Servicio de acompañamiento

Una agradable y placentera velada se convierte en un frenético y alucinante descenso por el lado mas salvaje y oculto de los placeres nocturnos y prohibidos de la ciudad.

A mis 45 años soy una mujer completamente autosuficiente.

He estado casada dos veces y las dos veces mi matrimonio fracasó por mi dedicación y entrega a una profesión que me encanta.

Soy consultora de empresas, y soy muy buena, de las mejores.

Si su empresa pasa apuros económicos o presenta déficit no dude en contratarme.

En un par de semanas se la saneo y se la pongo a flote, o bien la disuelvo con pingues beneficios para el propietario y sabrosas indemnizaciones para los trabajadores.

Según dicen soy muy hermosa, con una belleza fría casi gélida, del tipo de Caterine Deneuve o Nicole Kidman, rubia, muy delgada, con unos ojos azules casi grises.

Modestia aparte me cuido todo lo que puedo, tratamientos de belleza, aeróbic, masajes, yoga, footing siempre mi agenda lo permite, etc etc.

Mi cuerpo no tiene un ápice ni molécula de grasa, ni el mas mínimo rastro de celulitis. En resumen, estoy en plena forma.

A causa de mi trabajo paso la mayor parte del tiempo viajando, por lo que apenas tengo amistades y mucho menos relaciones serias.

Así que cuando necesito compañía masculina, ya sea para que me sirva de acompañante en alguna recepción o simplemente cuando deseo relajarme con una velada tranquila suelo recurrir a las agencias especializadas.

La historia que deseo compartir con ustedes comienza precisamente en una de esas noches de relax y placer.

Acababa de cerrar un suculento negocio con total éxito tal y como estaba acostumbrada a realizar, y deseaba festejarlo antes de tomar un vuelo a la mañana siguiente rumbo a casa.

Estábamos ya a los postres de la estupenda cena en uno de los mas refinados restaurantes de la ciudad y me sentía eufórica y en la cima del mundo.

Contribuía a mi optimista estado de ánimo la compañía del muchacho que me habían enviado de la agencia.

Moreno, alto, muy guapo, muy joven, muy culto y con mucha educación, pero además poseía un aire salvaje casi canallesco que le confería un atractivo irresistible, sobre todo para el tipo de mujer del que me siento parte activa.

Madura, con clase, y muy segura de si misma.

Y fue precisamente ese exceso de seguridad lo que me hizo decantarme por una noche salvaje cuando mi guapo acompañante me dio a elegir entre una velada tradicional o un paseo por el lado mas oculto y prohibido de la ciudad.

Eran poco mas de las 12 cuando Tony me llevó a un escondido y pequeño tugurio situado en un callejuela del casco antiguo, al que solo se accedía bajando por unas angostas escaleras.

Una vez dentro el ambiente era de lo mas pintoresco, provisto deliberadamente de poquísima luz, la única de hecho que se apreciaba eran unas cuantas velas aquí y allá dispuestas al parecer de forma cuidadosamente desordenada para conseguir el efecto adecuado.

Olía a cerrado, a tabaco, y a una mezcolanza de humanidad y diversos perfumes que le dotaban de un morbo y erotismo que excitaba los sentidos.

La suave y exquisita música de jazz a poco volumen contribuía a darle el toque justo de intimidad y confort ideal para que la clientela se relajara a sus anchas y se dedicara sus mas diversos menesteres, a charlar discretamente, emborracharse tranquilamente, e incluso a darse un buen lote con la pareja de turno sin ser molestados.

Atravesamos el local en medio de la fauna bohemia que lo componía, yo siguiendo los pasos de Tony, que parecía encontrarse en su elemento, y saludó a no pocas personas aquí y allá según íbamos avanzando, hasta que llegamos a un coqueto y apartado reservado lejos de miradas e interrupciones inoportunas.

Una vez pedimos sendos whiskys, Tony empezó a liarse un cigarrillo, y al encenderlo un aroma entre dulzón y penetrante se apoderó del pequeño habitáculo haciéndome arrugar la nariz.

  • Es muy fuerte el tabaco que fumas – dije por decir algo

  • Oh, - respingó medio cogido en falta – La verdad es que no es tabaco, es un porro de Marihuana.

La expresión de mi rostro debió sugerirle que nunca la había probado, porque acto seguido casi sin pausa me lo alargó diciendo.

  • ¿Te gustaría probarlo?

Bueno, me dije para mi misma, ¿no querías una noche salvaje y nuevas experiencias? ¿porqué no empezar ahora mismo?

Y con decisión le acepté el cigarrillo que me ofrecía y le di un par de caladas bien profundas siguiendo sus instrucciones.

Pasaron unos pocos minutos en los que recuerdo que pensé: - Bueno, ¿y esto es todo? Tanto oir hablar de los efectos de la marihuana y yo no siento nada.

Gran error, de pronto me vino el subidón de golpe casi dejándome sin respiración.

Por momentos me sentía mas y mas mareada y en los últimos instantes de consciencia fui precisamente consciente de eso, como iba perdiendo progresivamente el control de mi misma.

Entre sueños y vapores sentí como Tony me cogía de la mano y me llevaba a través de una puerta muy cercana al reservado a otra habitación en la trastienda del local.

Recuerdo que sentí que mas que andar iba deslizándome entre nubes como si mi cuerpo no me perteneciera.

Y como una vez allí, empezaba a besarme y a acariciarme mientras me iba desnudando con manos expertas, tocando en el sitio justo para hacerme estremecer de placer anticipado.

No se si perdí la consciencia o simplemente experimenté un vacío de memoria, pero lo siguiente que recuerdo fue que sentía un gran placer y no podía moverme.

Estaba encadenada por las muñecas a sendas cadenas que colgaban del techo manteniéndome los brazos bien separados casi en cruz y también las piernas las tenía muy abiertas, casi grotescamente, por otras dos cadenas que amarraban y sujetaban mis tobillos de tal forma que prácticamente tenía que estar de puntillas, descalza como estaba.

En aquella habitación había un poco mas de luz aunque de tono rojizo y los gemidos que profería incontroladamente sonaban apagados como si estuviera insonorizada.

Tony estaba frente a mi follándome con una cadencia endiablada, con un vigor envidiable y los movimientos justos.

Sin duda era un experimentado profesional.

Además de estar muy bien dotado físicamente, a tenor de lo lleno que sentía mi coño.

En ese momento no entendía muy bien que es lo que estaba sucediéndome y la verdad no me importaba demasiado.

Sentía gran placer y eso llenaba por entero mis pensamientos.

De pronto la puerta se abrió sigilosamente y otro hombre, un desconocido, entró en la habitación.

Tras saludar a Tony con un sencillo movimiento de cabeza, de inmediato se situó detrás de mi espalda y empezó a apretar, sobar y amasar mis tetas sin ningún miramiento, lo que contribuyó a que mi calentura y excitación subieran unos enteros mas.

Mis gemidos se asemejaban ya a esas alturas mas a gritos que a susurros.

Confieso que hacia mucho tiempo que no gozaba de forma tan intensa.

De pronto sentí como un objeto carnoso y caliente trataba de abrirse paso forcejeando a la entrada de mi cerrado ano.

Pese lo medio atontada que estaba, de inmediato sospeché lo que iba a ocurrir de forma inminente si no hacía nada por evitarlo.

Trate de resistir y agitarme pero era inútil, estaba demasiado bien sujeta por la cadenas, así que hice lo único que pude, gritar ,protestar, y suplicar ante lo irremediable, iban a romperme el culo.

  • ¿Pero que haces? Por favor, no. POR FAVOR, NO… No me la metas por ahí.

  • ¡ NO ME LA METAS POR AHIIIIIIIIIIIIIIIII….. !

Ya era tarde, la tranca de carne de mi segundo amante de la noche ya se abría paso entre los pliegues de mi trasero libremente, perforando y reculando una y otra vez, cada vez de forma mas y mas rápida.

Curiosamente y pese a todo lo que había oído sobre el tema, no sentí ningún dolor cuando fui desvirgada análmente.

Luego supe que era por efecto de la marihuana que me había anestesiado en cierta manera algunos sentidos, sobre todo los de la tolerancia y el dolor, y en contrasentido había sensibilizado por 10 mis puntos erógenos.

Así que imagínense como me sentía, estaba embutida entre dos aguerridos sementales que estaban perforándome al mismo tiempo y sin miramientos mis dos agujeros mas íntimos en el bocadillo mas salvaje y único que hasta la fecha había experimentado en toda mi vida.

Al poco ambos, como poniéndose de acuerdo comenzaron a correrse a un tiempo, perfectamente sincronizados, dentro de mis entrañas.

La sensación era maravillosa, chorros y chorros de liquido caliente y cremoso entrando a presión entre mis sensibilizados agujeros colmándolos de néctar.

Inevitablemente me uní a sus orgasmos experimentando hasta el momento el mas completo de todos los que llevaba teniendo de forma incontrolable durante la ultima parte de la velada.

Por lo que en unos instantes en la pequeña habitación solo se oia un concierto desarmónico de gritos y alaridos, hasta que paulatinamente todos nos fuimos calmando y relajando, y al poco solo se oia mi pesada y excitada respiración.

Tony y su amigo, aparentemente se habían desentendido de mi, y cómodamente recostados en un mullido sofá justo en frente de donde yo me encontraba semicolgada, estaban atareados liando sendos cigarrillos, que sin duda también estarían compuestos con la adormilante y sensibilizadora droga que yo había probado por primera vez apenas un rato antes.

Efectivamente, no me había equivocado, pues una vez se encendieron los pitillos, el mismo y característico olor dulzón y penetrante impregnó de golpe la habitación.

Tony se aproximó entonces hasta donde yo estaba inmovilizada y me acercó el cigarrillo a los labios.

-Toma, fuma pequeña, te lo has ganado y lo vas a necesitar – me dijo con un tono de voz dulce y a la vez muy tranquilizadora, por lo que obedientemente acerqué los labios e inhalé una larga calada a la que siguieron otras muchas.

De hecho creo que me lo fumé en su totalidad, limitándose Tony y su amigo a compartir el restante.

De nuevo me sentí flotar, completamente colocada, aunque esta vez el efecto fue todavía mas devastador y aplastante.

Los músculos me pesaban, totalmente laxos y aunque hubiera estado sin amarrar seguro que habría sido incapaz de moverme. Me sentía como una muñeca rota a la entera merced de aquellos hombres, e inexplicablemente, quizás por efecto de la droga o quizás no, no sentía ninguna inquietud, mi mente se encontraba en paz y completamente tranquila.

Entre vapores y nebulosas fui apenas consciente de que me desataban de mi incómoda pero indolora posición y como era llevada en brazos hacia un desconocido e incierto destino.

Lo ultimo que recuerdo antes de caer en un profundo sopor fue el frío otoñal de la noche dando de lleno en mis desnudas carnes.


El vehiculo cogió un acusado bache y dio un pequeño salto lo que hizo que me despertara de mi letargo. Aun tenia la cabeza algo embotada pero ya parecía que mi cerebro volvía a regir como antes, liberada de los efectos de la Marihuana.

Traté de moverme y me di cuenta de que estaba en la parte trasera de un monovolumen, en el suelo y atada de pies y manos tal y como si fuera una res.

De inmediato empecé a protestar y chillar exigiendo que me soltaran y me dieran una explicación.

Reconocí a mi segundo y desconocido amante, que iba al volante, y Tony se acomodaba en el asiento del copiloto.

Fue éste quien ante mis estridentes y mas que justificados gritos, sin mediar ninguna palabra ni darme la mas mínima explicación, se acercó hasta donde yo estaba, me hizo abrir la boca por el sencillo procedimiento de taparme la nariz, y me colocó una especie de mordaza de las que se usan en bondage, de esas de color rojo y en forma de mandarina.

Al poco solo se oian mis apagados gemidos y dado de lo poco expeditivos que resultaban opte por callarme de nuevo y reservar mis energías para lo que sin duda iba a venir mas adelante.

Al ver como me calmaba aparentemente, Tony me acarició dulcemente los cabellos y me dijo.

  • Así esta mejor, princesa.

  • No te preocupes, ya falta poco para llegar. Y descuida, nada malo va a pasarte, y desde luego nada que tu no desees en el fondo que suceda aunque ahora no puedas creerlo.

  • Confía en mi, tengo mucha experiencia en estos menesteres y siempre, repito, siempre, las numerosas mujeres que se han encontrado en la misma situación en que tu estas ahora , han acabado dándome las gracias por la oportunidad de experimentar lo que tu estas a punto de descubrir. Un poquito mas de paciencia.

Y dicho esto, me volvió la espalda desentendiéndose de mi y volvió a acomodarse en el asiento de delante.

Reconozco que dichas palabras aunque no me convencieron del todo tuvieron la virtud de calmarme ligeramente.

Una vez mas volvía a ser la mujer racional y pragmática de siempre y me dije, analizando fríamente la situación, que de momento nada podía hacer por evitar el destino al que me tenían preparada, así que traté de sosegarme todo lo razonablemente que podía estando desnuda en un vehiculo rumbo hacia Dios sabia donde, atada como una bestia, y en compañía de unos, en cierto modo, perfectos desconocidos.

Nota del autor:

Imagino que los amables lectores estarán un poco perplejos por la relativa avalancha de relatos que estoy enviando últimamente.

Si la memoria no me falla, creo que al menos tengo tres series de ellos en marcha que aun no han llegado a su conclusión final.

Espero no empacharles ni abrumarles con mi presencia, aunque si es así, espero no duden en hacérmelo saber con sus siempre interesantes comentarios o sugerencias.

Solo deseo decir que sin comprometerme a dar una fecha para tales conclusiones es mi intención terminarlas todas.

Aunque como digo no se el orden ni el tiempo que me llevara hacerlo, pues voy saltando de uno a otro según mi inspiración y apetencias personales. Estoy seguro que sabrán entenderlo y disculparme.

Como siempre, decir que estaré encantado de recibir morbosa correspondencia de cuantas mujeres se sientan afines con las, al menos para mi gusto, excitantes y morbosas situaciones que trato de ilustrar en mis relatos, y con los que sinceramente espero que se sientan identificadas el máximo numero de ellas, sin olvidarme por supuesto de los caballeros que también pasen un rato agradable y placentero con dicha lectura.

Gracias por su atención y fidelidad.

El autor.

pacineo@yahoo.es