Serena, mi sobrina (4)

Mi sobrina menor viene a verme y nos ponemos a coger mientras su hermana mayor nos observa.

Autor: Salvador

Director: demadariaga@hotmail.com

Serena, mi sobrina ( 4 )

Los duros senos de Serena me golpeaban en el pecho con cada envión. Estaba sentada frente a mi, con mi verga en su vulva, ella con los pies alrededor mío, afirmada a mi cuello y moviendo su bello cuerpo arriba y abajo, con el rostro reflejando la excitación que la invade y el sudor invadiendo su frente. La tengo tomada de las caderas, ayudándola a subir y bajar sobre mi instrumento, que entra y sale de su interior.

Eres rica, mijita

Y tu, tío

Toma, amorcito, toma

Riiiiiicoooo, tiiiiiooooo

Uuuuyyyyyy, mijitaaaaaaa

Me prendo a sus labios cuando su cuerpo baja y la beso con pasión, metiendo mi lengua en su boca, que ella recibe con placer, devolviendo mis besos con el mismo entusiasmo, en tanto su cuerpo sube y baja aceleradamente.

Hace dos semanas que mi sobrina viene a verme y en mi casa se me entrega completamente, buscando con ahínco nuevas experiencias sexuales, las que le hago vivir al compás del ardor que su hermoso cuerpo despierta en mí. Sus duros senos los he besado con suavidad, con fuerza, con delicadeza y con pasión, dependiendo de las circunstancias, pero siempre se me entregaron con creciente excitación, como ahora en que sus golpes en mi pecho mientras ella sube y baja sobre mi verga hundida en su vulva, piden ser amasados, besados y chupados. Me prendo a ellos y paso mi lengua por sus pezones, duros a casi estallar.

Su cuerpo se envara, cierra los ojos y aprieta sus senos a mi boca, para que los chupe. Abro la boca y parte de su seno entra en ella, apretando esa piel dura y suave a la vez, plena de vida y ansiosa de entregar su vitalidad. Nos entregamos al placer con total desprendimiento de la realidad y nuestros cuerpos cubiertos de sudor se mueven con absoluto descontrol, preludio al punto álgido del placer, en que todo a nuestro alrededor se detiene y explota en una erupción de semen y liquido seminal. Y ese momento nos llega al fin, y nuestros cuerpos responden al llamado ancestral en un paroxismo de placer que nos funde en un interminable abrazo mientras nuestros sexos dejan salir nuestros fluidos vitales, que se juntan para formar un charco en las sabanas.

Abrazados y felices nos disponemos a descansar después de tan reñida batalla, cuando el timbre de calle nos avisa de un visitante.

Mi sobrina, sorprendida, se refugia en el baño mientras me cubro a medias y voy a ver quien osa interrumpir ese hermoso momento con Serena. Pretendo despedirlo con toda la brusquedad que me sea posible para continuar gozando a mi hermosa niña, que me aguarda en el dormitorio esperando por las nuevas experiencias que su tío puede darle.

Abro la puerta, pero mi boca abierta para iniciar una larga diatriba contra el impertinente, queda así, sin atinar a decir palabra, mientras Griselda con una hermosa sonrisa iluminando su rostro se acerca y deposita un beso en mi mejilla con un alegre " hola, tío ".

Sin atinar a nada, me quedé parado mientras la hermana de Serena entraba a la casa, pasando cerca de mi cuerpo y dejando tras ella la huella de un exquisito perfume frutal que quedó flotando en el ambiente mientras la bella Griselda se instalaba en el sofá del living, con sus hermosas piernas cruzadas. Venía vestida con blusa blanca, escotada y con botones delantero, y mini falda celeste, que resaltaban las bellas formas de esa chiquilla que a sus 19 años lucía unos senos un poco más desarrollados que Serena y unas piernas tan robustas y firmes como las de su hermana mayor. Se sabía hermosa y bien formada, por lo que se empeñaba en lucir sus encantos con ropa provocativa, como la que ahora vestía. Sus muslos se insinuaban gruesos y duros, y ella los lucía con una sonrisa siempre bailando en su rostro, segura del efecto que producía en su tío.

Serena le había comentado sus fantasías respecto de mí y Griselda le había confesado que también ella se sentía atraída por es hombre mayor al que veía como objeto de seducción más que a un respetable tío. Serena me confidenció durante una sesión de sexo el secreto de su hermana menor y eso había despertado mi Interés por Griselda. Y he aquí que hoy se presenta en mi casa, sin aviso previo, insinuante como siempre, en tanto su hermana mayor permanece escondida en mi dormitorio. Imagino que ya se enteró quien es mi visitante y ello debe tenerla en un estado de confusión por las posibilidades de que quede al descubierto su relación con su tío.

¿Llego en mal momento?

No, es que estaba haciendo aseo, por eso me pillaste vestido así.

Le ofrezco una bebida, que ella acepta y nos enfrascamos en una charla plagada de lugares comunes, a la espera de que mi sobrina me diga la verdadera razón de su visita. Pero de tanto en tanto ella mueve sus piernas, cambiando la posición de las mismas, lo que me permite tener una visión fugaz del interior de sus piernas. En un momento determinado, en que el cambio de postura la obligó a levantar una de sus piernas más de la cuenta, pude ver el negro de un bikini que me dejó embobado. Ella se dio cuenta de lo que había visto y del efecto que ello había tenido en mí y se limitó a sonreír, sin cambiar de posición.

¿Sabes por qué estoy aquí?

No, cariño, no tengo idea.

¿Te olvidaste que la última vez que fuiste a casa nos pediste que te visitáramos?

Tienes razón, y te lo agradezco.

Pensé que agradaría que tu sobrina menor te visitara.

Y este viejo te agradece el gesto, amor

Esta última frase tenía la intención de provocar en ella una conversación más personal, y mi sobrina no se dio cuenta de la trampa que encerraba y se inició así un diálogo insinuante.

No eres viejo, tío.

¿En serio? ¿No me consideras viejo?

Es que no lo eres.

¿Crees que a una muchacha de tu edad pueda gustarle un hombre mayor, como yo?

Yo creo que a la gran mayoría.

¿A ti también?

No atreviéndose a responder, guardó un silencio delator y bajó la vista. Ahora me sentía en terreno seguro, mi terreno. Aunque el diálogo se parecía al que tuviera anteriormente con mi adorada Serena, el efecto era igualmente efectivo.

¿Y a ti, cariñito?

Bueno, si.

Claro, como soy tu tío, por eso lo dices.

No, no es por eso

¿Entonces?

Es que te veo interesante

¿Cómo hombre o como tío?

Como hombre. Ya lo dije

Sus palabras me confirmaron lo que me había dicho su hermana mayor y esta confesión significaba que estaba en superioridad de condiciones respecto de Griselda, que ya había declinado la primera barrera. Mas seguro de mi posición respecto de ella, me atreví a adelantar mis posiciones.

Entonces somos dos, pues siempre me has parecido una mujer muy atrayente.

¿Una sobrina atrayente?

No, cariñito, como una mujer que puede despertar la pasión de cualquier hombre

¿En serio?

Si, incluyéndome.

¿Me has visto como mujer y no como sobrina?

Como mujer y hace mucho tiempo. Y me encantas.

¿Hace tiempo?

Si, y tu cuerpo me ha hecho tener pensamientos poco santos hacia ti.

No me digas. No te creo

Si me ves como hombre, verás que no es raro desearte.

Pero soy tu sobrina.

Si, pero sobre todo soy hombre.

Tienes razón.

Y ya que estamos de confidencia, ¿qué hay de ti?

Bueno, si

¿Si qué?

Yo también.

¿También qué?

Te he visto de la misma manera

¿Cómo?

Ya, pues, no sigas. Si sabes

No. No sé. ¿Cómo?

También te he deseado.

¿Ves que no era difícil decirlo?

Si, tienes razón.

La situación se estaba dando a mi favor. Ahora era cosa de saber jugar mis cartas, pero Serena estaba escondida en mi dormitorio y esa era una variable que no sabía como manejar. ¿Se molestaría si intentaba algo con su hermana menor? En ese caso, ¿se atrevería a revelar su presencia para enrostrarme el querer cogerme a Griselda estando ella en casa? Pero, por otra parte, cuando su hermana salió en la conversación en uno de nuestros encuentros no pareció molesta y más bien pareció no disgustarle la idea. Y creo que no se atrevería a delatar su presencia a su hermana, con todo lo que ello implicaba de escándalo familiar. Así que decidí seguir adelante y después enfrentar la reacción de Serena, que en una de esas aceptaba la nueva situación y me compartía con Griselda.

Tus piernas son exquisitas, cariño

¿Te gustan?

Y con gesto recatado bajó la pierna que tenía sobre la otra y las dejó juntas, mirándome con su alegre sonrisa, sin dar importancia a mis miradas.

Ábrelas un poco, por favor.

No, cómo se te ocurre.

Por favor

No

No seas malita, quiero verlas bien.

No

Por favor

Lentamente, como si lo hiciera contra su voluntad, sus piernas se apartaron un poco, para mostrarme parte de sus muslos, blancos, turgentes, deseables.

Mas, por favor

No

Más, ¿ya?

No

¿Qué te cuesta? Solo un poco más, amor

Y sus piernas se abrieron un poco más, lo que me permitió ver otra parte de su piel, que se perdía bajo la tela de la falda. Era evidente que mi sobrina se estaba prestando al juego, y lo disfrutaba. Era tiempo de emplearse a fondo ahora. Las cosas estaban a punto.

¡Qué muslos, mi cielo! Tal como los soñaba

¿Te gustan?

Son un sueño, amor, pero no se ve todo.

¿Ahora sí?

Ahora el espectáculo de sus piernas era panorámico, ya que las había abierto completamente, sin ningún pudor. Sus piernas completamente abiertas, de par en par, mostrando sus albos muslos internos y al final el bikini negro, diminuto, apenas ocultaba el bulto de su sexo, que producto de la excitación de su dueña parecía que sus labios habían aumentado de tamaño. En la parte que cubría la entrada de su vulva se veía más negra la tela, producto de la humedad que exudaba su túnel de amor.

A estas alturas estaba seguro que Serena no solo había escuchado nuestra conversación sino que estaría viendo lo que sucedía entre su hermana menor y su tío amante. Pero había avanzado demasiado como para detenerme. Era ahora o nunca.

Eres exquisita, vidita

¿Tanto te gustan?

Mira como estoy y verás cuánto me gustan.

Parece que sí te gustan mucho.

Y eso que estoy recién empezando a entusiasmarme

¿En serio? No te creo

¿Quieres verlo?

No dijo nada, pero su mirada de admiración al bulto que sobresalía en mi entrepierna era suficiente y decidí sacar mi verga y dejarla expuesta frente a ella.

¿Me crees ahora?

Es cierto

Tócalo y verás que puede crecer más aún.

No te creo.

Su respuesta fue una invitación y me acerqué a ella. Tomé su mano y la puse en mi verga. Ella lo apretó de inmediato, con una suavidad que indicaba su experiencia en este sentido. Experiencia evidentemente mayor que la de su hermana mayor. Y empezó a pajearme lentamente, disfrutando con el movimiento de su mano sobre el trozo de carne que cubría las venas hinchadas de líquido seminal. En tanto, llevé mi mano a sus piernas y empecé a subir por sus muslos hasta alcanzar la negrura del bikini que cubría los gruesos labios de su sexo, donde me entretuve acariciándolos de manera de pasar mis dedos sobre el tajo de su túnel, hundiendo uno de mis dedos de manera de insinuar una penetración, a lo que ella respondió inmediatamente moviendo su cuerpo sobre mi mano y acelerando la masturbación sobre mi instrumento.

Eres rica, mi amor

Mmmmmm

Guauuuu, qué rico

Mmmmmm

¡Qué exquisito!

Mmmmm. Siiiiiiii

El fluir de sus jugos sobre el calzón, que la sensibilidad de la punta de mis dedos captaron inmediatamente, me anunciaron que mi sobrina había llegado al clímax de su goce, en tanto su cuerpo dejó de moverse y se quedó quieto, como disfrutando el placer que su tío le daba. Yo, por mi parte, puse todo mi empeñó en no ceder al gozo que Griselda me daba con su mano en mi verga, pues tenía planeado terminar en su interior en lugar de hacerlo así. Tomé su mano, la aparté de mi espada y la ayudé a tenderse en el sofá, a lo que ella accedió dejándose hacer.

Levanté su falda hasta dejarla a la altura de su cadera y bajé su tanga, que ella ayudó a desprenderse, sin decir palabra. Las palabras estaban de más en ese momento. Abrí sus piernas y me puse entre ellas, en tanto Griselda me miraba fijamente, conciente de que estábamos por traspasar las barreras morales que nuestra formación moral nos había impuesto. Encogió sus piernas abiertas esperando la penetración. Puse mi verga a la entrada y empecé a jugar con ella, pasándola por sus labios vaginales de arriba abajo, pero sin meterla, provocando su desesperación, que se traducía en sus movimientos pelvianos que buscaban completar la copula.

Escondida tras un pilar del segundo piso, al final de la escala, Serena nos observaba sin apartar los ojos de su hermana, que estaba por recibir mi verga en su interior. Cuando se percató de que la había sorprendido, me sonrió como invitándome a continuar. Le lancé un guiño silencioso y empecé a meterle mi instrumento a su hermana. Griselda sintió el pedazo de carne invadiendo su interior, apretando sus paredes, y a medida que mi verga se perdía en su cueva de amor, empezó a mover su cuerpo buscando acelerar el proceso, ansiosa por recibir toda mi virilidad en su cuerpo. Hasta que, con un envión final, metí toda mi verga en su vagina, lo que desató la locura pasional en ambos, que empezamos a movernos acompasadamente, de manera que mientras ella adelantaba su cuerpo yo empujaba el mío, logrando una complementación total. Y mientras más nos movíamos más gozábamos, en medio de frases de pasión, besos con lengua y abrazos sudorosos.

Mijitaaaaa

Siiiiiiiii

Ricaaaaaa

Mmmmmmmm

Ayyyy, amor, que rico

Siiiiiiii. Ricooooooo

Toma, toma, toma

Qué ricooooooo

Serena no perdía detalle de lo que sucedía, con una mano perdida entre sus piernas, acariciando su sexo. El sudor de su cuerpo y la convulsión de su cuerpo indicaban el grado de excitación que tenía. Y no era para menos, viendo cómo su hermana era penetrada por el tío, el mismo que momentos antes la había poseído a ella misma. El morbo de ver entrar y salir la verga de su tío, que tan bien conocía, de la vulva de su hermana, que se debatía enloquecida de placer, fue demasiado para ella y sus jugos empezaron a correr por sus piernas, mientras intensificaba los movimientos de su dedo, que entraba y salía cubierto en jugo vaginal.

Ayyyyy, amor

Voy a acabar, tío

Toma, toma, mijita.Ayyyyyyyy

¡Qué rico, tio, qué rico!

Goza, mijita, goza

Aghhhhhhhh, yaaaaaaaaaaa

Siiiiiiiiii, mijitaaaaaaaaa

Yaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

Los tres acabamos al unísono, sin que Griselda supiera que su hermana mayor había gozado tanto como ella ahí mismo, a unos pasos de distancia. Y sin imaginar el giro que tomaría su relación con Serena.