Sergio y yo

Después de la sorpresa de mi jefe, que no salió como esperábamos, Sergio me hace una propuesta indecorosa

Después de mi experiencia con mi jefe, en la que se nos unieron Sandra y Sergio me dieron vacaciones de un mes, un largo mes sin ver el cuerpo de dios y la cara tan seria de Miguel, fue un martirio.

Luego de un mes de disfrutar de la playa y de mi familia, regresé a mi trabajo con una nueva energía e inmediatamente sentí que Miguel y Sergio me comían con la mirada

  • ¡Florencia! Que bien te sentó la playa, te ves muy bien – me decía Sergio sin quitar la vista de mis piernas.

  • Gracias Sergio, se hace lo que se puede – le respondía un poco incómoda.

Miguel siguió como siempre, muy educado pero frío e indiferente, pero solo era por aparentar pues cuando nadie nos veía me regalaba una sonrisa de complicidad y yo me sentía soñada.

Unos días después de mi regreso, tomando mi descanso después de atender a mil personas entró Sergio a la habitación de empleados, me encontró ahí solita y se sentó a mi lado.

  • Te ves muy linda hoy – me dijo con una voz lujuriosa mientras pasaba su brazo por encima de mis hombros. Yo le agradecí el piropo, nerviosa y sin saber cómo reaccionar – He estado platicando de ti con Miguel.

  • ¿Y qué han comentado de mí? – pregunté extrañada. Así que he sido tema de conversación durante mi ausencia.

  • Pues que eres muy bella, tienes una cara de inocente tan bonita, tu cabello siempre está perfecto, tu cuerpo es espectacular y tu estilo vuelve loco a cualquiera – me decía mientras acercaba lentamente su boca a la mía y yo cada vez me ponía más nerviosa – pero parece que Miguel te quiere sólo para él.

  • ¿Qué? ¿De qué estás hablando?

  • Le confesé que me gustaría mucho pasar una noche contigo y se molestó, dijo que le gustabas mucho y que no iba a dejar que alguien más te tocara, pero yo creo que eso le debes decidir tú.

Me quedé boquiabierta, no podía creerlo, ¡le gusto a mi jefe como él a mí! Luego de unos segundos sin poder articular palabra reaccione sobre lo que pasaba.

  • Espera, espera… tú estás tratando de decirme algo que no entiendo muy bien. ¿Qué es lo que me estás insinuando? – era más que obvio lo que quería Sergio de mí pero no podía creer lo que sucedía.

  • ¿Te gustaría pasar una noche conmigo? – puso su mano en mi muslo y empezó a acariciarme firmemente pero muy despacio.

  • Espera – quité bruscamente su mano de mi pierna – A mí me gusta Miguel y quiero que te quede muy claro…

  • ¡Oh, nena! No entendiste – me interrumpió – yo no quiero esas cursilerías de regalos y detalles, yo solo quiero tenerte una vez. Bueno, si se pueden más veces mejor y si me lo permitieras te haría sentir mujer de mil formas, pero si no, con que me regales una noche me conformo.

¿Qué? ¡Sergio estaba pidiéndome sexo y no lo podía creer! Sergio era un caso especial, cuando yo llegué a trabajar al restaurant él ya tenía varios años laborando ahí y mis compañeras me contaban que era muy buen trabajador pero no era raro que se le conocieran aventuras con algunas meseras y hostes. Yo no lo creía hasta que me tocó verlo, supe que se enredó con algunas amigas, incluso con Sandra, ella me contaba con detalles sus encuentros con Sergio. Él nunca quiso una relación seria con nadie, sólo buscaba sexo y rechazó a dos o tres chicas que quisieron intentar algo más, chicas que renunciaron al no soportar que él coqueteara con las demás. Las chicas que no podían lograr algo con Sergio se morían por él, yo pensaba que estaban locas, o será que yo solo tuve ojos para Miguel, aunque en ese momento que tenía a Sergio frente a mí lo pude ver detenidamente y comprendí que ninguna mujer en su sano juicio se podría resistir a ese cuerpo tan trabajado y bien cuidado. ¡Oh, por Dios! ¡Me caché pensando en la posibilidad de aceptar su propuesta!

  • Tienes que entender que es muy arriesgado, si yo quiero intentar algo serio con Miguel y esto sale a la luz jamás me lo perdonaría.

  • Florcita, nadie se va a enterar, te prometo total discreción – otra vez se acercaba a mí para besarme – no sabes cuánto he soñado contigo, con acariciarte y tenerte, fue un mes horrible al no verte – me tomó en sus brazos y me besó de forma salvaje, yo trataba de empujarlo pero al final me rendí ante sus besos. Tal vez no era tan malo, solo era sexo, Sergio tenía un muy buen cuerpo y yo no tenía nada que perder.

Quedamos el siguiente viernes después del trabajo, iríamos a su departamento a tomar unas copas y obvio a hacer algo más. Ese día me puse un conjunto de ropa interior muy bonito y elegante color cereza con encaje negro, apliqué en todo mi cuerpo una crema que deja un efecto de bronceado pero muy ligero y me ondulé el cabello, algo que sólo hacía para ocasiones especiales. En cuanto llegué al restaurant Miguel se acercó a saludarme sin importar que nuestros compañeros estuvieran mirando.

  • ¡Qué bonita Flor me acabo de encontrar! ¡Qué guapa estás hoy!

  • Gracias Miguel – dije sonriendo y bajando la mirada mientras en mi mente le pedía disculpas por lo que iba a hacer pero explicándole que no podía desaprovechar la oportunidad con Sergio.

  • ¿Es un día especial para que te hayas arreglado tanto?

  • Sí, hoy cenaré con mis padres – mentí y en respuesta él me sonrió ampliamente. ¡Wow! ¡Mes sonrió frente a todos y no le importó! Y efectivamente todos se asombraron al ver al jefe sonreírme y yo cada vez me sentía más culpable.

En la noche, Sergio y yo esperamos que todos se fueran para que nadie nos viera salir juntos. Caminamos hasta su auto y muy caballeroso me abrió la puerta para subir, mientras el rodeaba el coche para subir del otro lado pensé que Sergio siempre se me había figurado un hombre muy ordinario y vulgar al tratar a las mujeres, pero al parecer era capaz de ser amable para conseguir lo que quería. Durante el camino a su departamento no hablamos mucho, así que me dio tiempo de analizar la situación en la que me encontraba y no podía creer que estuviera en su coche de camino a su casa. Las mujeres que yo conocí que tuvieron aventuras con él eran realmente hermosas, estaba claro que seleccionaba a las chicas muy bien y no se enredaba con cualquier mujer común. Siempre las consideré más bellas que yo y ahora Sergio me pedía que pasara una noche con él, era increíble que se fijara en mí.

Su departamento no era muy amplio pero tampoco pequeño, sus muebles eran lujosos y la decoración era completamente agradable, tenía muy buen gusto. Todo estaba muy limpio y en su lugar, supuse que había contratado a alguien que hiciera la limpieza pues entre trabajo y mujeres no creo que le diera tiempo de hacer deberes.

  • Toma asiento y ponte cómoda, estás en tu casa.

  • Gracias – me senté en su sillón y crucé las piernas por lo que mi falda se levantó dejando ver un poco más mis muslos.

  • ¿Quieres cenar algo? – me decía embobado sin quitar la vista de mis piernas.

  • No, gracias, no tengo hambre – sonreí al ver su cara de idiota y pasé una de mis manos sobre mi falda y “accidentalmente” subí más mi falda para dejar ver un poco más.

  • Iré por el vino – dijo después de unos segundos de observarme con lujuria.

Luego de unos minutos regreso con una botella de vino blanco y dos copas, las sirvió y me alcanzó una. Bebimos un rato y platicamos de cosas sin importancia mientras yo coqueteaba con él jugando con mi cabello, mordiéndome los labios, rozando un poco mis tetas “sin querer”, y levantando cada vez más mi falda. Nunca había hecho eso, insinuarme tan descaradamente, pero por alguna razón me gustaba hacerlo y cada vez me excitaba más.

Después de aproximadamente una hora de plática y unas cinco copas cada quién, miré que el bulto de Sergio estaba muy grande y no podía apartar la vista de ahí.

  • No seas impaciente, te lo mostraré cuando sea el momento – dijo al descubrirme y yo solo reí.

De repente se abalanzó sobre mí y yo caí recostada en el sillón. Me beso apasionadamente aprisionando mi lengua y yo apenas podía respirar al sentir todo su peso encima de mí. No paraba de besarme y apretar su paquete contra mi vientre, parecía que estaba poseído pero después de un rato paró y se incorporó, me tomó de las manos para levantarme del sillón.

  • Nena, me muero de ganas de tenerte, pero así no se hacen las cosas. Vamos con calma. Quítate el uniforme que lo vas a arrugar – me ordenó.

Yo, obedientemente me desabotoné la blusa muy despacio, me la quité y la acomodé en el sillón. Luego le di la espalda a Sergio consiente de que no dejaba de mirarme, bajé mi falda agachándome lo más que pude y entre mis piernas pude ver que Sergio no dejaba de mirar mi trasero.

Una vez en ropa interior Sergio tomó mi ropa y6 me llevó de la mano a su habitación que era amplia y con mucha luz. Colgó mis prendas en el closet y me abrazó.

  • Por fin voy a hacer realidad esta fantasía – me dijo con voz seductora y me besó y así abrazados y jugando con nuestras lenguas me fue guiando hacia la cama – estoy dispuesto a complacerte, a darte el placer que te mereces, a hacerte sentir mujer y dejarte bien satisfecha… pero yo cobro por adelantado y primero vas a tener que hacerme un favor con esa lengua tan traviesa que tienes.

Sin pensarlo me arrodille ante él que estaba sentado sobre la cama, abrí el cierre de su pantalón, metí mi mano y saqué su pene que ya estaba muy duro e inmediatamente lo introduje en mi boca. Me dejé llevar por la excitación que sentía al estar con un hombre como Sergio, chupaba gustosa su pene, me encantaba tenerlo en mi boca, nunca  había disfrutado tanto hacer sexo oral como ese día. Él empezaba a jadear y poco a poco a gemir mientras acariciaba mis tetas por encima del sostén. Después de unos minutos me tomó de los brazos para levantarme y se recostó en la cama jalándome para que quedara encima de él.

  • Ahora sí vas a saber lo que es el buen sexo, mamita – su voz era cada vez más lasciva.

Me hizo rodar sobre la cama para quedar debajo de él. Besó mi cuello, mis orejas, mi pecho, me quitó el sostén para besar mis tetas y chupar mis pezones a los que de repente mordía y me hacían brincar de excitación. Sentía mi respiración agitada, mi corazón latía como nunca.

Se incorporó, se quitó la ropa y me quitó la tanga y mientras acomodaba si ropa en el closet yo no pude resistir el no tenerlo cerca y mientras lo veía moverse por la habitación con ese porte tan suyo de hombre comencé a tocarme sin quitarle la vista de encima. Cuando regresó a la cama me miró con cara de no poderlo creer, como embobado veía como jugaba con un pezón con  una mano y con la otra jugaba con mi clítoris, así permanecimos unos minutos hasta que se recostó a mi lado.

  • Deja que lo haga yo, linda – quitó mi mano de mi sexo e introdujo un dedo en mí, mientras yo buscaba su pene para acariciarlo.

Nos masturbamos un buen rato hasta que él paro y empezó a acariciar mi vientre con delicadeza mientras se ponía encima de mí.

  • Ya te la quiero meter toda.

Ya se había tardado en comportarse como todo un patán pero a mí no me importaba, iba a dejar que me dijera lo que quisiera con tal de que me diera placer.

Se introdujo en mí poco a poco y completamente y yo disfrutaba cada centímetro, empezó a entrar y salir subiendo la velocidad cada vez más y yo gritaba con cada embestida. ¡Por fin lo tenía dentro de mí y nadie me iba a quitar el gusto!

  • ¡Por fin te tengo en mi cama, mamacita! – me decía con voz entrecortada – No sabes cuánto soñé con cogerte. Estás tan rica que te cogería mil veces.

Sí que sabía darme placer este hombre, me volvía loca con cada movimiento y extrañamente me sentía más excitada con cada palabra que me decía. No dejaba de moverse dentro de mí y cuando creí que estaba a punto de terminar paró de repente.

  • Florcita, ponte en cuatro para poder admirar ese culo tan bonito que tienes – y obviamente sin pensarlo, obedecí y él se rio – Mamita, no pensé que fueras tan puta y te abrieras tan fácil.

¡Por Dios! Cada vez estaba más vulgar, pero no podía entender por qué me gustaba tanto.

Me penetró desde atrás mientras acariciaba mis tetas. Yo gritaba como loca y él gemía en mi oído, y me decía sus vulgaridades, pero yo me concentraba más en lo que sentía mi vagina, pues no tardé mucho en venirme, pero a él no le importó y siguió entrando y saliendo de mí, me dolía un poco al principio pero poco después logré recuperarme, eso sí, nunca dejé de disfrutar.

Salió de mí y sin dejar que yo cambiara de posición empezó a comerme la vagina  y el culo y yo estaba encantada. Después se recostó a un lado y me jalo para que me sentara a horcajadas sobre él, y poco a poco fui introduciendo su pene en mi vagina mientras detenía mi cabello por encima de mi cabeza, pues me moría de calor, y él acariciaba mis tetas, los dos gemíamos como locos. Casi no me gustaba estar yo arriba pero con él lo disfruté mucho, me sentía como una reina sentada en su trono travieso.

No pude más y me vine de nuevo apretando su miembro y gritando como loca, él me tomó de la cintura para incorporarme y me recostó sobre la cama, se hincó sobre mi vientre y masajeó su pene hasta terminar salpicándome de su leche en mi pecho y mis tetas, nunca me habías hecho eso pero me encantó.

Fui al baño a limpiarme y cuando regrese a la cama y me acoté junto a Sergio, me abrazó con ternura y me puse a pensar que realmente me gustó estar con él, tanto que hasta ahora nadie me lo ha hecho mejor.

  • Me  gustó mucho tenerte conmigo Florcita, ojalá se repita mamita.

Después de todo entendí a las chicas con las que Sergio había estado, y también a las que se morían por él, pues realmente fue un muy buen rato el que pasé con él.

Y perdida en mis pensamientos me fui quedando dormida entre sus brazos.