Sesión de dominación con mi ama (5ª parte)
Saludos estimados lectores, aquí dejo una nueva parte de mi idea de relato sobre la fantasía de tener un encuentro real con mi ama financiera.
Mi dueña lleva a cabo la llamada grupal; ¿qué me esperará ahora? Atienden sus amigas, y comienzan hablando normalmente: cómo está cada una, lo que hace en ese momento; sus cotilleos, y los comentarios sobre cómo les fue durante la jornada en sus distintas actividades… Hasta que en un momento dado, habiendo yo casi terminado de limpiar sus pies con mi lengua, oigo que todas le piden al unísono y ávidamente: ¡A ver, a ver! ¡Muéstranos a tu nueva mascota!
-¿Ah, el microbio ese que pretende ser mi sumiso? Ahora lo verán, (al decir esto dirige la cámara de su teléfono hacia donde estoy yo) mírenlo, ahí está el patético, limpiando la suciedad de mis pies con su asquerosa lengua de perro sarnoso.
Yo no sé qué hacer, si seguir o dejar de adorarla para saludar al grupo, más ella me hace señas que continúe. Me siento avergonzado, pero su voluntad es superior a mí. Mis temores, orgullos y timidez no cuentan para ella. Solo escucho risas de todas sus compañeras, y algún que otro comentario burlesco de las más desvergonzadas.
-¡Oye, qué esclava más bonita tienes! ¿Por qué no me la prestas un rato? Necesito alguien que me haga todas las actividades de la casa, y me dé masajes en los pies cuando vuelvo del trabajo, si es que al menos sirve para eso (risas de la chica)
-Qué ridículo se ve así vestido de nena, pero le está faltando algo, ¿no crees? Si me lo dejas a mí unas horas, yo termino de convertirlo en mujercita. ¿Sabes lo que haría con él? Primero, cortarle esa cosita inservible que tiene entre las patas, y luego, le arrancaría las bolas, para dárselas de comer a Rudolf, mi perro pastor alemán. Y para terminar la velada, haría que se la folle mi perro. Sería fascinante, con lo marica que nos contaste que es este gusano, no tendría inconvenientes en ser la perrita de mi Rudolf (Risas de esta chica) ¡ladra, ladra perrita, quiero escucharte ladrar! (sentencia de pronto, y yo quedo perplejo unos segundos, sin saber qué hacer, pero mi ama me dice en voz baja que obedezca, así lo hago)
Empiezo a ladrar de la mejor forma que puedo, produciendo la risa generalizada de todas ellas, que siguen lanzándome epítetos humillantes por turnos. Escucho a otra que dice: ¿por qué no lo obligas a prostituirse para ti? Así te pagará más tributos, y acabará por perder el resto de hombría que le quede, si es que ese engendro merece ser tenido como hombre (carcajadas)
-Lo estoy pensando, pronto haré que se prostituya para nosotras. Con el insignificante tributo que me paga, ni merece que lo tenga bajo mi dominio.
Responde mi ama, y dirigiéndose ahora a la que habló primero, la dueña del perro, la que deseaba tenerme bajo su dominio para castrarme:
-No te quepa la menor duda de eso, Rocío; tú también vas a tenerlo, para que disfrutes de él a tu gusto. Sé que te encantaría darle una alegría a tu mascota, te lo prestaré unas semanas, para que te ocupes de convertir a esta puta en una perrita zoofílica. Luego verás cómo te pide por favor que se la folle un perro. Y tampoco me olvido de ti, Noelia; sé lo ocupada que estás todo el día y necesitas una mucama que se encargue de limpiarte la casa gratis, esta es la indicada, y también puedes usarlo como alfombra o lamedor. ¿Alguien más lo quiere? Está disponible para todas.
Otra dijo:
-¡Dile a esa puta maleducada que nos salude! ¡Quiero escucharla hablar!
-Ya oíste a Sofía, Lili. Levántate del piso y saluda a las chicas.
Yo me levanté de prisa, y mirando a la cámara saludé:-
Buenas tardes señoritas, es un gusto saludarlas. Estoy completamente a sus órdenes, pueden usarme del modo que mejor les parezca.
Veo que mi ama hace un gesto de aprobación y me dice en un susurro: di lo que eres para mí.
Soy Lili, la esclava personal de mi Ama Katia. Soy su alfombra, su felpudo, su criada y su putita. Me arrastro en el piso por ella como un gusano, pago mi tributo feliz de que mi diosa me humille. Nací para ser un juguete de mi dueña, mi única función en la vida es la de servirla a ella.
Mi ama me interrumpe diciendo:
-Basta de palabras, ahora me demostrarás si es verdad todo lo que dices, haciendo el ridículo para que te vean mis amigas y se convenzan si eres una buena esclava o no. Baila, ponte a bailar para nosotras. ¡Vamos, mueve el culo, puta! Ponte a bailar y cantar como lo hacías mientras limpiabas todo el desastre de mi cuarto, quiero que te vean moviéndote como una adolescente.
Ahí fue que todas en el grupo empezaron a pedir en coro: que baile, que baile, que cante, que baile la nenita… Y cosas así, en tanto que aplaudían marcando el ritmo.
Ya estaba hundido en la humillación, no podía dudarlo, tenía que cumplir, así que me puse a bailotear y cantar alguna melodía imitando malamente a alguna cantante famosa.
Mientras hacía mi patético número artístico, podía notar como todas, hasta las más recatadas, se reían de mi aspecto, y del espectáculo que daba intentando moverme de forma femenina o fingiendo mi voz. Algunas me animaban que siga, otras me insultaban por mis piernas flacas, por mis movimientos de autómata, o por mi voz de marica. Mi ama las dejaba hacer, se regodeaba viéndome en esa situación. Lo habíamos hablado hace tiempo, y una de mis fantasías de sumiso era ser expuesto ante sus amigas, en consecuencia, aunque por un lado me avergonzase ser visto así, ella sabía que también deseaba que me usasen de esa manera.
Oía comentarios de toda clase, como las que decían: nos lo pasaríamos de puta madre con un marica como este, usándolo todo un fin de semana para divertirnos. Otra dijo: a mí me encantaría violármela, hace tiempo que no le rompo el culo a una putita traviesa. Una tercera chica, de hablar refinado: a este maricón traga pollas, yo le enseñaría a comportarse como una verdadera dama y a cómo seducir a alguien. Primero, debe aprender a caminar correctamente y a ser digno de calzar unos tacones, luego, la enseñaré a vestirse con buen gusto y elegir bien el maquillaje que usará, por último, le quitaría esa peluca barata que tiene, y le haría dejarse el pelo largo; si va tener el cabello largo, que sea auténtico, no una imitación barata. Una vez que lo tenga bien educado y amaestrado, pudiera ser que quiera usarlo un poco para follármelo. De momento no me interesa, es horrible, de suerte que solo me hace reír con sus estupideces. Hazle que se mueva con más delicadeza. ¡Pedazo de animal, muévete bien, párate más derecho!
Una cuarta intervino: ¡Qué esperas Katy, dale una patada en los huevos al imbécil ese! Yo sé que te lo agradecerá. Quiero verle la cara de dolor después que lo pateaste, que te agradezca por el golpe que le diste, y que bese el pie con que lo castigas.
-Gracias por darme esa idea tan fantástica, obsérvalo bien, Victoria. Ahí va, ¡toma! (y dicho esto, me dio una patada de mediana intensidad en mis testículos)
No fue tan doloroso, pero no se sentía nada cómodo haber recibido un golpe en esa zona tan frágil del cuerpo masculino.
-Ahora agradéceme por haberte pateado, y besa mi pie. ¡Obedece!
Gracias Ama (y besé su pie con toda mi devoción y respeto)
-¡Dale otra, dale otra! (Clamaban todas con obstinación) ¡Déjalo estéril a patadas! (Todo esto lo decían entre risas maliciosas)
La que más gozaba parecía ser Victoria, su amiga del grupo. La chica no dejaba de pedir que la golpiza continuara, que me pegase más fuerte, pero mi ama manejaba la situación y demostraba el control absoluto en todo momento:
-No te impacientes, Vicky; cada una, a su debido tiempo, podrá disponer de él y hacerle lo que se les venga en gana, ya llegará tu momento en que le revientes las pelotas. Por ahora, este juguete es mío (risas) y no se lo presto a nadie (saca la lengua como en gesto infantil y burlón hacia su propia amiga)
-¿Pero me dejarás ver una vez más cómo lo pateas? ¡Por favor! ¿Sí, amiguita? Vamos, no seas mala, solo un golpe más a sus bolas. Sé buena, solo una patada más.
-Está bien. (Y dicho esto, repitió el golpe, pero esta vez con un poco más de fuerza, que me hizo caer hacia atrás y llevar las manos a mis testículos por el dolor.
Pero estando en el piso, recibo nuevamente la orden terminante de mi ama:
-Levántate del suelo y agradece por el golpe que tuve la amabilidad de darte, y bésame el pie, ¿ya te has olvidado? ¡Déjate de mariconadas y obedéceme!
Como pude, me levanté del piso y repetí el procedimiento de agradecerle el golpe que me dio y besar su pie.
Eso fue el detonante de un gran estallido de risas de todo el grupo, incluida mi ama, que se divertían a mi costa. Algunas pedían que me golpee de nuevo, otras que me pisotee los testículos, en fin, cada una de ellas, en mayor o menor medida, gozaba sádicamente viéndome adolorido tras recibir las patadas. Pero esa parte de la tortura afortunadamente había concluido.
Como siempre, mi ama demostró su dominio sobre cualquier situación, poniendo fin amablemente, a la vez que con inflexibilidad, a las peticiones de sus amigas:
-Terminamos por hoy, ahora quiero disfrutar un poco yo sola de este microbio. Jugaré un rato más con él, y lo echaré a la calle, como se lo merece. Ya han visto bastante, la próxima vez haré una fiesta con ustedes, lo traeré aquí y nos divertiremos.
Victoria, ya puedes ir juntando todo el odio que tengas por los hombres, que tú serás una de las primeras en poder patearlo y abofetearlo cuanto gustes. Sé las ganas que tienes de darle una paliza, después que tu último novio te dejara por esa otra, estás con toda la rabia del mundo, y te entiendo, así que te dejaré librarte un poco de tu ira, dándole una buena azotaina a este arrastrado. Verás cómo al final te sientes mucho mejor. ¿Te parece bien?
-Me parece perfecto Katy, no veo la hora de patearle las pelotas a uno como este.
-Bueno, pues así será.
Mi ama y sus amigas hablaron por unos minutos más sobre cuestiones triviales, dando por concluida la llamada y despidiéndose mutuamente, pero sin antes mandarme a mí también que las saludase una por una, y me les ofreciese como esclavo personal.
Ya de nuevo a solas conmigo, mi ama dictó:
-Échate de nuevo en el piso. (La obedecí sin chistar) ¿Sabes? Estuviste excelente, mis compañeras han quedado con ganas de usarte. Te has portado bastante bien, claro que aún te falta mucho para ser una buena puta esclava, pero me has dejado bien frente a mis amigas. Y por eso, te daré una pequeña recompensa. Después de haber comido de mis pies, estarás con sed ¿verdad?
-Sí ama.
-Pues bien, te daré de beber mi dulce y sabrosa orina. Pero antes, tendrás que suplicármelo. Demostrarás la devoción que tienes por tu diosa, rogándole que te permita tener el privilegio de que puedas beber de ese néctar divino, salido de su fuente sagrada. ¡Vamos puerca, suplícamelo de rodillas!
-Por favor mi diosa, permítame saciar mi sed con un poco de su agua sagrada, se lo pide este su más miserable esclavo.
-Convénceme mejor, aún no me gusta tu manera de pedirlo.
MI ama, por lo que usted más quiera, concédame el honor de poder tomar solo un poco de su divina lluvia dorada.
-Qué poca creatividad tienes para dirigirte a mí, eso denota lo escaso de tu inteligencia; pero bien, empiezas a convencerme. Quiero oír más como te humillas suplicándome que te deje beber mi meada, sigue rogándolo. NO puedo desperdiciar algo que sale de una parte tan íntima de mi cuerpo en alguien tan obtuso como tú.
Pienso desesperadamente las palabras que decirle, por la emoción y lo tenso de la situación, me faltan las ideas, y temo las reprensiones de mi dueña si no la llego a convencer que me conceda el lujo de probar su lluvia. Ya sin saber qué hacer, me aventuro, jugándome el todo por el todo, total, ya no tengo más nada que perder, estoy humillado totalmente ante ella:
-me rindo ante usted, mi única diosa, dueña de mi voluntad, mi reina, me arrastro por el piso como un gusano y beso sus pies (y acompañado a esta frase me tumbo en el piso de la sala y beso con fervor sus empeines) le ruego, me conceda el gran honor de beber al menos unas gotas del sagrado licor de su fuente sublime.
-Está bien, eso es todo lo que puedes. Pero me gusta, me encanta ver cómo te humillas por tu ama. Es tan divertido ver cómo te arrastras por mí y me imploras que te haga beberte mi meada, eres una puerca. Igual te daré lo que me pides, porque te lo has ganado. Dame esa copa que está sobre la mesa.
Ya sé lo que va a hacer, y se la doy con gran felicidad.
-Cierra los ojos, no te mereces ver lo que hago. Solo escucha e imagínatelo, con eso es suficiente. Aún no tienes ganado poder observar lo que haré.
Obedezco y cierro los ojos, pero puedo intuir lo que sucederá. Sé que ella levanta lentamente su falda, y lleva la copa a su entrepierna; puedo escuchar todo: desde el leve roce de la tela de sus finas ropas, como así también el sonido de su orina llenando el vaso de cristal.
Cuando termina, yo no puedo dejar de recordar esa escena, sin poder mirarla, pero deleitándome con imaginarla dándome algo tan sagrado.
MI ama corta ese mágico instante diciendo con elegancia:
-Aquí tienes, bebe.
No hizo falta que dijese más nada, yo tomé la copa diligentemente de su delicada mano. Estaba llena casi hasta el borde, y como si del más sabroso licor se tratase, empecé a beber con goce el dorado líquido.
Continuará…
Aún no termina pero se acerca de a poco el final, hoy quise compartir este fragmento con nuevas humillaciones y cosas que me gustaría vivir en persona estando bajo el dominio de una mujer como la que intento describir en esta historia.