Sensual Jane
Todo discurrió en un verano en el que nos juntamos dos parejas de amigos para pasar unas vacaciones de verano. Somos dos parejas de menos de cuarenta años que compartiamos un chalet de veraneo propiedad de un amigo mío. Nuestros hijos se habían ido de campamento quince días dejandonos el tiempo libr
Todo discurrió en un verano en el que nos juntamos dos parejas de amigos para pasar unas
vacaciones de verano. Somos dos parejas de menos de cuarenta años que compartiamos un chalet
de veraneo propiedad de un amigo mío. Nuestros hijos se habían ido de campamento quince días
dejandonos el tiempo libre para relajarnos y desconectar del trabajo.
Durante nuestras jornadas de descanso total sin los niños languidecíamos en largos días de playa y
noches de pubs y algo de marcha intentando reverdecer viejos laureles en los que salíamos todos
de fiesta antes de que nuestras vidas se tornaran anodinas y en las que el trabajo acaparaba todo el
foco de nuestra atención durante el año.
La circunstancia detonante de este relato surgió cuando una noche de calor sofocante me desperté
a media noche con ganas de orinar debido a la ingesta de una gran cantidad de cerveza durante
la velada anterior. Una vez cumplido el deber con lan naturaleza escuché sonidos extraños en el
salón y me asomé a ver que podia estar pasando. Me quedé estupefacto ante la escena que estaba
contemplando: Nuestra pareja de amigos estaban echando un polvo de campeonato en el salón
del chalet, tampoco es que se estuvieran cortando, porque ella relinchaba como una yegua en celo
ante cada envestida de mi amigo. El panorama era de película porno, ella estaba de pie, apoyada
en la mesa donde habíamos compartido la cena horas antes y el le daba fieras envestidas desde
atrás. Me quede perplejo ante lo que estaba disfrutando. La excitación en mi creció hasta niveles
inimaginables, ya que ver los abundantes pechos de ella bamboleandose a cada golpe de pelvis de
él hacía que mi miembro fuera creciendo más y más.
Estaba tan envelesado en la secuencia que estaba viendo que no me percaté que ella podía
verme desde donde me encontraba. Me recorrió un rayo desde la cabeza a los pies cuando, sin
pretenderlo, nos cruzamos las miradas, la suya como perdida, en un momento fugaz. Mi miembro
no podría soportarlo mucho más y vi, por un instante, su vista clavada en mi y en mi excitación sin
poder esconderme. Fue uno de los momentos más sensuales de mi vida.
Sin comerlo ni beberlo estaba inmerso en una espiral sexual a distancia imposible de decribir.
Mi sorpresa fue mayúscula cuando oí unos pasos detrás de mi. Tan fuerte era el hechizo que fui
incapaz de oir como mi mujer, al igual que yo, se había acercado al salón para ver a que se debía
el alboroto. Mi mujer semidesnuda tuvo la misma reacción que yo y estuvimos los dos juntos
observando como iban cambiando de postura en un baile de sexo embriagador. Estuvimos unos
minutos eternos viendo lo que acontecía a pocos pasos de nosotros en un escrupuloso silencio,
cogidos de la mano. No sabia si mi mujer tenia la misma calentura que yo hasta que me atreví a
comprobarlo por mi mismo.
Su entrepierna parecía una fuente de flujos y no puso reparos en que le manoseara y le introdujera
dos dedos directamente en su vagina. Nuestros amigos seguían con su fiera danza y nosotros
empezábamos a perder el control sobre lo que estábamos haciendo porque podrían cogernos in
fraganti al menor descuido.
Mi mujer me sacó el miembro y empezó a masturbarme de manera increíble ante los ojos de
nuestra amiga que habia cambiado el objetivo de sus miradas por la de nuestras actividades.
Yo me corté ante esta situación y alerté a mi mujer por lo que pudiera pasar. Antes de irnos a
la habitación pude escuchar claramente como ella le decía a su marido: "dame por el culo, por
favor".
No podia salir de mi asombro; estaba a cien y necesitaba descargar toda la excitación. Cogí a
mujer y la llevé a nuestra habitación donde echamos un polvo monumental. No dure más de diez
minutos y acabé eyaculando sobre ella abundantemente. Aún y así mi calentura era máxima y no
podía bajar mi nivel de éxtasis por lo que agarré a mi mujer y le empecé a hacer un cunilingus
para grata sorpresa de ella. Mis caricias, besos, y lengüetazos surtieron buen efecto y mis
habilidades digitales con su vagina, clítoris y ano provocaron otra buena noticia cuando mi mujer
me dijo "dame por el culo, por favor". Incrédulo le respondí "tú también lo has escucado?" a lo
que me respodió "tu calla y empieza".
Con abundantes cantidades de lubricante fui calentando el horno en el que se había convertido su
sexo y su culo hasta que al final me dirigí a cumplir con mi misión. No era para nada la primera
vez que lo hacíamos pero si era la situación más morbosa en la que nos habíamos encontrado y al
final mi miembro entró como un cuchillo caliente en mantequilla. Estuvimos mas de media hora
en diferentes posturas sin parar se oir los gemidos de nuestra amiga ya desatada y procandonos
aun más desde el salón hasta que al final no pude más y descargué toda mi furia en el culo de mi
mujer con grandes convulsiones por su parte.
Seguimos jugando durante una hora hasta que, al final, caimos rendidos sin saber nada de como
habían acabado nuestros amigos aunque estuvimos comentando entre besos y arrumacos que si
fuese la mitad que nosotros y por los sonidos emitidos por ellos habrían quedado tan estasiados
como nosotros .
CONTINUARÁ