Sensual Jane (V)

Se aproxima el fin de las vacaciones y se van descrubriendo algunos de los misterios que han envuelto las úĺtimas horas de mi vida y se abren nuevas incognitas.

Hemos decidido apurar el tiempo y, finalmente, iremos a por los niños el lunes por la mañana para volver a nuestras vidas después de estas extrañas vacaciones. Estamos en un restaurante con nuestros amigos y dos desconocidos para nosotros, una pareja de color que nos han presentado esa misma noche nuestros, ya más íntimos amigos.

Viéndolo en perspectiva estaba cometiendo una locura. Una vez terminada la fiesta en la piscina con mi mujer sodomizada por mi mejor amigo, mientras su mujer me la estaba chupando tenía que poner los pies en el suelo y recapacitar sobre muchas de las cosas que habían transcurrido en las largas horas que pasamos jugando con nuestros amigos. Las dudas, las preguntas, se apelotonaban por salir, pero estábamos demasiado cansados para comentarlas y, además, estaba el miedo. Todos sabemos que muchas veces es mejor no preguntar si tienes miedo a la respuesta y ese, precisamente, era mi situación en aquel momento en la hamaca justo después de haber descargado en la boca de mi amiga y viendo el culo de mujer abierto y rebosante de semen de mi amigo.

Nos despedimos para ir a descansar porque había sido una noche muy larga y, aunque yo hubiera dormido un rato, la pesadez vino a mis ojos rápidamente.  Simplemente un par de palabras de mi mujer casi me hacen perder el sueño “luego hablamos” seguido de un te quiero y un tierno beso; largo y profundo que me hizo estar un poco más tranquilo. Pero esas palabras me acompañaron en mis sueños durante las seis horas que estuve durmiendo.

Al despertarme dejé a mi mujer amodorrada y desnuda, solamente cubierta por la luz del día que entraba filtrada por las cortinas del cuarto. Me fui a la cocina a intentar reponer fuerzas. Era bastante tarde y me puse a hacer de comer para todos con lo poco que quedaba en la nevera y la despensa. Mientras cocinaba estuve preparando mi estrategia de preguntas y dudaba si primero aproximarme a mi amigo o a mi mujer. Las preguntas sobre el futuro eran inevitables, ¿Qué pasaría con nuestra relación? ¿Esto era el principio del fin de nuestro matrimonio? ¿Cómo explicarles a familia y amigos los motivos de nuestra ruptura, si es que era el camino?

La cabeza me iba a explotar por la resaca y la actividad tan ferviente a la que la estaba sometiendo. Mi estrategia era sencilla, primero preguntar a mi amigo qué había pasado en realidad y luego preguntar a mi mujer por quien se decantaba y quién se quedaba con los niños. A pesar de haber construido, repetido y arreglado mi estrategia en base a imaginar las conversaciones con mi amigo y mi mujer, la cosa cambió radicalmente cuando mi mujer entró en la cocina completamente desnuda y se acercó a mí para darme los buenos días y darme un sensual beso sabor dentífrico y cómo lideró la conversación desde el principio:

  • ¿Qué tal? – me preguntó ella.
  • Sinceramente, no sé qué responder – Dije yo.
  • Creo que lo de ayer se nos fue algo de las manos. No era lo que habíamos planeado, pero surgió y creo que lo pasamos todos muy bien, ¿no?

¿Cómo? ¿Planeado? La sangre me subió rápidamente a la cara y a la cabeza por la ira. Creo que ella lo percibió al instante y se levantó para acercarse y tranquilizarme. Yo intenté dar un paso atrás, pero ella ya estaba utilizando la VOZ para explicarme ya que creo que sabía que no había escogido el camino ideal contarme el porqué de lo acaecido horas antes.

  • Perdona, creo que debería habértelo comentando antes. – empezó a hablar ella mientras me cogía las manos-. Mientras preparábamos las vacaciones sabes que he quedado muchos días con nuestra amiga. Sabes que nos conocemos desde hace muchísimo tiempo, pero ellos tenían un secreto y quería compartirlo con nosotros y no sabían cómo hacerlo. Ella me lo explicó a principios de Mayo y, al principio, me dejó perpleja, la verdad. Me imagino que el hecho de explicarme las cosas que hacían, cómo lo hacían, me ha hecho abrir una ventana a un mundo diferente al nuestro.

Ahora empezaban a cuadrarme muchas cosas que habían ocurrido en los últimos meses. De un tiempo a esta parte mi amada esposa volvía a comportarse como cuando éramos novios, mucho más receptiva buscándome casi en cualquier lugar comprándose algo de lencería fina para agradarme. Yo lo achacaba a la moda de los best-sellers pseudo-eróticos, pero tampoco la había visto leyendo ninguno para ser sincero. Lo único que sabía era que las cosas en la cama mejoraban y eso era lo que importaba.

  • A mediados de Junio, cuando ya habíamos alquilado el chalet, quedamos para hacer la transferencia en casa y me explicó que había tenido su primera relación lésbica en un trío que montó junto a su marido y que había sido de lo más excitante que había experimentado y me preguntó si había probado o estaría dispuesta a probar algo así. Yo le comenté que no sabía, que nunca me habían atraído las mujeres y que siempre he preferido las caricias de unas manos fuertes a las mías propias. A pesar de explicarle esto, tal como me lo comentaba y las miradas que me lanzaba me hacían experimentar un ardor diferente. Ella se acercó a mí y me dio un beso en la boca y me colocó la mano entre los muslos. Me costó mucho resistirme, muchísimo por la excitación que había provocado en mí. Nunca le había visto esa mirada hipnótica en sus ojos y esa media sonrisa de depredador a punto de conseguir su prea. Pero al final la rechacé. Me puse muy nerviosa y la eché de casa. Me pidió disculpas y se fue.

“¡La hostia!” se me bajó toda la sangre de la cara a los pies, aunque he de reconocer que se quedó bastante en la parte intermedia del cuerpo y mi mujer se dio cuenta de ello. Vaya si se dio cuenta. Al notarlo se pegó más a mí y fue frotando su cuerpo contra el mío mientras seguía su relato. Estaba cayendo yo también en las redes de esta lujuriosa trama:

  • Cuando se fue, me tuve que tomar una tila para intentar calmarme. A pesar de eso, tenía tanta excitación que, al final, tuve que masturbarme. Aún pasada media hora desde lo que ocurrió seguía notando su mano entre mis muslos. Hacía tiempo que no sentía un ardor así y no es por tu culpa, cariño. De verdad. – Y acompañó esta aseveración con otro beso y más movimiento alrededor de mi falo -. También tengo muy clara mi sexualidad y lo que me gusta, que es básicamente estar contigo.

Su discurso me iba calmando, pero había muchas preguntas todavía. Iba a hablar cuando me puso dos dedos en la boca. Olían a ella, y sabían a ella y mi cuerpo reaccionó con una tensión todavía mayor.

  • Shhht –dijo ella-, espera que termine de contarte y me preguntas lo que quieras. Estuvimos sin hablarnos casi una semana. Algún whatsapp para ver cómo estaba pero mis respuestas eran muy frías. Al final tuve que llamarla porque había un problema con la reserva porque al final no hicimos la transferencia ese día y me había dado un toque la agencia para saber si finalmente íbamos a coger la casa o queríamos liberar la reserva. Después de hablar con ella de todos los temas relacionados con la casa me pidió disculpas por su comportamiento y que no volvería a pasar más, si yo no quería, volví a recordar todo lo ocurrido y volví a excitarme sólo con el sonido de sus palabras y  lo que me hizo dar el paso fue cuando me dijo “Dime que no has sentido nada, que no te apetece probar lo que hacemos nosotros aunque sea una sola vez en la vida”.

Ella había metido su mano en mis bermudas ahora y manoseaba su miembro, porque todo yo era suyo y había derribado todas las defensas que había preparado, todas las murallas destruidas y toda la estrategia destruida en tan solo cinco minutos de discurso, pero menudo discurso.

  • Es por eso por lo que ha pasado hoy. Yo no tengo la menor intención de abandonarte, ni de dejarte por nuestro amigo, sólo quería probar una vez en la vida lo que ellos hacen. Ahora es nuestra decisión entrar o dejarles pasar y yo prefiero pasar, al menos de momento, porque no me veo preparada para hacer tantos cambios en mi vida.

Para finalizar nos dimos un beso todavía más sensual y largo que los anteriores. Había ganado la batalla, la guerra y tenía mi abdicación absoluta. Noté una liberación total, mis miedos se evaporaron. Aunque esto no había terminado del todo.

  • Sólo te pido una última noche. Nada más.

Uf, ¿cómo decir que no? Yo había disfrutado tanto o más que ella. Algunas de mis dudas volvieron a aparecer, ¿qué estaban tramando? ¿estaba al tanto de todo mi amigo? Necesitaba hablar con él para aclarar algunos puntos y poner la paz total en mi mente. De repente escuché unos pequeños aplausos provenientes de la puerta de la cocina. Era nuestra amiga, que apareció desnuda. No sabía cuánto tiempo llevaba allí, pero sabía de “pe a pa” la historia porque era una de las protagonistas.

  • ¿Qué te ha parecido? – dijo ella.
  • Me parece que os las habéis arreglado muy bien sin nosotros. -  le dije con sorna.
  • Tampoco ha sido para tanto – replicó.
  • ¿Tu marido lo sabe? – le pregunté.
  • Más o menos, yo se lo conté ayer por la noche antes de salir. Le pareció muy excitante aunque no sabía cómo ibas a reaccionar, tenía dudas de si entrarías en el juego o no y que era muy peligroso lo que había hecho porque podía haber puesto en peligro vuestra relación y la de nuestras parejas. Toda la historia que te ha contado tu mujer es cierta aunque él no tiene todos los detalles que tú si tienes.
  • ¿De qué estamos hablando? - dijo nuestro amigo detrás de su mujer.
  • Ahora te cuento los detalles. - contestó ella con rapidez y se giró para darle un beso de buenos días, añadiendo: ten cuidado que se te va a quemar la salsa y nos vas a dejar sin comer.

Efectivamente había descuidado la comida y seguí con mis quehaceres.

Al finalizar la comida sin mucha charla las chicas recogieron y fueron a preparar el café. Mis amigo y yo salimos al jardín y aproveché para comentar con él lo sucedido. A mis preguntas mirándole directamente a los ojos me dio lo que era en mi opinión una respuesta franca: "mira tío, sabes que en lo que estamos metidos es algo que puede no ser comprensible y aceptado de buenas a primeras. Tampoco llevamos tanto tiempo y me hubiera buscado un modo y un momento más adecuado, pero mi mujer es muy 'lianta' y ha puesto las cosas patas arriba. No te voy a engañar diciéndote que no he disfrutado, porque he disfrutado muchísimo, pero yo lo hubiera hecho de otra manera. Que sepas que no estoy interesado en mantener una relación a tus espaldas con tu mujer ni mucho menos." Seguimos hablando de los detalles de las situaciones que han vivido y el porqué del cambio en su vida sexual, de la noche que habíamos pasado, rememorando los momentos más tórridos y lo que nos ponía más de la pareja del otro. Al rato llegaron las chicas con el café y algo de bollería para acompañarlos. Estaban espléndidas y radiantes en su desnudez, parecía como si emanaran luz propia y sus amplias sonrisas no hicieron prever la bomba que nos iban a soltar:

  • Para cerrar las vacaciones vamos a cenar con unos amigos que conocieron en una de sus fiestas. - dirigió esta vez la conversación mi mujer. - Ha llamado ella y están por la zona y no tienen plan esta noche.

Se acercó a mí y me dijo de nuevo "una última noche"...

En principio íbamos a cenar a un sitio "discreto" dicho por ellas mismas y luego ya veríamos si nos caían bien o no. Me pude imaginar que no nos dieron toda la información porque estaban hablando entre ellas siempre con risitas y me olía que algo tenían planeado. La mujer de mi amigo se fue a dormir y él y yo nos fuimos a hacer un par de recados para dejarlo todo cerrado para que a la mañana siguiente fuera simplemente recoger e irnos.

De vuelta a la casa subí sin más a nuestra habitación, pensaba que mi mujer estaría cerrando nuestra maleta, pero al entrar vi la maleta a medio cerrar y el sonido de la ducha abierta. Me dirigí al baño y me llevé una agradable sorpresa cuando pude ver como mi mujer estaba en la ducha con uno de los consoladores de nuestra amiga entrando y saliendo de su vagina. Tenía los ojos cerrados y mientras con una mano marcaba el ritmo del aparato con la otra mano iba acariciándose los pechos y el clítoris de manera muy lenta y sensual. Estuve contemplando la escena como unos cinco minutos totalmente embelesado hasta que abrió sus ojos y en lugar de parar me miró con sonrisa pícara y siguió a lo suyo. Para provocarme más, se giró y puso el culo en pompa abriendo bastante las piernas para que no perdiese detalle. Yo estaba ya cardíaco y no pude más que quitarme las bermudas y sentarme en uno de los dos taburetes que había en el baño para seguir disfrutando del espectáculo comenzando a masturbarme al mismo ritmo lento que ella estaba haciendo. Ella se sacó el vibrador y se abrió mucho los cachetes del culo para mostrarme su vagina abierta. La vista era espectacular y digna de las mejores pelis porno de la historia.

Estaba descubriendo una parte desconocida de mi esposa y amante que me gustaba mucho, pero a la vez me provocaba cierta confusión. Paró el agua y salió de la ducha y se sentó en el otro taburete que estaba a unos dos metros de donde yo me encontraba y donde tenía una perspectiva inmejorable. Al sentarse comenzó a lamer y tragarse el vibrador sin parar de clavar sus ojos en los míos. Pasaba la lengua libidinosamente por el falo de látex mientras yo seguía con mi paja con ritmo muy bajo. Ella no paraba de provocarme y mientras lamía el consolador se metió un par de dedos en la boca que también chupó profusamente humedeciéndolos todo lo que pudo, seguidamente se los llevó a su conejito húmedo (por fuera y por dentro) y empezó a acariciarse el clítoris con ritmo suave. Sus gemidos los ahoga con el consolador metido en la boca mientras iba acelerando el ritmo de su masaje clitoriano. Sin poder aguantar más le dije:

  • Así no vamos a llegar a esta noche.
  • Hay que calentar para estar listos para lo que pueda surgir.-Replicó ella- De todos modos nuestra amiga ha comprado Viagra por si necesitáis ayuda.

Me levanté y me dirigí hacia ella y la cogí en brazos para llevarla a la cama y darle su merecido y le susurré:

  • Yo no necesito más Viagra que el olor de tu coñito.

A lo que ella me respondió con una amplia sonrisa y clavándome su lengua en mi garganta. La posé sobre la cama y le aparté las manos de su coñito para hincar mi lengua en las profundidades de su abierta cueva. Comencé a mover la lengua hábilmente sobre todo su sexo y alargando algunos lengüetazos hasta su culo que estaba anormalmente abierto, me imaginaba que por la acción de mi amigo aquella misma mañana. Los gemidos de ella eran cada vez más audibles y ella volvió a coger el vibrador y meterselo en la boca. Se me ocurrió una idea, se lo quité de la boca y se lo introduje en su vagina mientras seguía chupando y lamiendo su clítoris. Por el movimiento de sus caderas pude notar como ella estaba alcanzando un orgasmo y, en ese momento, paré todas mis actividades y extraje el consolador. Como si de un trance se hubiera despertado me miró con cara medio enfadada diciéndome “¿por qué paras?“, a lo que le contesté “¿Quieres probar lo que probó tu amiga ayer?”. Ella creo que me pilló rápido porque se movió como una pantera para tumbarme sobre la cama mientras ella se introducía mi miembro en su coño y empezaba a moverse sensualmente haciendo círculos con las caderas. La aproximé el consolador a la boca y comprendió que tenía que lubricarlo para probar aquella experiencia y siguió chupando y echando saliva por toda su superficie. Pasados un par de minutos le dije “ábrete bien los cachetes” y rauda obedeció mis órdenes y con ambas manos apartó toda su voluptuosidad para que yo tuviera mejor acceso con el consolador. Yo puse la velocidad mínima y paré todo el movimiento de mis caderas para facilitarme las tareas exploratorias con las manos. Al tenerlo trabajo de aquella madrugada fue bastante fácil la introducción de los primeros centímetros, pero el grosor de ambos elementos hacía más compleja las operaciones. Notaba perfectamente las vibraciones del cacharro a través de sus paredes vaginales. Ella había entrado en trance, tenía los ojos medio cerrados pero sólo le veía el blanco de los ojos, pasado unos segundos empezó a moverse muy lentamente haciendo que mi polla fuera entrando y saliendo y fue cogiendo velocidad poco a poco. Yo no iba a aguantar mucho más y creo que ella lo notó y me dijo “¡más rápido!” por lo que entendí que tenía que ponerle un par de velocidades más al aparato y, de repente, empezó a convulsionar y casi chillar del gusto. Al pasar su orgasmo vino en sí y me preguntó si me había corrido y yo le respondí que todavía no a lo que contestó con otra mirada felina y diciéndome “eso habrá que arreglarlo porque te lo has ganado”. Fue reptando suavemente hacia abajo lamiendo mi torso hasta llegar a mi pene. Sabía que consideraba ella como premio, porque casi nunca lo había hecho, y eso me excitó muchísimo. Empezó a chupar como una fiera masturbándome a la vez que succionaba y lamía mi glande y toda la longitud de mi tranca. A cada momento iba más rápido y comprendí que no iba a tardar mucho en correrme y metió enteramente mi falo en su garganta dando cabezazos a toda velocidad la escena y la excitación acumulada hizo que tuviera una eyaculación bestial de la que no desperdició ni una gota y relamiéndose como un gato que acababa de tomar su leche me miró para lanzar un “uhmmmmmmmmm” larguísimo que casi me hace desmayar.

Mis recuerdos de ese mismo día se desvanecen cuando nos traen el primer plato de la cena y la mano de la desconocida se posa sobre mi paquete.

CONTINUARÁ