Ser infiel me abrió la cabeza

Esta historia me mostró formas de goce que jamás había pensado que existieran.

SER INFIEL ME ABRIO LA CABEZA

Esta historia me mostró formas de goce que jamás había pensado que existieran.

Aunque esta historia tiene casi tres años se las voy a contar en forma breve. Mi nombre es Raquel, tengo 38 años estoy casada desde hace 14 años con Roberto, tenemos dos hijas de 13 y 11 años. Mi marido es un ejecutivo de un Banco multinacional y vivimos en Buenos Aires. Nuestra vida sexual activa en los primeros años de matrimonio fue lentamente apagándose, él con continuos viajes al exterior los reencuentros fueron cada vez menos deseados. También es cierto que en los últimos años tuve algunas pistas sobre relaciones con otras mujeres pero no generaron en mi la reacción que siempre pensé que tendría. Así que hace cuatro años decidí reiniciar mi actividad profesional como psicóloga institucional en una empresa de salud. Definitivamente no soy una diosa como la mayoría de las mujeres de los relatos, pero me gusta hacer algo de gimnasia y por sobre todo me gusta vestirme en una forma sensualmente elegante. Fue en una de las mañanas del primer mes de trabajo en que me bajo de un taxi a unos metros de mi trabajo y escucho: ¡Que hermosa MUJER!. Inusual piropo en Buenos Aires. Dándome vuelta un hombre de unos cuarenta años, impecable traje, me sonríe. Estaba por poner la cara que usualmente ponemos las mujeres pero solo me salió una tenue sonrisa. Dos días mas tarde me avisan en la empresa que tendría una reunión para programar una serie de proyectos. Fue una sorpresa cuando me lo presentan, él menos sorprendido dice, ya nos conocemos. Al final de la reunión se acerca y me cuenta que no reparte piropos todos los días y que realmente lo había impactado. Había sido contratado para una consultoría, por lo que durante el siguiente mes tuvimos reuniones dos o tres veces por semana, posiblemente lo que mas me llamó la atención fue la seguridad y claridad que tenia. Tiempo después me di cuenta que la inteligencia me erotiza. En mas de una ocasión cruzamos miradas y empecé a sentir la necesidad de mostrarme algo mas sexy, no tanto por lo que usaba sino mas por posturas que tomaba o formas de caminar cuando me sabia vista. Al tercer mes busque una excusa laboral para encontrarme con él fuera de la empresa en su oficina, eran las siete de la tarde y durante las cuadras que caminé se me cruzaron ideas sobre la infidelidad y sobre todo mis hijas, pero la verdad es que sentirme deseada y por sobre todo se había despertado en mi algo que pensé que estaba perdido, la pasión. Después de cruzar nuestras miradas, simplemente acerco su boca, nos besamos. En realidad me beso, acaricio mi boca con su lengua y me mordía los labios. Tenia un calentura hermosa, empezó a acariciarme las lolas y me apretaba desde la cola contra su pene. Eso termino de ponerme loca, le dije que había mucha luz, y me contestó que mejor así por que me quería ver toda. Esa tarde me desnudó y en el sillón me hizo el mejor trabajo de lengua de mi vida, yo rara vez terminaba así, pero ese día me saco dos. Yo le retribuí comiéndome toda su pija, cosa que me encanta hacer. Las siguientes veces fueron en hoteles, cada vez estaba mas excitada, costaba armar los encuentros, ambos estábamos casados, así que volví a masturbarme como en la adolescencia y descubrí nuevamente el placer de gozar. Siempre quiso hacerlo con preservativos, tuve algunas dudas pero el tiempo las disipó. Yo tenia algunas trabas, mucha educación católica, lentamente fui capaz de hacer cosas que jamás hubiera pensado que podía llegar a hacer. Una de las veces después de coger nos bañamos y de vuelta en la cama me puso boca abajo y empezó a besar, chupar, lamer y morder todo el cuello y la espalda, al llegar a mi cola siguió y comenzó a comerme el culito. Nunca había pensado que se podía sentir tanto, claro que también devoró mi concha pero esa chupada de cola me dejo marcada. Dos o tres veces mas hizo lo mismo y en la cuarta me dijo que me iba a romper ese hermoso culito. Ya había confianza, la verdad es que la primera vez me dolió, pero la segunda paso algo mágico, puso un poco de aceite y después de clavarme todo su pedazo lo saco casi entero para después meterlo, cada vez que sentía pasar la cabeza del pene me moría de placer. Empecé a pedirle que siguiera que me diera mas fuerte, luego de algunos chirlos tuve un orgasmo terrible. Una cosa diferente a mis otros orgasmos como más animal. Desde entonces casi siempre visita todos mis hermosos agujeros, como dice él. Yo también aprendí a comerme su culito, cosa que lo recalienta, después sobre su pija enorme me siento y lo galopo a lo lindo. Como nos veíamos dos o tres de veces al mes, por mail nos mandábamos fantasías e historias eróticas que me dejaban recaliente, algunas veces me descargaba con mi marido, la mayoría de las veces sola. Uno de esos relatos terminaba prohibiéndome que me masturbara, al encontrarnos tuve ocho orgasmos, quede de cama. Algunas veces me pasaba a buscar y no aguantábamos llegar al hotel, se la chupaba en el auto, otras en un bar me pedía que le diera mi tanga y sin ropa interior me tocaba toda, se llenaba el dedo de saliva y me lo metía en el culito. Estaba tan abierta a cualquier cosa que una vez entra al baño mientras estaba orinando, le dije que nunca había hecho esto enfrente de nadie, y me dijo que no pensaba irse hasta que me viera meando. Es un poco primitivo pero me enloquece. Al fin pude hacerlo y entonces puso su mano en mi concha, se la empapé toda y después se chupo los dedos. Tan loca me puso que le pedí que vaciara su vejiga en mis tetas, mientras chorreba empecé a masturbarme y terminé gritando mientras salían las ultimas gotas. Después nos matamos en la cama. A finales de 2002 me fui a vivir con mi marido y mis hijas a Alemania por que el Banco lo trasladaba. Escribo esto en los días en que he vuelto para ver a mis padres y reencontrarme con Hernán. Es difícil sentir esta calentura, cenamos en un restaurante y durante toda la cena nos estuvimos excitando, le tocaba el pene y el subía mi pollera para tocarme el muslo, incluso llegó a mojarse el dedo en mis jugos y después compartimos mi sabor. No sé si es fácil encontrar alguien así que sintonice tan bien el sexo, pero la verdad es que fueron dos años increíbles, tal vez por que solo pensábamos en gozar y hacer gozar, salió así. No había hijas, crisis, monotonía, trabajo, cansancio nada de nada. Ahora a la distancia me doy cuenta que se transformaran en recuerdos, la verdad es que Hernán fue llevándome por un camino en el que hizo que descubra cosas ocultas, fantasías secretas y también formas nuevas de placer. No se si a muchas mujeres han vivenciado situaciones como la mía, tal vez otras muchas, hayan tenido estas experiencias mas jóvenes pero para mi fue fantástico poder descubrirlo. Autor: Raquel raq381999@hotmail.com