Sensual Jane (II)

Después de la situación vivida la noche descrita en el relato anterior fuimos perdiendo la vergüenza de nuestras actividades sexuales sin llegar a extremos incomodos para ninguno de los dos. Sabíamos casi con total seguridad que nuestra amiga nos había visto y que lo habría comentado casi seguro ...

Después de la situación vivida la noche descrita en el relato anterior fuimos perdiendo la vergüenza de nuestras actividades sexuales sin llegar a extremos incomodos para ninguno de los dos. Sabíamos casi con total seguridad que nuestra amiga nos había visto y que lo habría comentado casi seguro con su marido, pero no hicimos mención a nada hasta llegado un momento en concreto.

Como iba comentando no nos cortábamos un pelo y recuerdo gratamente un episodio en la piscina del chalet de lo más excitante: Nuestros amigos habían bajado al pueblo a hacer unos recados y a llamar a su hijo ya que donde estábamos no había mucha cobertura. Mi mujer y yo por nuestro lado nos hicimos los perezosos en la cama y nos levantamos tarde sin muchas ganas de hacer nada. Estuvimos tomando un desayuno ligero y nos pusimos los bañadores para meternos en la piscina ya que no nos apetecía bajar a la playa. Estuve haciendo unos largos mientras mi mujer tomaba el sol tranquilamente. Al rato de estar al sol me pidió que le diera crema. Yo para hacer la guasa le dije que si quería una masaje y ella me dijo que como quisiera. Empecé a besar la espalda y el cuello de mi mujer lentamente y, al poco, me interrumpió diciendome que dejara de hacer el tonto, que podrían llegar nuestros amigos en cualquier momento. Yo contesté "como que ellos se iban a cortar en nuestra situación" sin recibir respuesta de ella.

Así que con esas me embadurné las manos de crema fresquita y comencé a aplicarsela por la espalda suavemente reponiendo crema cada poco tiempo. Mi mujer iba ronroneando al compás y yo iba extendiendo el área de acción de mi masaje empezando por los tobillos y acabando en las ingles y gluteos, aunque los tuviera cubiertos por el bikini. Cuando creí conveniente, le dije que se diera la vuelta para echarle crema por la parte delantera. Al darse la vuelta le dije "te podrías quitar la parte de arriba por si vas a hacer topless" y ella sin rechistar se despojó del sujetador dejando a la luz sus enormes y bellos pechos. No me pasaron desapercividos sus pezones duros como rocas. Al igual que por la parte trasera fui extendiendo grandes cantidades de crema, haciendo especial énfasis en sus pechos y en sus muslos. Ella seguía disfrutando del masaje ronroneando. Al centrarme en sus piernas iba hacercandome cada vez mas a sus ingles para ver la reacción de ella a acercamiento. Fui pasando delicadamente mis manos por encima de la tela del bikini sin recibir ningún reproche de su parte. Había una cosa que me extrañaba bastante y es el poco bulto que había debajo del bikini ya que, aunque no tenia un matojo salvaje de pelo tampoco lo llevaba demasiado recortado. Fui haciendo mis pesquisas delicadamente hasta que casi tenía apartado la tela del bikini viendo lo que sospechaba: se había rasurado el bello púbico. Ante mi sorpresa ella me dijo "esta mañana en la ducha me ha dado por ahí" y yo le contesté "bueno, pues dejamelo ver bien que nunca te lo he visto asi". Ella haciendose la remolona me recordó que podian llegar en cualquie momento o vernos algún vecino y yo diciendole que iba a ser solo un momento le baje la braguita para dejar a mi mujer completamente desnuda y con el sexo carente de todo pelo. Me quedé envelasado contemplando la novedad a lo que mi mujer me preguntó "te gusta?", mi respuesta fue bastante explicita ya que avalance a deborarle el sexo. Ella intentó decir algo, pero al segundo lengüetazo ya no podía parar de gemir.

Estuve unos minutos en una posición algo incómodo hasta que pude ponerla en la amaca algo mas tumbada y con la cadera algo más alzada, ella colaboró cogiendose las piernas habriendolas lo suficiente para poder tener una vista magnífica de su sexo y ano rasurados y cubiertos de flujos que le daban un aspecto brillante y aun mas apetecibles si cabe. Me quedé un momento mirando que para ella debía de ser eterno ya que me dijo "no me dejes asi, sigue por favor". Sin entretenerme más seguí mi labor recorriendo con mi lengua los labios vaginales, las ingles y el clítoris a diferentes velocidades para aumentar sus sensaciones. Los gemidos eran cada vez más intensos y ella buscaba el roce de mi nariz con su clítoris cuando bajaba la boca mas de la cuenta. En ese momento opte por levantar un poco mas la cadera para hacerle un beso negro, nunca lo habíamos hecho y nunca se me había ocurrido pero la situación me llevó a ello y mi mujer me reconoció que fue mui placentero. Poco a poco fui incoporando un dedo para masajear su vagina y clítoris creo que ella había tenido uno o dos orgasmos y yo, como era comprensible, tenía un erección monumental a lo me dijo "ven, no aguanto más".

Intuyendo lo que quería me quité las bermudas y me coloqué encima de ella. Estaba disfrutando de la situación, ella a 1000 y yo jugando con el ritmo a veces rápido, a veces lento y otras veces parando para volver a chupar con fruición su sexo y ano para de nuevo volver a penetrarla. Era un espectálo ver como botaban sus generosos pechos al compás de mis golpes de cadera. Ella se cogía las piernas para hacer más profunda la penetración y yo aprovechaba para masajear su botón. Cuando veía que se cansaba le cogía las piernas por lo tobillos para posteriormente chuparle los tobillos y besar sus pantorrillas. Estábamos echando el polvo de nuestra vida.

Lo estabamos pasando fenomenal y yo estaba a punto reventar así que me salí de ella para verter mis fluidos sobre ella llegando a los pechos y el abdomen. Ella cayó desfallecida aunque al poco, con tono socarrón, me dijo "con la otra cremita tenía suficiente " a lo que respondimos con un risas al unísono.

De repente escuchamos un ruido proveniente de la casa. Nos miramos y pensamos "acaban de llegar o nos habrán visto?". Nos vestimos rápido y nos dimos una ducha para eliminar pruebas. Me metí en la casa mientras ella se quedaba descansando en la piscina. Miré por la cocina y el salón y no vi a nadie así que pensé que nos  confundimos hasta que volví a escuchar ruidos en la habitación de nuestros amigos. No quise abrir la puerta mas aún cuando, al acercarme, podía distinguir los gemidos de ellos. Me di la vuelta para dirigirme a la cocina y coger unos refrescos y volver a la piscina.

Al llegar a la altura de mi mujer le dije con una sonrisa maliciosa "esta vez nos han pillado ellos. Estan en la faena, asi que si quieres repetir tenemos tiempo...". Su respuesta fue salomónica "dejame que descanse y luego seguimos, que me has dejado destrozada. Ah! y me ha encantado lo del culito, a ver si me lo haces mas veces...".

CONTINUARÁ