Ser madre o mujer ii

Tras conseguir un nuevo trabajo, María Rosa esta vez conocerá a un nuevo pretendiente. Pero esta pasón tan frenética, la llevará a dejar de lado a su hijo.

¡SER MADRE O MUJER? II PARTE

Pasaron dos días de que Claudia me comentó sobre el trabajo en el casino. Yo estaba entre aceptar o no, en ello una mañana, mi amiga me llama por celular diciéndome, que tenía una entrevista con sus jefes y que debía llevar una copia de mi hoja de vida. Entonces decidí ir a la entrevista, a ver qué pasaba. Al entrar al local, me di cuenta que era muy extenso, casi de dos pisos y había muchas chicas y muchachos (la mayoría jóvenes) atendiendo a los clientes. Uno de los vigilantes (ya algo mayor que yo) me hizo entrar a una oficina donde estaba la jefa de personal. Tras el saludo respectivo, comenzó la entrevista y me explicó las condiciones de trabajo (sueldo, horarios, vestuario y otros beneficios de ley). Acepté sin pensarlo dos veces y llegamos a un acuerdo, la señorita me hizo un recorrido por todo el casino y al terminar, me comentó que debía presentarme en cinco días hábiles.

Al salir del casino, en mi mente se hizo una duda ¿ y ahora qué le digo a mi hijo ? Como decirle que me desprendo de él, solo por venir a trabajar. Mientras eso pensaba me dirigí a la escuela y como siempre, llegamos a casa para almorzar. Mientras estábamos degustando los alimentos, comencé la plática:

- Hijito tengo algo que decirte muy serio

- ¿Qué mamá?

- Hijito es muy probable que en algunos días ya no pasemos mucho tiempo los dos

- ¿Por qué mamá, acaso te vas de la casa?

- No hijo solo que debo ir a trabajar, para tener algo más de dinero. Aparte en el trabajo donde estoy es de mucho tiempo y tal vez no nos veamos casi todo el día.

- ¿Pero la pensión de mi papá, no podemos vivir con eso?

- Hijito, hay muchos gastos y eso no nos alcanza. Además…

- ¡No mamá, seguro te vas a ver con tu novio y por eso ya no quieres estar conmigo!

- No Alejandro no es eso. Escúchame.

- ¡Eres una mentirosa! Me volviste a mentir.

Alejandrito volvió a correr llorando a su cuarto. Traté de convencerle, pero no tenía éxito ¿ Por qué dios mío, por qué de nuevo ? me decía a mí misma. En ese momento quise llamar al trabajo y decirle que lo rechazaba, que era mejor pasar hambres, pero todo por la tranquilidad de mi hijo. Fue cuando decidí volver a llamar a Manuel y le conté lo de la conversación.

Manuel llegó y como siempre, tenía que salir para que él logre convencerlo, aunque esta vez sí fue muy difícil debido a que mi hijo estuvo más recio que la última vez. Después de una hora, Manuel salió y me comentó que el complejo de mi hijo, era más grave de lo que creyó en un inicio. Fue entonces que me dio una sugerencia, aunque drástica, pero necesaria.

-          Debes hacer imponer tu autoridad como madre.

Hacer eso significaba como declarar la guerra a mi hijo. La verdad nunca tuve problemas con él en el aspecto del respeto, pero ahora me sentía atada de pies y manos, y creía que era la secuela lo que vivimos en esa noche ( Alejandrito jamás me había visto con otro hombre que no fuera su padre). Entonces le dije a Manuel.

- Yo arreglaré este asunto.

Después que él se fue, me senté con mi hijo, aunque no quería hacerlo, fue cuando por primera vez en mi vida le grité como madre:

- Te estoy diciendo que te sientes. ¡Obedéceme!

Una vez sentados los dos, le hice esta oferta:

- Mira hijo yo te quiero mucho y te prometí que no voy a tener novio, ni traer a nadie a esta casa, que te haga sentir mal. Pero comprende que necesitamos el dinero y yo voy a trabajar precisamente para poder pagar los gastos de la casa. Algún día tú vas a crecer y vas a trabajar y me darás la razón.

- Si mamá, tienes razón.

- Entonces te propongo algo. Yo me voy a trabajar, consigo algo de dinero regreso pronto contigo pongo una pequeña tienda aquí en la casa y así ya estaremos juntos más tiempo.

- Ya mamá está bien.

Convencido mi hijo sobre la situación que pasábamos le fui explicando cómo sería nuestra rutina dentro de algunos días. Tras comprenderlo, llegó mi primer día de trabajo

Los primeros días tenía horario de 8 a 5 de la tarde. Por ello tras madrugar a dejar el almuerzo preparado y a mi hijo a la escuela, me fui para allá. Como repito al inicio se me fue difícil adaptarme ya que mayormente se estaba de pie y de un lado por aquí, por allá. Si a esto le sumo la falda pequeña y la blusa corta sin manga larga que era el uniforme de las “ ANFITRIONAS ” como así nos llamaban, y los tacos, me daban cierto cansancio rápido y muchas veces contaba que llegase la hora de salida para irme a casa y quitarme esa ropa. Pero con el paso de los días me fui acostumbrando y como decimos aquí “ LE AGARRÉ EL TRUCO ” y respondía al ritmo laboral.

Dentro de los compañeros de trabajo, como dije la mayoría eran jóvenes entre 19 a 26 años, siendo yo como se dice la mayor de todos, pero por mi aspecto físico, parecía uno de ellos. Sin embargo, no sería hasta cuando me pasaron al turno tarde que era desde las 3 hasta la media noche, donde conocí a otros chicos del casino. Entre ellos estaba Henry un tipo de 33 años, con una excelente apariencia física alto (1.75), pelo castaño-moreno rizado, tez clara, pero no mucho, ojos castaños y claro, y un físico muy corpulento. Él trabajaba en el área de mantenimiento y por esa razón, siempre usaba una camisa sin mangas, donde se podía ver los fuertes de sus brazos y de su pecho espectacular.

Al principio Henry al conocerme solo éramos de un hola y chau, pero las demás chicas del casino siempre suspiraban al verlo y aparte escuché que tenía fama de mujeriego. De hecho, fue la misma Claudia quien me dijo que casi todas las compañeras del casino, habían pasado por sus encantos, y también diciéndome en tono de broma:

- Cuidado María que la siguiente puedes ser tú.

Yo solo sonreía, pero no me sentí tampoco sonrojada. Si bien era muy guapo, eso no me llenaba el pensamiento ya que lo tenía en mi casa y sobre todo como estaba mi hijo, hasta altas horas de la noche.

Paso el tiempo y cerca de un mes estuve en ese turno de tarde. Con el tiempo fui conociendo a Henry y se portó como un caballero (tampoco no le daba tribuna así de fácil) a tal punto que llegamos a convertirnos en buenos amigos. Fue en una de esas ocasiones cuando al salir del trabajo, me dijo una vez:

- Oye María ¿Por qué la prisa amiguita?

- Debo volver a mi casa. Me están esperando.

- Esperando ¿Quién?

- Mi hijo.

- ¡Tu hijo! No sabía que eras mamá.

- Es una larga historia. Mañana conversamos

- Hasta mañana.

Volví a mi casa y mi hijo ya estaba durmiendo. Observé que sus tareas ya estaban culminadas y que había cenada y atendido solo. Tras esto suspiré y me eché a dormir tranquila porque mi hijo ya estaba aprendiéndose a comportar como un varoncito y valerse por si mismo.

Los siguientes días todo continuó normal, hasta que un sábado se había ido la luz por la zona del casino y tras esperar que se reanude el servicio y no haber una planta de luz cercana que proveerá de energía, los administradores decidieron cerrar temprano el local. Como era cerca de las 10 de la noche, estaba por irme, cuando Henry se acercó y nuevamente conversamos

  • Hey María ¿ya te vas temprano?
  • Sí, no hay nada que hacer
  • Espera, como aún es temprano y nuestro horario no ha terminado
  • MMMMMMM
  • Pensaba en invitarte a tomar una cerveza por ahí. De vez en cuando es bueno darse un gustito y un rato libre no crees.
  • Gracias Henry, pero debo volver con mi hijito.
  • Vamos María, mira no me opongo que te preocupes por él, pero como te dije de vez en cuando date un espacio para ti. Además, solo tomaremos una cerveza y eso será todo
  • Solo una ¿me lo prometes?
  • Por supuesto, soy un hombre de palabra.
  • Está bien vamos, pero solo te acompañaré una hora.
  • Magnifico, mira aquí hay un bonito local, donde podemos estar tranquilos.
  • Ok vamos.

Y así me fui con él a ese local que me describía. De hecho, si lo era ya que estaba iluminado con luces de colores, televisores donde se emitía las letras de las canciones, para cantar y las mesas eran tipo sofás. Nos ubicamos en una de ellas y fue a pedir las bebidas. Cuando volvió comenzamos a conversar de muchas cosas, entre ellos nuestra vida personal. Fue donde supe que era soltero y yo separada. En una de esos momentos, me preguntó:

- ¿Quieres bailar?

- Claro por qué no

Y así nos pusimos de pie y comenzamos a bailar. Al principio lo hicimos de cuerpo separado y después como pusieron baladas, empezamos a bailar pegaditos. Cuando la música terminó volvimos a la mesa.

- De verdad no puedo creer que seas separada María.

- Pues ya lo ves

- Pucha tan bonita y perdiendo tu juventud sola.

- No la pierdo, estoy con mi hijo.

- María tú sabes que no me refiero a eso. Una cosa es ser madre, pero otra es ser mujer y en ese aspecto como mujer ya sabes, quieres salir, estar con tu pareja, que él te haga el ….

- Basta Henry. Por favor.

- Lo siento María no era mi intención.

- Ya me tengo que ir son las 12.37, y solo acordamos quedarnos una hora.

- Está bien permíteme acompañarte a tomar tu auto.

- Lo acepto.

Salimos de allí, me embarqué en un taxi y me fui a mi casa. Al llegar mi hijito no despertó y pude entrar despacio a mi cuarto. Por más que trataba de conciliar el sueño no podía, ya que las palabras de Henry calaron muy fuerte en especial, que no era lo mismo ser madre y ser mujer.

Al día siguiente era mi día libre, la pasé muy a gusto con mi pequeño y le propuse salir, pero como si el destino jugará en tu contra, cuando estábamos por el parque paseando, nos topamos con Henry, quien me saludó y también a mi hijito. Ambos se saludaron y luego compró dos helados uno para mí y el otro para mi hijo. Cuando regresamos a casa, Alejandro me preguntó quién era:

- Es un amigo del trabajo.

- A ya ¿Y es tu amigo mamí?

- Amigo no, pero compañero de trabajo si

- A ya lo comprendo

- Bueno ve a bañarte porque tenemos que descansar. Mañana tienes escuela.

- Está bien mami.

La siguiente semana todo transcurría con normalidad, pero pronto empecé a sentir un sentimiento extraño por Henry (y creo que él lo mismo por mí). Empecé a sentirme más a gusto con él y quería tener un espacio a solas. ¿Qué me estaba pasando? ¿acaso estaba enamorándome o los efectos de la abstinencia me estaban alocando? Lo cierto es que un día me adelantaron el turno de 2 a 10 de la noche, pero ese día, él no fue a trabajar (era su hora libre), mi horario había terminado, cuando recibí un mensaje diciéndome.

- Te espero en el karaoke donde estuvimos esa vez. Ven tenemos que hablar.

Fui a ese lugar y precisamente estaba en el en nuestra mesa de siempre. Nos saludamos, luego brindamos y después nos pusimos a bailar, Estábamos bailando lo más sexy y algo sensual (Ya ustedes se pueden imaginar), hasta que en eso sentí que sus manos me tocaban mi cadera pegándome más a él y sin querer comencé a darle mi espalda y sentí de pronto que su miembro rozaba con la falda alrededor de mis nalgas … Entre el juego de luces que a veces dejaba oscuro, sentía como a veces levantaba mi vestido y acariciaba ahora más mi espada yo me hacía la santa diciéndole que no lo hiciera, pero la verdad me encantaba. En ocasiones, cuando nos empezamos a mover más sexy, llevaba mis manos atrás de mi derrier, y yo indirectamente comenzaba a hacerle el apretón sobre su entrepierna. Sentí que el ímpetu me ganaba (como aquella noche con Héctor, solo que ahora estábamos solos y no me importaba el horario) Después de tanta excitación, Henry me dio un beso y le correspondí, parecía que volvía a caer como la noche del cumpleaños, hasta que me aparté y le dije al oído:

– Perdóname, pero esto no puede seguir.

– María no tienes por qué disculparte. Además, tu y yo queremos hacerlo, no lo niegues

– Henry no por favor (y sentí otro beso esta vez con más pasión y ya no pude luchar contra mis deseos)

Después de eso sabíamos que esto no acabaría aquí, yo realmente lo quería y necesitaba:

– Vamos a mi casa, estemos una hora, aunque sea

– Esta bien vamos.

La verdad ya estaba un poco pasada de copas, y nos fuimos.

Ya en camino subimos a un taxi, él me empezaba a tocar las piernas, yo callada, haciendo como que no sentía nada.

– Cuando bailábamos sentí que tenías muchos deseos María…

Yo callada, aunque eso en realidad no me estaba haciendo sentir incomoda. Sus manos en cada oportunidad que tenía las iba subiendo más y más, nuevamente nos besamos y de pronto lo abracé. Luego él dijo al taxista que nos deteníamos al frente de un edificio.

Subimos en medio de besos y caricias. Una vez dentro de su departamento., sentí como tocaba mi vagina por encima de mi tanga. Rápido le quité la mano de ahí.

– Pero que haces?

– Mmm… Pero si estas excitada María

No supe que decir, nuevamente comenzó con su juego de manoseo.

– Recuerda que quien calla otorga…

Él poco a poco estaba llegando nuevamente a mi vagina… Cuando lo hizo, comenzó a acariciar, yo me sentía mejor, me estaba gustando, hizo la tanga a un lado y comenzó a introducir uno de sus dedos, mis gemidos no se hicieron esperar y comenzaron a escapar poco a poco. ¡Después de todo, eso es lo que queríamos, pero no había marcha atrás!  puse mi mano en su pierna, acercándola más y más a su entrepierna, ya se sentía una erección, no quise esperar y bajé su cierre para sacarlo y vaya sorpresa, no tenía bóxer, se veía delicioso, sentí como el llevaba mi mano a su ingle, al sentir su cabeza algo gruesa… Mmmm… y empecé a hacerle una masturbación hasta llegar a no sé dónde…

– Vamos chúpala por favor, sé que lo deseas

La idea me excito mucho. y comencé a lamer su pene, comenzando desde la cabeza, hasta la parte del tronco, en eso mientras yo le mamaba, sentí que me agarraba los cabellos y me introducía de golpe en toda mi boca.

– Que rico lo haces, quien diría que el acercarnos primero en el bar y ahora hasta acá.

Me tomó fuerte y me hundió su verga hasta mi garganta, fue corto pero suficiente para sacarme unos cuantos ahogos. Es que ese pene era grande y sobre todo grueso

Me levantó en sus brazos y me llevó a su cuarto. Una vez allí me lanzó a la cama, subió mi falda y comenzó a lamer sobre la tanga, mi vagina toda mojada, yo con una mano abría más mis nalgas, se sentía realmente delicioso. Hacía mi tanga hacia un lado e intentaba meter su lengua lo más profundo. Se levantó y quito su pantalón, después de ellos se sentó en la cama, quedándose sólo con el bóxer, se le marcaba su bulto.

– Ven acá y chúpala de nuevo…

Me acerqué y comencé a besar por encima de su bóxer, nuevamente su pene que se marcaba. Él me bajó todo el vestido, hizo que me descubriera el pecho y así completamente desnuda, comencé a lamer de nuevo ese pene, me encantaba, teniéndola adentro jugaba con mi lengua, me la metía hasta el fondo para alcanzar a lamer sus testículos, era delicioso.

–Muéstrame tus tetas, anda…

Así lo hice y tomé su pene y lo golpeaba contra mis pezones, era excitante. Seguí mamando y subía y bajaba, no más, en momentos la metía entera a mi boca, solo para ahogarme un poco.  Después de un rato, me dijo que cambiamos a una posición la del 69 (era mi primera vez que lo hacía) mientras me decía:

– Ven mi amor, ahora conocerás a un macho de verdad

Su lengua se sentía fenomenal, sostenía mi cuerpo desnudo y su lengua recorría lo que podía en mi vagina, yo intentaba hacer pequeños movimientos de mi cadera, quería sentir más, de pronto me estremecí toda, dejando de lamer, me gustaba como me hacía sentir…

– Ah! ¡Si! ¡Ah!! ¡Que rico!

– Te gusta nena?

– Ay! Si!

Sentía mi vagina demasiado mojada, ya quería sentirlo adentro. Le di unas ultimas lamidas:

– Mmm. Si. Listo. Ya quiero que me la metas.

Así como estábamos, solo me recorrí hacia abajo, él me daba de nalgadas… Me metí su pene, se sentía delicioso, subía y bajaba, sólo escuchaba los ruidos que, hacia él, me daba nalgadas mmmm…

Entonces llegó ese momento al que siempre llego, le abrí mis piernas, él comenzó a pasar su mano sobre mi vagina y después me introdujo todo su miembro en mí. Al sentirlo no pude dejar de dar un gemido

–  OHHHH – OHHHH – OHHHHH

Nuevamente estaba metiendo y sacando, era delicioso, yo quise aumentar, así que empecé a abrile hasta el límite mis piernas., para que fuera más profundo y delicioso…

– OHHHH eres preciosa María Rosa. Estoy enamorado de ti.

Escuchar eso, me encendió más mi orgasmo. Me pidió que me ponga en posición de perrito. Así lo hice, y me empino junto a la cama, separando un poco mis piernas, mi cabello largo estaba en la cama tirado… En eso el por atrás se arrodilla y comienza a lamer mi vagina, con sus manos abriendo mis nalgas, era delicioso, no recuerdo haber sentido un gran placer cuando lo hizo, yo sólo gemía y mordía mi labio mmm….

Después se levantó y se puso atrás de mí, estaba acomodando su miembro en mi vagina, que rico fue sentir entrando eso… Me estaba encantando ese vaivén tan uniforme, me daba una nalgada a cada rato, podría jurar que tenía mis nalgas rojas…. Me tomó del cabello y me dijo:

– Que rico aprietas nena, quien lo diría

– Ahhh si sigue! Ahhhh!

Mis gemidos eran lo que menos faltaban, me gustaba sentirme así de sumisa, era delicioso. Tiraba fuerte mi cabello, deliciosa la posición…

– Ahhh si!si!!! Pero sigue…

Mis piernas ya no aguantaban, sabía que en cualquier momento tendría otro orgasmo y caería cuando se doblaran mis piernas, así que mejor me fui subiendo a la cama, él seguía entrando y saliendo… Me tomó de la cadera y comenzó con fuertes embestidas:

– Ahhhh si! Ah ah ah!

Mis gemidos ahora eran gritos, en verdad lo estaba disfrutando, no podía creer que después de dos años sin tener sexo, ahora lo estaba gozando como nunca, no me importaba el mundo, ni nadie, éramos solo él y yo.

Mi rostro unido a las sabanas, mordiéndolas… Yo estaba gritando de placer, me jalaba del cabello, era excitante ese momento, sus manos a cada momento con una nalgada mmm…. Luego vio que ya no podía sostenerme y me tumbo en la cama

Cuando me tiré en la cama creí que me dejaría por un momento, pero no, él se montó sobre mí y no sé cómo hizo, pero a pesar de estar cansado, comenzó a penetrarme otra vez, nunca lo había sentido así, era delicioso, sabía que el realmente me quería hacer suya, no quería imaginar si se atrevía a penetrarme analmente. Entonces abriendo poco mis labios vaginales empezó a hacerme suya, yo solo levantaba poquito mi ano, era delicioso.

– Ah si! Dios!!! Ahhh

Así duró un rato, a mí me tenía mordiendo las sabanas. Se bajó y me giro, mi respiración era agitada, pero levantó mis piernas, las puso en sus hombros y con gran fuerza comenzó con un vaivén delicioso, mis pensamientos eran vacíos. Me tomaba de las manos y así me jalaba hacia él, sentía que era rudo. En un momento, jaló mis manos hacia arriba, las juntaba a mis pies, sentía que me habría mas, pero igual apretaba mejor.

– Dime que te gusta mi amor

– AHHH sí! ¡si! ¡Me Gusta… Ay!!!

– Que bueno, porque esto te va a encantar.

Abrió mis piernas todo lo que pudo y comenzó con movimientos muy rápidos… Me gustaba… ¡No! Me encantaba… Era delicioso, por impulso comencé a masajear mi clítoris, lo mejor que pude haber hecho. Mis gemidos eran entrecortados, ya no podía más, me la sacó y se agachó a lamer mi vagina.

Yo estaba perdida en mi orgasmo, no sabía lo que seguiría, pero yo quería más… Su lengua me relajo mucho, era delicioso sentirla ahí, yo puse mis piernas abrazando su cabeza, no quería que se quitara de ahí, tomo mis piernas y fue levantando mi cuerpo con él, succionando mas mi vagina… Apareció un orgasmo:

– Ahhh sí! ¡Ah no pares sí!!!

Yo gritaba, al mismo tiempo que me estremecía toda cuando de la nada me empieza a meter dos dedos hasta que nuevamente me penetró y comenzó un vaivén más rápido… en eso sentí que el comenzaba a contraerse, cuando empezó a gritar

– Ahhh me corro … me corro

Y en eso sentí como emitía su semen dentro de mí, al mismo tiempo que mis orgasmos se complementaban sobre su miembro. Él no dijo nada y se lanzó a besarme con mucha pasión. Yo correspondí a su beso y nos quedamos abrazados. Luego como un rayo inesperado vi el reloj y eran la 2.15 de la madrugada. Al ver eso solo dije

– Mi hijo no. Debo volver

Nos bañamos, cambiamos y me llevó a mi casa. Una vez que ingresé me acerqué a su cuarto y vi que la televisión estaba prendida y él dormido completamente. Apagué el televisor y le di un beso de buenas noches. Luego a mi cuarto y a tratar de dormir. Aunque ya faltaba pocas horas para el amanecer, no pude dormir pensando en dos cosas. Primero la noche de pasión que estuve con Henry y la segunda que estaba empezando a fallarle a mi hijo.

A la mañana siguiente la vida continuó normal, pero sé que tarde o temprano las cosas se llegan a descubrir.