Sesion de castigo numero 500.
Nacido de la imaginación.
Con una tijera mientras estaba atada desgarraste la poca ropa que me quedaba. Me dijiste que abriera las piernas, y después de ponerme las pinzas metalicas en los pezones agarraste el latigo de cuero y el cinturon.
-¿Cual preferis?
-El que a vos te parezca mejor- Dije mientras bajaba la mirada.
Dejaste el cinturon a un lado, y empuñaste el latigo, se me helo la sangre, y creo que lo notaste, no tenia ni idea de donde lo ibas a usar, y nunca habia sentido algo asi sobre mi piel, tenia miedo, pero sabia que me correspondia.
Me vendaste los ojos y te asegure que no iba a poder aguantar sin gritar como me habia indicado, no lo creia posible y me amordazaste para estar segura de que cumpliera con tu orden.
El latigo sono primero por algun lugar cerca de mi cabeza, despues cerca de las piernas y cuando sono cuatro veces mas ahi, me asuste realmente, sabia que de ahi no te ibas a mover. El primer impacto dolio muchisimo, mas de lo que imagine, escocio hasta la ultima parte de mi ser, quemando profundamente, y sabia que solo seria el comienzo, aunque mordi la mordaza lo suficientemente fuerte para lastimarme la mandibula. Pude contar aproximadamente catorce azotes mas en total, pero se me hacia dificil concentrarme en algo que no fuera el dolor en ese momento. Lo dejaste a un lado, y pasaste tu lengua por toda mi concha produciendome mucho alivio.
No me habia dado cuenta pero un par de lagrimas cayeron sobre mis mejillas y recien cuando con tu mano las limpiaste me percate. Me sacaste la mordaza, y sin pensarlo busque tu boca, pero me respondio un grito.
-¿Como te atreves a pensar o a querer besarme?
-Perdon... No quis... -Me interrumpio una fuerte cachetada que resono en la pequeña habitacion y comence a llorar con mas fuerza esta vez, pero una segunda cachetada mas intensa me hizo darme cuenta de otro de mis errores-
-Nadie te dio permiso para hablar, ni tampoco lo solicitaste.
Te alejaste, lo senti y ni siquiera el calor de tu cuerpo estaba cerca para reconfortar lo que sentia en ese momento. Sos la dueña absoluta de mi mente, de mi cuerpo, mi corazon, mi vida y mis pensamientos, podrias hacer lo que quisieras conmigo, ordenarme cualquier cosa y sin importar lo que fuera lo haria con gusto. Pero los castigos dolian mas de lo imaginable, no solo en lo fisico sino en lo emocional llegandolo a superar muchas veces, el saber que nunca te voy a merecer, que nunca voy a ser digna de besarte ni de abrazarte, de llorar en tu hombro o de compartir una cama con vos me producia un dolor insoportable, solo superado por el conocimiento de que detras de esas puertas por las que obtenias diversion conmigo cada tanto te esperaba la vida que realmente querias y que llevabas con una persona a la que jamas podria alcanzar por mas que quisiera.
Soltaste las pinzas y el dolor punzante fue increible, y me provocaba frotarme para calmar el dolor, pero en cambio pusiste las pinzas en posicion horizontal esta vez torturandome de nuevo con el doble de dolor.
-¿Puedo decir algo mi amor?
-A ver, pero no gastes mi tiempo sin sentido.
-Gracias por esto por querer educarme y hacerme saber de mis errores para modificarlos.
-No es por vos que lo hago, te faltan bastantes cosas para que haga algo por vos, te miraste alguna vez? Tu cara provoca tener una bolsa de papel cerca, tu cuerpo es un asco, sos muy deforme y necesitas una buena cirugia plastica, da verguenza.
Una vez cerca de mi concha de nuevo, me mordiste y casi me desmayo, pero me avivo las dos nuevas cachetadas una mas fuerte que la otra.
-Te amo amor de mi vida.
-No me vuelvas a decir mi amor, jamas voy a ser tuya acostumbrate. Y supongo que no estarias esperando un te amo en devolucion porque jamas lo vas a tener, no lo mereces, y de ese tipo de pensamientos nos vamos a encargar la proxima sesion, nos vemos en uno o dos meses capaz.
Y asi te fuiste de nuevo, y a mi no me quedaba mas que contener las lagrimas para seguir tus ordenes, esperar a que mandaras a alguien que me sacara de esa posicion y a vos que volvieras.