Sesión de cine con mi mujer
Una tarde de cine se convirtió en un expectáculo pornográfico para mis ojos.
Buenas, aquí va mi cuarto relato, también con mi esposa de protagonista. Gracias por los comentarios que me habéis dejado. Estoy abierto a propuestas y consejos.
Vamos al grano, el día en cuestión era de cálida primavera y teníamos ganas de salir e ir al cine. Para ese día mi mujer se había puesto una falda ligera con vuelo de color crema con detalles en negro y una camiseta ajustada a juego, con una chaqueta por si después refrescaba. Nos fuimos a un centro comercial para dar un paseo y cuando llegó la hora de la sesión nos dirigimos a las salas. En eso que en la cola de entrada, todavía fuera del recinto, se estaba levantando un poco de aire, cosa que hacia mover peligrosamente la falda de mi esposa. Detrás nuestro había poca gente, otra pareja más o menos de nuestra edad, rondado los cuarenta, y más atrás dos hombres de mas avanzada edad que parecían ir solos. Al girarme ya me pude percatar que a los varones se les iba un poco la vista al sensual vaivén de la faldita de mi mujer, deseando ver lo que escondía debajo. Ella estaba mientras tanto buscando las entradas, poniendo en silencio el móvil y no se percataba. La falda iba subiendo y bajando, justo al comienzo de la zona deseada. Una rachita un poco más fuerte les mostró a sus espectadores lo que querían ver, unas braguitas blancas de encaje pequeñitas dentro de ese par de medias finas que no censuraban nada del interior. Ahí ya se dio cuenta y se agarro la falda para no tener más sobresaltos.
Nos dirigimos al punto donde te rompen la entrada y te dicen la sala, no había mucha gente, íbamos a estar tranquilos. Lo que suele pasar es que la gente se va cogiendo puestos lo más céntricos posible y estamos todos muy cerca y el resto vacío. Nos colocamos en los asientos que estaban situados en la última fila ocupada y al lado nuestro, de mi esposa concretamente que casualidad, los dos señores que se deleitaron con la prenda íntima de mi mujer en la cola. Como habían sitios libres a mi lado, coloque en la siguiente butaca las cosas de ella para que estuviera cómoda.
Comenzó la peli, ella tiene la manía de agarrarse un poco a mi brazo inclinando un poco el cuerpo de lado. En éste caso, al llevar falda pues dejaba una panorámica muy sugerente al acompañante de al lado. Ya vi de reojo que había puesto el brazo reposando demasiado cerca de las piernas de mi mujer, y no tardó en dar el primer respingo. Ella se lo quedó mirando, él se hizo el interesado por la película y no le dio más importancia. Segundo respingo, ya me dio el toque:
-Creo que el señor de al lado me está tocando.
-Estás segura?
-Hombre, me ha rozado dos veces el muslo, está tentando.
-Es que eres muy tentadora, estás muy sexy y en la cola se te ha levantado la faldita, les has dejado con ganas de más.
-Mmmmhhh, tu quieres que me manoseen no? Eres un cornudito muy sabrosón.
-Y tu eres mi putita rica, anda súbete un poco más la falda e invitalo a explorar.
-Me has emputecido tu, y ahora me encanta… mmmhhhh.
Mi zorrita me obedeció y sutilmente se subió un poquito la faldita hasta mostrar el inicio de sus braguitas. El señor no tardó en darse cuenta de la invitación y se puso manos a la obra. Empezó acariciando muy suavemente sus muslos con el tacto de sus medias, la respiración empezaba a agitarse, acto seguido, el compañero que estaba al lado se puso en la fila de atrás nuestro, estaba sólo y se echó sobre el asiento de mi esposa, con las manos por detrás le subió la camiseta, le desabrochó el sujetador y empezó a masajearle los pechos y los pezones. El señor de al lado le comenzó a pasar el dedo por la rajita encima de las medias y las braguitas, ella se había abierto totalmente de piernas. Ver a mi mujer siendo magreada por dos señores delante mío me estaba poniendo como una moto, es una sensación que a unos les puede parecer degenerada y humillante, pero para mi el poder disfrutar del sexo tan abiertamente y el poder explorar nuevas fronteras con mi esposa es lo más excitante que me pueda suceder.
El caballero de detrás seguía con su faena, aportando algún que otro beso en el cuello y en la cara buscando sus labios, ella lo correspondía con deseo y desenfreno. Por otro lado, el caballero de su lado había quitado con maestría las medias y las braguitas de mi mujer, acto seguido se agachó y empezó a chuparle el clítoris y su rajita haciendole dar respingos de placer.
El señor de detrás opto por ponerse de pie y desabrochar su bragueta, sacó un pollón increíble para su edad, mi esposa lo miró abrumada y no tardó ni cinco segundos en llevárselo a la boca, no daba abasto con tal aparato. Nuestro compañero de al lado hizo lo mismo, se sacó su berga, también bastante potente, pero no llegaba a la de su amigo, y éste empezó a bombearla por la conchita, suavemente, haciéndola disfrutar de cada embestida. Ella estaba muy caliente, muy zorra, con dos pollas a su servicio y su marido delante mirando. Yo no podía aguantar más y me saqué la mía para empezar a machacármela delante de tal escena. Las embestidas de ambos seguían siendo suaves, estaban disfrutando de cada momento del sexo de mi mujer.
Por Dios, me vine enseguida, era una lujuria completa el ver a la puta de mi mujer envuelta en esa escena tan morbosa, totalmente cedida al deseo de dos maduros aprovechados que estaban dándole buena cuenta. El señor de atrás se corrió dentro de su boca, jamás se había tragado mi semen y lo estaba haciendo con aquel depravado, le limpió la polla como una animal mientras se retorcía de gusto por las embestidas de gusto del otro compañero, que al poco rato también se corrió dentro de ella. Nunca otro hombre se había corrido dentro de ella aparte de un servidor. Ella no tenía suficiente, aun quería más e intercambiaron posiciones. Ahora le iban a clavar un pollón descomunal nunca antes recibido en su coñito. Se puso en posición, ella totalmente abierta, empezó a penetrarla, se le fue un gemido de placer intenso y yo empecé a masturbarme de nuevo. Por el contrario, el otro señor también se puso para recibir su correspondiente limpieza de sable.
De nuevo la misma escena pero con papeles intercambiados, mi mujer recibiendo la leche de dos obsesos depravados, dos pollas desconocidas a su servicio para hacerla vibrar con intensidad. El resto del cine increíblemente absorto en una película que ya ni veíamos. Esta vez ella se corrió salvajemente, tuvo uno de los orgasmos más bestias que le había visto. Después de unos minutos más de bombeo, nuestros compañeros de sala se volvieron a correr, nuevamente dejando su líquido calentito dentro de mi putita.
Vaya tarde, nos disponíamos a tener una buena sesión de cine y lo que tuvimos fue una inmejorable sesión de sexo. Los cuatro, una vez nos acomodamos nuevamente, tuvimos una conversación de lo sucedido y nos instaban a repetirlo otro día en otro lugar. Yo guardé los contactos, quien sabe que nos deparará el futuro.