Servicio de acompañamiento 2: La casa de la playa

La perplejidad y la inquietud de nuestra protagonista va en aumento. ¿Adonde la llevan y que esperan hacer con ella?. Sin duda muy pronto va a hacerse una ligera idea.

El vehiculo, efectivamente no tardó demasiado en detenerse, aunque en realidad no sabría decir cuanto había durado el trayecto ya que había pasado gran parte de él completamente sedada por la droga.

No bien me sacaron con todo cuidado y delicadeza de él y me desataron las cuerdas que amarraban mis pies, con el fin de facilitarme una relativa cómoda locomoción, ya que completamente desnuda y descalza como estaba, ( a saber donde habrían ido a parar mis costosas y exclusivas ropas de diseño ), y amarradas mis muñecas por detrás de la espalda, y por mas sintiendo el frío frescor de la noche en mi sensibles carnes, todo ello no hacia meritos a contribuir a mi bienestar precisamente.

Si añadimos el nerviosismo y la incertidumbre por saber donde estábamos y lo que tenían preparado para mi ,que de una cosa estaba segura, sin duda tendría algún significado sexual poco habitual y políticamente incorrecto, podrán hacerse una idea aproximada del cúmulo de sentimientos y aprensiones que sentía en ese momento.

Pese a la casi cerrada oscuridad nocturna, pude apreciar sin ningún esfuerzo que estábamos ante un gran edificio, una casa de recreo o un club social, pues era enorme y se veía bastante bien cuidado, aunque su exterior era bastante anodino y discreto.

Y por el ruido ambiental deduje que estábamos en algún punto muy cercano a la costa, ya que el rumor de las olas rompiendo contra las rocas y un inconfundible olor salado en el ambiente claramente así lo indicaba.

Para mi sorpresa, el misterioso acompañante de Tony, una vez hubimos descendido del vehiculo, volvió a montarse a él y después de un breve gesto de despedida a su amigo, muy parecido a su primer saludo, a mi ni siquiera me dirigió una mirada, arrancó perdiéndose en la distancia.

Tony y yo quedamos solos en medio de la noche plantados uno frente a otro en completo silencio, yo naturalmente por motivos obvios, y Tony porque aparentemente no quería darme ninguna explicación sobre lo que estaba sucediendo.

Inesperadamente sacó de su bolsillo un objeto que mantuvo delante de mis ojos antes de "vestirme" con él. - Dios mío – era un collar autentico de perro y por el estado en que se encontraba había sido usado con anterioridad en muchos cuellos antes que el mío, pues el cuero estaba algo ajado y con numerosas grietas.

Una vez convenientemente ajustado y después de añadirle una fina y corta cadenilla.

Tony le dio un suave pero significativo tironcito y dijo:

  • Sígueme.

En pocos pasos llegamos al umbral de la gran casa, pero por alguna razón que yo no entendía, no llegamos a entrar por la puerta principal, en cambio Tony eligió un estrecha puertecita lateral medio disimulada entre la vegetación que rodeaba la casona y que abrió con una llave que colgaba de su llavero, signo inequívoco de su estrecha vinculación con aquel edificio.

Una vez traspasamos el umbral, un acogedor calorcillo embargo mis sentidos. Al contraste con el frescor de la noche, la temperatura era muy agradable incluso excesiva, pues a pesar de mi completa desnudez incluso empezaba a sofocarme un poco.

Atravesamos varias habitaciones y pasillos, la mayoría de ellas desiertas, pero en un par pude comprobar con total estupor que había algunas mujeres, desnudas al igual que yo y en unas condiciones bastante semejantes. Amarradas como fardos, en el suelo, y amordazadas.

¿Qué significaría todo esto? ¿En que lío me había metido? Y lo más importante.

¿Como y cuando podría salir de él sana y salva y sin ningún daño colateral?

Incluso en aquellos angustiosos instantes no pude reprimir una fatalista sonrisita refleja.

Pese a la extraña y desasosegante aventura en que me estaba viendo inmersa, mi racional y fría mente de mujer de negocios seguía razonando con matemática profesionalidad, calculando posibles daños y riesgos.

Al fin llegamos a una habitación bastante desnuda de mobiliario e incluso con las paredes sin pintar, lo que le daba un aspecto mas de un almacén o un garaje que de una habitación interior, y donde una vez mas se encontraban dos jovencitas, completamente desnudas, y amarradas de pies y manos. Muy quietas y apoyadas contra uno de los ásperos y rugosos muros que componían la estancia.

Parece ser que habíamos llegado al final del trayecto, al menos por el momento. Pues

Tony me colocó al lado de ellas, me quitó el collar con el que me había trasladado hasta allí, lo que confieso que me alivió bastante, pues era muy incómodo y su dura y curtida piel olía a sudor y a humanidad, en otras palabras, apestaba. Pero en cambio me ató los tobillos exactamente al igual que ellas estaban, impidiendo cualquier movimiento por mi parte o tentativa de escapar de allí.

Me quedé momentáneamente sola, a excepción de las dos mujeres que se encontraban a mi lado en idéntica situación, con las que por motivos obvios no pude entablar conversación ni averiguar en que lugar y con que fin estábamos allí.

Calculo que media hora larga fuel lapso de tiempo que Tony tardó en regresar a por mi, aunque por supuesto nunca supe a que había dedicado tal tiempo.

Lo único que podía hacer era tratar de agudizar al máximo mis sentidos y al poco de acostumbrarme al ambiente pude escuchar un lejano y apagado murmullo de muchas voces que a veces se convertían en un clamor, e incluso estallaban en aplausos, que parecían provenir de más allá de una de las puertas.

Lo que me hizo aventurar si no estaría cerca de alguna especie de escenario o club donde se realizaban extrañas y prohibidas performances de las que había oído hablar alguna vez.

Como he dicho, al cabo de media hora mas o menos Tony regresó a la habitación.

Iba acompañado de dos hombres que se llevaron a mis dos compañeras hacia un destino desconocido, y en el momento de hacerlo me dijeron.

  • No. Tu no, putita. Aun no estas preparada para seguir el camino de estas zorras.

Tony de nuevo me ciño un collar de perra al cuello, pensé que este sería diferente, pero era el mismo apestoso y muy ajado collar de antes.

Y notando como trataba de esforzarme en no inhalar sus aromas con un profundo gesto de desagrado en mi rostro, me dijo.

Ya veo que este collar no es de tu agrado. Lo lamento pero no dispongo de otro , y me temo que lo vas a tener que soportar durante un tiempo.

Y desatándome los tobillos jaló suavemente de la cadena y me guió de nuevo a algún otro desconocido lugar.

No tuvimos que andar demasiado cuando de pronto entramos en un gran salón que era como un teatrillo pequeño o una pequeña sala de convenciones.

En él, aparte de un pequeño escenario que ahora momentáneamente estaba vacío, habían numerosas meses distribuidas desordenadamente y ocupadas únicamente por hombres, aunque había también algunas mujeres con el mismo o parecido aspecto que el mío, desnudas, encadenadas y arrodilladas como perras a los pies de alguno de ellos, e incluso atareadas realizándoles alguna que otra ocasional mamada o masturbación.

Pese a que ya sospechaba y me esperaba algo de ello, no por eso me sentí menos turbada.

Sin ninguna duda, había entrado sin casi proponérmelo en un submundo de perversión y placeres prohibidos. La pregunta del millón y lo que más me preocupaba era… ¿Cómo demonios iba a salir de esto?

Tony encontró sin dificultad una mesita desocupada mas o menos sobre la mitad del salón y se acomodó en una de las sillas, pero a mi no me ofreció la restante sino que dándome un significativo tirón al collar me indicó que me arrodillara a sus pies semejando una perrita de compañía.

A los pocos instantes de ocupar la mesa una camarera apareció delante de nosotros como por ensalmo.

Y la llamo camarera por llamarla de alguna manera, pues su aspecto y uniforme no podía ser más peculiar.

Prácticamente iba desnuda salvo por un pequeño delantalito de puntillas blanco que apenas le cubría el depilado pubis, lo que permitía admirar sin esfuerzo que sus labios vaginales se hallaban perforados por sendos anillos dorados de los que colgaban unos pequeños y graciosos cascabeles que producían una simpática musiquilla al desplazarse, y dejaba completamente al descubierto su trasero.

Completaban su atuendo una pequeña cofia de criada francesa, colocada en los cortos y arreglados cabellos tintados de pelirrojo oscuro, y unos altísimos zapatos de tacón alto del tipo sandalia lo que le dejaba todo el pie prácticamente al descubierto.

No obstante lo que más llamaba la atención era que llevaba una mordaza de bola roja amordazando su boca, muy parecida a la que yo llevaba debajo de mi tira de esparadrapo, y llevaba las manos esposadas a la espalda con unos grilletes comunes.

La manera en que servia a los diferentes clientes del establecimiento era muy sencilla a la vez que extraña y morbosa.

Llevaba una bandeja rectangular de aluminio enganchada por un ingenioso mecanismo a las caderas y por dos finas varillas sujetas a sus pezones, para darle el ángulo correcto.

Naturalmente cuando la bandeja estaba vacía, no había demasiado problema, pero cuando iba repleta de bebidas y diferentes complementos, eran los pezones de la infortunada los que debían soportar sin duda todo el peso con el consiguiente dolor y malestar. Aunque seguramente estaban acostumbradas a ello, pues en seguida me percaté que había dos o tres camareras mas, similares a ésta, deambulando rápida y ágilmente entre las mesas atendiendo y sirviendo pedidos con celeridad asombrosa, y pese a la, a veces, desorbitada carga que soportaban, nada en sus rostros hacía presagiar el dolor que indudablemente soportaban.

La camarera, a la que Tony saludó llamándola familiarmente Marisa, llevaba en estos momentos en la bandeja tan solo una pequeña libretita en blanco y un bolígrafo, y se inclinó graciosamente hacia delante para que Tony pudiera cogerlos y anotar el pedido.

Naturalmente era un ingenioso sistema dado que no podían hablar.

Una vez Tony escribió su copa, la muchacha desapareció rápidamente, sin duda a recoger el pedido.

Fue entonces cuando momentáneamente nos quedamos solos y Tony me dirigió de nuevo la palabra.

  • Si me prometes que no me harás ninguna pregunta y ni tan siquiera pronunciaras una palabra, te quitaré la mordaza para que estés más cómoda. ¿de acuerdo?

Por supuesto yo tenia no solo una, sino muchísimas preguntas que hacerle, tanto al respecto de aquel extraño lugar como sobre todo por el motivo en que me había reducido a estar aparentemente en cautividad, y cuando pensaba dejarme marchar, pero sopesando las consecuencias me dije que mas valía que tuviera alguna paciencia, que sin duda Tony me informaría de todo a su debido tiempo, cuando él lo considerara oportuno y conveniente. Así que tratando de componer mi mas sincera y sumisa cara de aceptación, mirándolo fijamente a sus ojos con gesto de carnero degollado, asentí dulcemente con la cabeza.

Al poco llegó de vuelta la camarera portando en su bandejita una botella de Jack Daniels, un vaso de cristal tallado y una cubitera medio llena, con lo cual sus pezones se mostraban monstruosamente estirados, pero ella no daba muestra alguna de sentirlo.

Se inclinó para que Tony cogiera fácilmente su bebida y depositara a cambio un billete en la bandeja. Y regalándole una zalamera sonrisa se alejó tan graciosa y ágilmente como había aparecido, a seguir sirviendo y atendiendo las numerosas mesas y pedidos.

Yo no pude por menos preguntarme, y de hecho me moría de ganas de preguntarle a Tony acerca de ellas, ya que había visto que mientras deambulaban de aquí para allá, eran manoseadas a placer por cualquiera de los hombres que componían la selecta clientela e incluso había visto que a veces las hacían ponerse de rodillas y uno u otro las enculaban salvajemente a la vista de todo el mundo sin ningún tipo de pudor.

A lo que la muchacha se dejaba hacer mansa y sumisamente sin inmutarse, aunque eso si, su rostro se transformaba inmediatamente en un desesperado rictus de placer.

Parecía que era práctica habitual, por lo que me hizo deducir que sin duda eran algún tipo de prostitutas o quizás esclavas. Tenía tanta curiosidad por saber, pero estaba segura que si abría la boca Tony me amordazaría otra vez de inmediato. Así que me tragué la curiosidad y espere a que él diera el primer paso.

Y vaya si lo dió, bajándose la bragueta del pantalón, se sacó sin ningún empaque su formidable verga en publico, y mientras daba un sorbo de su bebida me dijo.

  • ¿Te apetece darme una mamadita, preciosa ?

Naturalmente era una pregunta retórica y cargada de cinismo, pues ambos sabíamos que yo no tenía ninguna opción a negarme, así que tragándome el orgullo, engullí aquella polla y me dispuse a chupársela de la mejor forma que sabía.

No bien llevaba un par de minutos concentrada en mi tarea, cuando las luces se atenuaron ligeramente y el telón que ocultaba el escenario empezó a deslizarse muy lentamente, lo que hizo que las voces y murmullos del local bajaran algunos grados y prácticamente se convirtieran en susurros y cotilleos.

Sin duda no estaba preparada para lo que iba a ver a continuación aunque ya debiera haberlo imaginado.

Cuando el telón se abrió completamente pude ver sin ninguna dificultad pese a que estaba todavía con la polla de Tony entre mis labios, que en el escenario había cinco mujeres completamente desnudas, cubriendo casi todo el espectro de edades, entre los dieciocho y cuarenta años mas o menos, perfectamente alineadas una junto a otra, con las manos atadas a la espalada y unos collares al cuello de los que pendían unas cuerdas hacia lo alto dando la sensación de que iban a ser ahorcadas, pero que simplemente las mantenía estáticas en sus posiciones.

Lo más extraño y morboso de todo, aparte de su desnudez y vulnerabilidad, era su aspecto. Además de parecer mujeres de lo mas normal, como cualquiera con las que nos cruzaríamos cotidianamente por la calle, ni bellezas extraordinarias, ni modelos, ni cuerpos despampanantes, sorprendía su semblante tranquilo y resignado, como si la cosa no fuera con ellas, y no sintieran apenas pudor por verse expuestas de tan humillante manera casi como si fueran reses en una feria.

Estuvieron expuestas en silencio, por espacio de unos cinco minutos, lo que me dio tiempo de terminar de realizarle la mamada a mi acompañante o debería decir mejor, a mi captor, quien emitiendo un contenido gemido se corrió en mi boca descargando toda su leche en ella, que naturalmente no tuve mas remedio que tragar hasta no dejar una gota, lo que me causó un sentimiento de repugnancia. Nunca me ha importado chupar una buena polla, pero no acostumbro a tragarme el semen, su sabor me resulta demasiado fuerte y empalagoso y suelo escupirlo inmediatamente…hasta ahora.

Aun estaba relamiéndome los restos de su impertinente emulsión, cuando un hombre de edad indeterminada salió a escena llevando un micrófono en su mano derecha.

  • "BIENVENIDOS DE NUEVO, DISTINGUIDOS SOCIOS E INVITADOS SELECTOS, A " LA CASA DE LA PLAYA " EN UNA NUEVA VELADA MENSUAL..."

Mientras aquel hombrecillo iba desgranando su habitual perorata cual animador de feria, a la que sin duda estaba muy acostumbrado, pues su charla sonaba segura y con profesional habilidad, Tony me dijo casi en un susurro que atendiera atentamente pues aquello me iba a interesar mucho, mas de lo que yo pensaba.

Nuevamente, me sentí intrigada por aquellas enigmáticas palabras que sin embargo contribuyeron a acrecentar mi nerviosismo y mi sensación de vulnerabilidad.

  • "…ESPERO QUE ESTEN DISFRUTANDO DEL MAGINFICO ESPECTACULO QUE HEMOS PREPARADO PARA USTEDES…" – continuó el incesante monologo de presentación del maestro de ceremonias.

Yo me congratulé de haberme perdido el inicio del show aunque dado el ambiente y la naturaleza del lugar era fácil imaginarse que encima del escenario se habrían cometido y mostrado todo tipo de aberrantes perversiones sexuales.

  • "…Y AHORA LLEGAMOS AL PUNTO CULMINANTE DE LA VELADA, EL MOMENTO QUE SIN DUDA TODOS USTEDES ESTAN ESPERANDO IMPACIENTES, y elevando un poco mas el tono de voz si cabe, después de hacer una breve y estudiada pausa continuó, casi gritó mas que otra cosa : ¡¡¡ LA SUBASTAAAA!!! ..."

De forma espontánea un clamor de aplausos y vítores de entusiasmo apagó momentáneamente la voz del presentador, y cuando se hizo de nuevo el silencio este continuó con su presentación, pero como si todo estuviera calculado y estudiado a la perfección para ir dirigiendo los distintos estados e animo de la concurrencia, ahora seguía hablando sin el micro, en un tono de voz mucho mas bajo, dándole a su voz una complicidad e intimidad como haciéndose cómplice del publico asistente.

  • "…Y sin mas voy a proceder a presentar al nuevo lote de mercancías que la casa de la playa se complace en poner a la venta y disposición de ustedes.

Como verán fácilmente, el género, como siempre, es de primerísima calidad, mujeres jóvenes, sanas, de carne y hueso, y en perfecta forma física.

Aclaro para los invitados que es la primera vez que nos visitan, aunque espero que no sea la ultima, que tratamos de presentar el genero lo menos manipulado y personalizado posible para darle al futuro propietario la oportunidad de adecuar el aspecto de lo esclava a sus propios gustos y fantasías, y es por esto que las pueden observar con todos esos inapropiados y antiestéticos manojos de pelos en su entrepierna."

Y cogiendo una fina varilla de madera a modo de fusta para ayudarle a mostrar mejor la mercancía, y sin dejar de continuar con su incesante y apasionada perorata, prosiguió.

  • "…Pero no deseo entretenerlos mas del objetivo que están esperando y voy a proceder a la presentación y lectura del currículo de cada una de las candidatas…"

  • "De izquierda a derecha y en primer lugar ,lo que no quiere decir que sea las mas importante (alguna risa de complicidad y cortesía entre la concurrencia),tenemos a Soledad, una atractiva jovencita de veinticuatro años, que esta desempleada durantes meses y casi vivía en la calle cuando aceptó nuestra oferta, lo que le da al menos la oportunidad de tener techo y comida, y bajando un poco mas la voz en un tono inequívocamente malévolo y pretendidamente gracioso, aunque la calidad de una y otra pueden dejar mucho que se desear. (nuevas risas acogieron la "gracia" del presentador), y que se ofrece al respetable posible propietario por un periodo de cinco años.

A Soledad, aparte de las consabidas prestaciones y refinamientos sexuales que les son inculcados y son comunes a todas las sumisas, se la ha encaminado e instruido con el fin de que sea una estupenda y eficiente criada domestica que atenderá con todo mimo cada uno de los deseos de su dueño con el fin de hacerle mas grata sus existencia.

  • "Quisiera aclarar, una vez mas para los que asiten por primera vez y no saben el funcionamiento de la subasta, que el precio de salida es único para todas las candidatas, independientemente de su periodo de propiedad, y es de 300.000 euros."

  • " A continuación y a su lado, tenemos a Alicia, tiene 27 años, y en el momento de aceptarla para su doma y preparación, estaba trabajando de dependienta en unos ultramarinos.

Precisamente ha sido su jefe quien después de seducirla y convertirla en su amante, y después de dos años de relaciones y ya cansado de ella, es el que ejerce de vendedor y quien nos la ha ofrecido para su esclavización y venta. Su periodo de esclavitud es de carácter indefinido, lo que acrecienta su potencial valor, ya que su propietario podrá disponer de ella como deseé a largo plazo y en el momento en que se canse o aburra de ella siempre podrá traérnosla aquí de vuelta para su reventa, lo que naturalmente le proporcionará pingues beneficios.

Como verán la sumisa posé un fibroso y atlético cuerpo, sin el más mínimo asomo de grasa. Así que hemos querido aprovechar su vigor y fortaleza y la hemos entrenado inicialmente para desempeñar tareas agrarias y desenvolverse con soltura en un entorno rural. Se la puede usar como labradora, granjera, moza de cuadra, yegua de tiro y de carga, y naturalmente como pony girl".

  • "Naturalmente y una vez mas, deseo aclarar que todas y cada una de las aquí presentes lo están por propia voluntad y han aceptado incondicionalmente su destino y futura condición de esclavas".

Y una mierda, pensé para mi misma y me giré indignada hacia Tony como diciéndole sin palabras, pues no me atrevía a hablar: - Si todo eso es verdad, ¿Por qué estoy yo aquí encadenada y contra mi voluntad? ¡Quiero marcharme a mi casa!

Por supuesto, Tony había interpretado a la perfección mi gesto, y suavizando el suyo se limitó a poner un dedo delante de sus labios como recordándome la condición de permanecer en silencio, pero además como prometiéndome en silencio que muy pronto tendría todas las respuestas a mis preguntas.

Mientras tanto, el presentador seguía exponiendo las delicias y propiedades de la mercancía en venta a los posibles compradores.

  • "Y aquí tenemos a una de los platos especiales de la noche, una verdadera perita en dulce: Ingrid, estudiante, con diecinueve primaveras recién cumplidas, ¿no es una delicia? (murmullos de aprobación), fue sorprendida copiando en uno de los exámenes finales de primer año de la universidad.

Naturalmente su profesor de historia, miembro distinguido de este club, y quien la sorprendió en tan indigna y censurable falta le propuso dos opciones, la expulsión deshonrosa y a perpetuidad de la universidad, o bien un año bajo las especiales atenciones y tutela de cualquiera de ustedes".

Mientras iba aclamando los historiales y características de cada mujer, y ante la docilidad y pasividad de éstas, iba palpándolas y sobándolas una a una, les hacía abrir las piernas, les sopesaba las tetas, les comprobaba la dentadura, e incluso les hacia darse la vuelta y les abría las nalgas con sus propias manos para que la clientela comprobara sin dificultad el estado de sus vírgenes orificios traseros, lo que naturalmente aumentaría la puja

  • "… Por supuesto ya saben lo que eligió la chica ¿no? (muchas mas risas y murmullos varios de expectación y deseo). Dada su juventud y dulzura y el poco tiempo que estará esclavizada en un principio, hemos decidido adiestrarla como animal de compañía, seguirá sumisa y obedientemente a su Amo cual perrita faldera, adonde quiera llevarla o mantenerla, con una actitud resignada, servil y agradecida. "

  • "La siguiente candidata atiende al nombre de Antonella, es argentina y tiene treinta años, es camarera y nos la ha cedido gratuitamente su novio, quien es uno de los distinguidos socios de este establecimiento, a condición de no pagar las cuotas mensuales a perpetuidad. Esta es la única de las mujeres que les mostramos que no saldrá a subasta, pero no se inquieten por ello, todos ustedes van a tener oportunidad en breve de usarla y disfrutar de ella pues va a pasar a disposición del club, y dada su experiencia laboral, en breve la verán sirviendo y atendiendo las mesas como las atractivas y complacientes señoritas que ahora lo hacen. Y es por esto que la mostramos aquí en el escenario para presentársela a ustedes como sin duda se merece.

Inmediatamente surgió una atronadora salva de aplausos corroborando las últimas palabras del animador/presentador.

Por supuesto, eso contestaba una de las muchas preguntas que me habían rondado y surgido durante la velada.

Al menos ya sabía la condición de las camareras, sin duda todas ellas eran esclavas propiedad del extraño y exclusivo club.

La melosa y particular voz del presentador me sacó de mis pensamientos pues proseguía sin pausa presentando a la última de las mujeres del lote y la que parecía ser mas mayor de todas.

  • "…Y por último permítanme que les presente a Sofía, casada y ama de casa, que ya pueden comprobar que a sus treinta y seis años y con dos hijas pequeñas, se conserva envidiablemente y sin duda hará las delicias de su nuevo propietario por el periodo de dos años que es el tiempo que nos la ha cedido su marido, que es aquel señor del fondo, para la venta."

  • "¡Vamos, no sea tímido, señor Miurez, levántese para que podamos tributarle el aplauso que se merece!"

-"…Como dato adicional decir que el motivo de su decisión es castigarla y enseñarle modales tras pillarla "in fraganti" follando como una cerda con uno de sus vecinos.

La disyuntiva era clara, o someterse a sus deseos y convertirse en esclava por este insignificante periodo de tiempo que sin duda pasará sin sentir, o someterse a un traumático y condenatorio divorcio que con las aplastantes pruebas conseguidas, sin duda haría que perdiera la custodia y el derecho de ver a sus hijitas".

  • "Dado el carácter claramente punitivo de su cesión y esclavitud y a requerimiento de su marido. Esta futura esclava esta entrenada y encaminada a atender los mas escabrosos ,denigrantes y degenerados deseos que se le ocurran a su dueño, desde cruzarla y ofrecerla para que la monte cualquier tipo de animal domestico o de granja , desde perros hasta caballos, pasando por cerdos y cabritos, hasta hacerla ingerir y degustar todo tipo de alimentos, las sobras de la comida de los animales, cualquier tipo de meados humanos y animales, y por supuesto también cualquier tipo de heces, o bien directamente desde su origen, calentitas y esponjosas, o bien ya frías, endurecidas y reposadas en un comedero habituado especialmente para ella.

Asimismo se le puede infligir cualquier tipo de castigo físico, azotes, latigazos, descargas de electricidad en cualquier parte de su cuerpo, pinzamientos varios, agujas etc etc .

En fin, como pueden ver, su marido esta firmemente decidido a que durante estos dos años, pague segundo a segundo su traición e infidelidad, y tenga tiempo de arrepentirse de ella una y otra vez.

Seguro que cuando se la devolvamos a su marido, va a ser la esposa mas obediente, complaciente y sumisa del mundo, además que estará agradecida por recuperar de nuevo su estatus de persona libre"

El presentador una vez concluida la presentación de la mercancía. Se tomó un breve descanso, el tiempo justo para aclararse la voz tomando un sorbo de agua de un vaso que había a un lado del escenario.

Y rápidamente volvió a ocupar su puesto en medio del mismo, para dar comienzo a la puja.

Al igual que en la presentación empezaron subastando a las diversas mujeres de izquierda a derecha.

La puja por Soledad, fue breve y poco reñida. Seguramente su aspecto mas bien anodino y del montón, aparte de su especialidad en servicio doméstico, parece ser que no la hacían especialmente atractiva y deseable para aquel grupo de pervertidos.

Después de una o dos pujas, el trato se cerro en 325.000 euros, casi el precio de salida, y su propietario resultó ser un hombre de unos cincuenta años con aspecto bastante gris también. De estatura mediana, con una barriga incipiente, el pelo empezando a clararle por la coronilla, y con aspecto bonachón y placido.

Le auguré a la desdichada un periodo de sumisión tranquilo y sosegado e incluso me atrevería a decir que la pobre iba a pasar largos periodos de abstinencia sexual.

De inmediato soltaron a la sumisa de la soga que la mantenía sujeta por el cuello, por el sencillo método de soltar el mosquetón que sujetaba su collar a la soga, y poniéndole una corta correilla, el presentador se la cedió a su nuevo propietario que se la llevó a la mesa donde había estado sentado, y le hizo arrodillarse a sus pies, mas o menos en la misma postura que yo estaba frente a Tony, y luego se desentendió aparentemente de su presencia.

Como yo sospechaba, creo que lo que ese hombre deseaba sobre todo era una criada sumisa, servil, y eficiente.

Continuó la puja, esta vez por la delgadita y morena Alicia. Como ya sospeché, esta vez se entabló una reñida y multitudinaria puja que duró varios minutos, hasta que por fin fue adjudicada a un hombre relativamente joven y bien parecido, de aspecto fuerte y modales aparentemente rudos, que hubo de desembolsar la friolera de 815.000 euros por la muchacha.

Y nada mas tenerla en su mesa comenzó a examinar y palpar su cuerpo calibrando la mercancía que acababa de adquirir, ante la pasividad y laxitud de la muchacha.

Luego, satisfecho de su examen inicial, le colocó una mordaza de bola de tamaño descomunal que mantenía la mandíbula de la joven desproporcionadamente abierta y la obligada a tensar los músculos de la boca al máximo, con el consiguiente dolor y molestia. No contento con ello, la hizo poner a cuatro patas y sacando dos enormes consoladores se los introdujo sin demasiados miramientos en sus respectivos agujeros, uno en su coño y el otro, naturalmente, en su hasta la fecha, virginal trasero, lo que sin duda si no hubiera estado amordazada le hubiera hecho romper en un tremendo alarido que sin duda dio pero que resultó amortiguado para el resto de los asistentes.

Pero no había terminado aun de divertirse con su recién adquirida propiedad, pues por lo que pude deducir desde la distancia a que yo estaba, debió enchufar ambos consoladores a toda potencia, ya que Alicia empezó a temblar de inmediato y a convulsionarse descontroladamente, en su rostro de inmediato se formó un gesto de infinito placer y de su totalmente abierta boca empezaron a manar grandes surcos de saliva que caían incapaz de retenerlos, sobre su pecho para terminar acabando en el suelo, formando un pequeño charquito de babas. Sin duda Alicia iba a tener una esclavitud cuanto menos movida y rica en experiencias a cual mas extrema.

Pero la subasta, ajena a estos acontecimientos continuaba

.

Un silencio respetuoso, algo malsano, y repleto de morbosa expectación se hizo en la sala. Había llegado el momento de subastar a la joven Ingrid, cuyo aspecto inocente le hacía parecer casi una niña, indefensa y frágil.

Sin embargo, a pesar de la juventud de la muchacha y su irresistible candor, esta vez el resultado final de la puja fue considerablemente menor que el de Alicia, y al final salió triunfante y con aspecto de satisfacción a recoger su propiedad por un año, un hombre casi septuagenario. De cabellos blancos aunque no escasos, y apariencia un tanto enjuta y señorial.

Había pagado por la propiedad anual de la muchacha la cantidad de 675.00 euros.

El caballero de aristocrática apariencia, una vez tuvo en su poder las riendas de su joven esclava, hizo ademán de abandonar la sala, seguramente había ido al club con el único propósito de adquirirla exclusivamente, y ahora, una vez cumplido su objetivo volvía a su residencia, donde quiera que estuviese.

Le colocó una mordaza de bola de color rojo, que me resulto muy familiar y que pese a la gravedad de la situación en la que me encontraba me hizo sonreir. ¿Acaso en aquel lugar las regalaban de souvenir o que? La verdad es que sin yo saberlo no andaba demasiado desencaminada. El club surtía gratuitamente a todos los socios de cualquier tipo de accesorio o complemento sexual para facilitar cómodamente el sometimiento y la doma de las esclavas.

Una vez consideró que estaba convenientemente amordazada la hizo ponerse a cuatro patas y tirando suavemente de la cadena la hizo seguir tras sus pasos tal cual si fuera una sumisa y fiel perrita faldera.

Y aun no habían salido completamente de la sala, cuando la subasta seguía su curso acercándose ya a su conclusión final.

Le llegaba el turno a la infiel y desafortunada esposa.

Sorprendentemente, la puja por la angustiada y madura mamá fue la más reñida y la que alcanzó una cota mas alta de dinero.

Sin duda influía su acongojado gesto de vulnerabilidad que reflejaba en su faz, al que había de añadirse la licencia absoluta para someterla a todo tipo de sevicias y perversiones con la aquiescencia tanto de su marido como del reputado club, que tenia la costumbre de supervisar mensualmente el proceso de esclavitud de todas la mujeres que allí se vendían, según entendí por una de tantas explicaciones y aclaraciones con que el presentador obsequió a los presentes.

Después de pocos minutos que se me hicieron interminables y sin duda a Sofía mucho mas, la puja quedo reducida a solo dos contendientes, finalmente siendo decantada a favor de un hombre de apariencia muy joven, casi imberbe, que contrastaba con el interés demostrado con la madura esclava.

Por primera y última vez en la velada la puja sobrepasó el millón de euros.

Exactamente 1.050.000 euros fue lo que tuvo que desembolsar el chaval, y aparentemente lo hizo muy gustoso.

También el chico abandonó la sala rápidamente, no bien le hubieron desenganchado a su flamante propiedad.

Tan apresuradamente lo hizo que esta vez ni siquiera perdió el tiempo poniéndole ninguna mordaza ni otro tipo de accesorio.

Se limitó a tirar de la cadena que ceñía su cuello con cierta intensidad e impaciencia, y salió apresuradamente de la sala.

Y era tal su ímpetu y vehemencia, sin duda estaba impaciente por jugar y disponer se su esclava a su entero placer e intimidad, que la pobre mujer se veía obligada casi a iniciar un apresurado e incipiente trotecillo incapaz de seguir su ritmo.

La estampa era muy humillante y desde mi punto de vista en aquellos momentos, muy triste. Una mujer hecha y derecha corriendo solicita e irremediablemente detrás de un jovencito imberbe, casi un adolescente.

Sin embargo, rápidamente me olvidé de ambos, yo tenía otras preocupaciones en esos momentos.

La subasta había terminado, como así anunció el presentador, y la velada y el show también.

Por lo que la concurrencia empezó a abandonar discreta y ordenadamente la sala.

Ahora sin duda era el momento en que se iba a decidir mi destino, o cuanto menos iba a recibir las oportunas explicaciones a mi involuntaria presencia en aquel lugar.