Ser sumisa también es un arte

Lo que prometía ser una entretenida despedida de mis compañeros, terminó siendo una despedida a mi vida para dar paso a la nueva yo… una puta

Ser sumisa también es un arte

Lo que prometía ser una entretenida despedida de mis compañeros, terminó siendo una despedida a mi vida para dar paso a la nueva yo… una puta

Mi nombre es Romina y la historia que contaré a continuación ocurrió hace un par de años atrás, en el momento en el que me di cuenta cuál era mi verdadero yo, cual era mi verdadera "vocación" en esta vida. Nunca he sido muy creyente, aunque sí lo es mi familia, por lo que aunque me educaron y respeto a quienes creen, mi vida no se rige por las reglas dictadas por la religión.

Vengo, como dije, de una familia muy católica, de posición acomodada, por lo que terminando la escuela, tuve la opción de estudiar la carrera que quería: arte. En un principio a mis padres no les gustó mucho la idea, pues encontraban que el ambiente de la carrera era muy bohemio y chocaba un poco con lo que ellos querían. Sin embargo, cuando se dieron cuenta de que era lo que me gustaba y que tenía un talento natural para ello, se resignaron.

La verdad es que nunca me he destacado por ser una belleza, pero me defiendo bien. Soy relativamente alta, mido 1,70 mts. de rasgos finos, piel morena ojos verdes y una melena castaña, delgada, con buen busto, estrecha cintura y largas piernas.

Entré a estudiar en una de las escuelas de arte más prestigiosas del país. Allí comencé a ver la vida de otra forma, podría decirse que a través de otros ojos. No es que fuese una santa, pero en lo relativo al sexo era una novata. En el ambiente del colegio y de mi familia, era un tema que no se tocaba, y por tanto nunca le di mucha importancia. Pero en la universidad todo fue distinto, cuando descubrí el placer que puede proporcionarte, me arrepentí un poco de no haber prestado atención al tema con anterioridad. Con esto no quiero decir que me volví una puta que se acostaba con todo lo que se me cruzaba por delante, pero se podría decir que comencé a disfrutarlo de vez en cuando, por supuesto todo a espaldas de mis padres.

Cuando cursaba el último año de mi carrera, la universidad me ofreció la posibilidad de realizar un intercambio con alguna universidad europea, con la opción de terminar allá mi carrera, y la oportunidad de obtener el doble título. Sin pensarlo dos veces acepté la oferta, siempre había deseado poder conocer las escuelas de allá, pues la visión de arte es completamente distinta a la latina. Dentro de las opciones que tenía, estaban Francia, Italia, España e Inglaterra. Aunque Francia e Italia eran opciones tentadoras debido a su riqueza en este aspecto, me decidí por España debido a mi dificultad con los idiomas. Total, el no estudiar en otros lados, no significaba que no podría recorrerlos durante el año que estuviese fuera.

Me fui a Barcelona, donde terminé mis estudios. Conocí a mucha gente, principalmente relacionados con el arte, pero lejos quién fue mi mejor amigo en ese tiempo fue Lucas, un compañero con quien congeniamos desde un primer momento.

El año pasó casi sin darme cuenta, pero en constante entretención. Aproveché cada oportunidad que pude para conocer el viejo continente y apreciar su arte, aunque lógicamente dejando tiempo para salir con mis amigos a pasarlo bien.

Cuando faltaba poco más de una semana para que tomara el avión de vuelta, Lucas me dijo que me tenía organizada una fiesta de despedida, pero que tenía que cumplir ciertas condiciones, le pregunté cuales eran y me respondió que tenía que aceptarlas primero, que luego me lo diría. Intrigada y agradecida por el gesto, acepté, pues confiaba plenamente en mi amigo. Entonces me entregó un paquete con instrucciones de que no podía abrirlo hasta ese viernes en la noche, que me vistiese con la ropa que encontraría dentro y lo esperara, porque el pasaría por mí.

Debo reconocer que la curiosidad me mataba, deseaba saber qué era lo que había en ese paquete, pero me abstuve de abrirlo. Faltaban 3 días todavía y sabía que sería una dura prueba, por lo que me enfrasqué en la labor de ordenar todas mis cosas y armar las maletas para el viaje.

El viernes por la mañana, Lucas me llamó para asegurarse que no había abierto el bendito paquete, le respondí que no y nos quedamos charlando un rato. La conversación fluía sola y sin darme cuenta me encontraba hablando de sexo con él. No es que fuese la primera vez que tocábamos el tema, pero ahora era distinto, me estaba calentando mucho, como nunca me había pasado. En un momento llegué a insinuarme y fue cuando él se despidió gentilmente, diciendo que pasaría por mí a las 8.

Su actitud más que preocuparme me calentó aún más y aunque me masturbé hasta correrme, seguí caliente todo el día. Estaba algo extrañada, era primera vez que me sentía así: sentía… sentía… sentía deseos de ser usada.

A las 5 me metí a la ducha, donde estuve mucho rato acariciándome bajo el agua. Cuando salí, tomé el paquete, me senté en la cama y lo abrí. Dentro había un largo abrigo negro muy bonito, que tomé para extenderlo, cuando cayeron 4 prendas y una nota. Recogí las cosas y me quedé boquiabierta: había un conjunto de ropa interior negro de encaje, una mini falta del mismo color y un top blanco, el problema es que todo era como para muñeca, pensé que era una broma muy graciosa, por lo que tomé la carta, pero muy distinto a lo que esperaba, esta decía:

"Hola preciosa, supongo que no te esperabas una sorpresa como esta, no sabes lo que me costó decidirme por las prendas para que luzcas esta noche, había mucho de donde elegir, pero finalmente imaginé que esto era lo que mejor te sentaría. Aluciné con solo imaginarlo.

Lástima que no pude incluir los zapatos, pero con unos tacones negros te verás muy mona. Arréglate bien, que esta es tu noche y tienes que estar guapísima para deslumbrarlos a todos. Un beso, nos vemos luego. Lucas."

No podía dar crédito a lo que leía, me excité y sentí como empezaba a mojarme. Tomé el tanga y me lo puse, quedaba muy estrecho y sentía como el hilo trasero se enterraba en mi culo, y por delante se metía entre los labios de mi depilado coñito. Luego me puse la mini, que penas cubría mi culo, me calcé los tacones y me miré al espejo y debo reconocer que me gustó la imagen que este me devolvió.

Después me puse el sujetador, cruzaba perfectamente mi espalda, pero la copa definitivamente no era para mí, lograba tapar el pezón, pero mis tetas parecía que lo iban hacer explotar por la forma en que se salían. Finalmente me puse el top, que se ajustaba perfectamente a mi cuerpo enseñando mis curvas y dejando asomar parte del sujetador por el escote. Volví a mirarme al espejo y me sentí muy puta, pero decidí complacer a Lucas y me esmeré en arreglarme, mal que mal me había comprometido a aceptar las condiciones.

Estaba contemplándome al espejo cuando sonó el timbre, era Lucas. Le dije que bajaba en seguida, pero me dijo que no, el subiría. Dejé la puerta del apartamento entreabierta y me senté a esperarlo en el living. Cuando entró me sonrió, mientras me desnudaba con los ojos. Me levanté y fui hacia él para saludarlo, lo besé suavemente en los labios y me sobresalté cuando sentí su mano en mi entrepiernas.

Me aparté, pero el me sonrió y dijo "veo que todo está como lo planeamos". Lo quedé mirando, pero no dijo nada más. Luego se sentó y me dijo que el resto se había demorado un poco, así que podíamos sentarnos y charlar un poco haciendo hora hasta que lo llamaran. Así lo hicimos, y al igual que en la mañana, me calenté conversando con él. Como 1 hora después sonó su celular, eran los chicos avisando que todo estaba listo. Yo me puse mi abrigo, tomé el bolso y salimos. En cuanto nos subimos al auto me dijo que había una segunda condición que comenzaba a partir de ese momento. Lo miré interrogante y me dijo

  • A partir de este momento, a todos los chicos nos tratarás de amo o señor, bajarás la mirada ante nosotros y harás todo, escucha bien, TODO, lo que nosotros queramos y nosotros te llamaremos como mejor nos plazca. Haz entendido perrita?

Lo miré sorprendida incapaz de contestar. En ese momento comprendí a que venía todo esto, no era una fiesta de despedida, lo único que quería era usarme como un objeto cualquiera. Sin embargo, la perspectiva me agradó y me excitó aún más, era lo que estaba deseando. En ese momento, creía que era sólo un juego, que duraría solo unas horas, luego de las cuales todo volvería a la normalidad, por eso acepté la situación sin oponer mucha resistencia. La verdad es que me excitaba una nueva experiencia de ese tipo, pero de ahí a dedicar mi vida a servir a alguien, había una gran diferencia. Sólo más tarde me daría cuenta que esto no era un juego y que, a diferencia de lo que yo pensaba, mi vida cambiaría para siempre.

Él me miraba esperando una respuesta, pero estaba un poco aturdida, por lo que me dijo.

  • No me gusta repetir las cosas perra. Haz entendido?
  • Si amo, entiendo perfectamente
  • Así me gusta puta. Lo pasaremos muy bien este fin de semana, te lo aseguro.
  • Fin de semana?, pensé que la despedida era solo hoy en la noche. A donde vamos entonces?-. Las preguntas salieron de mi boca casi sin darme cuenta
  • Haber putita, parece que hay cosas que todavía no entiendes, pero no importa tenemos todo el fin de semana para explicarte las reglas y hacer que las cumplas al pie de la letra. Pero para que veas que soy bueno te enseñaré algunas ahora. Las zorras como tú sólo sirven para dar placer, para dejar a su amo satisfecho, por lo tanto no hablan sin que les hayan dado la palabra o piden permiso para hacerlo y mucho menos hacen preguntas. Para tu información decidimos alargar la fiesta por el fin de semana, no todos los días se tiene a una puta como tú dispuesta a complacer. Pero el lugar me lo reservo, sólo te aseguro que lo disfrutarás más que ninguno de nosotros.
  • Disculpe a su perra, pero nunca antes he tenido amo, no se como comportarme en su presencia.- el ponerme en esa posición me excitaba, además no había nada de malo en seguirles el juego un rato.
  • Me gusta que lo admitas, pero no te preocupes tendrás tiempo para mejorar. Ahora quiero que te saque el abrigo, lo dejes en asiento de atrás y abras las piernas lo más que puedas, quiero entretenerme tocándote mientras llegamos. Eso sí, nada de correrse en el auto no quiero que se ensucie con los fluidos de una guarra como tu. Además, eso sólo lo harás cuando yo lo diga. Recuerda que aunque tendrás que llamar a todos como amo o señor, sólo yo soy tu amo y he decidido compartirte, por lo tanto sólo cumples mis órdenes a no ser que te autorice a otra cosa. Está claro?
  • Sí amo – contesté al tiempo que me quitaba el abrigo tal como me había ordenado y abría mis piernas quedando completamente ofrecida a él.

A penas hube abierto mis piernas, sus mano derecha se dirigió a mi rajita, donde se detuvo un buen rato acariciándome sobre el tanga alterando la velocidad de los movimientos. Me volvía loca lo que hacía, estaba completamente fuera de mi, gemía de placer y cuando estaba por alcanzar el primer orgasmo de la noche retiró su mano. Sabía que no podía correrme hasta que Lucas me autorizara, aún así empecé a mover mis caderas, pues el roce con la tela me seguía dando placer.

Mi amo sonrió al verme y me preguntó si quería correrme, con lo caliente que estaba no lo dudé un segundo para asentir fuertemente con la cabeza. Me dijo entonces que para eso tenía que comprometerme a ser su perra para siempre.

Con Lucas habíamos quedado de visitarnos lo más seguido posible y mantenernos siempre en contacto. La calentura me impedía pensar con claridad por lo que la petición la tomé como que el siempre sería cuando nos viéramos, y si me iba a hacer gozar como estaba gozando no tenía problemas en ponerme a sus órdenes cada vez que nos juntásemos, por lo que acepté.

Sin dar crédito a lo que oía me dijo:

  • Perrita no se si entiendes, pero vas a tener que hacer en cada momento lo que yo quiera, desde ahora, hasta que a mí se me antoje.
  • Lo entiendo perfectamente y acepto. Ahora por favor déjame correrme… no soporto más así.
  • Está bien, coloca el abrigo debajo de ti, no vaya a ser que ensucies el auto, luego reclina el respaldo de tu asiento y apoya tus pies en el vidrio abriendo las piernas.

No había dejado de mover mis caderas, pero en un segundo, hice exactamente lo que me decía y su mano volvió a ubicarse en mi entrepiernas y retomó los movimientos, aunque con algo más de presión. Volvía a gemir como perra y no tardé más de 3 minutos en correrme, en lo que me pareció el mejor orgasmo de mi vida. Me quedé en esa posición jadeando, pero él siguió con moviendo su mano, ahora por debajo del tanga, lo que hacía que el hilo se incrustara aun más en mi culo, con lo que no tardé mucho en calentarme de nuevo.

Cuando empecé a gemir de nuevo ya nos encontrábamos cerca del límite norte de la ciudad. En ese momento retiró su mano y me dijo que le abriera el pantalón y le diera una mamada hasta que se corriera en mi boca y después se la limpiara con la boca hasta dejarla reluciente. La verdad es que no quería que reconociera el lugar y así, teniéndome ocupada entre sus piernas no podría ver hacia donde nos dirigíamos.

Me acomodé lo mejor que pude en el asiento y como el abrigo estaba empapado con mis fluídos, mis piernas, mi culo, la falda y arte de mi abdomen quedaron llenos de ellos. No le di mucha importancia y me incline sobre el bulto de mi amo. Abrí su cinturón, bajé su cremallera hasta que finalmente saqué su polla que, con lo excitado que estaba, apuntaba directamente hacia mí. No era muy grande, pero sí bastante gruesa.

Con una mano la sujeté, mientras la otra masajeaba sus huevos. Luego empecé a lamer su cabeza, metía su glande en mi boca, pasaba mi lengua por él y luego lo sacaba apretando los labios. Hice eso un par de veces, para después recorrer todo su tronco y base con mi lengua dejándolo completamente mojado con mi saliva. Cuando sentí como palpitaban las venas de aquel poderoso miembro, me agarró por el pelo y me la enterró hasta la garganta, lo escuchaba gemir, mientras con una mano movía mi cabeza de arriba abajo follándome la boca, y con la otra conducía.

Finalmente se descargó en mi garganta. Sentí como 3 chorros de su cálida leche inundaban mi boca, tragué todo y en ese momento sentí que disminuía la presión en mi cabeza, y tal como me había ordenado, seguí chupando y lamiendo hasta dejarla completamente limpia. En eso debo haber tardado entre 20 y 25 minutos.

Me incorporé justo en el momento en que detenía el auto fuera de una casa. Por el ruido del mar, asumí que debíamos haber seguido el camino de la costa.

  • Muy bien zorra, hemos llegado. Debo decir que te has portado muy bien, y como premio en la casa hay 6 hombres más dispuestos a ayudarte con esa calentura que veo que no se te quito por nada – hizo una pausa, mientras abría la puerta del auto y continuó – Bienvenida a tu despedida, desde la próxima semana serás otra.

Se bajó del auto indicándome por señas que lo siguiera. Eso hice sin saber que apenas cruzara el umbral de esa puerta, mi vida nunca más volvería a ser la misma.

Este es mi primer relato, espero les guste… espero sus comentarios