Sensual Jane (IV)
Sigo rememorando lo que sucedió aquella noche con el juego erótico (recomiendo leer antes el relato Sensual Jane (III) )
Mientras ellos seguían copulando lancé los dados. "Esclavo! Eres el esclavo sexual de todos los demás jugadores. Deberás obedecer lo que te manden hasta que te toque tirar de nuevo." No me dio tiempo ni a acabar de leer lo que ponía en la pantalla cuando mi mujer se abalanzó sobre mí echándose encima de mí diciéndome “Fóllame”. Encima de la silla en la que estaba yo sentado se sentó ella sobre mí de cara a mí, ella misma cogió mi polla y la dirigió aceleradamente hacia su sexo y la introdujo de un golpe. Comenzó a botar fuertemente sobre mí y yo cogí sus pechos y me metí en la boca todo lo que pude. Me encantan las tetas de mi mujer y me encanta verlas botar mientras hacemos el amor, aunque en aquel momento era sexo puro y desenfrenado. Mi mujer iba masajeando mis testículos como podía, síntoma de que estaba a punto y quería que yo acabara con ella. Los gemidos casi parecían gritos y llegaron a más cuando nos corrimos a la vez. A pesar de la tremenda eyaculación que había tenido tenía mi falo enhiesto y con muchas ganas de guerra, así que aprovechamos para limpiarnos un poco y percatándonos que nuestros amigos no habían perdido detalle de nuestro encuentro sexual aunque yo la verdad había perdido la noción del tiempo y del espacio con la excitación. Mi mujer se tomó al pie de la letra lo del esclavo y me dijo “ven siéntate de nuevo que veo que todavía me puedes dar mucha mandanga” con una sonrisilla picarona en su cara. Me senté de nuevo en la silla y ella sentó sobre mi miembro de espaldas a mí dejándonos ver lo que estaban haciendo ellos también. Empezó a masajear las tetas de mi mujer y besándola en el cuello mientras ella iba haciendo círculos con sus caderas con mi pene dentro de su vagina.
- Ya queda poco de partida, a ver si tengo suerte y la gano. – dijo mi mujer que estaba muy bien colocada en el tablero para terminarla.
- ¿Y qué vas a hacer si ganas? – le susurré yo.
- Pues no sé. Ya se me ocurrirá algo, ya he visto que puedo llegar a tener mucha imaginación en las condiciones adecuadas. - respondió mi mujer.
- Venga tira los dados, nosotros también estamos deseando ver quién gana la partida. – dijeron nuestros amigos.
Sin parar de hacer círculos con su culo mi mujer lanzó los dados y no alcanzó la meta por poco. La salió “Prueba”. Sacó la tarjeta de prueba y apareció el nuevo desafío a realizar: "Haced sexo anal, o no, ella manda. 1 min."
La cosa se ponía todavía más interesante de lo que estaba, era momento que mi mujer decidiese qué hacer. Cuando empezó a moverse más rápido encima de mí sabía que había decidido. Pasados unos segundos se levantó y me cogió de la mano para llevarme al sofá que estaba delante de nuestros amigos. Pasó por delante de la mesilla para coger el lubricante y un par de los consoladores de nuestra amiga.
- Me vas a tener que preparar bien antes de hacerlo. – me dijo mi mujer.
- Lo haré encantado. – le respondí yo.
En ese momento tomé yo el control de la situación y senté a mi mujer en el sofá con su culo puesto en el filo para poder facilitarme las cosas. Le subí las piernas al asiento y empecé a besarle los muslos desde las rodillas hasta que llegué a las ingles y la zona caliente. En ese momento empezó a desplazar mi lengua por todo su sexo rasurado lamiendo su vulva y recorriendo los labios vaginales. Con mis dedos separé sus labios para poder acceder mejor a su clítoris y poder empezar excitarla al máximo. Mis trabajos bucales iban surgiendo efecto, mi mujer entrelazaba sus dedos en mi pelo y me impedía que me separase ni un milímetro de sus clítoris. Cuando pensaba que empezaba a estar receptiva dirigí mis dedos hacia su vagina para introducirlos fácilmente hasta el fondo. Al notar bien húmedos mis dedos saqué uno de mis para empezar a jugar con su ano mientras seguía lamiendo e introduciendo el resto de mis dedos en su sexo. Ella iba haciendo movimientos con su cuerpo mientras yo seguía a lo mío. Introduje un dedo en su culito sin muchos problemas a la vez que ella lanzaba un sonoro gemido. Yo le iba introduciendo y sacando los dedos suavemente mientras seguía moviendo mi lengua a toda velocidad. Al tiempo saqué otro de mis dedos de mi vagina para llevarlo a su culo procediendo con sumo cuidado para que no le doliera. Nada más lejos de la realidad ya que el segundo entró mejor que el primero. Seguía a lo mío cuando ella me dijo “Prueba con el consolador”. Al no hacerme referencia en concreto cogí el mediano, de unos 16 cm aproximadamente y parecido a lo siguiente que debería introducir, mi polla. Esparcí abundante lubricante por toda la longitud del consolador y, sin parar de lamerle el sexo, apunté el aparato hacia su entrada trasera. La punta entró con bastante facilidad ya que el diseño facilitaba la tarea. Lentamente iba entrando y saliendo la longitud del consolador hasta que llegó hasta el soporte. Los movimientos de mi mujer cada vez eran más rápidos y sus gemidos y respiración más acelerada por lo que entendía que la cosa iba bien. Aceleré yo también el ritmo de bombeo del consolador hasta que entendí que ella estaba al rojo y sustituí el consolador por mi miembro que tenía una dureza más que considerable. “No pares” me dijo ella mientras yo iba cogiendo ritmo y seguidamente me dijo “más rápido” a lo que, obediente, respondí dando más ritmo a mi golde de riñones. Al estar de espaldas no sabía ni qué estaban haciendo nuestros amigos, pero en algún momento escuché sus gemidos y me di la vuelta un poco para ver que nuestra amiga estaba a cuatro patas sobre la cama hinchable mientras que mi amigo atacaba por detrás de una manera casi brutal a lo que me imaginaba que era el culo de su mujer. Volvíamos al principio de nuestra historia. Mi mujer alcanzó un poderoso orgasmo que le hizo temblar por completo casi hasta perder el control y yo al haberme corrido hacía escasos minutos no pude llegar al mismo tiempo que ella. Así que aminoré la marcha hasta que saqué mi miembro. Nos besamos apasionadamente y quedamos rendidos en el sofá mientras veíamos como nuestros amigos acababan de la misma manera que nosotros sobre la cama.
- No veas cómo me has puesto. – dijo la mujer de mi amigo mirándome.
- Y a mí también. Me ha puesto como una moto. – añadió mi mujer.
- Vaya, vaya, no tendréis ganas de mucho más, ¿no? Porque nos tenéis destrozados. – comentó mi amigo.
- A mí me falta el colofón. – dijo la mujer de mi amigo.
- ¿En qué estás pensando? – le preguntó mi mujer.
- A ver qué depara el final del juego y quién gana. –contestó nuestra amiga.
- Bueno, pues voy a tirar a ver si soy yo el que gana.- dijo mi amigo cuando cayó sobre la casilla de "Chupitos".
No nos los tomamos porque las chicas no tenían más ganas de beber y a nosotros tampoco nos hacía mucha falta beber más.
Fue nuestra amiga la que lanzó los dados para tampoco llegar a la meta, sino que calló en una casilla de “Prueba”. Salió la prueba que debía realizar: “Te follarán 2 chicos a la vez, uno lo eliges tú. 2 mins.” En aquel momento sabía que no íbamos a acabar la partida y que el límite sería nuestra imaginación y nuestras ganas de sexo.
CONTINUARÁ
La reacción fue mirarnos los unos a los otros para ver si demostrábamos rechazo a lo que parecía estábamos avocados a hacer. Miré a mi mujer y vi cómo se relamía como una loba hambrienta. Fue acercando su mano a mi miembro y empezar a manosearlo. Mi polla estaba durísima a pesar de la larga sesión de sexo que llevábamos a nuestras espaladas. Al notar mi excitación acercó sus labios a los míos y me dijo en un susurro: “¿te gustaría follarte el culito de nuestra amiga?”. Al hacerme la pregunta, con la otra mano, apretaba mis huevos y me mordía el labio inferior. Casi me corro en ese momento, mi mujer estaba totalmente desbocada. Tenía que confesar que no la reconocía, ahora mismo me excitaba muchísimo esta versión erotizada de mi esposa. Me volvió a hacer la pregunta esta vez enfatizando más todavía su interés por conocer la respuesta por mi parte
- ¿Dime, te gustaría? Ella está deseando que os la folléis.
- ¿Cómo lo sabes? - contesté yo esquivando la respuesta y devolviéndole el mordisco en los labios a ella. Mi mujer se estaba poniendo como una moto y el ritmo de la paja que me estaba haciendo iba aumentando.
- Me lo ha dicho, lleva esperando este momento toda la noche. Contesta, ¿te gustaría?
- ¿Tú que crees? - le respondí a la gallega. No quería que viese como perdía el control.
- A mí me gustaría ver cómo te la follas delante de mí, sólo de pensarlo me estoy poniendo mala. - Mientras iba diciendo esas palabras que me estaban acelerando el corazón a 200 pulsaciones iba dirigiendo mi polla a su sexo para introducírselo de un golpe.
- Si sigues así, no voy a poder hacer nada porque me voy a correr en un santiamén. - Logré decir casi sin aliento.
Las palabras de mi mujer me habían dejado con la vista nublada ante la avalancha de cosas que me estaban sucediendo. Noté como si hubiera salido de mi cuerpo y pudiera ver la situación desde fuera. Vi como recuperé el control de la situación y cogí en volandas a mi mujer para colocarla en el colchón hinchable al lado de nuestros amigos y comencé a lamer fuertemente su sexo. Mi mujer apretaba mi cabeza contra su sexo y no paraba de gemir. Se notaba que tenía una excitación brutal porque alcanzó rápidamente un orgasmo bestial que la hizo tener convulsiones durante casi un minuto. Una vez recobramos ambos el sentido vimos las evoluciones de nuestros amigos.
- Pensábamos que no íbamos a hacer la prueba. Hay que ponerla a punto, aunque creo que no le hace falta mucho para estar lista. – Dijo nuestro amigo refiriéndose a su mujer y haciéndonos un guiño de complicidad.
Él estaba tumbado sobre la cama y nuestra amiga estaba encima de él sin tener introducido el miembro. Mi mujer se acercó gateando hasta donde estaban ellos y fue directamente a introducir su cara entre las piernas de su amiga para comenzar a lamer su sexo y su ano. Yo me levanté y me fui hasta el lado opuesto donde estaba mi amigo comiéndole las tetas a su mujer y ella viendo como me acercaba alargó su mano hasta llegar a mí, me cogió por la cintura y me atrajo hasta ella y se introdujo mi pene su boca para engullirlo entero. Al estar de pie, me volvió la sensación de no estar dentro de mi cuerpo como antes, pero esta vez era sólo visual ya que la tremenda mamada que me estaba haciendo nuestra amiga me trajo de nuevo a la realidad. Giré mi cabeza para ver que mi mujer estaba aplicándole los dedos de su mano izquierda a su amiga mientras con la derecha meneaba y lamía el miembro de nuestro amigo. Volví cabeza hacia mi amiga para ver que me mi amiga me estaba mirando y sin perder la sonrisa su lengua jugaba con mi capillo dentro de su boca. Tenía que cambiar el foco porque si no me iba a perder el premio de follarnos a nuestra amiga, pero era imposible no pensar, sentir, oler y tocar sexo, estaba por todas partes y nos envolvía a todos.
En un momento dado mi mujer dirigió el sexo de nuestro amigo al sexo de su mujer y ella pasó a intercambiar lengua y dedos sobre el ano de nuestra amiga. Las palabras de nuestro amigo hicieron que cambiara el tercio: “Vamos a darle su merecido a esta chica mala”.
Nuestra amiga se sacó mi polla de la boca para añadir: “Estoy deseando teneros a los dos dentro”. Uf, no sabía lo que podría tardar en correrme con tanta excitación y nerviosismo y mi mujer no ayudó cuando me cogió de la mano y me acompañó hasta la parte de atrás y me dijo “Dale fuerte”. Mi mujer cogió el bote de gel lubricante y me untó el sexo con ambas manos y tiró de mí hasta que la punta de mi polla casi llega al culo de nuestra amiga. En ese momento me soltó el mango y colocó sus manos en mi cintura para empujarme. Parecía que quisiera ser ella misma la que estuviera mi lugar para sodomizar a su amiga. Mi miembro iba entrando lentamente, pero sin demasiadas complicaciones en el maravilloso culo de la mujer de mi amigo. Notaba cada centímetro que iba entrando y el poco espacio que había para ambas pollas dentro de nuestra amiga. Había un silencio absoluto, sólo roto por los suspiros profundos de la receptora de ambos falos. Conforme se fue adaptando empezó a moverse lentamente adelante y atrás, yo iba acariciándole la espalda de arriba abajo notando como tenía la piel de gallina y su marido hacía lo propio con sus pechos. Dejé de notar las manos de mi mujer, aunque estaba demasiado centrado en mis sensaciones como para poder distraerme. Los hombres dejamos que fuera la chica la que tomase el ritmo de inicio para que marcase el tempo del acoplamiento y la verdad es que iba ganando velocidad en el vaivén. Pasados unos minutos cambiamos su liderazgo por nuestro ímpetu ya que veíamos como el tono de sus gemidos había cambiado con el tiempo. Parecíamos un motor perfectamente engrasado con sus pistones totalmente sincronizados, primero entraba un pistón mientras el otro salía casi por completo para continuar el ciclo.
Noté como los músculos del ano y del sexo de nuestra amiga se contraían y era síntoma de un poderoso orgasmo. Yo así a nuestra amiga de los hombros para facilitar las maniobras. Ella comenzó casi a gritar y a saltar sobre nosotros lo que me auguraba que tendría un orgasmo casi místico. No sé por qué, en ese momento, giré la cabeza tratando de encontrar a mi mujer. No la encontré sobre el sofá y giré la cabeza hacia el otro lado y la vi sobre un taburete de la cocina americana con las piernas totalmente abiertas y con el mayor de los consoladores casi totalmente introducido y con los ojos en blanco. La visión de mi mujer fue la gota que colmó el vaso y no pude aguantar más, con un rugido me corrí poderosamente dentro del culo de mi amiga y casi a la vez hizo lo mismo su marido. Los alaridos de nuestra amiga debieron escucharse por toda la ciudad porque fue ensordecedor.
Caímos rendidos los tres. Pasados unos segundos volví a mirar hacia donde estaba mi mujer y vi como ella también había tenido un orgasmo y como se sacaba el descomunal aparato de su sexo. Estaba derrengado, me costaba hasta respirar. Mi amiga, tumbada sobre su marido le dio un pico y le dijo “Ha sido bestial, la mejor experiencia de mi vida. Muchas gracias chicos”. Yo no podía ni hablar, le contesté con una sonrisa cansada y cerré un poco los ojos para intentar fijar todas las imágenes de la noche para poder recordarlas siempre.
Pasados unos minutos se levantaron nuestros amigos y dijeron que se iban a la piscina a darse un chapuzón. Al igual que ellos me levanté y me dirigí hacia donde estaba mi mujer para darle un morreo profundo me dijo “Espero que te lo hayas pasado tan bien como yo” a lo que yo contesté “Déjame que vaya al baño a refrescarme y hablamos”. Ella me dejó ir para dirigirse también a la piscina.
Al llegar al baño me metí en la ducha para darme una ducha rápida. Estaba totalmente agotado de la loca noche que habíamos disfrutado los cuatro. Algunos flashbacks vinieron a mi mente cuando el chorro de agua fresca me caía por la cara. Intenté recapacitar sobre los pasos que habíamos dado y cómo podría afectar a nuestra relación de pareja y a la relación con nuestros amigos. Yo seguía totalmente enamorado de mi mujer, lo tenía clarísimo aunque el follarme a nuestra amiga de casi toda la vida me había dado un morbo especial. El cansancio me golpeó de nuevo al cerrar el grifo de la ducha. Fui a buscar una toalla porque no había ninguna en el baño, al llegar a nuestra habitación me senté un momento sobre la cama para poder secarme tranquilamente aunque como un imán me fue atrayendo hasta que recosté con las piernas colgando y me quedé dormido casi de inmediato sin darme cuenta y sin hacer el mínimo esfuerzo por evitarlo.
No supe cuantificar el tiempo que me quedé dormido, la cabeza me daba vueltas por el alcohol y por la subida de hormonas de la noche que había tenido. Me incorporé sobre la cama pero no encontré ninguna referencia en el reloj, lo único que sabía era que todavía no era de día o que había pasado un día entero. Me levanté y me dirigí al comedor, la cama hinchable seguía allí, pero con menos presión y no había ni rastro de nadie. Me asomé a la cocina y nada, aproveché para beber agua fresca ya que la resaca me imploraba líquidos.
Una vez saciada la sed puse rumbo hacia fuera ya que era la última referencia que tenía de antes de quedarme dormido. Al salir al jardín vi que estaba amaneciendo y me dirigí hacia la piscina y conforme me iba acercando escuché el inequívoco sonido del sexo, eran gemidos sin ningún lugar a duda. Al llegar a la zona de la piscina pude contemplar una imagen que me traumatizó y me excitó a la vez, mi mujer estaba encima de mi amigo de espaldas a él con las manos apoyadas sobre su pecho, él agarraba fuertemente sus grandes pechos mientras mi mujer cabalgaba a mi amigo, ella a su vez tenía las piernas abiertas mientras su amiga le estaba devorando el coño.
No pude reaccionar, me quedé de piedra. No sabía si lo estaba soñando o estaba pasando de verdad. La sensación de estar fuera de mi cuerpo volvió a mí. No me lo podía creer, mi mujer follando con otro, aunque no sé cuánto tiempo antes yo hacía lo propio con nuestra amiga con el consentimiento de ella. ¿Lo habría preparado? ¿Mi mujer tendría algún deseo oculto que no me llegó a revelar nunca? Las preguntas atravesaban mi cerebro como balas a toda velocidad. La excitación fue emergiendo en mi sexo que tenía una visión muy diferente de mi cerebro y fue haciendo que cogiera de nuevo potencia. Mientras tanto ellos seguían sin caer en mi presencia, para ver mejor me fui acercando silenciosamente hasta colocarme en una hamaca que estaba a unos tres metros de donde ellos de frente.
Mi mujer tenía la cabeza para atrás y caía como si fuese la de un pelele por lo que no me veía. Nuestra amiga estaba centrada en la tarea de dar placer oral a mi mujer y mi amigo tenía demasiados obstáculos visuales para verme. Ahora mi amigo soltó los pechos de mi mujer para sujetar las caderas de mi mujer y ayudarle en el movimiento arriba y abajo que había aminorado por el cansancio de mi mujer. Estuvieron en esa postura durante algunos minutos que arrancaban a mi mujer infinidad de orgasmos ya que cada poco tiempo convulsionaba y emitía gemidos y aullidos más grandes que los anteriores.
Un ruido fuera del jardín alertó a mi amiga que se giró y me vio petrificado, en todos los sentidos, en aquella hamaca. Se dirigió un dedo a la boca para decirme que no hiciera ruido. A gatas, se fue acercando como un felino al acecho, suavemente, con un contoneo casi hipnótico de todo su cuerpo, el bamboleo de sus pechos y, sobre todo, su mirada. Aquella mirada que aún recuerdo y que desnudaba mi voluntad, como si me estuviera lanzándome un hechizo. Se relamía como una fiera a punto de conseguir su presa avanzando lentamente hacía mí.
Intenté desprenderme de su embrujo mirando hacia donde estaba mi mujer y pude ver exactamente lo que estaba pasando: mi amigo estaba enculando a mi mujer sin piedad. Comprobé como la levantaba hasta casi sacarle el miembro enteramente para, seguidamente, dejarla caer hasta que las nalgas de mi mujer chocaban contra los testículos de mi amigo. Mi mujer ayudaba al movimiento votando enérgicamente sobre el falo de mi amigo. Mientras me ensimismé con lo que hacía mi mujer y mi amigo mi amiga llegó hasta donde yo estaba y directamente se introdujo mi miembro entero en su boca y garganta. De nuevo comprobé las buenas artes de mi amiga, hacía un trabajo fantástico con la lengua, los labios, las manos y aquella mirada. La mirada de mi amiga era otro órgano sexual más, quizás el más erótico de todos y aquella media sonrisa que tenía, aun cuando, tenía mi miembro totalmente dentro. Se sacó el miembro de la boca para decirme en susurros: “mira tu mujercita como disfruta siendo enculada por mi marido, llevan así un buen rato” de nuevo veía como entraba y salía el sexo de mi amigo en el ano totalmente dilatado de mi mujer. “¿ves como no para de gemir la zorrita de tu mujer?” yo asentí mientras mi amiga se metía mi polla en la boca para seguir su trabajo. A pesar de llevar toda la noche teniendo sexo mi excitación era máxima y sabía que no iba a aguantar mucho más. Mi amiga fue aumentando su ritmo aunque paró un momento sólo para poder decirme “¿te gusta lo que ves?” antes de volver a meterse toda la longitud de mi verga en su boca.
Intenté no responder a la pregunta, pero sin poder evitarlo dirigí mi mirada hacía mi mujer y mi amigo. Él había aumentado el ritmo y mi mujer empezó a abrir los ojos como echando en falta la presencia de su amiga y sobre todo su lengua en su vulva. Por fin, cayó en mi presencia y vio cómo su amiga había cambiado su sexo por el mío. Cruzamos nuestras miradas y ella empezó a convulsionar de nuevo, síntoma inequívoco de que se avecinaba un nuevo orgasmo, mi amigo notó lo mismo que yo y aceleró toda vía más su ritmo, el culmen de toda la noche estaba al llegar cuando mi amigo eyaculó dentro del culo de mi mujer con un rugido, mientras mi mujer alcazaba otro orgasmo que la hacía chillar. Por mi lado volví a escuchar las palabras de mi amiga “¿te gusta lo que ves?” a lo que respondí con un “¡SÍ!” casi poniendo un grito en el cielo a la vez que me corría abundantemente dentro de la boca de mi amiga, que en lugar de apartarse se introdujo más y más mi polla en su garganta.
CONTINUARÁ