Sesión de dominación con mi Ama (4ª parte)

Continuando con el relato de mi fantasía, aquí va la cuarta parte, donde intento narrar lo que sería una escena de adoración y comer de los pies de mi ama, uno de mis mayores deseos.

Sin hacerla esperar ni un segundo, me fui a cuatro patas debajo de la mesa donde ella había comido, y me acosté boca arriba en el piso, de manera que todo mi cuerpo quedaba debajo de la mesa, saliendo mi cabeza únicamente. MI rostro quedaba a centímetros de sus pies, dándome una vista maravillosa de todo su cuerpo desde abajo. Sus pies preciosos rosándome la cara, desprendiendo una magnífica fragancia, mezcla de frutas y aroma a pie femenino, que no era para nada desagradable. Mi ama tenía los pies muy cuidados, limpios y bien tratados, al parecer, se hacía la pedicura a menudo.

Y ahí estaba yo, como un gusano o una alfombra, tirado en el piso a los pies de mi ama, a su entera disposición. Me sentía en el cielo estando en esa posición, justo donde me correspondía, mi único lugar en el mundo ante mi diosa, a la cual debía respeto y adoración.

Dirigiéndose a mí, Katia me dijo:

-Bueno esclavo, abre tu boca que ha llegado la hora de comer.

Y diciendo esto, me chantó sus pies en toda la cara, restregándolos cruelmente, de manera que me ensuciase el rostro con los restos de su comida.

-Me limpiarás bien todo el pie, palmo a palmo, centímetro a centímetro. No quiero que quede ningún resto de esa basura que me trajiste. Que por cierto, me pareció horrible, de muy mal gusto la manera en que me lo presentaste en la bandeja, y muy básico, solo un pobre emparedado con lo que me quedaba del almuerzo de ayer, y unas frutas elegidas al azar. ¿Pensaste que me sorprendiste con tu servicio? Pues te equivocas, solo estaba jugando contigo. El refrigerio que me preparaste me pareció pésimo. Con eso, solo demuestras el poco gusto que tienes, y que eres de una clase inferior a la mía (carcajadas humillantes) ¿lo ves? Tú solo eres una ramera de la peor calaña, una sirvienta. Una dama como yo, solo come platos caros, cocina internacional, tú en cambio, apenas si comerás un pedazo de pan duro por día, y con suerte si lo haces (más risas) ¿NO me podías haber preparado algo mejor? Con esta patética merienda que preparaste, demuestras tu falta de refinamiento y buen gusto. Pero, ¿qué más podría esperarme? Viniendo de un cerebro de lombriz como el tuyo, no puede salir nada bueno. (Risotadas hirientes mirándome a mí y aplastándome el rostro) ¡Ahora ponte a comer eso, escoria!

Me sentía humillado y un poco herido en mi orgullo, lo reconozco, porque llegué a creer realmente que le había agradado el aperitivo que hice, pero a la vez pensaba que todo podría ser parte de la denigración hacia mí, y que solo seguía jugando conmigo. Era una dama de clase alta, yo lo sabía bien. Sé que pertenecía a una familia de buena posición económica, lo cual le permitía a sus 30 años, darse los gustos que quisiera, casi sin tener que trabajar prácticamente. Pero no creo que sea tan cruel para hacer burla de las personas que no pertenecían a su mismo círculo social. Yo era un simple trabajador, y vivía con lo justo, y llegaban a herirme un poco sus burlas. Pero eso no tenía importancia, lo fantástico era que en ese momento yo estaba rendido a sus pies, comiendo las sobras de comida de mi ama.

Lamía sus suaves plantas con pasión, como si fueran el más delicioso manjar que haya probado en mi vida. Pasaba mi lengua por cada arruguita que se forma en la piel, centímetro a centímetro de sus bellos pies cuidados, chupaba sus delicados talones, que carecían de cualquier imperfección o dureza, metía mi lengua entre los dedos, chupando con ahínco entre uno y otro, para limpiar cualquier resto de comida que pudiese ensuciar esas joyas de incalculable valor en forma de pie femenino. Yo estaba en el paraíso, era un sueño hecho realidad para mí. Me complacía notar que por momentos se relajaba y parecía disfrutar de mi masaje de lengua, pero de a momentos, solía hablarme para darme indicaciones, o que no sea tan brusco en mis lamidas.

-¡Eh, oye! ¡NO seas tan bruto, animal! ¡NO chupes así! ¿Acaso piensas arrancarme mis dedos? ¡Me arruinarás la pedicura! Sé más delicado cuando chupes. Eso es, así, mucho mejor.

Era mi primera experiencia real de adoración de los pies de mi ama, por lo que era natural que por momentos me dejara llevar por la emoción y chupara sus dedos como si fuera lo último que hacía en mi existencia, pero tratando de medir mi ansiedad, fui bajando mi ímpetu hasta que encontré el ritmo justo y ella me lo hizo saber.

-¡Muy bien, mascotita! A pesar de lo inexperta que eres, vas tomando de a poco la práctica. Me encantan los masajes de pies, y que me los hagan con la lengua, mucho mejor. Es tan divertido ver a una arrastrada como tú, tirada en el piso limpiando la suciedad de mis pies.

Esas palabras eran halagos para mí, ya que dejaban en claro que mi dueña disfrutaba con lo que yo estaba haciendo.

Qué momento tan sublime para alguien como yo, fetichista adorador de los pies femeninos, ya no sé cuánto tiempo había transcurrido. Podía pasarme la vida bajo los pies de mi ama, mimándolos, comiendo de las sobras que ella me tirase, siendo su mucama y esclavo personal, dejando que ella hiciese uso y abuso de mí a su gusto. Complacerla era mi deber, no podía fallarle.

-¿Sabes qué, pedazo de mierda con patas? Quiero divertirme un poco mientras estás ahí tirado lamiendo. Haré que mis amigas tengan envidia de mí. Voy a hacer una llamada a mi grupo de WhatSapp, solo de chicas, claro, y les mostraré mi nueva adquisición. ¿Qué te parece? Igual, me paso por el culo lo que tú opines. Si te gusta la idea está bien, y si no, te jodes. Les mostraré a mis amigas lo patético que te ves, y tú deberás saludarlas respetuosamente. Si les caes bien, quizás algún día te preste a alguna de ellas, para que hagan uso de ti. O tal vez organicemos una fiesta, y te invitemos, para que nos animes la velada. ¿Te gustaría?

-Sí ama, me encantaría… Contesté yo, sin levantar mi cabeza del piso.

Pero ella, dándome una fuerte patada en la cara con su pie derecho, me impidió que terminara la frase.

-¡Cállate la boca y cómete toda la mugre de mis pies!

Sin más qué decir, me limité a obedecerla sumisamente.

-Me voy a fijar si están todas conectadas. (Revisa su celular unos segundos, para continuar diciendo) Sí, ¡genial! Todas están en línea. ¡NO podía tener más suerte, este es el momento indicado! Enviaré un mensaje al grupo para avisar, seguro que todas querrán verte, así que prepárate, bufón. Saludarás educadamente, como una buena niña, te presentarás, y harás el ridículo para nosotras. (Concluye esta frase entre risas)

Percibo que comienza a escribir un mensaje en su celular, y a los pocos segundos lo envía. Pasado medio minuto, más o menos, el teléfono empieza a sonar: un mensaje tras otro, lo que ponía en evidencia el gran interés que tenían sus amigas en ver el espectáculo. ¿Qué habrá puesto en ese mensaje? NO lo sé, lo cierto es que los mensajes llegaban en cantidad, uno tras otro. Sentía morbo, vergüenza, y placer; todo junto. Un entusiasmo inexplicable, al pensar que sería visto por quién sabe cuántas mujeres desconocidas. Y más me excitaba el que a todas ellas, al parecer, les gustaba la dominación.

-Vaya, pero si son ellas, no pueden esperar más. Quieren ver mi nuevo juguete. Están ansiosas porque les alegres la tarde. Haré la llamada, y no hablarás hasta que yo no te lo autorice, ¿entendido, perra mal parida?

-Sí ama.

-¡Bien!

Hasta aquí esta parte de la historia; traté de hacerla lo más detallada posible en la descripción de los pies de mi dueña, y la escena de estar comiendo directamente de ellos, contando lo más claro posible las emociones que tendría al vivir una experiencia tan agradable para mí.

En los próximos días vendrá la humillación en grupo, por parte de las amigas de mi ama y dueña. ¿Qué tormentos me esperarán, y de qué tipo de burlas seré blanco? Lo que es seguro es que todo lo recibiré gustoso. Trataré de hacerla lo más entretenida que pueda a esa continuación.

Saludos.