Sesion de cine
Se pone las botas con mi mujer
Hola nuevamente. Prosigo con otra experiencia que espero os guste.
El verano pasado estábamos los dos en casa. Era una tarde de domingo en pleno mes de agosto. Al día siguiente empezaba a trabajar y no estaba de buen humor. Sandra me comentó de ir al cine y acepté. Prefería ver una soporífera película de amor antes que comerme la cabeza con el final de mis vacaciones. Sandra se vistió bastante cómoda: falda ancha y camiseta de tirantes.
Sandra: Así voy mejor. Hace mucho calor. Si pudiera iría en bikini.
Por supuesto, la película la eligió Sandra. Compramos palomitas, una par de coca-colas y entramos en la sala. Como os podéis imaginar, no había nadie y se podía escoger perfectamente el asiento. En esta sala de cine, me gusta sentarme en la última fila porque el espacio para las piernas es mayor. Como me imaginaba que me dormiría, quería estar cómodo:
Yo: Sandra, vamos a sentarnos donde siempre. Por lo menos me dormiré cómodo y así no te molesto.
Sandra: Me parece bien. Ya te contaré el final.
Nos sentamos y apoyé la cabeza hacia atrás. No ví ni comenzar la película. De repente un pequeño codazo me despertó. Miré a Sandra y con sus ojos me guió hacia su izquierda. Con lo grande que era el cine y se había sentado un tío justo a su lado. Me incorporé y pude apreciar que no seríamos más de 6 en toda la sala. Me acerqué a su oído y le susurré:
Yo: Pensará igual que yo. Que en la última fila se está más cómodo.
Sandra: Me parece bien, pero podía sentarse más allá,
Yo: No te preocupes.
Me incliné hacia delante y pude ver que era un hombre de unos 65 años. Volvía nuevamente a apoyar mi cabeza para seguir durmiento cuando Sandra me volvió a dar un codazo.
Sandra: Lucas, ha puesto la mano encima de mi pierna
Aquello era otro cantar. Rápidamente se agolparon en mi cabeza relatos que contaban cómo se habían follado a sus mujeres y novias en un cine. Giré mi vista hacia abajo y vi que la mano del extraño estaba sobre la pierna izquierda de mi mujer. Sandra me miró y con los ojos muy abiertos me dijo al oído:
Sandra: !No me digas que tienes otra fantasía en un cine¡
Yo: Tú tranquila y déjame hacer.
Sandra: ¿No tuviste bastante con la playa?
Yo: Recuerda que aceptaste hacer mis fantasías realidad.
Sandra: Lucas !Estamos en un cine¡
No había acabado la frase cuando el desconocido puso su mano derecha sobre el muslo de mi mujer. Antes que Sandra protestara, cogí el borde de su falda y lo subí hacia arriba dejando al aire las bragitas de color negro que llevaba. Cuando Sandra se giró hacia mí, le hice un gesto para que se callara. El compañero se percató de la situación y con los dedos, levantó la goma de las bragas y comenzó a acariciar el coño a mi mujer.
Yo: ¿Te está gustando?
Sandra (con los ojos cerrados): Ufffff.. Sí. Meee... está gustando muuuuucho. ¿ Y ahhhhhhhh tí cariño? Aaahhhhh.
Yo: Si tú disfrutas, yo también.
El extraño se había sacado su polla del pantalón y, lentamente, se la estaba acariciando con su mano libre. Para ayudarle le dije a mi mujer:
Yo: Cariño, ¿Te puedes levantar un poco?
Sandra: ¿Así essstá bien? ¿Quéééé vas aaaaaahhhh hacer?
Yo:Sí suficiente. No te preocupes.
Le hice una señal al extraño para que parase de acariciar a mi mujer. Cogí las bragas por los extremos y se las bajé hasta los tobillos para quitarselas. Aquello fue la bomba.
Sandra abrió los ojos y me miró. El extraño no le dio tiempo a reaccionar a mi mujer. Rápidamente le abrió las piernas con las dos manos y le introdujo un dedo en su coño. Mi mujer lanzó un suspiro y echó el cuerpo para detrás. Ahora me tocaba a mí, le bajé la camiseta de tirantes hasta la cintura y le saqué las tetas por encima del sujetador. Tenía los pezones duros como piedrass.
Sandra: Al fina.... siempre Ahhhh te ...... sales Uffff..... con la tuya.
Yo: Esto no ha hecho nada más que empezar.
Me agaché y le comenzé a chupar los pezones. Los jadeos de Sandra eran cada vez más sonoros y a duras penas la película los podía ocultar. Mi compañero tuvo una excelente idea, se sacó un pañuelo de tela del bolsillo y se lo anudó a la boca.
La escena era una pasada. Ni en mis mejores sueños me la hubiera imaginado. Allí estaba mi mujer con las piernas abiertas, el coño libre y las tetas al aire mientras un extraño le metía un dedo y yo le chupaba los pezones.
Cuando creía que el extraño se iba a correr, paró de hacerse la paja. Se arrodilló delante de mi mujer, clavó su cabeza entre sus piernas y comenzó a comerle el coño. Yo estaba alucinado. Mi polla ya no podía más y estaba a punto de reventar, pero me resistía. Sandra movía la cabeza de un lado para otro y con las dos manos le cogía la cabeza al extraño para apretarlo más fuerte contra su coño. Yo seguía mordiéndolo los pezones cuando pasó lo esperado, Sandra comenzó a correrse salvajemente una y otra vez. El extraño se levantó cuando vio que mi mujer ya no podía más y comprendí lo inevitable: iba a follársela:
Yo: Espera, llevo un condón.
Extraño: Vale, pero con una condición.
Yo: ¿Cuál?
Extraño: Tu mujer se va a comer toda mi corrida - mientras se ponía el condón que le había dado.
Eso era demasiado para Sandra que me miraba y decía no con la cabeza porque el pañuelo le impedía hablar. No sería la primera vez, pues algunas veces que conseguía que me la comiera, no la había avisado y se había tragado toda mi leche. Sin embargo, sabía que se resitiría
No había contestado a su oferta cuando le levantó las piernas a Sandra y, de un golpe, se la metió. Sandra abrió los ojos y me volvió a regalar una escena impresionante:sus piernas estaban sobre los hombros del extraño y Sandra estaba siendo nuevamente follada por un desconocido y bastante mayor que ella.
Las embestidas del hombre mayor eran cada vez más rápidas y fuertes cuando se levantó. Sandrá intuyó lo que iba a hacer e intentó incorporarse para impedírselo, pero la paré. Le cogí las manos y el desconocido le quitó el pañuelo. La cogió de la cabeza y la inclinó sobr su polla. Comenzó a follarle la boca de una forma bestial hasta que soltó un bufido seguido de varios jadeos.
Soltó la cabeza de Sandra y ésta se reclinó hacia atrás. Me fijé en su boca y ella la abrió para demostrarme que no tenía nada.
Sandra: ¿Estarás contento? ¿Es esto lo que querías? Pues sí, como puedes ver me he tragado todo.
Mientras tanto el desconocido, se estaba vistiendo.
Extraño: Ha sido un placer.
Yo: Date la vuelta Sandra.
Mi mujer se puso de rodillas sobre la butaca, agarré mi polla, la dirigí hacia su coño y se la metí.
Sandra: Ahhh... Mi maaaaridito quiere ........ su paaaarte.......... ¡Métemela fuerte!
Cuando estaba a punto de correrme, le dije.
Yo: Sandra, hoy vas a tener ración doble de leche. Cómeme la polla hasta que mi corra y no quiero que salga ni una gota de tu boca.
Sandra se giró, agarró mi polla con la mano y comenzó una mamada impresionante. Cuando noté que iba a descargar todo, agarré la cabeza de Sandra fuertemente. Cuando terminé, Sandra hizo el mismo gesto: abrió la boca.
Sandra: ¡Eres un cabrón! No tienes límites. ¡Mira! limpia otra vez, pero tu leche me ha gustado más.
Le di un beso en la boca, nos vestimos y nos fuimos sin saber cómo acabó la película.