Sentada ante su ordenador

Su amo le ha ordenado esperarle sentada ante su ordenador. Allí será atada y sometida por su amo.

Estás sentada ante tu ordenador. Tan solo llevas puesto tu corpiño bien ceñido y unas medias negras con tus zapatos de tacón. Esperas así la llegada de tu amo.

De pronto lo sientes a tu espalda. No te giras. Sabes que el no desea que lo hagas y esperas. Sientes sus manos acariciarte el pelo. Notas como te lo recoge suavemente con una pinza y deja libre tu espalda y hombros. Apenas unos leves mechones se enredan en tu cuello.

Dejas caer tu cabeza hacia atrás y sus manos se deslizan por tu escote acariciándote hasta apoderarse de tus tetas. Las masajea con calma, con una deliberada parsimonia que te hace respigar y suspirar. Tus manos están inmóviles, como atadas a tus costados esperando sus órdenes.

El se retira unos pasos y lo sientes regresar. Entonces pasea por tu cara la sedosa cuerda que trae en sus manos. Al hacerlo sientes el excitante contacto de la cuerda sobre tu piel. Y te excitas.

Tu amo coge la larga cuerda, gruesa, blanca y sedosa, y la dobla en dos mitades. Rodea una de tus grandes tetas con la cuerda, hace pasar el resto por entre la cuerda doblada y tensa. El cordón se ciñe a la base de tu teta y la deja orgullosamente expuesta. Da dos vueltas alrededor de tu teta, la sube hasta tu cuello rodeándolo y luego la deja caer hasta tu otra teta repitiendo la operación. Luego la cruza por tu espalda y la ata entre tus pechos bien tensa. Tus tetas lucen maravillosas en tan esplendido sujetador.

Ahora son tus tobillos los que sienten el contacto de la cuerda. Toma uno en sus manos, lo ata a la pata de la silla. Luego lleva la cuerda hasta el otro y repite la operación.

No lo ves. Está tras de ti todo el tiempo. Solo notas sus manos, su aliento pero no su voz. Ese deliberado silencio te inquieta pero no te atreves a hacerte oír. Solo tus gemidos rompen el silencio que se te hace cada vez más denso.

Toma tus manos entre las suyas, las lleva por detrás del respaldo y las ata unidas por tus muñecas. Luego lleva la cuerda sobrante hasta la que cruza entre tus tobillos, la pasa por detrás de ella y tensa. Tus manos tiran de tus hombros hacia atrás intentando rodear el respaldo de tu silla. Tus pechos, con tus hombros así estirados, aun quedan mas expuestos y evidentes. Él se demora en toda la operación y eso acentúa tu sentimiento de sometimiento, de sumisión a sus deseos.

Sientes como se pone en pie coloca su mano sobre tu rostro y comienza a acariciarlo. "Abre tu boca" te ordena en las primeras palabras que pronuncia. Obedeces y el introduce en ella sus dedos obligándote a chuparlos. Lo haces con avidez. "Ensalívalos bien y déjalos listos para tu coño".

Suspiras casi ahogada por tu boca llena y deseas sentirlos en tu coño. Chupas hasta que él los retira y los dirige hacia tu coñito. Juguetea con él antes de dejar que sus dedos se apoderen de tus labios, de tu clítoris y de tu coño. Te abandonas a sus caricias. Dejas que sea él quien juegue a su antojo con tus deseos.

Cuando él se gira y se coloca ante ti, apretando tu rostro contra su bragueta, ya sabes lo que desea. Pero esperas su orden. "Abre la cremallera y comete la polla".

Apenas resuena su voz en tus oídos y tu boca ya busca ansiosa la cremallera. La arrastras con los dientes y al bajarla su olor te inunda. La buscas con tu boca debajo de la tela. No te resulta difícil hacerla salir. Está dura y tiesa y ella misma busca la salida. Rápidamente se hace un sitio en tu boca y tú la comes con avidez. La sientes latir mientras va adquiriendo su mejor tamaño y dureza.

Mientras tanto tu amo continúa haciéndose cargo de tu coñito y de tus tetas y sientes que si no se detiene el orgasmo inundará tu coño con rapidez. Sabes que no debes correrte antes de que él te lo ordene y eso te llena de inquietud. Si sigue así no podrás aguantarlo. Lo sabes e intentas controlarlo. Sabes que debes avisarlo si vas a correrte pero tu boca está amordazada con su polla. No puedes decírselo ni moverte. Sin duda el lo sabe y te obliga a seguir. "Te correrás cuando mi polla estalle en tu boca".

Por fin su voz te sacó de tus temores. Intentas acelerar el vaivén de tu boca y que su corrida llegue pronto. Pero él la demora para tu desesperación. Sientes que vas a estallar, que no puedes resistir más sus caricias sin correrte, cuando notas que su polla se hincha en tu boca y estalla en una catarata que te inunda. Te esmeras en chupar la polla mientras dejas libres tus sentidos y notas que te sube el orgasmo. Ahora eres libre para correrte y no puedes demorarlo más. Tú también estallas y mientras sigues chupando su polla, te corres.

Ahora estas desmoronada en la silla. Él se ha alejado hacia el baño y tu esperas su regreso para que te libere de tus ataduras y abandonarte en sus brazos. Pero eso solo será si él lo desea.

Tal vez decida dejarte ahí atada todo el resto de la tarde.