Sesión de Fotos

Una sesion de fotos en una paradisiaca isla, con una hermosa mujer. La historia no seria la misma despues...

Había llegado a Madrid, procedente de las Islas Canarias, con el propósito de empezar mi carrera como fotógrafo. Graduado en mi tierra natal como Reportero Grafico, huí de allí en la búsqueda del sueño de cualquier persona: Estabilidad. Con lo poco me dieron mis viejos y mis tíos de Tenerife, logre alquilar un pequeño piso cerca del centro de la ciudad. Afortunadamente la señora que me lo alquiló tuvo compasión de mi persona y me dio un piso casi amoblado. Tenía su refri, cama, TV, etc. Pasados los días, decidí ir en búsqueda de trabajo. Baje a la calle, compre un periódico y empecé a leer los clasificados. No había nada que pareciera importante. Si estuviera en mi patria, las ofertas me lloverían por montones. Pero como no estoy en mi casa, no tengo derecho de reclamar algo

Sobrevivía con unos pequeños trabajos que hacia esporádicamente. Los sueldos no eran muy buenos, pero me alcanzaba para vivir. En esos trabajos, empecé a conocer gente muy ligada a mi patria: venezolanos, colombianos, peruanos, argentinos, etc. Cada vez que me tocaba trabajar con ellos, nos íbamos compenetrando más y más. Me entere que tenían una casa a las afueras de Madrid donde residían parte de ellos. Pagué mi ultimo alquiler en mi piso y me mude con ellos, ya que era un buen grupo de personas y mis gastos iban a ser un poco menores. Poco a poco el grupo se fue retirando para hacer su vida hasta que quedamos tres: Enrique, un argentino muy decente, graduado de medico que decidió irse de Buenos Aires para hacer su post – grado, pero no le resultaron las cosas; y Carlos, un venezolano, periodista que salio de Venezuela casi como un perseguido político. Logramos un trabajo estable en un restaurante de comida rápida. A nadie le gustaba la idea, porque teníamos nuestros títulos universitarios, pero nos tuvimos que acostumbrar a ella ya que una de las primeras cosas que aprendimos al llegar a España fue verle el color al dinero. Con el tiempo, empezamos a llevar una vida casi normal. Siempre teníamos dinero en los bolsillos y algo guardado para las cosas de la casa. Carlos, acostumbrado mucho a la movida nocturna actual, nos invitaba varias veces para que saliéramos de farra. Un día decidí acompañarlo a ver que conseguía en las discos. Entramos a una de las discos más actuales de la ciudad. Tú podías respirar el ambiente de fiesta y jolgorio que tenia. Nos sentamos en la barra y pedimos unas cervezas. Como vinieron, se fueron yendo. Cuando mis ojos detectaron a una belleza en la pista de baile.

Era una belleza de ojos claros y larga cabellera rubia. Grandes pechos y unas piernas que daban que hablar a cualquiera que estuviera en el recinto. Me llene de valor y decidí interpelarla. Como estaba bailando algo sola en la pista, la tarea no iba a ser tan difícil. Le pregunte muy tímidamente que si podía bailar con ella y ella respondió moviendo su cabeza. La toma de las manos y empezamos a movernos como si fuéramos los únicos de la pista. Había una armonía entre nuestros pasos y lo penetrante que eran sus ojos. Terminado el set de canciones, me invito a tomar un trago en su mesa. Había venido sola y no quería tomar sin compañía. Acepte y nos retiramos a una mesa que estaba en una esquina del local. Yo ordene cerveza pero ella ordeno champaña, ya que estaba celebrando. La felicite por su logro y le pregunte su nombre:

Cristina – respondió, al mismo momento que encendía un cigarrillo. – Y tu nombre es? – pregunto con rapidez mientras chupeteaba el cigarro

Alex – conteste – Un placer

No, el placer es mió – respondió ella estrechando mi mano.

Empezamos a hablar de muchas cosas: Amor, dinero, política, cine… lo que saliera a la luz lo conversábamos. Sus ojos me tenían en un trance. Eran demasiado bellos. Al final de la noche ella se retiro sin antes darme una tarjeta para que la llamara ya que ella estaba buscando un fotógrafo para hacer una serie de fotos para un próximo calendario. Acepte muy gustoso su oferta y le dije que en los próximos días la llamaría para finiquitar el asunto. No era mi trabajo soñado pero en esta situación era lo mejor que había. Llegue a la casa casi al amanecer. Ya Carlos estaba levantado y muy ansioso por traerle las informaciones que había recibido en la disco

Anteriormente no la conocía. Me parecía una muchacha muy bonita y muy decidida. Carlos fue el que me dio las buenas nuevas: Cristina es una actriz de televisión muy famosa en su Caracas natal. Estaba en España promocionando su nueva telenovela en donde interpreta uno de los papeles principales. Es una ex reina de belleza que era una diosa en su país. Que muy pocos hombres se le habían podido acercar. Era una oportunidad que no podía desaprovechar. Tome lo poco que había ahorrado y lo invertí en equipos de alta tecnología para fotografía. Pasadas las semanas, la llame y acepte gustosamente encontrarme con ella para finiquitar detalles del trabajo. Carlos me rogó para que lo llevara como mi asistente. No pude negarme. Le pedimos prestado al vecino su coche: un BMW 512ti para poder movilizarnos hasta el punto de reunión. Llegamos al sitio con media hora de antelación. Estábamos muy nerviosos. A las 8 de la noche llego ella, embutida en un precioso traje de noche que le quedaba cono anillo al dedo. Hecho el protocolo, nos sentamos a discutir de negocios bajo la noche estrellada de Madrid. Ella me dio su carpeta en donde me mostraba muchas de las fotos que se había tomado en el pasado. Me comento que a raíz de las pocas ventas de sus anteriores calendarios, decidió buscar nuevas alternativas para realizar su nuevo calendario. Le dije que no existían trabas y que gustosamente la íbamos a ayudar. Ella pareció gustarle la idea y cerramos el trato. Nos dijo que mañana en la mañana íbamos a reunirnos en su casa para finiquitar.

Pagamos la cuenta y nos fuimos a dormir. En la mañana temprano, Carlos y mi persona estábamos listos para reunirnos con ella. La llame a su casa, para que nos diera la dirección exacta del sitio. En menos de una hora, estábamos en su puerta, con el corazón en el cuello. Cristina tardo poco en abrirnos. Se veía a primera luz que se acababa de despertar. Tenia puesto una bata de color azul claro y una pantuflas que le hacían juego, sus cabellos algo desordenados y con una gran sonrisa. Nos invito a pasar y a que nos sintiéramos en casa. Ella preparo café y lo complemento con unas galletas. Era como un manjar ya que salí tan rápido de la casa que se me había olvidado desayunar. Ella se excuso para cambiarse, sin antes decirme en donde estaba el baño. Entrecerró la puerta de su recamara y yo salí al baño. El pasillo estaba algo oscuro y me costo encontrar el interruptor. Cuando me dispongo a cerrar la puerta, denoto que la puerta de su cuarto estaba un poco más abierta que en la posición original que la había dejado ella. Gracias a ese pequeño descuido, pude ver un poco mas lo que era su recamara. Un estante lleno de osos de felpa y un espejo colocado en una de las esquinas del cuarto me llamaron la atención. En eso, pude ver parte del hermoso cuerpo de esta preciosa venezolana. Ella se quito su bata de baño para dejar ver una pieza de ropa interior de encaje negra mientras ella se disponía a peinarse frente al espejo. Rápidamente, apague la luz y encendí mi nueva cámara digital. Quería unas fotos de ella en esa intima posición para llevármelas de recuerdo de este trabajo.

Apague el flash para que ella no se diera cuenta de mi persona y empecé a fotografiarla. Ella termino de peinarse y se decidió poner algo más cómodo. Se despojo de su ropa interior, lo que a mi me dio una impresión total. Sus pechos, redondos y bellos, un estomago bastante plano, un gran culo, y unas enormes piernas fueron la vista inmediata que tuve de mi empleadora. Al mismo tiempo, mi pene, que tenia varias semanas sin acción, resurgió entre las tinieblas para darme una gran erección. Era una mujer preciosa y yo tenia la suerte de poderla fotografiar en su intimidad. Después de eso, saco una nueva muda de ropa interior y volvió a entrecerrar la puerta para colgar algo detrás de la misma. Sus ojos, vieron vagamentemente la puerta del baño. Pensaba que me habían descubierto, pero claramente ella no podía distinguir lo que estaba adentro. Salí del baño y me senté a un lado de Carlos, me bebí el café en un envión y espere a que saliera. Carlos se me quedo mirando como si hubiera visto algo y no se lo quisiera decir. Finalmente, salio Cristina, en un blue Jean una franela blanca. Apague la cámara para que ella no se diera cuenta de mi pequeño pecado y le pregunte que donde quería que tomáramos los exteriores. Ella quería que las tomas de exteriores fueran en la Isla de Los Roques, perteneciente a Venezuela. Carlos estaba pálido. Ella no sabia del trauma que represento para Carlos huir de ahí. A mi parecer, me pareció correcto, ya que me habían mencionado que esa islas son un paraíso tropical. Acepte la locacion, sin preguntarle a Carlos, quien seguía pálido. Ella sonrió y nos dijo que escogiéramos el día para movilizarnos a Venezuela. Carlos me toco el hombro y me llamo a un aparte. Me dijo que era imposible que el regresara a su patria ya que su cabeza ahí tenia un precio. Lo comprendí pero le explique que el cliente es quien decide en donde prefiere tomarse el set. Carlos lo entendió y con un abrazo me deseo suerte en mi aventura. Me disculpe con Cristina y le comente que Carlos, con un trabajo de última hora, no me iba a poder acompañar. Ella pareció entenderlo y me dijo que no había problema con eso

Llegamos al acuerdo de que nos iríamos a Venezuela en la noche, que a las diez tenía que estar en Barajas para tomar el último vuelo para allá. Asenté con mi cabeza y me despedí. Carlos también se despidió, sin antes pedir disculpas por los inconvenientes. Fuimos para la casa y arregle mi equipaje. Carlos introdujo unas cajas de preservativos como regalo, ya que me había comentado que las venezolanas son de muy buena cama. Yo, a cambio, le entregue las fotos que había tomado en la mañana, en la casa de Cristina. El se impacto y se emociono cuando las vio. Nos dimos un fuerte abrazo y Salí en un taxi rumbo a mi nuevo trabajo temporal.

Llegue a Barajas con media hora de retraso, pero Cristina no había llegado. Aproveche para llamar a Carlos para decirle que había llegado bien y que me disponía a salir. Terminando mi llamada, la despampanante rubia llego a donde me encontraba yo. Me saludo con un abrazo y me dio el billete para que pudiera abordar el avión.

La locacion que ella había escogido fue la Isla de Los Roques, una paradisíaca isla al norte de Venezuela, su tierra natal y donde la cabeza de Carlos tenía precio. Cada minuto que pasábamos en el vuelo, extrañamente vacío (salvo una pareja de ancianos que regresaban a Venezuela), era cada minuto que me agradaba más y me compenetraba con ella. Es una chica sencilla, de caracteristicas humildes, que salio a la fama por ser el segundo lugar en el Miss Venezuela, una de las competencias mas peleadas que hay, por la cantidad de hermosas mujeres que están ahí. Llegamos a Caracas, mas precisamente a La Guaira, que es el sitio en donde esta el Aeropuerto Internacional. Después de pasar la aduana, salimos al Lobby del Aeropuerto, en donde la estaban esperando unos familiares. Cristina diligentemente me los presento y me dijo que íbamos a pasar la noche en su piso en Caracas, para salir en la tarde del otro día a la Isla de Margarita, en donde haríamos el trasbordo hacia Los Roques.

El piso de Cristina era muy parecido al piso que tiene en Madrid. Me dedique a tomar unas fotos de la zona en donde vive, que es una área muy montañosa y tiene una hermosa vista de la capital. Prepare el almuerzo, después de convencer a Cristina que yo lo haría, para que ella descansara del vuelo. Algo sencillo, pero provechoso. A Cristina le encanto lo que prepare y procedió a retirarse a su habitación, para cambiarse de vestimenta para salir a conocer la noche caraqueña. Me entraron las mismas provocaciones de hacer lo que había hecho en Madrid, pero esta vez no tenia la misma oportunidad que me dio ella en Madrid.

Salio casi una hora después, con un hermoso traje negro, que hacia resaltar su hermosa figura y sus grandes pechos. Le dije para hacer una mini sesión de fotos en su casa, la cual acepto. Saque mi cámara digital y empecé a fotografiarla en varias posiciones en su casa. En todas trabajaba con una naturalidad y una belleza que me hacia ver con lo cómodo que trabaja con una cámara. Termine el espacio y baje las fotos a mi portátil. Ella mismo escogió las que quería y me dijo que se las pasara a su ordenador. Accedí con gusto, sin antes hacer una copia para enviárselas a Carlos en Madrid.

La noche caraqueña es muy movida, con grandes discotecas y un ambiente de algarabía característico de esta tierra tropical. Cristina me llevo a su discoteca favorita, que quedaba algo retirada de su casa. Era grande, con tres ambientes y cada ambiente era una cosa distinta. No tuvimos problema para entrar y empezamos a mezclarnos con la gente común y corriente que estaba ahí. Baile con ella toda la noche, cada vez más juntos y más juntos. Después de largas sesiones de baile, pasamos al otro ambiente de la disco, que tenía unos sofás y unas sillas para descansar. Ella hablo con uno de los encargados del local y nos permitieron la entrada a la zona VIP. Estaba sola, ya que no era un día común para que la crema y nata de la ciudad se reuniera. Empezamos a hablar bajo la noche estrellada caraqueña. Ella me confeso que no conocía a una persona que se moviera tan bien y yo no conocía una persona que fuera tan hermosa como ella. Me dijo que tenía un novio aquí y que estuvieron cerca de casarse, pero faltando pocos meses para la boda, ella lo consiguió saliendo de un hotel con otra mujer. Hasta allí llego la relación.

Decidí que era hora de hacer mi movida. Me fui acercando poco a poco para poder estar más cerca de ella. Ella se veía hermosa con ese vestido, le pedí al DJ que tocara algo suave para que pudiéramos baliar. En la mitad de la pieza, lo arriesgue todo y decidí darle un beso. Lo peor que podía pasar es que ella me cesanteara del contrato y que me tuviera que quedar aquí en Venezuela. Pero fue totalmente lo contrario. Ella respondió con gran emotividad a mis besos. Seguí tentando a la suerte y empecé a tocar su hermoso cuerpo. Ella estaba embelesada por mis besos y por mis caricias. La acaricie por todos lados: Sus hermosas tetas, su gran culo, sus caderas preciosas y su larga cabellera. Ella también me acariciaba mis pectorales, mis brazos y mi culo. Quería acción y yo era el protagonista de la misma. Decidí tentar la suerte una vez más y metí mi mano por dentro de su vestido, para llegarle a su chochita. Mi sorpresa fue mayúscula cuando me la encontré que estaba mojada como una laguna. Eso me puso a millón e hizo que mi pene entrara en el juego, adentro de mis pantalones. Ella se dio cuenta de eso y decidió tomar cartas en el asunto. Se agacho, abrió la cremallera y le dio libertad a mis 20 cm. de hombría. Los vio con mucha lujuria y se los llevo a la boca, para empezarme a dar la mamada del siglo.

La mejor manera de describir como lo mamaba ella es una aspiradora a toda su capacidad. Yo estaba en la nube nueve, dislumbrado por la poderosa mamada que me estaba dando Cristina, aparte de sus hermosos senos, que ya casi estaban al descubierto y ver como su mano iba a consolar a su ahogada chocha.

No dure mucho antes de correrme en su cara, la cual ella parecía gustarle. Largos borbotones de semen salían de mi pene a dar directo contra su cara. Ella chupo todo el desastre que quedo ahí y lo saboreo como nunca. Había cruzado la barrera que muchos querían hacer. Me convertí de una persona que ella contrato, para ser su amante.

Tomamos rápidamente un taxi que nos llevara a su casa de nuevo, para poder seguir la acción desde su hogar. Como el trayecto era largo, le pedí al conductor algo de discreción y de tranquilidad ya que mi "novia" se sentía mal. El me dijo que si y yo se lo agradecí. Aprovechando de que el conductor no podía voltear para ver que estábamos haciendo nosotros, gentilmente le quite la pantaleta mojada a Cristina y procedí a devolverle el favor. Mis ágiles dedos encontraron con facilidad su abultado clítoris y comencé a jugar con el. Era más difícil controlarle la cara de satisfacción que tenia Cristina a terminar de masturbarla. Faltando pocos minutos para llegar a su casa, sentí como la vagina de Cristina empezó a irse en espasmos, mientras un gran orgasmo se le sobrevenía.

Le pague al taxista con creces y subimos rápidamente al piso de ella. En el trayecto del elevador, procedí a comerle el coño, para que llegara lista para la acción. Ella se fascinaba más y más con el perfume a sexo que había en el elevador. Lo único que doy gracias es que nadie se encontró con esta escena en el elevador. Llegamos a su piso y empezó la acción de las buenas.

Comencé a desnudarla muy suavemente, para dar a conocer su voluptuoso cuerpo. Empecé por la parte superior, desanudando muy gentilmente la parte superior de su vestido para dejarle ver sus hermosos senos. Juguetee un rato con ellos, mientras la seguía besando. Ella estaba a mi completa disposición y yo podía hacer con ella lo que yo quisiera. La acosté en su cama, para seguir desvistiéndola. Me desvestí yo también y deje que Cristina reanimara mi pene para un segundo disparo.

Cuando ya estaba en la dureza perfecta, me coloque en la posición perfecta para penetrarla. Ella puso su mano delante de su vagina para darme a conocer que no estaba protegida y que debía colocarme un condón. Afirme con mi cabeza y fui tras los que me había regalado Carlos. No soy muy fanático de ellos, porque pierdo mucha la sensibilidad; pero para este caso, se podían hacer excepciones a la regla.

Me lo coloque y la penetre. Su vagina estaba húmeda y caliente, lista para recibir los 20 cm. de mi hombría. Emplee suavemente con los movimientos, mientras la seguía besando y acariciando sus erectos pezones. Ella estaba como una moto y quería más. Cambie de posición y subí la intensidad de los movimientos. Ella le gusto el cambio de velocidad. Seguimos así por casi una hora, con todo el cuerpo sudado. De repente, sentí como su vagina hacia presión contra mi pene, cosa que me hizo que me corriera en el condón. Ella me lo agradeció con un beso y me quite el condón para botarlo. Dormimos la noche juntos, asquerosos y oliendo a sexo. Mañana será otro día.

Al otro día, por casi minutos, perdíamos el vuelo que teníamos reservado. El trayecto entre ambas ciudades es corto, pero de Puerto La Cruz a Los Roques era mas largo. Veníamos acompañados de una pareja francesa que venia a conocer los Roques por primera vez. Cristina estaba muy entusiasmada. Y a la vez, se podía ver en sus ojos lo bien que había pasado la noche. La pareja nos dijo un cumplido de lo bien que nos veíamos. Ella se sonrojo y yo lo único que dije fue las gracias. Cristina se disculpo con os franceses y procedió a tomar una pequeña siesta. Puso su cabeza entre mis piernas. Al sentirla a ella, mi pene resurgió de lo más profundo de mí. Cristina lo sintió y me susurro al oído:

Creo que quiere más acción. Veremos como termina el día – me dijo, guiñándome un ojo.

Llegamos bastante entrada la tarde a los Roques. Era una tarde espectacular, de esas que uno nunca olvida. Me hacia recordar a las que veía en mi país natal. Nos registramos en el hotel y nos pusimos a sacar unas cuantas fotos antes que se fuera el sol. Cristina estaba espectacular. Se puso un traje de baño azulado de dos piezas y empezamos a trabajar.

Rápidamente la noche se nos vino encima y salimos a comer en un sitio que nos habían aconsejado los lugareños. Cristina seguía con el mismo traje de baño que hacia que todos los hombres del sito voltearan su cabeza cuando ella pasaba a su lado y después me veían a mí con una cara de "Que suerte tienes, amigo". Era un sitio de comida del mar, así que pedimos unas especialidades de la casa, acompañadas de un buen vino blanco.

Terminada la cena, caminamos a las orillas de las hermosas playas de aguas cristalinas. Nada mas estábamos nosotros, la luna y las estrellas. Cristina me robo un beso, y se puso a correr. Yo la seguí detrás de ella. La taclee como un jugador de rugby y caímos con fuerza en la arena, riéndonos, disfrutando de la travesura que estábamos haciendo. La empecé a besar, y ella me respondía a los besos. Metí mi mano dentro de la parte baja de su traje de baño, para estimular su clítoris, mientras que con la otra masajeaba sus tetas. Ella también masajeaba mi pene para ponerlo erecto

Nos fuimos directamente a la habitación, sin dejar de besarnos. Le removí la parte superior al traje de baño para que sus hermosos senos estuvieran libres. Ella procedió a quitarme el traje de baño para darle libertad a mis 20 cm. de masculinidad. Yo estaba que me iba en el momento pero ella detecto eso y empezó a hacerle unas caricias gentiles para que me pusiera a millón sin irme. Terminada su faena, se acostó rápidamente en la cama para que pudiera tener un mejor ángulo de la acción. Le quite la parte de abajo, me puse el condón y procedí a hacerle el amor de una manera jamás pensada por ella. Era la perfecta unión entre el amor y el sexo. Habíamos llegado al balance ideal. Nosotros sabíamos que no era un sexo casual. Era la expresión de amor de dos personas enamoradas. Le di rienda suelta a su imaginación y deje que cambiara la posición. Se monto encima mió y deje de que ella llevara la acción. Me di cuenta de que ella era experta en esa situación, ya que supo llevar muy bien las acciones.

No paso mucho antes que ella se viniera en un estremecedor orgasmo, y que yo me fuera con todo. Ella me dio un beso de buenas noches y se fue a la cama. Al amanecer del otro día me desperté distinto. No era que había pasado la noche con Cristina, ni que tampoco mi aventura con ella iba a terminar esta tarde, ya que casi habíamos terminado la sesión de fotos… me sentía raro, extraño. Pero lo pase por alto y decidí irme manos a la obra. Después de un largo desayuno, tome mi cámara y tomamos las ultimas fotos que iban a ir al calendario. A mediodía hicimos un break para almorzar. Decidí probar una de las especialidades de la isla, la cual me habian advertido de sus poderes afrodisíacos y que influía muco en el desempeño del pene. Los nativos me dijeron que tomándome este asopado, podía tener más horas con el pene erecto y llegar a más orgasmos. Casi como una Viagra casera. Influido por todo eso, decidí probarlo. Tenía muy buen sabor, parecido al asopado de mariscos que comía alguna vez en Madrid o en Tenerife. Termine el almuerzo, y seguí con mi sesión de fotos. Entrada la tarde, terminamos la sesión y nos dispusimos a ir al hotel para pagar la salida y salir rumbo a Caracas, donde Cristina se quedaría a enmendar las cosas con su novio y yo seguiría mi largo trayecto a Madrid

Por problemas en la aeronave, tuvimos que pasar la noche en la isla un día más. Decidimos celebrar la finalización del calendario, con una cena y balies. Había una muy buena disco en la zona, y decidimos visitarla. Descubrí que Cristina no era muy buena tomadora, ya que pasadas un par de horas, se veía el estado de embriaguez en ella. Sus actitudes lascivas mientras bailábamos eran de la boca de todos. Me sentía bien, ya que estaba bailando con esta bellísima rubia, y a la vez mal porque esta no era la manera que yo quería terminar la noche. Después de pasadas la una de la mañana, salimos rumbo al hotel para disfrutar de una buena dormida y salir temprano en la mañana. Pero Cristina tenía otras ideas. En el instante que yo cerré la puerta de la habitación, ella se desnudo para hacerme un show de Strip tease como nunca lo había visto. Se quito el top y el blue jean para descubirir los pedazos de tela, mal llamados ropa interior, que cubrían sus senos y su candente sexo. Puso música y me obligo a sentarme en una silla mientras ella bailaba para mí. No paso mucho tiempo sin que una vigorosa erección viniera a mi y menos en ella darse cuenta. Tomo mi enorme viga y se la llevo a la boca, haciendo ruidos obscenos mientras me la mamaba. Un poco de fluido pre – seminal salio al rato y ella lo degusto como si fuera una chupeta. Nada mas ver como era la actitud de ella con mi pene casi me hizo venirme

Decidió parar, para lanzarse en la cama para que la oliera. Mientras me desvestía, ella me decía que me pusiera un condón (lo que siempre hacia) porque ella calculo que este es el peor día del mes de ella. Las cosas más obscenas y perversas pasaron por mi cabeza en ese instante: quería sentirla a ella sin el pedazo de látex que recubría mi pene. Pero no podía darme el lujo de embarazarla, ya que no tenía ninguna manera de sustentar un niño en estos momentos. Así que deseche esas ideas de mi mente y procedí a penetrarla muy suavemente. Ella se impresionó por la dureza de mi miembro en esas acciones. Los nativos tenían razón, como revigorizarte, estaban en lo correcto. Mi pene no podía estar mas duro! Después de unos veinte minutos, ella se vino en espasmos mientras que mi lechoso semen salía a borbotones para golpear la pared artificial que se convirtió el condón.

Para mi sorpresa, mi miembro no perdió su dureza, y para mayor sorpresa, Cristina no estaba satisfecha todavía. Así que no me dio tiempo para cambiar de condones cuando Cristina cambio de posición para seguir en las maniobras sexuales. Ahora creía lo que me decían los nativos. Rápidamente Cristina se puso en cuatro patas y reintrodujo mi miembro. Yo intentaba quitarme el condón para cambiarlo por otro nuevo, pero Cristina abortaba cualquier movimiento de libertad del mismo. Así estuvimos por una media hora mas, cuando por segunda vez se volvió a ir en espasmos y mi pene volvió a erupcionar con la leche, que se mezclo rápidamente con la primera que ya estaba presente en el condón.

De nuevo mi pene no perdió su erección y Cristina seguía como gata en celo. Le advertí de la presencia de riesgo en tener el condón lleno de leche mientras estamos en el acto. Ella pareció no importarle. En su ebriedad, ella había accionado del botón de modo sexual al máximo. Con una cara picara, me dijo que me acostara, para quitarme el condón y así lamer el contenido del mismo mientras se resbalara por mi pene. Yo accedí, pero las acciones tomaron otro destino. En un momento de descuido, Cristina no levanto el condón y siguió con las acciones. Ella rápidamente se sentó sobre mí y le dio rienda suelta a sus acciones. Esta vez eran más fuertes y acompasadas. Ponía mas firmeza sobre mi huevo y eso me gustaba. Me deje ir por la libido y me coloque lo mas fuerte que pudiera mi pene, así ella lo disfrutaba mas. Ella ya no estaba preocupada por el riesgo, sino que se dejo llevar por sus hormonas. Yo ya decía que pase lo que pase, no me importaba más. Estábamos borrachos de felicidad, de sexo, de amor… Ella hacia mas fuerza y yo la acompañaba mas y mas fuerte. Ella se vio primero y su vagina hizo estragos con mi pene ya estimulado por las dos primeras descargas. Estaba flotando en la nube diez. Estaba en la cima del mundo. Cristina vio que ella había llegado y yo no, y decidió apurar un poco mas las cosas. Después de unos diez minutos ya sentía como mi semen quería salir disparado hacia ella. Ella se metió sus dedos en su vagina, para recoger un poco de sus propios líquidos. Y se los llevo a la boca. Eso me puso a millón e hizo que mi orgasmo estallara. Con mucha más fuerza que los primeros. Los dos primeros borbotones fueron no muy copiosos. Ella vio que había llegado al orgasmo y agacho su cabeza, con mi pene todavía ensartado en su vagina para darme un beso. Mientras nos besábamos, el tercer borbotón de semen salio un poco mas duro. Estábamos con los ojos cerrados y besándonos apasionadamente. En el momento que termino el tercero y el cuarto estaba listo para salir, ocurrió el desastre.

Yo no lo vi aproximarse. Ella tampoco. Estábamos tan borrachos con el sexo que ocurrió que no quería. Cristina se encontraba encima mió, con mi pene todavía alojado dentro ella. Llego el desastre. Con la salida del tercer borbotón de leche hacia el condón, se había llenado totalmente su capacidad. Rápidamente, me di cuenta del asunto y trate de levantarla, pero ella me oponía resistencia, como si quisiera que pasara. En el momento en que el cuarto borbotón de leche corría por mi pene, buscando la punta del condon, lo sentí. Quede frió y paralizado. Sentí como el condón, por fuerza del líquido presente, empezaba a resquebrajarse; como si a una presa le llegaran unas grandes marejadas de agua. En el momento en que el cuarto borboton salio expedido de mi pene con una fuerza un poco mas de lo de costumbre, la pared artificial que es el condón no pudo mas. Termino de resquebrajarse y todo lo que estaba dentro del condón, que era suficiente para embarazarla tres veces; salio disparado hacia su fértil vagina. Cristina sintió su ambiente vaginal un poco más húmedo de costumbre y instintivamente se sentó más fuerte sobre mí, permitiendo que la punta de mi pene estuviera alineada con la entrada de su útero. Un quinto borbotón, ya sin nada que lo impidiera, salio directamente hacia su útero. Cristina decidió bajarse para descansar. Por primera vez pude ver la magnitud del hecho. Vi como la única arma defensiva de un embarazo 100% seguro estaba hecha pedazos en la punta, y veía como el semen restante resbalaba por la todavía intacta pared de mi pene recubierta por el condón. Cristina me dio un hermoso beso y se fue a dormir. Yo no podía… No podía dormir…Lo único que pensaba era en que punto de su aparato reproductor se encontraba mi fértil leche… mi hijo que en 9 meses vería la luz. Estaría en la entrada de su útero, peleando para poder entrar?, Estaría en su útero ya, buscando la autopista que lo llevara a el ovulo fértil? , O ya estaría en contacto con su ovulo, haciendo el milagro de la fecundación?. La mañana llego y no pude cerrar los ojos. Cristina se levanto muy alegre pero con un poco de dolor de cabeza. Por la más grandiosa suerte, ella no se acordaba nada de la noche anterior, aunque había rastros de semen seco en su pierna derecha que me podían delatar. Nos vestimos, pagamos la cuenta del hotel y solamente me podía imaginar a Cristina con una panza, producto de la noche loca que paso. Subimos al avión y empezamos el rumbo a Caracas. En el trayecto a la capital, su teléfono sonó: Era su novio que quería encontrase con ella para rectificar por las cosas horribles que había hecho. A ella se le aguaron los ojos de oírlo, y lo perdono. Llegamos a Caracas y era nuestro adiós. Gentilmente, la bese en el cachete y nos dimos un fuerte abrazo, sin antes y sin que ella entendiera por que, bese su vientre, como la manera de despedirme de mi hijo que pronto nacería. Tome el avión de regreso a Madrid, donde pude dormir algo. Llegue a Barajas entrada la noche, en donde Carlos me estaba esperando, para que le contara con lujo de detalles mi estadía con esta bella venezolana. Le conté lo necesario, para así no incriminarme ante el. Después de un tiempo, se me pasó la angustia y seguí vivendo mi vida normal.

Cuatro meses después, la vida me había sonreído. Conseguí un buen trabajo, como corresponsal grafico en eventos deportivos. Conocí a una bella valenciana que pronto se iba a convertir en mi mujer. Carlos pudo regresar a su patria y seguir su vida allá, y vendimos la casa de nosotros, para poder mudarme a un piso con ella en las cercanías de Valencia. Habíamos trabajado duro y sin descanso, para poder regalarnos unas buenas vacaciones en Palma de Mallorca en verano. Hicimos las maletas, tomamos el coche y salimos a la isla balear para pasar el verano. En el momento que llegue a allá, lo primero que hicimos fue ir a la playa, para tomar un poco de sol y relajarnos. Pasada la tarde, Becca (el diminutivo cariñoso que le había puesto a mi novia, Rebeca) subió al hotel a cambiarse, lo que me dejo un momento de solas con el mar, cuando vi su silueta. Era ella. Era Cristina.

Tal como me lo temía hace unos meses atrás, apareció en las playas de Palma con un embarazo ya evidente. Calcule unos cuatro o cinco meses. Pero seguí siendo sexy. Me vio y corrió a saludarme. Yo la salude con un abrazo, esperando lo peor. Ella me felicito por las fotos del calendario, ya que habían sido un éxito de ventas en Caracas y Madrid. Yo, inocentemente, le pregunte por el encargo. Ella se sonrojo y me llevo a donde estaba sentada ella. Donde estaba sentada ella, estaba su novio, pronto a ser marido. Me lo presento y yo , cortésmente, le estreche la mano. Volví a preguntar por el embarazo y ella me contó que había sido un error de el. El mismo día que yo me fui a Madrid, ellos hablaron y se reconciliaron. Decidieron mostrar su amor debajo de las sabanas y a el le había pasado lo mismo que a mi. En el momento menos oportuno, el preservativo fallo y termino vaciándose en ella. Un mes después los exámenes de sangre dieron positivo y ella termino por darle la noticia a el, que inmediatamente después pidió la mano de ella para llevarla al altar. Me sonreí, y los felicite. Les dije que me tenía que retirar porque me esperaba una velada con mi prometida. Lo mismo dijeron ellos y así quedamos. Nos dimos un fuerte abrazo, la felicite personalmente y me retire. No volví a saber más de ella por el verano

Regresando de las vacaciones, en pleno otoño, las campanas doblaron enana de las iglesias mas concurridas de Valencia. El matrimonio entre Mi persona y Rebeca se había consumad. Los suegros nos regalaron una luna de miel en Atenas, cosa que me gusto mucho. En lo que llegamos allá, baje un momento a revisar mi cuenta de correo electrónico a ver si me habían mandado alguna asignación referente al campo deportivo. Pero no fue así. Lo que si llego fue el correo electrónico de Cristina. Ya había dado a luz y me enviaba las fotos de la criatura, llamada José Antonio. Era una criatura preciosa, que había sacado mucho de los rasgos de su madre. Pero los ojos no, eran los ojos míos, los ojos de su padre.

Criticas y sugerencias: rct_ethan@yahoo.es

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