Servicio de acompañamiento y 4 - El circulo vicios

El circulo se cierra.

Cuando de nuevo llego el siguiente día yo estaba ya completamente agotada, apenas había descansado y me sentía vencida.

Solo pensaba en correrme y alcanzar la paz que mi cuerpo parecía necesitar a gritos.

Y cuando de nuevo fui llevada a la misma estancia del día anterior y encadenada de la misma manera, supe que este día llevaba el mismo rumbo que el anterior y algo se rompió en mi.

Nada mas entrar la dominatrix, vestida del mismo estilo, y acompañada de dos nuevas jovencitas, empecé a suplicarle y a implorarle clemencia.

En esos momentos era capaz de decir y hacer cualquier cosa para que me permitieran correrme.

Me habían derrotado y sometido por completo y lo sabíamos las dos, la vencedora y la vencida.

  • Vaya ¿Qué te parece?. Tan altiva y tan digna y la perra solo ha necesitado un día para descubrir cual es su verdadero sitio en este mundo. La verdad, me has decepcionado mucho, cerda, pensé que ibas a durarme un poquito mas. Cualquier jovencita hubiera demostrado un poco mas entereza y dignidad.

En fin, parece que la diversión se ha terminado antes de tiempo.

Veamos hasta que punto eres capaz de denigrarte para alcanzar ese orgasmo tan deseado- y dirigiéndose a sus sumisas- Soltadla de las cadenas pero esposadle las manos por detrás de la espalda.

En pocos instantes estaba arrodillada frente a ella, tal y como había ordenado, y en actitud completamente servil. Mi mirada ya no mostraba el desafío del día anterior y en cambio mi rostro mostraba claramente el desasosiego y la derrota total e incondicional.

-Así que quieres correrte, ¿eh maldita puta?

Veremos hasta que punto lo deseas. ¡Cómeme el coño! Y hazme una buena comida o te dejare a dos velas de nuevo- me increpó con voz definitivamente despótica y sin un ápice de piedad o comprensión hacia mi estado de animo.

Y acto seguido se quito la minúscula faldita de piel dejando su sexo al descubierto.

Yo jamás hasta ese momento había tenido una relación homosexual con ninguna mujer y nunca había tenido siquiera intenciones o fantasías al respecto, pero ya sabía que a partir de ese momento todo iba a cambiar. Así que venciendo mi inicial repulsa acerqué mi boca a su coño, que se mostraba completamente depilado y emanaba un suave perfume a colonia cara, y empecé a lamerlo, tímidamente al principio, para ir incrementando mis avances conforme iba adquiriendo mas seguridad sobre el nuevo terreno que pisaba, e incluso a mi pesar, de nuevo empezaba a excitarme a mi vez.

Por una vez esa dominante mujer se mantuvo en silencio y se limito a exhalar unos cuantos gemidos cada vez menos contenidos, y cuando al cabo de unos minutos llegó al orgasmo, se permitió dar un largo y liberador alarido de placer, mezcla del gozo que yo le había procurado y de la sensación de victoria sobre mi.

Pero al parecer esa muestra de sumisión no había sido del todo concluyente para ella pues cogiéndome del pelo y separando su coño de mi boca, que se encontraba toda chorreante y manchada de los abundantes jugos que había segregado, me dijo.

-No esta mal, perra. Sobre todo para ser el primer coño que te comes, pues es evidente por la poca pericia con que te lo has comido que no lo habías hecho nunca hasta ahora.

Sin embargo lo pasaré por alto dado el evidente entusiasmo que le has puesto.- dijo cínicamente

Pero no creas, todavía no he terminado contigo ¿sabes una cosa muy graciosa? cuando acaban de comerme el coño, sobre todo si me lo ha comido una cerda de tu calibre, me entran unas ganas incontenibles de mear, así que abre la boquita, puerca, hoy te vas a estrenar como mi Wc particular.

Un gesto de estupor se formo en mi incrédulo rostro y los ojos se me abrieron como platos, jamás sospeché que una cosa como esta pudiera ocurrirme a mi, y de hecho ni siquiera sospechaba que existieran dichas practicas tan asquerosas y denigrantes.

Mi primera reacción automática y lógica fue naturalmente apartar el rostro de la proximidad de su coño, y ya iba a salir de mis labio un rotundo ¡ NO ! acompañado de indignantes protestas e insultos a mi dominadora, cuando, y siempre pensando a la velocidad del rayo, medité muy sensatamente que si lo hacía, de nuevo volverían a amarrarme y a darme el mismo o todavía peor tratamiento que antes, y tarde o temprano tendría que reconocer mi derrota y someterme a sus pervertidos deseos.

El resultado seria fatalmente el mismo, así que ¿para que retrasar la inevitable?. Seguro que mas tarde o mas temprano el resultado sería el mismo, así que mejor ahorrarme sufrimientos y, como yo siempre decía a menudo, lo que tenga que pasar desagradable, cuanto antes mejor y olvidarnos de ello.

Así que venciendo mi repugnancia abrí la boca todo lo que pude, cerré los ojos con fuerza y acerqué mi rostro hasta que quedó pegado a su despreciable y rezumante coño.

De inmediato un enorme caudal de orina salio disparada a presión sobre mi boca. Fue tanta la potencia que llevaba que pese a que se esperaba de mi que me la tragara toda, una gran parte se derramó sobre mi desnudo cuerpo empapándomelo casi completamente.

No obstante, y desafortunadamente para mi, la otra porción si fue a parar a mi estomago, dejándome un sabor de boca agrio y desagradable.

Era nauseabundo beberse el orín de otra persona, desagradable y muy humillante.

Sin embargo mi dominadora, de la que ni siquiera sabia el nombre y a la que llamaba en secreto "la dama de negro", pareció bastante satisfecha de mi actitud, pues me acarició la cabeza tal y como se haría con un perro de compañía y me dijo:

  • Buena chica, ¿ves como no es tan difícil portarse bien?. Ahora tendrás tu premio.

Y entonces hizo algo que me sorprendió por completo, se acuclilló frente a mi y me dio un largo y apasionado morreo, compartiendo conmigo el hedor y el sabor de su propia orina, que parecía que a ella no parecía resultarle nada desagradable.

Mientras tanto sus manos no permanecían ociosas, lentamente comenzaron a recorrer con lascivia y decisión mi predispuesto cuerpo. Tomando el relevo de sus ayudantas ella misma era la que ahora me estaba poniendo de nuevo a mil por hora.

Mi cuerpo naturalmente reaccionó a las procaces caricias que estaba recibiendo de sus manos.

Una de ellas se dedicaba a estrujar y amasar la superficie de mis senos, poniendo especial interés en mis maltrechos pezones que me dolían de tanta excitación, mientras que la otra exploraba con total maestría todos los pliegues y recovecos de mi cada vez mas húmedo y rezumante coño.

Nuevamente estaba al borde del orgasmo, y con fatalismo y ansiedad pensé que de nuevo se pararía dejándome a las puertas de él.

Pero está vez no fue así, de pronto e inesperadamente sentí como me penetraba con tres de sus dedos al mismo tiempo con una furia y un ímpetu como si quisiera traspasarme o arrancarme el alma allí mismo, si es que ésta se alojaba en mis entrañas.

Aquel estimulo ya fue demasiado para mi escasa resistencia y estallé en el mas poderoso y explosivo orgasmo del que soy capaz de recordar.

Lanzando un estremecedor alarido de placer, tanto tiempo reprimido, y del desahogo mas liberador, me corrí al fin durante largo minutos, parecía que nunca iba a parar de sentir esa maravillosa sensación, el placer no cedía y hubo un momento en que incluso llegué a pensar que moriría en ese justo momento, una muerte por sobredosis de clímax sexual.

Pero no fue así, y poco a poco y paulatinamente el placer fue cediendo para dar paso a una sensación de plenitud y laxitud maravillosa, jamás me había sentido tan liberada y en paz conmigo misma, de hecho incluso me había olvidado de la bizarra situación en la que me encontraba, y de las personas que me rodeaban observando atentamente mis movimientos.

La maravillosa sensación de paz fue bruscamente interrumpida por las palabras de la dama de negro, que me sacaron de mi experiencia mística con demasiada brusquedad para mi gusto. Pero estaba visto que en ese lugar mi placer y bienestar era lo menos importante para esa gente.

Atendiendo dos bruscas ordenes, las sumisas me soltaron al fin las manos que había tenido esposadas a la espalda durante todo el tiempo, y por unos instantes me vi libre de toda atadura, pero fueron efímeros pues enseguida me ciñeron al cuello un collar de perro, muy similar al que apenas dos días antes me había puesto Tony, pero con la sutil pero importante diferencia de que éste era completamente nuevo, no había sido usado en ningún cuello con anterioridad, su piel olía a cuero limpio, muy parecido al olor que tiene un coche recién estrenado.

Una de las sumisas me ciñó al collar una fina cadenita de acero y le ofreció el otro extremo, que terminaba en un asidero de piel, a la cruel y hermosa dominatrix con una ligera reverencia.

  • Ponte a cuatro patas, cerda, no me lo hagas repetir- me increpó con su habitual dureza y desprecio- A partir de ahora solo te desplazarás así durante todo el tiempo que estés como nuestra invitada, a no ser que yo te ordene lo contrario.

No te preocupes, pequeña puerca. La primera parte de tu entrenamiento ya ha pasado y era la más difícil.

Ahora solo tienes que obedecerme en todo lo que te pida y a la máxima celeridad y todo irá bien para ti. Te aseguro que pase lo que pase no olvidarás jamás estos días que vas a pasar conmigo, luego…. Ya veremos.

Y dando un ligero tirón a la cadena me instó a seguirla con rumbo desconocido hacia otra de las dependencias de la casona.

Maquinalmente yo empecé a gatear siguiéndola sumisa y dócilmente, y en silencio.

Yo no había pronunciado esta vez ninguna palabra de queja. Me había quedado ya sin argumentos lógicos, que por otra parte intuía que no me iban a servir de nada.

Ya estaba todo dicho, solo me restaba obedecer, aceptar todo lo que mi ama tuviera preparado para mi, y esperar que los días pasaran rápidos para recuperar mi libertad, mi dignidad, y mi antigua y ansiada vida de ejecutiva agresiva y triunfadora.

La verdad es que me habitué a mi nueva rutina de vida mucho mas fácil y rápido de lo que yo misma hubiera sospechado en un principio.

La vida allí era muy sencilla, no tomaba absolutamente ninguna decisión concerniente a mi.

Ni siquiera las mas simples, tales como asearme, alimentarme, o hacer mis necesidades. Cosas antes a las que no les daba la mas mínima importancia pero que ahora solo podía hacer cuando mi Ama así lo dispusiera.

La dama de negro siempre llevaba ceñidos a su cintura un pequeño látigo de piel y una pequeña y flexible fusta que no dudaba en aplicar sobre mi cuando me demoraba mas de lo que ella consideraba apropiado, o me hacia la remolona al cumplir cualquier orden o mandato suyo.

No me pegaba con saña ni crueldad, solo con la intensidad justa para hacerme saber quien mandaba allí en todo momento, y para recordarme constantemente cual era la verdadera condición que yo desempeñaba en aquel lugar.

Iba siempre acompañándola adonde fuera ella, a cuatro patas, y siguiéndola mansamente tal y como haría un perrito, de hecho es en eso en lo que me había convertido, en una mascota muda y obediente.

A los pocos días, incluso el sabor de su orina ya no me resultaba desagradable, pues ella siempre me usaba de inodoro y al final acabé acostumbrándome e incluso deseando que llegara el momento que metódicamente, tal y como si fuera un reloj de precisión, ella se vaciara dentro de mi boca, liquido que yo recibía como si fuera un preciado premio.

Por mi parte cada vez que yo necesitaba mear, me llevaba al jardín trasero de la finca y allí delante de ella tenia que aliviarme sin ningún pudor y vergüenza, tal y como haría una perra delante de su dueña.

Mi alimentación era muy sencilla, sana, y equilibrada. Algunos cereales y frutos secos, pienso compuesto, y arroz y legumbres hervidas con algún trozo ocasional de carne, que yo devoraba invariablemente en un cuenco situado a los pies de mi dueña, debajo de la mesa donde esta se alimentaba sola o en compañía de algún otro integrante del club.

Por supuesto no hace falta que les diga que comía directamente de él, sin usar las manos y a cuatro patas, tal y como la perra en la que día a día me estaban convirtiendo.

En cuanto a mis necesidades sexuales, estaban mas que bien cubiertas.

Al contrario que mis primeros días de sumisión en que habían usado la abstinencia como arma para romper mi voluntad, ahora disfrutaba de innumerables orgasmos cada jornada, o bien procurados por mi Ama, a cuyos pies de la cama dormía todas las noches convenientemente amarrada, o bien por alguna de las jóvenes sumisas que constantemente deambulaban por allí haciendo todo tipo de menesteres domésticos.

Lo curioso es que siempre era sexo lésbico y sáfico, jamás se me permitía contacto con ningún hombre, y apenas se me penetraba el coño con ningún instrumento fálico, dedicándose mayormente a darme placer por medio de lamidas, sutiles caricias, y tocamientos varios.

Los días en su cotidiana rutina fueron pasando uno tras otro e incluso llegue a perder la noción del tiempo. Parecía que llevaba allí toda una vida y a veces me resultaba difícil pensar en mi vida pasada y como transcurría fuera de los muros de aquel lugar.

Llegué incluso al punto de pensar que ya habían pasado los diez días que me habían asegurado sería el máximo periodo de tiempo que me tendrían retenida, convenidos al principio.

¿Y si todo había sido una estratagema y una sarta de mentiras?¿que podría hacer al respecto para remediarlo? La respuesta desgraciadamente era muy obvia: nada. Solo cabía resignarme y esperar a que mis cuentas estuvieran equivocadas y mis raptores cumplieran con su palabra, pues aunque a mi pesar tenía que confesarme que estaba disfrutando mas de lo que quería admitir, la verdad es que a veces añoraba mi vida anterior y quería volver a ella.

Afortunadamente esta vez mi casi infalible poder de premonición me falló, sin duda había perdido tanto el norte y la noción de los días, que me había descontado, pues una mañana fui conducida, como siempre a cuatro patas, a un salón en el que no había estado antes, muy lujoso y confortable, y donde, oh sorpresa, se encontraba Tony cómodamente recostado en un mullido sillón de piel.

Creo, por la expresión de su rostro, que no esperaba encontrarme tan dócil y domada, aunque muy pronto recobro su gesto habitual y después de felicitar a la dama de negro por su buen trabajo conmigo, quiso comprobar por si mismo mi obediencia y sumisión, y simplemente se señalo el bulto que empezaba a crecer bajo sus pantalones.

Naturalmente yo me apresuré a acercarme a él, siempre gateando, y una vez hube liberado su polla de su claustro de tela, comencé a lamerla, chuparla y engullirla como si fuera el mas sabroso caramelo.

Después de tantos días comiendo coños, culos de hembras, y tetas, aquella enhiesta verga era un manjar muy especial y estaba deleitándome con ella.

Debí hacerlo muy bien, pues a los pocos minutos se corrió copiosamente dentro de mi boca, y pos supuesto, me tragué todo su néctar con una visible mueca de placer que sin duda me hacia parecer mas pervertida y depravada que nunca.

Dios mío, ¿Qué habían hecho conmigo, en que me habían convertido? De refinada señorita a puerca degenerada en tan solo unos días. Jamás pensé que fuera una mujer tan fácil.

La dama de negro, mientras tanto había estado contemplando en silencio todos los acontecimientos pero manteniéndose en un discreto segundo plano. Sin duda Tony era quien llevaba la voz cantante, y seguramente quien gozaba de un rango superior en la misteriosa organización o club, pues ella, desacostumbrádamente se mostraba muy reverente y obsequiosa con él.

Una vez Tony se hubo arreglado las ropas y volviéndose a acomodar en su sillón, tomó de nuevo la palabra mientras yo le miraba fijamente, expectante a cuanto fuera a decirme.

  • Bien, perrita. Como imaginarás hoy se cumple el décimo día de cautiverio y como te prometí, eres libre de marcharte cuando lo desees.

Veo que te has portado bien y has estado a la altura de las expectativas. No obstante antes de dejarte marchar tengo que hacerte una sencilla propuesta.

Piénsatela bien antes de contestarla porque tu futuro depende en gran medida de ella.

Como ya imaginarás, pues te considero una mujer con una gran y rápida inteligencia, la propuesta va encaminada a darte la oportunidad de seguir disfrutando de este nuevo nivel de vida, en el que según me dicen, te desenvuelves muy bien y en el que se te ve disfrutar día a día como una perra en celo.

Te ofrezco seguir viviendo y comportándote como una esclava sin voluntad digamos… por un periodo de tres años.

Pero debes decidirte ahora mismo.

Reconozco que tal propuesta me pilló de improviso, y aunque reconozco que estuve muy cerca de aceptar, afortunadamente y por unos instantes, recuperé el sentido común, y con todo el tacto y la cortesía que pude desplegar, negué muy sumisamente tal ofrecimiento y rogué que me permitieran marcharme a mi casa.

  • Muy bien, perra. Has tomado tu decisión y debo respetarla. Confieso que me siento algo defraudado pues sin duda hubieras sido una esclava excelente, muy por encima de la media, pues prometías mucho.

Espero que estés bien segura de tu elección pues nunca volverás a tener otra oportunidad al respecto.

Te prometo que jamás volverás a saber nada de mi, ni de este selecto y exclusivo club. Ya me preocupé en su momento de que no supieras su ubicación, y por lo que a ti concierte podría estar en cualquier lado del mundo.

No obstante, antes de despedirnos definitivamente, espero que no me guardes rencor por haberte mostrado una forma alternativa de entender la vida. Y como muestra brindes conmigo en una última copa de despedida.- y diciendo esto me alargó una copa medio llena de un líquido dorado que supuse seria cava, ya que había una botella descorchada encima de la mesa.

Efectivamente era cava, y del caro, pues su sabor era exquisito aunque ligeramente amargo.

De pronto me sentí mareada y me costaba respirar, y antes de desvanecerme completamente recuerdo que lo último que me pasó por la cabeza es que todo era una farsa, que no pensaban dejarme marchar y me habían envenenado.


Lentamente abrí los ojos, estaba desorientada y la cabeza me dolía terriblemente.

Poco a poco fui recuperándome y recordé los sucesos que apenas habían sucedido unos minutos.

Entonces caí en la cuenta de que estaba tumbada en la cama de mi suite del hotel en el que me había hospedado hacia tres semanas, y que estaba vestida con el exclusivo vestido de noche con el que fui capturada.

Hube de cerciorarme de que efectivamente habían pasado 10 días para comprobar que todo esto no había sido mas un extraño, morboso, y desasosegante sueño, pero no.

Todo era cierto y había sucedido realmente.

¿Cuánto tiempo habría permanecido narcotizada? Tenía la sensación de que apenas hacía unos minutos que me había tomado aquella copa de cava, pero muy bien podría tratarse de horas e incluso de días.

Bueno ¿Qué mas da? Estaba libre y a salvo.

Después de unos minutos que me tomé para tranquilizarme y centrarme, me levanté con mucha calma, saqué la maleta del armario, y comencé a hacer el equipaje. Volvía a casa y a la seguridad de mi rutina laboral y social.


Es curioso como funciona la mente humana. Había pasado tan solo una semana y no conseguía centrarme en mi trabajo con la eficiencia que habitualmente solía tener.

No conseguía concentrarme ni poner toda mi mente en ello.

Una y otra vez, para mi pesar y mi rabia interior, me encontraba rememorando a la misteriosa dama de negro e incluso a aquel cabronazo de Tony, causante de todas mis desdichas.

No obstante, estaba completamente fuera de lugar la oferta que me había propuesto. Por muy excitante y morbosa que me resultara hubiera sido una autentica locura aceptarla, así que haciendo un esfuerzo de voluntad me obligué a olvidarme del tema y centrarme en otras cosas mas tangibles y provechosas.

Trabajaba duramente, jornadas de casi 10 horas, y cuando llegaba la noche recorría los clubes de moda, y me iba a la cama con el primer tipo que me resultara mínimamente interesante y con algo de personalidad, pero era inútil, y al cabo de un par de semanas mas tuve que rendirme a la evidencia. No conseguía olvidar aquellos terribles y excitantes días de cautiverio que de alguna manera habían dejado su marca en mi, y la vida me parecía aburrida y monótona.

Nada parecía interesarme, nada, a excepción de la inusual propuesta que cada vez me parecía menos descabellada y aberrante.

Siempre he sido consecuente conmigo misma y con mis propósitos, y esta vez aunque poco racional no iba a ser una excepción.

Había decidido convertirme en una esclava y haría lo que estuviera en mi mano para conseguirlo.

Lo primero que hice fue despedirme de la empresa en la que había estado ejerciendo durante los últimos doce años, y después de poner a la venta mi apartamento y mi automóvil, hice unas pocas llamadas despidiéndome de los pocos amigos que tenía, aduciendo que me iba durante una larga temporada al extranjero, a ver mundo y a encontrarme a mi misma, lo cual no era del todo mentira.

Bien, hasta ahí la cosa era relativamente fácil, ahora tan solo quedaba encontrar a Tony y convencerle de que me ofreciera de nuevo la misma oferta.

Sabía que no resultaría sencillo, pero jamás me he arredrado ante los obstáculos y los imprevistos, y esta vez tampoco lo haría.

Mi primera idea fue contratar a un detective privado para que lo localizara, y ya estaba consultando las páginas amarillas para contratar al primero que saliera en la lista, cuando de improviso tuve una inspiración.

¿Seria estúpida? Había tenido la solución delante de mis narices sin verla.

Lo mas rápido y sencillo era llamar a la agencia del servicio de acompañamiento y pedirlo por una noche.

Con una gran sonrisa de triunfo y satisfacción marqué los dígitos de mi teléfono móvil.

-Agencia Rainbow ¿en que podemos servirle…?- sonó una calida y servicial voz por el otro lado de la línea.

Lo demás había sido fácil, reserva en el primer avión y mi suite acostumbrada en mi hotel favorito.

Precisamente estaba dándole los últimos toques a mi aspecto, pues quería estar arrebatadoramente sexi, mucho mas que de costumbre, cuando sonaron unos discretos golpecitos en la puerta.

Inmediatamente el corazón me dio un vuelco, sin duda era Tony, que ajeno a mi complot venía a cumplir con sus servicios de compañía.

Un rictus de sorpresa e incredulidad se gestó en su rostro y no le abandonó cuando le invité a traspasar el umbral.

Sin embargo hay que decir en su favor que pese a la sorpresa del momento no perdió ni un momento los papeles, y con gran frialdad y aplomo me soltó a bocajarro.

  • La verdad, no esperaba volverte a ver, perrita, ¿Qué pasa contigo, te va la marcha y la mala vida? ¿o es que no tuviste bastante?. Espero que no sea así, porque ya te dije que mi oferta era única y no tendrías una segunda oportunidad.

Naturalmente el muy cabrón me había calado a la primera y sin perder tiempo me hacía saber que era demasiado tarde, pero yo no había llegado hasta allí para aceptar una negativa, y por otro lado acostumbraba a salirme siempre con la mía, así que fingiendo una calma que no sentía, le dije con toda la sangre fría que me fue posible.

Ya se lo que me dijiste y las condiciones del trato, sin embargo si algo he aprendido en todos estos años es que todo en la vida es negociable y tiene un precio, y yo estoy dispuesto a pagarlo.

Lo que te ofrezco es muy sencillo, a cambio de que me aceptes de nuevo como esclava, en vez del plazo inicial de tres años, me ofrezco permanecer como esclava durante quince años , justo hasta el día que cumpla los sesenta – y dicho esto me quedé callada esperando el veredicto, había puesto las cartas sobre la mesa y era la mayor y única baza que tenia en el regazo, era el momento de la verdad, si se negaba ya no habría nada que hacer, aunque esperaba salirme con la mía.

Tony se quedó en silencio unos instantes mirándome fijamente a los ojos, como valorando la sinceridad de mis palabras, que se me hicieron eternos. Sin duda la inesperada y generosa oferta le había pillado una vez mas y por segunda vez en esa misma noche, por sorpresa. Luego, por toda respuesta, sacó de su bolsillo un sobrecito con unos polvos blancos y delante de mi los disolvió en un vaso de agua que me ofreció a continuación.

Con una gran sonrisa de triunfo y satisfacción me lo bebí sin dudarlo un instante y en seguida todo se puso turbio y perdí la consciencia.


El aspecto del salón de actos del club se encontraba exactamente igual que un mes atrás, cuando lo visité por primera vez.

Ahora, a la espera de que se abriera el telón y quedara expuesta como una mercancía mas a la venta, me sentía extrañamente en paz conmigo misma, ahora si entendía el porqué las sumisas que vendieron delante de mis ojos se sentían tan tranquilas y resignadas, ajenas a cualquier sentimiento de vergüenza, pudor, o repulsa. Sin duda habían pasado previamente por el mismo entrenamiento, doma, y acondicionamiento mental que yo misma.

Llevaba ya dos horas de pie, y al igual que el resto de mujeres que componíamos el lote, me encontraba completamente desnuda, con las manos atadas a la espalda y colgada del cuello por ese extraño sistema que nos mantenía sujetas desde lo alto, pero mis piernas apenas notaban el cansancio, estaba demasiado excitada para sentirlo.

Podía escuchar con claridad que el show de esa noche estaba llegando a su fin pues el presentador, cuya voz recordaba perfectamente, estaba proclamando su ya consabida perorata:

"…- "…Y AHORA LLEGAMOS AL PUNTO CULMINANTE DE LA VELADA, EL MOMENTO QUE SIN DUDA TODOS USTEDES ESTABAN ESPERANDO IMPACIENTES…: ¡¡¡ NUESTRA SUBASTA MENSUAAAAAL!!! ..."

De inmediato el telón comenzó a abrirse lentamente y quedé expuesta a las miradas e impúdicos exámenes de la concurrencia.

La escena me era muy familiar aunque esta vez la estaba viviendo desde otro ángulo.

Pude ver a alguna vieja conocida. Antonella, la camarera argentina con el uniforme que la distinguía como propiedad del club, se encontraba en esos momentos a cuatro patas delante de la mesa de unos clientes donde mientras uno de ellos le taladraba el culo sin piedad, otro le metía su polla en la boca instándola a comérsela.

También descubrí sin dificultad a Sofía, la madura infiel a quien su esposo había cedido para su venta y castigo.

Pude comprobar que la intención de su marido estaba cumplida mas que con creces. Daba pena verla. No había ni un aparte de su cuerpo libre de moratones, surcos provocados por los latigazos, e incluso numerosas marcas de quemaduras allá donde los cigarrillos habían posado su brasa.

Llevaba dos enormes aros traspasando sus pezones, cuatro anillos mas colgando de sus labios vaginales y ,otro, mas enorme todavía, traspasándole de lado a lado el tabique nasal dándole la apariencia completa de una mansa res de granja, precisamente de ese aro era de donde salía la cadena con la que su nuevo y joven amo la guiaba de aquí para allá.

Al fijarme un poco mas, pude distinguir unos surcos de los que manaban unos hilillos de sangre fresca, sin duda ella había formado parte del show de esa noche siendo castigada en público.

Me daba mucha pena verla, pues en tan solo un mes ya había perdido la mayor parte de su belleza y atractivo, y aun le quedaban varios años de suplicios continuados. Sin embargo, su rostro no demostraba en absoluto el dolor y el mal trato al que sin duda era sometida diariamente. Al contrario, se la veía tranquila y ausente, como si nada fuera con ella.

El presentador había terminado de presentar a dos de mis compañeras y ahora me llegaba el turno.

" Y AHORA SEÑORES, UNO DE LOS PLATOS FUERTES DE LA SUBASTA DE HOY, UNA VERDADERA JOYA: RAQUEL, 45 AÑOS(AUNQUE NADIE LO DIRIA POR SU ASPECTO JUVENIL ¿VERDAD?). INTELIGENTE, CULTA, Y REFINADA. ADIESTRADA Y DOMADA, ENTRE OTRAS COSAS, EN EL SEXO LESBICO, Y QUE SIN DUDA PUEDE SER UN EXQUISITO REGALO PARA CUALQUIERA DE SUS ESPOSAS O SUS AMANTES. Y LO ME JOR DE TODO ES QUE SU PERIODO DE ESCLAVITUD ES POR 15 AÑOS, PRACTICAMENTE DE POR VIDA. NO ME DIRAN QUE NO ES UNA GANGA."

Una cerrada ovación bendijo las palabras del showman como corroborando sus palabras, y en cuanto se fueron apagando, el presentador prosiguió con la presentación de las dos mujeres que aun quedaban en la lista.

Bueno- me dije – la suerte esta echada, ahora solo me resta conocer quien será mi dueño, y propietario de mi voluntad, durante los próximos años. Ojala sea atractivo y con clase ¿Quién me compraría?

Abstraída en esos pensamientos estaba cuando descubrí entonces a Tony entre el selecto público de pervertidos.

No lo había visto hasta entonces porque esta vez ocupaba una mesa un poco mas alejada, y menos a la vista del escenario.

Se le veía tan frío y sosegado como siempre, disfrutando de un whisky con hielo, y un cigarrillo, pero lo que mas me llamó la atención fue su acompañante.

A simple vista parecía ser una mujer entre la treintena y la cuarentena, morena, y con un buen cuerpo.

Naturalmente estaba completamente desnuda, a excepción del collar de perro que rodeaba su cuello y que me pareció sospechosamente familiar. Si, sin duda era el mismo apestoso y ajado collar que me puso a mi en su día.

La mujer, ajena al escrutinio al que estaba siendo sometida por mi parte, se encontraba arrodillada a los pies de él, y haciéndole una mamada de campeonato.

No era difícil llegar a la conclusión de que seria la próxima candidata a estar donde yo estaba en aquellos instantes, y sin un ápice de amargura pero si con cierto fatalismo, me dije a mi misma que el círculo se había cerrado: una esclava en venta, una próxima candidata lista para su inminente doma….

No tenía ninguna duda que mas tarde o mas temprano acabaría exactamente igual que yo.