Sentido de vida
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Para no llamarte ahogo mi voz en el sonido de las conversaciones cotidianas, la convierto en palabras que no tienen nada que ver con lo que verdaderamente pienso. La hago decir que el calor, que la humedad que los trenes no llegan a horario, que este verano se usa mucho el verde seco, que tengo que leer el último libro de Vargas losa. Para no llamarte me muerdo los labios, aprieto los puños, trato de olvidarme de tu nombre porque tengo miedo de gritarlo en sueños y que el aire traicionero lo lleve a tus oídos y tú al escucharlo, te sonrías pensando que aun te quiero.
Se encontraba parada justo en medio de la calle que daba directo a la cafetería, era una de esas calles que tienen aspecto más bien de callejón largo e inmenso que te da esa sensación de soledad pura, eso le encantaba a Sirze, era su calle favorita de la ciudad y ahí fue cuando ocurrió, justo frente a ella se encontraba aquella chica, alta blanca pelo negro como la noche cuando las estrellas desaparecen del firmamento y sus labios color carmín y esos ojos profundos penetrantes, toda esa perfección en una sola mujer, al instante que cruzaron sus miradas sirze lo supo. La invadió una sensación que recorrió todo su cuerpo de una sola vez, sintió un nudo en el estómago y unas ganas inmensas de vomitar.
Normalmente Sirze iba a ese lugar para ver a Paris, su mejor amigo, lo conocía hace más de 10 años y desde el primer momento fueron inseparables, compartían muchas cosas en común, su manera de ver la vida era una de ellas, entre ellos existían ese tipo de conexión que es difícil describir. Paris tanto como Sirze eran amantes de la soledad y por eso la idea del café les gustaba, porque a pesar de estar juntos, tenían ese espacio que los hacía sentirse libres y cómodos, bastaba leer un buen libro con un buen café y todo resultaba perfecto. Sirze ese día no se pudo concentrar de ninguna manera, pensando en porque había sentido todo eso al ver a aquella chica.
s.- hay algo que quiero contarte
p.- te escucho
s.- lamento interrumpirte, hoy al venir aquí me ha pasado algo extraordinario
p.- que ha sido?
s.- una mujer, el amor de mi vida
p.- muy interesante, como puedes saberlo?
s.- Es una de esas cosas que no se saben, se sienten, me entiendes?
p.- Lo intento, te acercaste a ella?
s.- no
p.- La reconocerías?
s.- sería imposible que no lo hiciera
p.- Vaya! Y ni siquiera fui testigo
s.- ya la veras
Pagaron la cuenta y se retiraron del lugar, llegaron al nuevo jeep de Paris, regalo de su abuela, conseguido gracias a la herencia que surgió al dividir los bienes tras la separación de los abuelos. Mientras Paris rodeaba el jeep, recordaba porque era tanto que amaba a Sirze, esa piel morena, pelo alborotado muy corto para una mujer convencional, aunque él era más alto, Sirze no dejaba de serlo. Simplemente se había convertido en parte de su vida y sabía que ella lo amaba de igual manera.
s.- muero porque me dejes manejar e ir a la playa
p.- sabes que eso no va a pasar
s.- que aburrido
p.- ya bastante tengo con los sustos que me has sacado con esa maldita moto
s.- no te expreses así de ella
Sirze tenía una Yamaha 2001 deportiva, adrenalina pura, fue un regalo de su padre, el amante de las motos se lo heredo a su hija, estaba muy pesada para Sirze, pero nada que con un poco de maña no se pudiera solucionar, por eso solo la usaba ocasionalmente en realidad ella prefería ir a los lugares caminando en compañía de Paris.
Llegaron a tiempo para tomar sus clases en aquella universidad, se dirigieron a sus respectivos salones, al ir caminando Sirze levanta la vista ha chocado con alguien, al ver quien es, se queda fría y sin palabras, cuando reacciona solo observa a la maestra de matemáticas mover la boca.
m.- Joven toscano, como le va?
s.- Maestra buen día, muy bien y a usted qué tal? Siento lo del choque venia un poco distraída
m.- claro lo entiendo, los jóvenes solo se la pasan con esos celulares
s.- no solo los jóvenes y es que son necesarios
m.- si usted lo dice, entonces imagino que ya tiene el trabajo final terminado
s.- me faltan algunos detalles, pero ya estará no se preocupe
m.- esa voz me agrada, si necesita algo sabe dónde se encuentra mi oficina
s.- gracias, lo tendré en cuenta
m.- bueno no la entretengo más, vaya a clase
la maestra era una cosa hermosa, tan delicada, inteligente, femenina y a Sirze siempre le parecía que se le insinuaba. Después de 10 minutos de caminata llego a su aula para recibir la noticia de que el profesor no daría clases y que solo había dejado un trabajo.
S.- es increíble que solo a esto hubiera venido
n.- Sirze como has estado?
s.- Sigo viva y tú?
n.- igual, acompáñame a la biblioteca
s.- vale sirve que hacemos el trabajo de una vez
n.- vaya, cualquiera que te viera ni creería si quiera que estudias ing. Química, mucho menos que haces trabajos
s.- jaja te aprovechas porque sabes que me agradas verdad
n.- lo sé, me amas pero finges
s.- quisieras
Norma era una compañera de Sirze, en definitiva era una belleza rara, eso era imán para Sirze puesto que jamás se metía en sus cosas, simplemente al lado de ella Sirze parecía normal, su personalidad: absolutamente metalera. Buscaron libros, tomaron asiento y de vez en cuando charlaban de trivialidades, en un momento Sirze sintió una mirada volteo y ahí estaba ella, la chica del café.