Septiembre

Ultima noche de verano

Empezaba a parecer complicado un acercamiento en aquella noche tan oscura, donde el cielo parecia andar sobrado de estrellas y mi mapa estelar colapsado por tanto brillo. Aquel cielo mostraba demasiado interes por lo que dentro de nuestros cuerpos fuese a suceder. Fue el comienzo de unos eletronicos acordes de Depeche Mode los hicieron que me acercase demasiado a ti, a mirar las estrellas desde tus ojos dije, a juntar mis caderas con las tuyas, a escuchar tu respiracion acompasada con la musica... a comprobar que no huirias de el encierro que te habia preparado contra el lateral de mi coche. Decidi acariciar la base de tu cuello hasta alcanzar tu nuca, disfrutar de tu larga melena en mi mano mientras con la otra acariciaba tus sentidos con los mios. Oido, olfato, tacto y gusto, frente con frente, mirada contra mirada; sólo desde ahi podia cerciorarme de que tus latidos se acelarian lo suficiente si te montaba sobre mis caderas. Era necesario hacerlo para saborear el conjunto de musculos que sostienen tu delicada cabeza ergida. Lamer tu esbelto cuello sin soltar tu melena mientras te aprisiono contra el coche, pudo parecer una cabriola demasiado arriesga, pero nunca se arriesga demasiado por el placer de otro a quien deseas. El caso era que mordisquear tus labios o lamerlos lentamente. Que salivases de deseo era lo importante. Acariciar tu espalda, tus piernas, tus caderas, tu vientre o tu pecho pudo parecer secundario, pero no era sino una prueba evidente de que lo deseaba desde que te conocí atrapada en este cuerpo. Tocarlo, excitarlo, descubrir tu mirada de deseo y frenesí.

Llegados a este punto intuí que dabas tu permiso para transportarte al mundo paralelo donde las chicas van tras sus orgasmos, así, que posé tu cuerpo de nuevo en el suelo sobre sus pies, y te gire para que me dieses tu espalda, para que frotases tu trasero contra mi. Atrapé tus manos sobre el capó del coche con una de mias, y con mi otro brazo te aprete contra mi. Acaricie tu pecho sin desprender ninguna de tus prendas de tu piel, mordisqueé tu nuca y te susurré al oido una pregunta sencilla: Me ayudaras a escuchar tus orgasmos? No hubo respuesta verbal, pero fisicamente emitiste un sonido entre el gemido y el suspiro, aun dudo de si fue por la pregunta o por la forma en que alcancé tu sexo. Lo cierto es que siempre he sentido una adiccion por las preguntas sin respuesta, asi que la presencia de tu ropa hacia que las caricias fuesen sigilosas y precisas, penetrantes y amplias, como mis preguntas, directas al meollo.

Fue mientras preparaba otra de mis cuestiones cuando alcance tu piel bajo tu camiseta y pude acariciar tu calor, tu pecho, tus hombros y tus caderas... Te aburre que te hable? suspiré sobre la base de tus oidos; para entonces tu pecho rodeado por mis manos, y toda la piel de tu cuerpo, confesaban que me pertenecias. Pero tambien su excitacion, que con la baja temperatura del ambiente y el frotarnos, hacian de la experiencia un suceso que detendria el tiempo y guardaria un reflejo escalofriante de excitacion en nuestras memorias. Tus susurros de afirmacion o negacion hacian que se erizasen aun mas mis sentidos, cada vez mas derretidos con el hecho de poseerte.

Cuando alcancé tu sexo te hice una confesion mas, sucede que soy un fanatico de utilizar mi boca para besar los orgasmos, pero esa noche habia decidido susurrar como te daría todo el sexo oral que pudieses soportar antes de que suplicases una penetracion. Así que me dispuse, mientras deslizaba suavemente mi mano por la longitud de tu clitoris hasta alcanzar tus labios y apretarlos, y a explicar como te lameria hasta el alma. Casi como me enfrenté a tu boca por primera vez, suspirando, y con mi boca entreabierta para que respirases mi aliento, iria acercandome a ti, tratando de sentir tu cuerpo encojerse y recorrerlo escalofrios mientras lo abrazo fuerte por las caderas y aprisiono contra mi... Fue el momento de juntar mi boca y tus labios cuando pude escuchar un gemido de relajacion que, llevó si cabe aun mayor embrutecimiento a mi, he hizo que suavemente abriese aun mas tus piernas con mis manos para poder arañar con ligereza desde tus tobillos hasta tus muslos, y asi, frente a ti, con mi lengua totalmente humedecida lamer lentamente y cubrir tus labios hasta alcanzar el monte donde todo comienza. Fue ahi donde tuve que detenerme de nuevo para respirar profundamente y que sintieses mi aliento con tu sexo, unica manera de que sintieses mi jadeo. En este momento, deje de apretarte contra mi coche y separé tu espalda de mi vientre, te giré para morder suavemente tu garganta y saborear tu piel, mezcla de champu y brisa nocturna de fin de verano. Continué acariciando tu sexo mientras sujetaba una de tus piernas y, desde el otro lado, empujaba con todas mis fuerzas contra tu cadera y mi frente sobre tu sien.

La humedad de tu ser y de nuestro encuentro era simplemente demasiado. Tú ya habias alcanzado agarrame con fuerza y suavidad, y deslizabas tu manos con la misma intensidad que imaginabas que podria utilizar contra ti al penetrarte. Yo lograba separar tus labios y regresar con mis manos algo asperas hasta tu durisimo clitoris, logre tambien configurar una frase de varios predicados para avisarte de que, disfrutaria sin limites sufriendo un orgasmo a manos tuyas, sí tú no te contenias.

Y asi fué como confesé que ese seria un orgasmo tan rapido, como imaginado. El mio, el tuyo aun está disfrutando de mi forma de besar.