesión erótica y me gustaba, me gustaba mucho. Creo que fue Óscar quien más me motivaba a todo aquello; era un hombre muy atractivo, mayor que yo y me miraba con ojos de deseo (todos me miraban con ojos de deseo, pero Óscar era especial ;) ).

Introducía mis manos dentro de mi braguita y notaba lo empapada que estaba, deseaba que Óscar soltara la cámara y me lamiera de arriba abajo, esas miradas me estaban matando de deseo, y de repente todo se cortó cuando escuchamos una voz que decía:

¡Basta ya de tonterías! – era Daniel que se acercó hasta donde estábamos.

Yo no sabía que hacer, sólo cogí el pareo y me tape las tetas, se acercó a mi y me dijo:

No te tapes cielo, sólo quería decir, que basta ya de tonterías, quítate las bragas y demuéstranos lo que puedes hacer, lo supe desde el primer día que te vi, y estoy impaciente.

Entonces

Sí, me gusta, y nos gusta a todos los que estamos aquí, queremos verte en acción.

Es que

Tú sigue como hasta ahora, pero quítate las bragas – sin separarse de mi ni un milímetro me miró de arriba abajo y se mordió el labio mientras me miraba a los ojos y dándome una palmada en el culo.

Decidí ponerme las pilas e imitar a todas esas actrices pornos que he visto en incontables películas que me encantan como se insinúan frente a folladores. Nada más alejarse Daniel mi cara cambió, ahora era mala, me había convertido en una niña mala, me desprendí de mis bragas y me tumbé en la toalla, ahora había llegado el momento de enseñarles lo zorra que puedo llegar a ser. Me tumbé mirando al techo, con mi cara ladeada hacia ellos y abriendo bien mis piernas, dejando a la vista de todos esos hombres mi coñito bien abierto y sin un solo pelito. Observaron mi humedad, sabían que estaba caliente y que en ese momento me había convertido en una puta para todos ellos. Sabían que en el fondo guardaba un poco de vergüenza, pero quería desquitarme con todos ellos. Mientras me hacía fotos Óscar el resto había comenzado a tocarse por encima del pantalón (no todos), como había imaginado hacía unos minutos pero que nunca creí que vería jamás.

De sesión erótica habíamos pasado a una sesión porno y aquello me gustaba más aún porque disfrutaba, no sólo de verlos a ellos magreando sus paquetes y babeando por mi, sino porque me masturbaba y gozaba de aquello; Óscar fotografiaba cada uno de mis movimientos cambiando constantemente la tarjeta de la cámara.

Luis – dijo Daniel a su socio - ¿te apetece pasarlo bien?

¿Más?

¿Serías capaz de tirártela?

Joder, le haría de todo.

Pero digo ahora, aquí, delante de nosotros.

¿Cómo?

Todos se quedaron mirando, atónitos ante la pregunta, hasta Óscar dejó de hacer fotos. Yo los miraba con cara de duda, no sabía exactamente lo que había dicho.

Hay una cámara ahí de vídeo, si la dejamos en el trípode esto puede ser muy divertido.

Yo me puse en pie, no podía creer lo que estaban diciendo, así que me fui corriendo para la cabina y comencé a vestirme, sólo me dio tiempo a colocarme la falda y la camisa sin abrochar (sin ropa interior si quiera) pero vino Óscar y me preguntó:

¿Dónde vas?

Esto ha llegado demasiado lejos, si son fotos mira, pero un vídeo

Si lo estás deseando, no seas tonta, luego borran la cinta delante tuya, es… una fantasía.

Pero es que…yo no soy así.

Mmmm pues a mi me encantas así.

Los demás escuchaban al otro lado de la cortina, aún con sus erecciones, y podían ver nuestras siluetas, uno frente al otro, muy juntos pues aquello no era muy grande y Óscar que cada vez se acercaba más. Comenzó a tocarme una teta, estaba mirándome como cuando me fotografiaba, y comenzó a lamerla; aquello me excitó muchísimo, y no pude evitar dar un pequeño gemido. La cortina se abrió de golpe y nos quedamos mirando hacia fuera, miré a mi fotógrafo y éste siguió lamiéndome las tetas, porque ahora lamía una y se pasaba a otra. Yo me encontraba apoyada en la pared con la camisa abierta y la falda puesta (sin bragas). Desde fuera una cámara nos enfocaba y los seis hombres restantes nos miraban. Fue en cuestión de segundos, pero me encontraba excitadísima y quería seguir con aquello, no sin poner cierta resistencia, ya que de vez en cuando hacía como que quería retirar al tío que había comenzado a meter la mano por debajo de la falda y había llegado a acariciar mi coño. Él me forzaba a seguir, me miraba con cara de duro y me agarraba con fuerza. Me hizo salir de allí y me sentó en la silla de maquillaje, me levantó la falda hasta la cintura y se arrodilló frente a mí, no tardó en hundir su lengua en mi coño y comencé a gemir como una puta. Hice el amago de levantarme, y fue cuando los chicos de la iluminación me forzaron a sentarme de nuevo mientras que con la mano que les quedaba libre me magreaban las tetas.

Eso es Óscar, límpiaselo bien joder- decía uno-.

Esto es una buena pieza eh?. Que ganas tengo de meterle todo el rabo tío.

Estaba asustada, pero en el fondo me gustaba todo aquello. La lengua no dejaba de rodearme el clítoris y sus manos jugaban con mi agujerito, metiéndome un dedo, dos, tres y hasta cuatro como podía. Los otros dos me sobaban las tetas cambiándose los puestos con el socio de Daniel y con el maquillador, mientras que el jefe con su cámara intentaba grabarlo todo. Mauro, el chico de vestuario, miraba embobado, parecía esperar su turno, y no tardó en cambiarse el puesto con Óscar, el cual le cedió el lugar. Mauro lo comía también muy bien. Sus movimientos de lengua eran más rápidos y sus dedos masajeaban mi coño muy bien. Aquello me gustaba más por momentos, pero intentaba hacerme la víctima, sé que aquello les gustaba, así que intentaba soltarme.

Cuando los chicos se cansaron de sobarme las tetas me llevaron a un sofá que había allí cerca, el socio y el maquillador se sentaron, bajaron sus pantalones y sus boxer y se dispusieron para esperar una gran mamada, me pusieron a cuatro patas frente a ellos y me hicieron comer las dos pollas a ratos; la verdad es que estaban deliciosas, aquello me estaba gustando y ellos notaban como iba disfrutando de la situación. Las comía como una verdadera guarra; de repente noté como por detrás me metían una enorme polla en el coño, no sabía de quien se trataba así que intenté mirar a ver quien me follaba, pero los dos hombres sentados en el sofá no me iban a permitir que soltara aquellos manjares:

No pares, coño, no pares ahora zorra, esto es una mamada y no la de mi mujer, joder como la come la muy puta – decía el socio.

Madre mía, me voy a correr en nada – decía mi maquillador.

Espera cabrón que yo me corra también y le llenamos la boquita de leche.

Yo no quería que se corrieran en mi boca, pero creo que no me iba a poder a escapar de allí, así que las cogí con mis manos y empecé a pajearlos a los dos a la vez mientras que por detrás me daban embestidas cada vez más fuertes, notaba que se iban a correr los tres casi al mismo tiempo; en un descuido pude volver un poco la cabeza y ver tras un espejo que el que me follaba era el tipo de vestuario mientras me daba golpes en el culo y gemía cada vez más fuerte. Me encantaba mirar a Óscar y ver como disfrutaba del espectáculo desde la silla de al lado, miraba con cara de vicio mientras aún se relamía los jugos que había soltado mi coño y tocaba su paquete.

Vino la primera corrida y fue la del maquillador, no podía aguantar, así que como pude dirigí su corrida hacia mis tetas que notaron como salpicaba toda aquella leche. La del chico de vestuario no se hizo esperar y:

Me corro, joder que me corro, siiiiiiiii eso es, ahhhhhhh uhhhhhh – entre golpes y golpes en mi culo, no dejaba de gemir-.

Fue entonces cuando el socio acercó mi boca a su polla y me obligó a chuparla hasta que comenzó a correrse en mi boca llenándomela toda de leche calentita. Debo reconocer que aquello me encantó: como sujetaba mi cabeza por los pelo obligándome a comérsela y a tragarme todo aquello, resultaba que el tío era un bruto pero me gustaba.

Cuando se levantaron los tres, me senté en el sofá y pedí que me llevaran al baño, necesitaba limpiarme la corrida que me había quedado en la cara; sabía que aquello no había terminado. Los dos chicos de iluminación se presentaron voluntarios para acompañarme; eran los más jóvenes de allí (tendrían 23 años) y estaban alucinando con el espectáculo. Medio abroché mi camisa como pude y bajé mi falda. Llegué al baño y me lavé. Cuando salí estaban los dos mirándome, sabían que les tocaba a ellos y, para ser sincera, estaba loca por tirármelo a los dos.

¿Nos quedamos aquí un poquito nenes? – les dije con mucha picardía.

Si tu quieres

Y comencé a desnudarme muy sensualmente para ellos; me quedé desnuda frente a los dos, que no sabían que hacer, le pedí que se quitaran los pantalones y los boxer y … no pasaron ni dos minutos cuando estaba frente a uno de ellos comiéndole la polla y el otro me follaba desde atrás. Era super excitante, tirada de rodillas en el suelo, en medio de cuadros antiguos y esculturas mirándonos. Se turnaron varias veces hasta que no pudieron más; primero uno de ellos me echó toda su corrida dentro de mi coño, mientras que el otro me la salpicó entera en su cara. No tardaron en presentarse el resto de hombres donde estábamos al escucharnos a los tres gemir como locos; supongo que les encantó escucharme gemir (más bien eran chillidos) pues fue justo cuando di mis gritos cuando vinieron a ellos el gran orgasmo.

Allí en el pasillo desnuda y con siete hombre de los cuales había satisfecho a 5 de ellos, me quedaba el que más morbo me daba, pues el jefe dejó claro que él no iba a tener sexo conmigo (al menos delante de ningún otro hombre), así que me dirigí al lugar donde me habían hecho las fotos. Le pedí a Óscar que me fotografiase y así lo hizo; se le veía muy excitado y deseándome, pero me hice de rogar; el resto de hombres miraban como me masturbaba para la cámara, como me ponía a cuatro patas y enseñaba todo mi culo al objetivo, cada vez me acercaba más y más a Óscar, hasta que este no pudo más y soltó la cámara. Me tumbó en el suelo y se quitó su ropa, me la metió de golpe en mi coño resentido y empezó a embestirme como no lo había hecho ninguno. Mis orgasmos se sucedían unos a otros, era impresionante lo cachonda que estaba, quería más y más.

De repente la sacó y me hizo poner de pie pegada a la pared. Me dio la vuelta y comenzó a acariciarme el culo. Primero suavemente y después más a lo bestia. Introdujo su dedo corazón en mi culo y después dos y tres… hasta que lo tuvo bien abierto y me metió toda su polla en él. Ningún otro tío de los que estaban allí presente se había atrevido nada más que él y eso fue lo que le hizo destacar del resto y hacer que disfrutara con él más que con ningún otro.

Ufffffffff si cabrón, eso es, pártemelo, hazme añicos- el comentario pareció sorprender al resto. En toda la tarde había dicho unas palabras y estas parecieron gustarles.

Eso es putita, déjame que te lo abra bien, te va a gustar.

Mmm ya me gusta pero quiero más, jódeme bien, si, eso es.

No tardó en correrse dentro de mi culo y empaparme con aquella leche que pareció bañarme por dentro.

Cuando terminó me trajeron mi ropa y me vestí allí delante de ellos. Me dieron mis cosas y se despidieron con dos amables besos y la correspondiente palmadita en el culo (el cual estaba un poco dolorido, todo sea dicho).

Daniel me dijo que ya me llamaría otra vez, que me había portado muy bien, pero que debíamos arreglar unas cosillas a solas en su despacho, que estaría en contacto conmigo. Supe desde el primer momento que aquella reunión iba a ser muy personal, y agradecí que no fuera ese mismo día porque estaba reventada.

Óscar fue el que me acompañó fuera pues ya había oscurecido.

Bueno Lucía, ha sido un place.

Nunca mejor dicho no? jajajaja- reímos los dos.

Este es mi teléfono, si algún día quieres que te haga unas fotos ya sabes.

No dudaré en llamarte – me dio un cálido beso en la mejilla y se marchó.

Cuando llegué a casa estaba agotada y lo único que pude hacer esa noche fue darme una ducha y acostarme a dormir hasta la mañana siguiente.