Sesión de doma

Como se transforma un día que prometía grandes planes a una pesadilla.

¡Por fin era viernes por la tarde! Tenía unas ganas terribles de que llegara este día puesto que mañana iba a montar a caballo con una amiga mía. Hacia varios años que no lo hacía y tenía algo de miedo pero la ilusión lo superaba.

Llegó la gran hora. Sábado a las 3 de la tarde. Me puse mi ropa favorita: unos vaqueros y botas cowboy negras con una camiseta. Como siempre llegué pronto al bar donde habíamos quedado. De repente aparece por la puerta del local una muchacha increíblemente guapa. Pero... ¡qué demonios!, ¡era ella! Estaba impresionante. Vestia como en mis mejores sueños: botas cowboy de color marron oscuro, minifalda vaquera (aunque más que minifalda era un cinturón de tela enrollado a sus caderas) y una camisa de cuadros que se anudaba a su cintura dejando ver un precioso piercing en su ombligo y un tatuaje de la cabeza de un caballo. Tomamos un café y montamos en el coche.

Me dijo que tenia que pasar primero por su casa para coger una silla de montar y un par de cosas que se le habían olvidado. Cuando llegamos a la puerta de la vivienda (muy rústica por cierto) me dijo que pasase dentro para ayudarla con el material. Me indicó que bajase a la bodega y que allí la esperase. Al abrir la puerta ví una sala muy grande con multitud de objetos y material de equitación.

Al poco tiempo bajó ella y me preguntó que si sabía montar a caballo y la dije que apenas tenía experiencia. Se me acercó y me susurró al oido que hoy iba a sufrir en mis carnes lo que era una doma de un potro salvaje. Cuando escuché esas palabras me temblaron las piernas puesto que no me terminaron de agradar. De repente cerró la puerta de la bodega con llave y la colgó de una alacena en la que se distinguían espuelas, fustas, un látigo y varios elementos de doma.

Se puso de frente a mí y me ordenó que me desnudase. Me quedé perplejo y le contesté que no tenía muchas ganas. Inmediatamente me soltó una tremenda bofetada en la cara. Me lo volvió a repetir y de nuevo negué. Esta vez cayó una patada en los testículos con la punta de las botas. Retorciéndome de dolor volvió a insistir pero esta vez para que no me volviese a dar otro tremendo golpe accedí a sus órdenes.

Me puso a 4 patas encima de una tabla que tenia en el suelo. Agarró mis manos y mis piernas a unos grilletes para que me mantuviera en esa posición y me amordazó para que no pudiese articular palabra. De pronto se acerca con una especie de consolador muy extraño. Era corto, tenía forma de pera y en un extremo colgaba una cola de pelo parecida a la de un caballo. La untó de crema y me lo insertó por el ano. En ese momento sentí que acababa de ser desvirgado por la trasera y tenía un tremendo dolor en esa zona que no me dejaba parar quieto. "Asi me gusta, que mi caballito mueva la colita en señal de que le está gustando" dijo riéndose.

Cogió una fusta que tenía en la alacena y se acercó a mí. Mirándome con desprecio me dijo: "este va a ser tu próximo amigo durante un rato. Espero que te guste su compañía" y empezó a fustigarme por todo mi cuerpo. Se detuvo varias veces en mis nalgas las cuales acabaron rojas de la tanda que me propinó. Después de unos interminables minutos paró y me dijo: "te voy a dejar ahí un rato solo. Me apetece ver como te retuerces de dolor". Mientras ella se quitó la camisa y pude observar entre lagrimas sus pechos.

No tardo ni cinco minutos cuando se levanta y se dirige a por una silla de montar que puso sobre mi espalda. Ató la cincha a mi abdomen para que no se moviese. También trajo una cabezada pero antes de colocármela retira la mordaza y me dice: "A partir de ahora no vas a decir palabra sino te sacudiré un latigazo por cada una que digas, ¿entendido?" Le contesté que si e inmediatamente fué a por el látigo y me sacudió un latigazo que me tiró al suelo. "¡Te dije que no dijeses palabra!. ¿Lo has entendido?" Asentí con la cabeza. Después de estar ensillado y con toda la pinta de un caballo ella se calza unas espuelas en las botas. Me desata de la tabla y se monta encima. "¡ Jia caballo, jia!" gritaba a la vez que me sacudia tremendos espuelazos. Caminaba muy torpemente por la habitación pero ella no cesaba de darme espuelazos para que agilizase mi marcha. Me ordena parar y en ese momento coge de nuevo la fusta. "A ver si las espuelas son insuficientes para que mis órdenes se cumplan" e inmediatamente me hace reanudar la marcha y a la vez que me sacudía con las espuelas también lo hacía con la fusta.

Después de un largo rato en esta situación ya no podia más del intenso dolor y me caí desplomado. Al verme así dijo: "creo que por un rato ya es suficiente. Muy bien mi caballito". Me retiró la montura y el plug de mi ano y me volvió a atar a la tabla. Se vuelve a sentar frente a mí y esta vez se quita la minifalda. Ahora podía ver todo su hermoso cuerpo. Se acercó de nuevo a la alacena y sacó un arnés que llevaba pegado un gran falo de silicona. Se puso detrás mio, echó lubricante, tomó las riendas de la cabezada y comenzó a embestirme por el culo. Primero iba metiéndole poco a poco pero cuando se cansó de ser suave arremetió todo el pene de silicona en mi interior. Sentí como si me fuese a partir en dos. Ya no podia más del sufrimiento. Se me caian unas lágrimas enormes pero si articulaba palabra podría volver a recibir otro latigazo. Al cabo de un rato y debido a tanta penetración me corrí. Al ver esto se acercó a mi polla y se la metió en la boca. Se incorpora, me mira a la cara y con la boca llena de lefa me suelta un tremendo morreo para restregarme toda la leche por mi cara.

Despues de esto me desata y me dice que ya se acabó por hoy la sesion. Abrió la puerta de la habitacíon y me indicó el camino del baño para que me diese una ducha.

Cuando estuve limpio se acerco a mi y me dijo" Como recompensa, el dia que tu quieras me llamas y dejaré mi cuerpo para tu disfrute personal". Me volvió a besar en la boca y me indicó la salida.

No podia volver a casa con tremendas marcas en mi cuerpo a si que decidi ir a dar una vuelta con el coche por ahí.

Desde ese día no volví a verla. Me daba miedo llamarla para recibir mi "recompensa" pero creo que sería justo devolverla el favor.